La historia que
llevamos puesta
Por XIN XIN
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El traje Lenin, un estilo
tomado de la ex Unión Soviética, fue el modelo
femenino más acogido de la década de los 50. |
Al principio de la fundación de la República Popular
China, los trajes de estilo occidental y la ropa tradicional china
eran las prendas de vestir que mayor aceptación tenían
entre los intelectuales, mientras muchas mujeres preferían
llevar el Qipao, un vestido chino de origen manchú con
cuello cerrado y aberturas laterales. Pero poco después
la gente cambió las costumbres influida por el factor de
la ideología política.
La ropa de los cuadros revolucionarios se convirtió
en la moda que imitaban y admiraban los chinos. El traje Zhongshan,
creado por Sun Yat-sen (también conocido como Sun Zhongshan),
era lo que habitualmente lucía el presidente Mao Zedong
y se popularizó rápidamente a escala nacional. Más
tarde lo llamaron también Traje Mao. A partir de este diseño,
se desarrolló el modelo de la Ropa del Pueblo, caracterizada
por las solapas puntiagudas, una sola hilera frontal de botones
y bolsillos laterales oblicuos. Los modelos creados posteriormente,
como el Traje de los Jóvenes y el Traje Civil de los Militares,
también contenían elementos substanciales del traje
Zhongshan. Azul, gris y negro constituían en tanto los
colores principales de la vestimenta de los cuadros revolucionarios
y, naturalmente, fueron el matiz dominante de la moda de entonces.
En los años 50 y 60 del siglo pasado, China estaba bajo
una profunda influencia de la Unión Soviética, líder
de los países socialistas, y fue algo muy frecuente imitar
la moda soviética. El traje Lenin, de un diseño
muy similar al de estilo occidental, de solapa grande, dos hileras
de botones, bolsillos oblicuos y cinturón. Otras prendas
de la vecina nación también ganaron mucha popularidad
entre los chinos, como el uniforme de los tanquistas y la camisa
ucraniana. En aquel entonces las especialistas y protagonistas
de las obras literarias o cinematográficas soviéticas
que se introdujeron en China solían llevar un vestido de
cuello redondo, manga corta y ancha, parte inferior con pliegues
y cinturón, que también pasó a formar parte
de la moda acogida por las mujeres chinas, especialmente en el
círculo de cultura y educación.
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El traje de las milicianas
ocultaba la sexualidad de las mujeres. |
Durante un tiempo el país importó gran cantidad
de telas estampadas, a rayas y a cuadros, para la elaboración
de las faldas y se llamó a los jóvenes, especialmente
a los militantes de la Liga de la Juventud Comunista, a tomar
la delantera en las compras. Se inundó tanto el mercado
que los conductores de triciclos que laboraban en la calle también
vistieron ropas confeccionadas con estos tejidos. Las prendas
provenientes de otros países del desaparecido campo socialista
produjeron igualmente cierto efecto en la forma de vestir de los
chinos, como el suéter tejido de Albania, muy de moda por
un tiempo.
Las limitadas condiciones económicas de entonces determinaron
el carácter sencillo y modesto de las prendas de vestir,
elaboradas en lo fundamental por familiares o sastres, de ahí
que este último oficio resultara envidiable y las muchachas
de buenas habilidades para la confección nunca carecieran
de pretendientes. Al evaluar la destreza en la realización
de los cortes, una referencia importante es si el costurero es
capaz de utilizar el menor material posible, porque los pedazos
restantes de tela se pueden emplear para poner parches o confeccionar
pequeños objetos. Durante 30 años, desde 1954 hasta
1983, China mantuvo el sistema del cupón de tela, mediante
el cual se surtían casi todas las confecciones textiles,
especialmente a principios de la década del 60. Es decir,
los habitantes de las ciudades podían comprar tres o cuatro
metros de tela por persona en un año. Con el salario mensual,
de apenas 20 ó 30 yuanes, a la gente le era imposible lucir
ropas nuevas más que para las fiestas importantes.
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Una pareja campesina de los
años 50 compra a su hijo ropa infantil de moda en la
ciudad. |
Con el fin de que las prendas de vestir pudieran ser aprovechadas
el mayor tiempo posible, los padres generalmente compraban a sus
hijos ropas más grandes que su talla real y era normal
llevar atuendos con parche o que una pieza pasara de un niño
a otro de una familia, según el orden. Por su resistencia
al lavado, la gente solía seleccionar el vestuario de color
azul, gris y negro. La ropa nueva en sus primeros tres años,
la usada en los tres siguientes y la remendada en otros tres más
es una descripción apropiada para la costumbre de entonces.
También eran comunes los zapatos de tela, así como
una especie de calzado de goma del ejército, llamados zapatos
de liberación. Sin embargo, el uniforme militar todavía
no se había puesto de moda, porque mucha gente sostenía
la idea tradicional de que el ejército no era una buena
carrera.
Mar del verde militar
Sin embargo, durante el período de la Gran Revolución
Cultural (1967-1977), el uniforme militar conquistó una
posición relevante. En esa época de mil millones
de personas, mil millones de soldados, llevar un uniforme
usado con la bandolera de color marrón, la insignia con
la figura del presidente Mao Zedong en el pecho, el morral de
lona en el hombro, el brazalete de guardia rojo y los zapatos
de liberación era considerada la vestimenta más
atractiva de los jóvenes. El verso del mandatario de cambiarse
la falda bella por el uniforme militar motivó a muchas
muchachas a vestirse como soldados. De la ideología altamente
idéntica se generó el unánime modo de vestir:
el uniforme militar y el traje Zhongshan eran prácticamente
las únicas ropas que se seleccionaban entonces.
A mediados de los 70 se lanzó un nuevo modelo de falda,
diseñada, según se dice, por Jiang Qing, esposa
del presidente Mao, que se basaba en la falda soviética,
con elementos folklóricos chinos añadidos, como
el cuello redondo, que ganó alguna popularidad, porque
muchas jefas administrativas las lucían como ejemplo, e
incluso llevarlas o no constituía un rasero para evaluar
la actitud laboral en algunas entidades. Sin embargo, la medida
administrativa no logró generar una verdadera moda y poco
después la prenda desapareció.
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.Rodaje de la
película Reciente moda es la falda roja, en
1984. |
Un desfile de
moda celebrado en Beijing, en 1984. |
La Gran Revolución Cultural se dedicó a acabar
con las viejas ideologías, cultura y costumbres y, al mismo
tiempo, rechazar los hábitos burgueses. Entonces la gente
no se atrevía a llevar ropa de estilo tradicional ni extranjera,
menos aún alhajas y joyas. Si uno e xponía alguna
señal de aspirar a la belleza y resaltar su personalidad,
daría pie a la polémica y los problemas. Un fenómeno
extraño de aquellos años fue que, para mostrarse
modesta y no llamar la atención, la gente no se ponía
la ropa nueva, sino hasta después de lavarla varias veces,
para que aparentara ser de uso. Fue el periodo más deprimente
y apagado de la vestimenta después de 1949.
Llegada de la moda
Después de la Gran Revolución Cultural, la vestimenta
se convirtió en la veleta más sensible para exponer
el cambio que iba sucediendo en China. En 1979, el famoso diseñador
francés Pierre Cardin fue invitado a organizar un desfile
de modas en Beijing. Cuando los modelos de últimas tendencias
aparecieron en la pasarela, se produjo un fuerte impacto en los
espectadores, vestidos con ropas similares.
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En los años
80 se produjo una fiebre por el traje occidental que se propagó
rápidamente a nivel nacional. |
.Las ropas de
fibras sintéticas de Taiwan que entraron de contrabando
en el territorio continental de China fueron muy bien acogidas..
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En aquel momento, todas las prendas que no correspondían
al criterio ortodoxo de no sexualidad ni belleza eran consideradas
indumentaria extravagante, en especial los pantalones acampanados,
que fueron objeto de una mayor censura pública. Aparecieron
críticas tan agudas a quienes lucían esta prenda,
que incluso desde el punto de vista político y ético
se les veía como aspirantes al modo de vida burgués
y bribón. En las escuelas y las calles no faltaban
las maestras o tías mayores que esperaban tijera en mano,
para cortar las perneras anchas de los que se atreviesen a usar
los pantalones de este tipo.
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La moda china se acerca cada
día más a las últimas tendencias internacionales. |
Sin embargo, poco a poco, a medida que el país cesó
su empeño en la lucha de clases, la gente dejó a
un lado también su percepción de la vestimenta como
un medio de la lucha de clases. A partir de los 80, los dirigentes
estatales tomaron la iniciativa de lucir trajes de estilo occidental
en público. Según se dice, Hu Yaobang fue el primero
en vestirse de esta manera. Todavía los chinos recuerdan
que durante sus discursos, debido a los fuertes gestos que hacía,
era frecuente ver su corbata por debajo del traje. La fiebre
por el traje occidental se difundió rápidamente
a escala nacional e incluso se podía ver a campesinos trabajando
con ellos en el campo. No pocos chinos, que aún desconocían
el carácter protocolar de la prenda, la llevaban con zapatos
de tela o dejaban la camisa por fuera de los pantalones.
En 1984, la proyección de una película llamada
Reciente moda es la falda roja reveló el cambio
de la opinión pública hacia la indumentaria
extravagante. El filme narraba la vida de un grupo de muchachas
de una fábrica textil. Al final, cuando la protagonista,
una muchacha ejemplar según el criterio antiguo también
se puso valientemente la falda roja y salió a la calle
a competir con la belleza de otras muchachas, la audiencia sintió
la afirmación de la prensa ortodoxa, considerada siempre
vocera del Partido, por la búsqueda de la belleza de la
gente. La falda roja, naturalmente, se convirtió en la
ropa más acogida del año. En 1986, la prensa creó
otra tendencia sobre las faldas amarillas por un reportaje titulado
Faldas de color amarillo, nueva moda de Beijing, publicado
en el Periódico Textil de China.
Las mujeres no aceptaron las faldas cortas hasta finales de los
80, cuando muchas chicas las lucieron combinadas con jersey en
primavera u otoño. En ese momento vestir según la
corriente de moda fue ampliamente reconocido y llevar la misma
ropa no supuso algo embarazoso.
También desde entonces los desfiles de moda pasaron a
formar parte importante de la vida cultural de los chinos, además
de las presentaciones realizadas por modelos profesionales, grupos
de aficionados e incluso, personas mayores, que también
ganaron muchos espectadores.
Yo soy la moda
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Las blusas de tirantes empezaron
a difundirse en 1998 y hoy en día mantienen su popularidad. |
Al entrar en los 90 del siglo pasado, cuando comprar prendas
hechas era ya algo común y corriente, la máquina
de coser desapareció de las casas de los chinos y muchas
sastrerías dejaron de confeccionar ropas, para dedicarse
a remodelarlas. En China, el mayor productor y consumidor de ropa
del mundo, existen al mismo tiempo galerías de marcas más
famosas nacionales y extranjeras, así como puestos de vestidos
baratos, que ofrecen a los consumidores, especialmente jóvenes,
amplias selecciones para lucir diferentes a los demás.
Puedo llevar cualquier cosa que me guste es parte
del criterio de la gente al elegir su estilo. Vestir la misma
ropa o ropas del mismo color que los demás, es considerado
una pena. Según una revista de modas, no resulta nada extraño
que un modelo lanzado ayer en Milán o París, lo
luzca hoy una china de Shanghai o Beijing.
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Adolescentes de Beijing que
visten según el estilo Hip-Hop. |
Las estrellas del cine y la televisión desempeñan
un papel orientador para los consumidores jóvenes, que
ya abandonaron todas las limitaciones en el vestir. En comparación
con la moda masculina, cada día de mayor colorido, la femenina
de diseño atrevido es capaz de producir un efecto asombroso.
Las camisetas de tirantes no se difundieron sino dos años
después de tantear el mercado. Al principio las muchachas
las llevaban con una prenda exterior. Pero esta última
se fue volviendo cada día más corta, con un material
cada vez más ligero y delgado, y finalmente desapareció.
En 1998 las blusas de tirantes se popularizaron ampliamente y
hoy en día todavía son la prenda favorita de las
jóvenes.
Excepto los casos que exigen una imagen apropiada, los chinos
prefieren considerar el modo de vestir como asunto muy personal.
Además del estilo y diseño, el factor del material
resulta sumamente importante. El algodón y otros productos
naturales, así como los de lujo, entre ellos la cachemira,
son muy acogidos. Las personas que se sitúan en primera
fila en el mundo de la moda empiezan a poner atención a
la ética de vestir. Sun Li, famosa estrella de China, recibió
el galardón de Mejor Prenda de 2008, debido a su rechazo
a los vestidos hechos con la piel de los animales. Para
mí es una vergüenza embellecerme con la vida de los
animales, subrayó la actriz.
Cuando los chinos muestran cada día mayor confianza y
orgullo por su propia cultura, a medida que crece el poderío
de la nación, las ropas tradicionales también viven
un reflorecimiento. En una película proyectada en 2000,
Años de flores, la protagonista exhibió
más de 20 Qipaos, que revelaron a los espectadores actuales
la belleza de este traje tradicional y generaron la nueva corriente
del Qipao en el círculo de la moda. Por supuesto, el diseño
actual de la prenda ha sufrido muchas modificaciones en comparación
con los originales de la dinastía Qing, para hacer resaltar
el carácter elegante, tierno y sereno de las mujeres orientales,
tanto como su esbelta y atractiva silueta. En el foro de la APEC,
celebrado en Shanghai, en 2001, los líderes de los países
participantes vistieron el traje Tang, una pieza típica
de la dinastía Qing, también transformada, que ofreció
un nuevo modelo popular para los hombres chinos.
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La foto de los jefes de estado
que asistieron a la reunión del APEC, en 2001, en Shanghai,
atrajo la atención de la gente. |
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