Los pasajeros del avión especial enviado por el Gobierno chino llegaron a Pudong y tomaron un bus que los trasladó al hotel donde permanecerían en cuarentena.

Regreso inolvidable a China

Por WU YONGHENG*

PARA mí ha sido una experiencia preciosa ser testigo de la lucha del pueblo mexicano contra la influenza A/H1N1 y volver a China en el avión especial enviado por el Gobierno de nuestro país.

“Tratar bien nuestros propios asuntos es una contribución al mundo”

La epidemia de la gripe A/H1N1, que se desató de repente, constituye un desastre que amenaza la salud y la seguridad de toda la humanidad. Siendo una de las zonas más afectadas hasta el momento, México ha sufrido grandes pérdidas y merecen un gran respeto y agradecimiento los esfuerzos que ha hecho su población para combatir la enfermedad, porque forma parte de la defensa global.

China ha ofrecido su apoyo necesario al pueblo mexicano. Como todo sucedió de súbito, las mascarillas en el país se agotaron enseguida, e incluso el personal médico tampoco contó con suficientes artículos e instrumentos de protección. Es por ello que los cuatro millones de dólares en materiales y un millón de dólares en efectivo como fondo enviados por nuestro Gobierno, el primero que llevó ayuda a México, pueden ser considerados como “la lluvia oportuna”. Cuando llegó la primera partida china de tres millones de mascarillas y 240.000 dispositivos de protección, el presidente Felipe Calderón y la secretaria de Relaciones Exteriores, Patricia Espinosa, así como Yin Hengmin, embajador de China en México, acudieron al aeropuerto a recibir la carga.

Al mismo tiempo, las autoridades chinas han tomado medidas activas de protección científica, tratando de impedir que la influenza cruce nuestras fronteras, y prestan mucha atención a los ciudadanos chinos que permanecen en México. Después de experimentar la epidemia del Síndrome Respiratorio Agudo Severo (SARS, siglas en inglés), en 2003, China ha comprendido que la mejor contribución al mundo es tratar bien nuestros propios asuntos.

El llamado de la patria

Inmediatamente después de darse a conocer el brote de influenza A/H1N1 en México, los directores del Grupo de Publicaciones Internacionales de China y de China hoy nos llamaron para consolarnos y nos mandaron por correo las mascarillas. La embajada de nuestro país también se preocupó inmediatamente por el estado de los periodistas de los medios chinos acreditados en territorio mexicano.

Los colegas chinos de la Filial no pensábamos regresar a China, sino trasladarnos a las afueras del D.F. u otras ciudades, y volver a nuestro trabajo lo más pronto posible, una vez fuese controlada la epidemia. Sin embargo, a medida que el virus se extendía, el Gobierno chino tomó la decisión de repatriar a todos sus ciudadanos acreditados en México. Dos colegas míos tomaron el vuelo AM098 y llegaron a Shanghai el 30 de abril. Por trabajo, me quedé en el D.F.

Después de producirse el brote del virus, la embajada de China en México estableció inmediatamente una oficina de emergencia y abrió una línea telefónica que funciona las 24 horas. Al saber que más de cien chinos querían regresar a la patria y no podían hacerlo por la cancelación de los vuelos de Aeroméxico, se remitió un mensaje al departamento relacionado del país, que decidió enviar un avión especial por nuestros compatriotas.

Rápidamente la representación diplomática de nuestro país hizo todos los arreglos necesarios para facilitar el regreso de sus ciudadanos. Sin embargo, como los pasajeros se encontraban en diferentes lugares de México y la compañía aérea sólo ofreció la lista de los nombres en inglés, resultó difícil localizarlos a todos. Tras varios días y noches de trabajo, se logró verificar el estado de salud de todos y notificarles de los preparativos para el retorno. En la relación de pasajeros que tomarían el vuelo especial fueron incluidos también ancianos y embarazadas.

A las 22:00 horas del 4 de mayo (hora local), cuando llegué a la Terminal no.2 del Aeropuerto Internacional Benito Juárez, de México, muchos paisanos ya estaban esperando allí. La embajada había enviado más de 20 funcionarios para garantizar que todos tuvieran agua potable, mascarillas, medicamentos tradicionales chinos de prevención y comidas, haciéndonos sentir el amor procedente de la patria.

Un viaje inolvidable

Justo a las 24:00 horas, 79 ciudadanos chinos que se encontraban en México pasaron el examen de seguridad y abordaron el avión, donde las azafatas de China Southern Airlines nos dieron la bienvenida con una sonrisa y nos entregaron a cada uno una pequeña bandera roja de cinco estrellas. Al ver nuestra enseña nacional, no pude evitar que se me humedecieran los ojos.

Además de proporcionarnos una mascarilla N95 y varios artículos más, como gel desinfectante, a todos nos tomaron la temperatura corporal y nos explicaron las medidas preventivas que debíamos tomar.

Aunque el avión CZ0998/999 tiene capacidad para más de 280 pasajeros, en consideración a la posible infección, nos sentamos separados y cada asiento estaba equipado con nuevos dispositivos sanitarios.

A las 04:00 del día 5 partió el avión desde la Ciudad de México. Tres horas después llegó a la ciudad de Tijuana, próxima a la frontera de México con EE.UU., donde esperaban otros 19 ciudadanos chinos para regresar al país.

Durante el viaje, Wang Shishan, capitán de la aeronave, con 26 años de experiencia como piloto, recorrió en varias ocasiones el avión, para revisar el registro de nuestro estado de salud. La aerolínea había elaborado un proyecto concreto y envió una tripulación compuesta por 7 pilotos, 2 ingenieros y 10 aeromozas. El Ministerio de Salud también incluyó dos médicos, para controlar el estado físico de la tripulación y los pasajeros.

El avión CZ999 de China Southern Airlines trasladó de regreso al país a 98 chinos que permanecían en México.

Después de 25 horas de viaje, a las 16:32 horas del 6 de mayo (hora de Beijing), el avión llegó al Aeropuerto Internacional de Pudong, Shanghai, donde también se había hecho una preparación minuciosa de recepción, organizando un equipo en el que había sido incluido personal de higiene, cuarentena, aduana, etc.

Nos sometieron a 40 minutos de examen estricto y salimos del avión agitando la bandera roja, como saludo a la gente que había acudido a recibirnos. Tres buses grandes nos llevaron a un hotel de Pudong, a la orilla del mar, y allí empezamos la cuarentena de 7 días.

Fue un viaje inolvidable, gracias al cual conocí el amor de mi patria, el valor, la bondad y la solidaridad de los paisanos que trabajan en diversos sectores del país. Aunque no puedo recordar el nombre de todos ellos, nunca olvidaré este vuelo especial.


*Director de la Filial Latinoamericana de China hoy en México
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