Óleo en China

Por WU BING

En el taller textil, pintura china creada en el siglo XIX.

DESDE hace varios siglos, la pintura al óleo, una forma artística proveniente del continente europeo, ha logrado florecer en China y dado suculentos frutos.

Llegada del óleo a China

En 1583 llegó a China Matteo Ricci, un misionero italiano, que permitió a los chinos ver por primera vez un óleo, mientras propagaba la doctrina cristiana. Otro predicador de la misma procedencia, Giuseppe Castiglione (1688-1766), arribó al país a principios del siglo XVIII y durante los 50 años siguientes se dedicó a la pintura, consagrando su habilidad artística exclusivamente a los emperadores Kangxi, Yongzheng y Qianlong. Sin embargo, su gran cantidad de óleos, creados en servicio de la corte, pertenecía a las colecciones de objetos de lujo y no ejercían influencia alguna en el desarrollo del arte popular nacional.

Hacia el siglo XIX, en las ciudades sureñas de Guangzhou y Macao, algunos pintores chinos comenzaron a crear con el empleo de técnicas europeas, como el óleo o la acuarela. Sus obras, que trataban generalmente los temas del paisaje, la arquitectura y los personajes de las zonas del delta del río de la Perla, fueron finalmente sacadas del país y comercializadas en Occidente. Entre estos artistas cabe mencionar a Guan Qiaochang (1801-1854) y su hermano, quienes tuvieron mucho éxito y mayor influencia en aquel entonces.

Por aquellos años visitaban China muchos pintores europeos, como George Chinnery (1774-1852), quien desde los 18 años había aprendido del famoso inglés Reynolds Joshua (1723-1792) en la Academia Real de Bellas Artes de Gran Bretaña, y desde 1825 se radicó en Macao, donde promovió el intercambio de la plástica china y la occidental. Guan fue uno de sus mejores discípulos y se destacó por su fuerza y habilidad en la creación de retratos, pese a que en ellos no se veían claramente las características más personalizadas. Se cree que debió haber sido el pintor al óleo de mayor éxito de la primera época.

Sonido de flauta china, obra de Xu Beihong.

A principios del siglo XX, regresaron sucesivamente a la patria algunos pintores chinos, después de cursar estudios en las academias de bellas artes europeas y norteamericanas, entre los cuales sobresalían Li Tiefu (1869-1952) y Xu Beihong (1895-1953).

A los 16 años de edad, Li fue a Estados Unidos y luego a Canadá, donde pasó nueve años estudiando pintura y consiguió el primer puesto en un concurso auspiciado por un instituto de bellas artes canadiense, que lo recompensó con una beca. En 1896 dejó la nación de los grandes lagos y se trasladó al territorio estadounidense, para aprender de los maestros William Merritt Chase (1849-1916) y John Singer Sargent (1856-1925), hasta que en 1930, después de 40 años en el extranjero, regresó a China, donde se le comparó con los pintores estadounidenses de primera categoría en el control del material y la composición de la pintura. Su habilidad artística obtuvo amplios elogios y fue nombrado “Primer Maestro de Pintura en Asia Oriental” por Sun Yat-sen, precursor de la revolución democrática de China.

Los primeros pintores chinos al óleo sabían dominar la técnica de pintar. Sin embargo, el propósito de crear estaba determinado por la necesidad del negocio o los gustos personales, y los clientes eran generalmente europeos. Todas las obras de Guan Qiaochang fueron a parar a Europa y Li Tiefu pasó la mayor parte de su vida en el extranjero.

Después de estos artistas, aparecieron una gran cantidad de jóvenes pintores, quienes, conociendo profundamente la decadencia de la pintura tradicional china, se dedicaron a la renovación de este arte, apelando para ello a lo mejor de la técnica del óleo. Xu Beihong, iniciador y practicante de la corriente, dedicó toda su vida a esa exploración y contribuyó con grandes aportes a la enseñanza de esta modalidad de la plástica.

Xu estudió desde 1919 en Francia y luego fue a Alemania y Bélgica, para enriquecer sus conocimientos sobre croquis, óleo e historia de las bellas artes de Europa. Regresó a China en 1927 y desempeñó sucesivamente los cargos de decano de Bellas Artes del Instituto de Artes Nanguo de Shanghai, profesor de la Facultad de Artes de la Universidad Central de China, rector del Instituto de Artes de la Universidad de Beiping y rector de la Escuela Especializada de Artes de Beiping.

Después de la fundación de la Nueva China, en 1949, asumió las funciones como presidente (de primer ciclo) de la Asociación Nacional de Trabajadores de Bellas Artes (hoy Asociación de Artistas de China) y rector de la Academia Central de Bellas Artes de China. Xu empleó el realismo en su práctica artística, creando una serie de obras de temas históricos, como Los 500 súbditos de Tian Heng y Sonido de flauta china, las que elogian el espíritu nacional y presentan el fuerte deseo popular de “esperar a un líder sabio y sensato”. Pese a que sus obras reflejan generalmente la historia china, el artista lo hace según el estilo francés. Fue un personaje que abrió una nueva situación para la pintura al óleo en el país.

Naturalización

El proceso de naturalización del óleo en China se divide en dos etapas: la expresión del juicio estético chino y el realismo revolucionario.

Tras la fundación de la Nueva China, se dio mucha importancia a la pintura al óleo, un género artístico conveniente para expresar escenas reales en lienzos de gran talla. Así el realismo que inició Xu tuvo pleno desempeño para reflejar las grandes figuras heroicas en el gran espectáculo histórico.

Fundación de la Nueva China, de Dong Xiwen. Padre, obra de Luo Zhongli.

Con este propósito, el Estado envió a la Unión Soviética a algunos jóvenes bien seleccionados a estudiar la técnica y, poco después, invitó a K. M. Maksimov, famoso pintor soviético, a impartir un curso superior sobre ella, cuyos estudiantes se convirtieron luego en los principales trabajadores artísticos, creadores de gran cantidad de óleos sobre la guerra antijaponesa y la construcción de la Nueva China, entre los cuales destacan Guerra de túneles, de Luo Gongliu, y Cinco mártires en la montaña Langya, de Zhan Jianjun. En aquella época, el realismo revolucionario soviético dejó una profunda influencia en la pintura china.

Con el envío de talentos a formarse en el extranjero y la invitación del experto soviético se solucionó el problema del dominio de la técnica, y la nueva tarea fue cómo emplear el criterio estético nacional en los cuadros al óleo. Los pintores jóvenes recorrieron diferentes lugares del país en busca del tradicional estilo de expresión de la pintura china, para encontrar la mejor combinación entre esta y el óleo occidental. Por fin, los artistas hallaron un conocimiento común: a los chinos les gustan la simplicidad y claridad de los colores y no se acostumbran a ver una multiplicidad de colores; en China se suele retratar la figura humana de estilo sencillo y directo y generalmente no se utiliza la luz y la sombra para dibujar el rostro humano.

Entre los numerosos artistas de la época, Dong Xiwen (1914-1973) fue uno de los más exitosos y se convirtió en un pilar del óleo por la obra Inauguración de la Nueva China, en la que apela con audacia a nuevos experimentos para presentar el matiz chino. En la composición tomó como referencia la técnica de la pintura tradicional china; mientras en la selección de colores utilizó el rojo chino para dibujar la columna, la alfombra y el farol, que resaltaban entre las flores, el cielo azul y las nubes blancas, logrando realmente un animado ambiente para la celebración nacional. Al juzgarla de acuerdo con las normas europeas, la combinación de colores no era implícita ni imponente, pero a juicio de pintores como Xu Beihong, constituyó un éxito en el ensayo de la naturalización del óleo en China.

Durante la Gran Revolución Cultural (1966-1976), los pintores chinos empezaron a utilizar los colores brillantes, principalmente el rojo, para resaltar en lo frontal la gran figura del héroe. También salieron algunas obras de excelente calidad, como Presidente Mao en el camino a Anyuan, de Liu Chunhua, que se convirtió en una creación ejemplar y su reproducción se exhibió en múltiples lugares. En 1995 el cuadro fue vendido por China Guardian Co. Ltd. en 6.050.000 yuanes, precio que registró un récord en la subasta de objetos artísticos.

Realismo de estilo
folclórico

A finales de los años 70 del siglo XX, los pintores se enfocaron en la realidad y empezaron a abordar los temas rurales con técnicas del superrealismo. Padre, de Luo Zhongli, y El Tíbet en serie, de Chen Danqing, fueron las obras más representativas de la época.

Luo Zhongli fue admitido en 1978 por la Facultad de Óleo de la Academia de Bellas Artes de Sichuan y en su segundo año de estudios sobresalió justamente por Padre, pieza de superrealismo, que ganó el primer premio en la II Exposición Nacional de Bellas Artes de la Juventud y actualmente forma parte de la colección del Palacio Nacional de Bellas Artes. En ella el artista describe la figura de un anciano aldeano ordinario en un lienzo enorme.

La utilización del superrealismo da más vitalidad y autenticidad a la figura de un padre laborioso con arrugas en la cara, un típico aldeano chino, que penetra al interior de innumerables visitantes. El humanismo que muestra la obra es muy diferente del heroísmo de las figuras de la época de la Gran Revolución Cultural frecuentemente reflejadas por el arte. Esta pintura representó la llegada de un nuevo período para el óleo de China, caracterizado por el realismo y los temas referentes a la vida popular.

La obra nº2, creada por Fang Lijun.

Además de Padre, existe otro conjunto de obras famosas, consideradas también pilar en la historia moderna de las bellas artes, El Tíbet en serie (1980), creadas por Chen Danqing al terminar una maestría. Antes de exponer su trabajo, el autor viajó en dos ocasiones al Tíbet, con el propósito de enriquecer sus conocimientos sobre la vida de la meseta, donde permaneció durante el verano y el invierno. La serie contiene seis pinturas que presentan de manera sencilla la vida cotidiana de los tibetanos. El aire rústico y honesto de los habitantes de la región logró atraer con fuerza a los visitantes.

Después que estas dos obras fueran apreciadas por los críticos, el realismo rural tendió a lucirse en el terreno de la pintura al óleo y el superrealismo empezó a ser un modo que solía emplearse para presentar los temas de la vida rural en aquel entonces.

Diversificación de
estilos

La Reforma y Apertura significó un viraje histórico para la sociedad china, que propició al mismo tiempo un desarrollo acelerado para el arte. La introducción gradual de la filosofía y estética occidentales produjo un fuerte impacto en la mente de los pintores nacionales. Desde este momento, la pintura al óleo del país experimentó una época de ensayo, caracterizada por la pasión, el racionamiento, el desecho y la reconstrucción.

Muy aburridos del realismo, los artistas empezaron a incursionar en el expresionismo, a través del óleo, para descifrar el mundo interior del autor o el sentimiento de cierto grupo de gente mediante diferentes escenas, colores e imágenes. Los creadores de esta nueva época se caracterizan por el espíritu de renovación y la marcada personalidad en el empleo de los colores. Sus obras reflejan el estado de vivir y la psicología de la gente.

Inspiración de Adán y Eva en una nueva época (1985), de Zhang Qun y Meng Luding, muestra plenamente el sabor del simbolismo de entonces, y la serie Cabeza grande, de Fang Lijun, reflejan la furia y el desánimo de la gente ante la presión y el alto ritmo de vida de la sociedad moderna. Los años 90 fueron una década activa en la historia de la pintura china, pues surgieron nuevos estilos artísticos, como el arte político popular, el realismo cínico o el neoexpresionismo, entre otros.

Al entrar en el siglo XXI, aparece un nuevo fenómeno en la pintura al óleo de China, caracterizado por la diversidad. Actualmente los artistas de la plástica rinden esfuerzos en busca de la combinación entre lo oriental y lo occidental, lo clásico y lo moderno, al tiempo que persiguen la armonía entre lo sensorial y lo racional, la ciencia y el arte. De todas maneras, están creando pinturas típicamente chinas con el carácter propio de esta época.

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