Transición mobiliaria en el hogar

Por TANG YUANKAI

La Memoria de la Ciudad, exposición recién celebrada en Shanghai, mostró artículos antiguos y despertó la nostalgia de algunos visitantes por el recuerdo de una época.

Han Ping, de 58 años, se trasladará pronto a la casa que acaba de adquirir, en la que planea vivir con sus padres y comprar muebles nuevos. Mientras tanto, se preocupa por los muebles viejos que dejará atrás. Su madre medita todos los días si tirarlos o no.

Dispuesto de manera tal que desentona con el resto de la morada, el antiguo mobiliario es de deferentes estilos, colores y décadas e incluye algunas cajas muy usadas y carentes de utilidad. No obstante, el hecho de ser los primeros muebles que poseyó la familia de Han, ha llevado a que sus padres les tomen un profundo afecto. Han Ping lo comprende, pero a sus hijos les resulta difícil aceptar la idea de no querer desprenderse de los viejos trastos.

Racionamiento de muebles de los años 50:

En las pasadas décadas del 50 y 60, las empresas estatales entregaban a las familias urbanas mobiliario para el hogar de manera racionada.

Los padres de Han Ping son originarios de la provincia de Shanxi. “Llegamos a Beijing con el Ejército de Liberación y nos casamos en 1950. Tanto la casa como los muebles nos fueron entregados racionadamente por la institución estatal para la que trabajábamos. Como comíamos en el comedor de la entidad, teníamos pocos utensilios en la cocina. Compramos sólo dos cajas de madera y un pajecillo de barras de acero cuando creamos nuestro hogar”, recordó Han Ke, padre de Han Ping, quien también recuerda que durante su infancia todos los muebles de su casa, como la cama de madera, los aparadores pequeños y la mesa, tenían una pequeña etiqueta en la que aparecía escrito el número de serie y nombre de la entidad para la que trabajaba su padre. “En realidad, estos muebles eran de la empresa y los alquilábamos. Cuando pagábamos la renta cada mes, en la cuenta aparecía el desglose de los gastos por el uso de la casa y también de los muebles”.

“La cama de mi infancia eran dos cajas grandes de madera unidas”, recordó Han y agregó que no todas las familias vivían como la suya, sino que lo común era que tuviesen pocos muebles y muy simples. En muchos hogares la cama, la mesa, las sillas y los aparadores provenían de los muebles desahuciados por la entidad o habían sido heredados de las generaciones anteriores. Con el tiempo, algunas de aquellas piezas adquirieron un gran valor.

A medida que aumentaban sus integrantes y mejoraba su nivel de vida, la familia Han necesitó más muebles. Al padre le costó unos yuanes comprar una cama y un estante de hierro con precios rebajados. Además, pidió a un pariente suyo que le fabricara un escritorio con un aparador a un lado y una cómoda incrustada con un espejo. En comparación con la durabilidad, la estética estaba totalmente fuera de consideración.

En 1958, en respuesta al llamamiento de “el acero como la clave del Gran Salto Adelante”, Han Ke donó el librero de hierro y el pajecillo de barras de acero. Aquel año todo el país se consagró en el movimiento del “Gran Salto Adelante” y la campaña de la “Fundición de hierro y acero” con el propósito de lograr la industrialización y el aumento en la producción agrícola nacional.

Los años 70, muebles hechos a mano

Han Ping se casó en 1977, un año antes de que comenzara a aplicarse en todo el país la política de reforma y apertura. En aquel entonces el mobiliario era caro y escaso. Aunque uno tuviera bastante dinero para pagar, posiblemente no pudiese comprar un mueble, porque aún se necesitaba el cupón emitido por el país. Haciendo todo lo posible para conseguir aquel deseado papel, la gente hablaba con amigos o personas concernientes para entrar por la “puerta trasera”. E incluso tener el boleto en la mano no significaba que hubiesen terminado las molestias, pues luego había que permanecer en una gran cola toda la noche para poder efectuar la compra. Aquellos inconvenientes fueron una experiencia inolvidable para mucha gente. “Para comprar un armario, había que esperar de pie en una gran fila por muchas horas con un preciado cupón en la mano”, recordó Han Ping con emoción.

Una familia común y corriente de Shanghai selecciona en 1979 un nuevo juego de muebles para su recibidor.

Muy pronto, mucha gente decidió hacer muebles a mano, incluyendo a Han Ping y su hermano menor, quienes confeccionaron unos sofás manuales para sus padres y familias. En aquel entonces, “hacer muebles con las propias manos” se convirtió en una moda, por eso en muchas casas había muebles confeccionados por los mismos dueños. Un típico sofá manual tenía dos brazos y cuatro patas, un cojín hecho con resortes, que servían para amortiguar el peso, cubiertos por una capa de algodón y forrado luego con tela. Para las familias normales, los sofás eran objetos deseables y se veían sólo en películas, de ahí que fuera considerado un “mueble lujoso” o “artículo burgués”. Pero con la sociedad cada vez más abierta, esta pieza devino rápidamente un artículo más de moda y decorativo.

Cuando Han Ping estaba disfrutando el sofá que se hizo por sí mismo, muchos trabajadores inmigrantes del campo caminaban por las calles de la ciudad. Los que mejor acogida tenían eran los carpinteros que llevaban sus sencillas herramientas. A veces, uno de ellos podía hacer una ronda en un barrio, trabajando de forma continua, mientras otros esperaban sentados en las calles con letreros que anunciaban “se hacen armarios”, “instalación de techos” y “decoración de paredes interiores”. La gente estaba transformando sus muebles antiguos y añadiendo nuevos elementos a sus hogares.

Las “patas” decidieron en los 80

Luego de la puesta en marcha en el país de la política de reforma y apertura, la escasez de materiales se fue suavizando gradualmente y los diversos tipos de “cupones” comenzaron a desaparecer de la vida cotidiana. La gente ganaba dinero de diversas maneras y los “movimientos políticos” también se desvanecieron. Gracias a todos estos factores favorables, despertó en la gente el interés por los bienes de consumo para embellecer sus casas.

El espacio habitable de la mayoría de la población en los 80 era todavía reducido, lo cual limitó que los ciudadanos pensaran en adquirir un mejor mobiliario.

En esta década, los armarios de dos puertas y las mesas redondas plegables fueron sustituidos por objetos de distintos diseños. A los ojos de la población común y corriente, la búsqueda de una vida cómoda y una casa hermosa ya no era considerada una ambición desmesurada, sino una necesitad normal de la vida cotidiana. Juegos completos de muebles que enfatizaban en la estética coordinada aparecieron en el mercado, como armarios, camas dobles, mesas y escritorios, todos de “cuatro patas”. La gente empezó a describir los conjuntos de muebles por el número total de sus patas -”36 patas” o “48 patas”. El número de total de patas en una casa se convirtió así en un indicador del nivel económico de una familia. Cuando un joven consideraba casarse, preparar “48 patas” en su casa futura era una precondición para satisfacer a su novia.

No obstante, el espacio habitable de la mayoría era todavía reducido, lo cual limitó que un mayor número de ciudadanos pensara en adquirir mejores muebles. A mediados y postrimerías de la década del 80, surgió un tipo de mueble denominado “gabinete compuesto”, apropiado para quienes habitaban un pequeño espacio. Se componía de tres a seis gabinetes singulares -cada uno apenas alcanzaba al techo- que se alineaban a lo largo de la pared y a veces ocupaban todo el ancho y alto de esta. Asombró mucho un mueble multifuncional, armario, estantería, escritorio y aparador, en el que se podía guardar lo que se deseara. Aun así, su popularidad pasó de moda rápidamente, porque muy pronto la gente se aburrió de su sencillez y descubrió la inconveniencia y la torpeza del tamaño: ocupando toda una pared, era difícil moverse a voluntad. La gente estaba acostumbrándose a una vida más flexible y novedosa.

Singularidad como un nuevo concepto

A mediados de la década del 90, China empezó a reformar su sistema de vivienda, que experimentó grandes mejoras en las condiciones habitables del pueblo. Trasladándose a un apartamento nuevo, la gente desea razonablemente una decoración más agradable desde el suelo hasta el techo, y, claramente, muebles nuevos. La durabilidad, obviamente, pasó de moda, mientras la gente se involucraba en la búsqueda de colores, estilos, moda y también armonía del conjunto del mobiliario.

Durante la mayor parte de esta etapa, los consumidores chinos se inclinaron a mantener su razón ante la elección de los muebles. La gente prestaba atención a la individualidad y trataba de establecer un estilo singular. Los muebles ya no eran una mera necesidad diaria, sino que se habían convertido también en un objeto que mostraba el gusto de la familia y creaba un ambiente único, respondiendo a la personalidad, interés e incluso imagen del dueño.

El año pasado, Sun He, que trabaja en una empresa de anuncios, redecoró su casa sustituyendo todo el mobiliario por uno nuevo de estilo europeo y colores claros. Los viejos, comprados en 1995, resultaban “anticuados”. Sun seleccionó las piezas de acuerdo con el tamaño y las funciones de sus habitaciones. Los modelos fueron elaborados por diferentes fábricas y diferentes marcas, pero mantienen una armonía de estilo. “La ubicación en ciertos lugares, en el estudio, el dormitorio y el recibidor crea un sentimiento cómodo y elegante. El estilo general es unitario, con una interesante variedad en los detalles”, señaló orgullosamente la propietaria.

La búsqueda de la individualidad de la gente en la decoración y el creciente consumo de los muebles han ofrecido oportunidades a los fabricantes de mobiliario y artículos de decoración y les han permitido un rápido desarrollo en los últimos años. Esta coyuntura ha generado una proliferación de las tiendas de muebles, mercados de 10.000 metros cuadrados y empresas dedicadas a la decoración de interiores. Hoy abundan los muebles de diferentes estilos y temas y materiales de amplia variedad, tales como madera pura, madera curvada, vidrios, metales, etc. Los consumidores siempre quedan deslumbrados por las numerosas opciones de que disponen.

La mejor situación económica acorta el ciclo del consumo del mobiliario. La gente cambia su decoración con más frecuencia y ha añadido más condiciones para tomar la decisión de compra, a saber, protección ambiental, seguridad, estilo unitario y también, confiable servicio de post-venta.

Nuevo siglo: Modernidad con características clásicas y occidentales

El 1 de enero de 2005, China comenzó a aplicar una política de “arancel cero” en la importación de muebles y, como consecuencia, a comienzos del siglo XXI, el mercado chino del mueble y la decoración se ha caracterizado por la presencia de famosos fabricantes extranjeros. Las importaciones abundan en estilos, como el clasicismo europeo, el minimalismo del norte de Europa, el post-modernismo italiano y el ruralismo estadounidense. Los distribuidores de muchos países han puesto sus ojos en el mercado chino y de momento parece que no habrá tregua.

.Ikea, como una puerta al minimalismo occidental, ha tenido una muy buena acogida desde su llegada a China, tendencia que ha mantenido hasta hoy.

Al elegir sus muebles y decoración, mucha gente va a los grandes almacenes como Ikea, que goza de un prestigio mundial y ha tenido una muy buena acogida desde su llegada a China. Mucha gente acude a allí para tener una idea del estilo moderno de vida en el extranjero y detalles ingeniosos en la decoración interior, y después los aprovecha en su propia vida.

Los muebles foráneos no sólo inspiran el diseño chino y el uso de los materiales, sino que también extienden el concepto de “servir a los clientes”. Muchos cambios en los detalles muestran que el concepto se ha arraigado en el diseño, como el reajuste de la altura de sofás y sillones exclusivamente para mejorar el estado físico del cuerpo humano, la colocación de la curva en el respaldo de una silla, la forma del tirador de un cajón, o el añadido de la iluminación dentro del armario.

Los muebles antiguos, a los que se ha hecho caso omiso por casi 30 años, disfrutan en estos momentos de la preferencia de un segmento apreciable de consumidores. El interés por las antigüedades responde a que estas representan el buen gusto o responden a una corriente coleccionista muy de moda. Aunque está satisfecha por sus muebles nuevos, Sun He aún quiere comprar una o dos artículos clásicos chinos. “Unas piezas de estilo de las dinastías Ming o Qing, por ejemplo una mesa larga y estrecha o una mesita de té, seguramente darán un sentido de distinción entre los muebles de corte europeo. Pero si todos los muebles son de línea clásica, me sentiré un poco deprimida. Uno o dos son suficientes”.

“Al principio, la mayoría de las personas que compraron muebles antiguos fueron los coleccionistas. Antes de 1995, la mayor parte de los compradores eran extranjeros, después de 1995 comenzaron a acudir muchos chinos y en los últimos años predomina entre nuestros clientes la gente común y corriente”, comentó Zhao Xiaobei, gerente general del Mercado de Muebles Clásicos de Ming y Qing de Lu Ban, que se encuentra en el municipio de Gaobeidian, en el este de Beijing, en una famosa calle comercial y exclusiva de venta de muebles tradicionales.

Yao Chungen, un comerciante jiangxinés de esa zona, recordó que llegó a Gaobeidian en 1997 y su negocio es cada día más próspero. En el mercado del mueble, el precio de los artículos antiguos viene ascendiendo considerablemente. Para satisfacer las necesidades del consumidor común y corriente, muchos distribuidores de piezas clásicas han comenzado a hacer réplicas. Yao también administra un negocio de decoración interior especializado en la recreación del estilo antiguo. “Al principio hice imitaciones de mesas, sillas, puertas y ventanas de otras épocas para restaurantes y casas de té. Ahora muchas familias comunes y corrientes están persiguiendo el estilo clásico en la decoración de sus hogares. No sólo quieren muebles de este corte, sino también elementos arquitectónicos tradicionales. Por eso, puedo hacer un buen negocio con las tallas en madera”, señaló con entusiasmo.

Zhao Xiaobei, de 56 años, se dedica a la venta de muebles clásicos desde hace más de 20 años. Su hija también administra el mismo negocio y abrió una tienda al frente de la suya en la calle comercial. Zhao y ella enfatizan la combinación de las características tradicional y occidental. En las salas de exposición en sus tiendas, los muebles clásicos se decoran con objetos modernos, lo cual le da a la gente un sentido especial. “Los muebles de estilo antiguo son diseñados y fabricados por nosotros mismos”, precisó el comerciante.

Para satisfacer las necesidades de la vida moderna, han cambiado algunos detalles. Por ejemplo, una mesa tradicional china es cuadrada o redonda, pero, la confeccionan larga, como las occidentales, y la equipan con seis sillas de estilo Ming o Qing. Así este conjunto mantiene el sentido histórico mientras añade la conveniencia. Otro ejemplo es el hecho de agregar una serie de celosías para depositar botellas de vino en un armario de estilo antiguo y tradicional de China. “Esta es una necesidad de la vida moderna”, concluyó Zhao Xiaobei sobre sus híbridos.

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