Montañas y ríos con un toque contemporáneo

Por WU BING

Fu Baoshi en trabajo.

EN 1959, en vísperas del décimo aniversario de la fundación de la nueva China, se culminó la obra del Gran Palacio del Pueblo, la majestuosa construcción ubicada en el costado occidental de la plaza de Tian' anmen. Era necesario seleccionar una pintura representativa de China para decorar el vestíbulo del palacio. Tras repetidas consideraciones, se decidió confiar esta tarea a dos pintores: Fu Baoshi (1904-1965) y Guan Shanyue (1912-2000). El entonces primer ministro Zhou Enlai se entrevistó con ellos y les encargó crear una pintura tradicional de monatañas y ríos, de acuerdo con la idea que expresaba un poema del presidente Mao: “¡Qué hermosos los ríos y montañas de nuestro país!” Zhou les dijo que la pintura debería representar el elevado nivel de arte de aquel tiempo y a la vez reflejar la prosperidad de la nueva China. Dos meses después, la pintura quedó lista, tras lo cual el presidente Mao escribió de mano propia sus versos sobre la obra. Desde entonces esta pintura ha estado colgada en el vestíbulo del palacio. Cada vez que se celebra una reunión importante, los dirigentes y participantes se toman fotos ante la pintura.

¡Qué hermosos los ríos y montañas de nuestro país!, de Fu Baoshi y Guan Shanyue.

Se trata de un cuadro de gran formato, 9 m de ancho y 5,5 m de alto, con un área de 50 m², que se pintó sobre 30 hojas de papel xuan (papel de alta calidad hecho en Xuancheng, provincia de Anhui, utilizado especialmente para la pintura tradicional china y la caligrafía). La realización del cuadro exigió el trabajo de un grupo de ayudantes: algunos se encargaban de fabricar pinceles y otros trabajaban en la colocación de las hojas de papel. Esta creación requería de una gran cantidad de tinta, por lo que los obreros molían cada día barras sólidas hasta licuarlas para satisfacer la necesidad. Los pinceles fabricados especialmente para esta obra semejaban escobas y sus cabos alcanzaban un metro de longitud. Se utilizaron grandes jofainas en sustitución de los habituales tinteros, que resultaron demasiado pequeños para tamaña empresa.

Tres días después de la culminación de la obra, el presidente Mao y el primer ministro Zhou llegaron al estudio. Fu Baoshi presentó la pintura: “De cerca se ven las montañas verdes y las aguas azules que representan el sur del país, mientras de lejos se ven los hielos y nieves, como símbolo del norte de China. Al medio pasan las dos grandes arterias acuáticas del país, el río Yangtsé y el río Amarillo, que conectan las dos partes del cuadro, significando la unidad y la prosperidad de China”. Al escuchar estas palabras, Mao asintió, calificando la obra de genial idea. Tras una breve reflexión, inscribió en la pintura: “¡Qué hermosos los ríos y montañas de nuestro país!”

Algo más que paisajismo

Algunos no entienden cómo se pueden incluir la Gran Muralla, el río Amarillo, el Yangtsé y los montes Himalayas en un mismo cuadro, a pesar de gran distancia que existe entre ellos. No es necesario utilizar las teorías de la pintura paisajística occidental para estudiar la pintura china de montañas y ríos. Esta última puede combinar varias escenas distribuidas en distintos lugares, mientras que la primera es la reproducción de la escena real. Filippo Brunelleschi (1377-1446), pintor italiano del Renacimiento, inventó la perspectiva. La perspectiva permite a los pintores representar un mundo más realista. Por ello, las pinturas hechas con este método se comparan con las fotografías. Sin embargo, los pintores chinos, a diferencia de los pintores occidentales, no acuden a este método.

En 1963, algunos pintores, como Fu Baoshi y Guan Shanyue, acompañados por el entonces joven pintor Liu Zhenduo (1937- ), llegaron al lago Jingbo para dibujar paisajes. La tarea de Liu Zhenduo fue ayudar a los ancianos pintores en su vida cotidiana y estudiar al mismo tiempo su técnica de pintar. Fu Baoshi salía a hacer bosquejos en el día y en la noche los pintaba sobre papel. Un día, Liu Zhenduo se sintió perplejo al ver una pintura del maestro donde aparecía una iglesia europea al lado del lago Jingbo, cuando en el paisaje real sólo se veían las humildes casas del lugar. Al conocer la duda del joven pintor, Fu Baoshi dijo: “La he trasladado desde Rumania.” La pintura tradicional china no se limita por la diferencia del tiempo y espacio y el pintor puede componer libremente los elementos en el cuadro a su gusto y pintar según su imaginación. Desde el punto de vista de la teoría occidental, la pintura china de montañas y ríos se parece al surrealismo en cuanto a la composición, se asemeja al simbolismo en cuanto a los contenidos, y es idéntica al romanticismo en cuanto al tema. Sin embargo, las expresiones simbólicas que reflejan esta obra constituyen la clave de su éxito.

Las montañas rojas, de Li Keran.

Sueños idílicos

La pintura tradicional de montañas y ríos refleja la imaginación de los pintores sobre los paisajes reales y representa el pensamiento de los chinos sobre la naturaleza y la vida humana. Se cree que el hombre y la naturaleza forman un conjunto. El hombre es una parte de la naturaleza y debe mantener la armonía con la naturaleza. Desde hace miles de años, se han mantenido vigentes en China las ideas de dos grandes pensadores, Confucio y Laozi. El primero creó el confucianismo, que preconiza la participación en las actividades sociales con el fin de aportar a la sociedad. El segundo es el fundador del taoísmo, que aprecia el regreso a la naturaleza y la vida campestre. Bajo la influencia de Confucio, algunos se esforzaban para obtener la reputación y buen porvenir. Pero en caso de fracaso, recurrían al pensamiento de Laozi y abandonaban toda ambición terrenal. La pintura de montañas y ríos les servía de vehículo estético para regresar a la naturaleza.

Confucio también admiraba los paisajes naturales. A propósito, dijo: “A los hombres de bondad les gustan las montañas y los sabios prefieren las aguas.”

Al final de la dinastía Han del Este (25-220), el pensamiento de Laozi se transformó en una religión cuyo objetivo final es convertirse en inmortal. Según las leyendas, los inmortales viven en los antiguos templos o en las profundas cuevas de las montañas, donde crecen los pinos verdes, caen las cascadas y ondulan los arroyos. Estos son temas habituales de la pintura y lugares ideales para la gente.

Guo Xi, pintor de la dinastía Song (960-1127), elaboró los criterios de la pintura de montañas y ríos. Según él, los paisajes en las pinturas deben ser accesibles, visibles, habitables y acogedores. Las buenas pinturas corresponden a estos criterios.

Obras de alto valor

El 29 de julio de 2006, la pintura Alabanzas en terraza Yuhua, de Fu Baoshi, se vendió a 46,2 millones de yuanes en una subasta de Beijing, creando un récord de precio en la categoría de pinturas de montañas y ríos en la China actual.

El 28 de mayo de 2007, la pintura Las montañas rojas de Li Keran (1907-1989) se vendió a 35,04 millones de dólares hongkongneses en una subasta de Hong Kong. Li Keran realizó siete pinturas basadas en los versos del presidente Mao. Esta es la más grande entre las siete, con 131 cm de alto y 84 cm de ancho. El pintor utilizó gran cantidad de cinabrio conservado en la Ciudad Prohibida para dar un color rojo al cuadro. Entre la serenidad que inspira la pintura, reboza una inmensa alegría. Es una de las obras más representativas de Li Keran.

Reconocido como gran maestro de la pintura contemporánea de montañas y ríos, Li Keran se vio colmado de múltiples honores, pero nunca se consideró un genio. Seguía trabajando con tenacidad. Según él, el estudio de la pintura de montañas y ríos es un proceso lleno de retos, si uno afloja el ritmo de trabajo, retrocederá muchos pasos.

La combinación armoniosa de la pintura china y la occidental es una cuestión que preocupa a los pintores chinos desde hace un centenar de años. La pintura tradicional de montañas y ríos necesita innovación. La mayoría de los pintores recurrieron la experiencia de los métodos occidentales. Pero existe gran diferencia entre ambas. El hallazgo de un punto intermedio dependió de la inteligencia y el valor de los pintores chinos. Li Keran aprendió primero la pintura occidental y después se dedicó a la pintura china tradicional. El conocía muy bien los bosquejos occidentales. Debió superar muchas dificultades para pintar los paisajes utilizando los pinceles y tintas. Para disipar cualquier huella de las acuarelas y hacer pintura de carácter chino, pidió consejo al maestro Huang Binhong (1865-1955), y a los 40 años de edad aprendió del maestro Qi Baishi (1864-1957). Con 50 años de estudio, se convirtió en un maestro de la pintura china tradicional.

Una vez terminada la obra, el pintor debe firmar y poner el sello. El sello, un arte de grabado, proporciona el nombre del autor, su opinión sobre la teoría artística o los versos clásicos. Durante los años cincuenta, los dos sellos que Li Keran utilizaba tenían grabadas dos frases: “Lo apreciado, es el valor” y “Lo necesario, es el alma”. En sus últimos años, dio explicaciones al respecto: “Es necesario el valor para superar los límites tradicionales y todas las obras requieren de un alma para reflejar el espíritu del tiempo.” Las obras de Li Keran rompieron las restricciones de la tradición. Fue el primero en dibujar los efectos de la luz sobre las piedras: los bordes de las piedras dejan entrever las luces y las fuentes y las casas ocultas detrás del bosque resaltan más. Las pinturas de Li Keran se caracterizan por lo grandioso del espíritu, lo denso del color y lo profundo del tema. Es sobre todo el fondo negro de su pintura lo que atrae fuertemente a los visitantes. El modelo que este artista instauró en la pintura sentó precedentes indelebles en los años ochenta y noventa, y hoy perdura, como ejemplo de innovación en el arte chino.

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