Estudiantes tibetanos fuera de su entorno
Por HOU RUILI
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.Estación de televisión
Chuying, establecida por la Escuela Secundaria Tíbet,
de Beijing. |
A los 19 años de edad, Dawa Dorje cursa el segundo grado
del segundo ciclo en la Escuela Secundaria Tíbet de Beijing,
donde recientemente asumió la presidencia de la Federación
Estudiantil. Hace poco, preparó y dirigió las actividades
por el Año Nuevo del calendario tibetano.
Dawa nació en la aldea de Xiu, en el distrito de Nang,
de la prefectura de Nyingchi. Después de graduarse de la
única escuela primaria de su poblado, fue admitido por
la Escuela Secundaria n°. 1 de Foshan, en la provincia de
Guangdong, convirtiéndose en el primer estudiante tibetano
que consigue estudiar en otra ciudad del país, luego de
aprobar el examen de admisión.
El joven, que en aquel entonces no hablaba ni una palabra de
chino, con la ayuda de los maestros de la etnia han, lo aprendió
todo, lavandería, limpieza, la forma de tratar a la gente,
modales y comunicación. Hoy agradece mucho a sus profesores:
Fueron los maestros han los que me enseñaron cómo
recorrer el camino de la vida. Esta época es el mayor punto
de inflexión en mi vida. Me mantengo en contacto con ellos.
A diferencia de Dorje, Kelsang Drolma creció en una ciudad
de la prefectura de Qamdo, en el Tíbet, y fue admitida
por sus buenas notas por el Grupo Tíbet, especial para
tibetanos, de la Escuela Secundaria Hongguang, de la ciudad de
Tianjin. Cuando llegó a esa urbe, con sólo 12 años,
añoraba mucho a sus familiares. Los maestros charlaban
todos los días con las chicas tibetanas y les llevaban
a hacer compras. Poco a poco, ella aprendió a coser su
ropa y hacer la cama, entre otros quehaceres, y tener cada día
más amigos.
Experiencia especial
Estudiar en otras ciudades, enfrentar un entorno totalmente nuevo
y llevar una vida independiente es una experiencia y una manera
especial de forjarse para los jóvenes tibetanos. Como deben
aprender primero el chino, sus maestros suelen practicar todo
el día con ellos la comunicación oral. Con el fin
de fortalecer su base de conocimientos sobre ciencias físicas
y naturales, ellos tienen que hacer más ejercicios. Como
antes vivían en la meseta, libre de gérmenes, al
trasladarse a otras regiones del país, su inmunidad disminuye
y contraen enfermedades.
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Durante los Juegos
Olímpicos de Beijing, la escuela también llevó
a los alumnos a ver algunos eventos. |
A Dawa Dorje
le emocionó mucho la visita al Planetario. |
Algunos estudiantes tibetanos tienen cargas económicas.
Los padres de Dorje son campesinos y apenas perciben ingreso alguno.
En una ocasión él tenía que volver a su pueblo
natal para participar en un examen de ingreso de la escuela secundaria,
pero su familia no podía sufragarle los gastos del viaje,
por lo que el joven decidió ganar dinero con sus propias
manos. Recogió botellas y latas en los basureros y papeles
usados por sus compañeros, para venderlos como materia
prima. Otras veces iba a un mercado mayorista y compraba pequeños
artículos de papelería, que luego vendía
a sus compañeros. Tres meses después había
ganado más de 3.000 yuanes y logró cubrir los gastos
del viaje. Cuando gané mi primer dinero trabajando
duro, comprendí lo difícil que resultaban para mis
familiares los centavos que ganaban cada día.
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Estudiantes tibetanos visitan
a una familia de la etnia han, para conocer de cerca sus costumbres. |
Divulgar los métodos de aprendizaje y conocimientos del
resto de China entre los niños del Tíbet es su mayor
deseo. Durante las vacaciones de verano, después de graduarse
de la escuela secundaria del primer ciclo, Dorje sirvió
como maestro a domicilio de una familia en el poblado de Bayi,
de la prefectura de Nyingchi. Además de su propio alumno,
atrajo a los niños de los parientes y amigos de la familia,
y según las prácticas de la escuela en la que había
estudiado, cada día por la mañana organizaba a sus
discípulos para hacer ejercicios físicos y leer
juntos los textos en voz alta. Después de terminar la clase,
ponía deberes y por la tarde revisaba los deberes del día
anterior. El ingreso de este mes le cubrió los gastos de
su viaje y parte de su matrícula.
Luego de entrar en la Escuela Secundaria Tíbet de Beijing,
de segundo ciclo, la dirección del centro le redujo en
dos tercios los gastos de la matrícula, debido a la pobreza
de su familia.
Poco después de que Drolma fuera admitida por la Escuela
Secundaria Tíbet de Beijing, entró en marcha el
ferrocarril Qinghai-Tíbet, lo que le permitió llegar
a la capital en tren. Sólo le tomó una o dos semanas
adaptarse a la vida de la ciudad y actualmente es la jefa de vida
de su curso, encargada de gestionar la higiene de los dormitorios.
Además del estudio diario, la escuela suele organizar
excursiones a los lugares pintorescos y de valor histórico.
Visitamos muchos museos y exposiciones, que nos reportan un montón
de conocimientos que no podemos adquirir en el aula. Durante
los Juegos Olímpicos de Beijing, la escuela también
organizó a los alumnos que pasaron en ella las vacaciones
de verano, para ver algunos eventos.
Inolvidable benevolencia de los maestros
Como los estudiantes vienen del Tíbet, una tierra lejana,
la escuela es su casa. Los maestros consideran a los jóvenes
como sus propios hijos. Al llegar los días de fiestas,
Zhou Yongyan, maestra responsable del grupo de Drolma, llevó
a los alumnos a su casa, en grupos de cinco, donde les hizo ravioles
y preparó platos deliciosos. Todos los chicos han visitado
su vivienda y la educadora siente un gran afecto por ellos. Suele
llevar frutas para repartir entre sus discípulos y todos
recuerdan que cuando un estudiante estuvo ingresado en el hospital
por un malestar de estómago, la maestra le preparaba y
llevaba comida todos los días.
La Escuela Secundaria Tíbet de Beijing se fundó
en el otoño de 1987 y sus primeros colegiales fueron niños
de sólo once y doce años de edad, el 80 por ciento
de los cuales eran hijos de campesinos y pastores tibetanos. Para
que estos adolescentes entendieran el chino lo antes posible,
cada maestro formó un pequeño grupo con dos o tres
alumnos y les ayudó a practicar la lengua.
En noviembre de ese mismo año, la escuela organizó
una excursión para los estudiantes, dándoles un
día para experimentar de cerca la fisonomía de Beijing
y practicar su lengua oral y adaptabilidad. El maestro Feng Bingchang
llevó a tres chicos tibetanos al boulevard de Wangfujing.
Había un mar de personas. Zhaxi y Daze estuvieron
a mi lado, tomados de mis brazos, y Pamo se mantuvo detrás
de mí, agarrado del cinturón de mi abrigo. De esta
forma paseamos por el Almacén de Beijing y la Librería
Xinhua.
Debido a las diferencias en la dieta, comer es un
gran problema para los niños tibetanos al llegar a la escuela.
El maestro de vida debe enseñarles cómo comer.
En la primera clase que impartió el profesor Zhou Lianzeng,
les mostró cómo comer pescado cinta. Explicó
los pasos mientras demostraba la forma de hacerlo y los jóvenes
le imitaron. El rector de la escuela elogió alegremente:
Esta clase es muy buena. ¡Acabaron todos los pescados!.
Trabajar en su pueblo natal
La asignatura de inglés es la favorita de Dorje. Además
de comunicarme con las personas de mi tierra, los maestros y amigos
de la escuela, quiero charlar con la gente de otros países.
El próximo año él se convertirá en
universitario y su aspiración es entrar en la Universidad
de Ciencias Políticas y Derecho, para estudiar derecho
o política, y servir en un futuro como funcionario público
en su pueblo natal. La idea de Drolma, en cambio, es volver a
su terruño para ser contadora.
Lhagba, secretario del Comité de Trabajo de Educación
de la Región Autónoma del Tíbet, informó
que en más de 20 años, las escuelas o grupos especiales
para tibetanos, con sus sedes en varias provincias de China, habían
matriculado 35.000 estudiantes del primer ciclo de secundaria
y casi 15.000 estudiantes del segundo ciclo, 10.000 estudiantes
de la escuela normal o secundaria especializada y 11.000 universitarios,
además de formar y enviar al Tíbet a 15.000 personas
capacitadas en diversas especialidades.
Dorje se mantiene en contacto con los compañeros de la
escuela primaria de su pueblo. La mayoría de ellos trabajan
como campesinos o pastores, al igual que sus padres. Con el incremento
de los intercambios con el exterior, algunos de ellos empiezan
a manejar pequeños negocios, muchos ya están
casados, pero para mí todavía está lejos
pensar en eso, subrayó.
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