Camino a la urbanización

Por XIN XIN

Trabajadores inmigrantes en la ciudad de Beijing esperan el autobús que los traslada. Su bajo nivel escolar dificulta su inserción en la ciudad

Una nueva generación de trabajadores campesinos migrantes, nacidos después de la década de los 80, e incluso los nacidos después de la década de los 90, ha entrado ya en la sociedad y muchos de ellos, al acercarse a la civilización urbana, sienten una incertidumbre entre el ideal y la realidad.

Destino: ciudad

Los campesinos nacidos después de la década de los 80 que han entrado en las ciudades a buscar trabajos forman parte principal de los 130 millones de trabajadores campesinos migrantes de China. Aunque la mayoría de ellos ha crecido en el campo, no siente apego a la tierra, incluso no ha realizado nunca las labores agrícolas. Estos jóvenes, por lo general, pertenecen a la generación de hijos únicos, a pesar de que muchas familias campesinas tienen más de un hijo. Han crecido en un ambiente más agradable que sus padres y han recibido el amor de toda la familia, sobre todos los hijos varones.

En comparación con sus progenitores y abuelos, tienen un nivel educacional más alto y la mayoría son graduados de la secundaria. La extensión de la televisión en el campo les ha expuesto a las influencias del estilo de vida urbano desde una edad temprana e Internet les ha dado acceso a las mismas informaciones que sus contemporáneos en las ciudades. El número de internautas en las zonas rurales de China se duplicó en 2007, alcanzando los 52 millones, la mayoría de los cuales son jóvenes.

Como resultado de estos cambios, este grupo generacional está familiarizado con la cultura urbana y tal vez se siente más cerca de ella que de las tradiciones rurales. Además, un alto porcentaje de ellos se trasladó a las ciudades poco después de graduarse de la secundaria, por lo que un trabajo por temporada en cualquier urbe significa ahora el inicio de su vida como adultos.

En contraste con sus padres, que trabajaron en la ciudad sólo para ganar dinero y luego regresaron a sus pueblos natales, los jóvenes de ahora tienen la esperanza de convertirse en residentes permanentes en la ciudad. Sin embargo, según Liu Chuanjiang, vicedecano del Instituto de Administración Estratégica de la Universidad de Wuhan, estos últimos trabajadores migrantes no están realmente cualificados para ser agricultores si regresan al campo y tampoco es posible para ellos superar la gran brecha estructural y cultural si se quedan en las ciudades, convirtiéndose en residentes permanentes urbanos.

Diferencia social y cultural entre zonas urbana y rural

A los jóvenes con cierta habilidad profesional les resulta mucho más fácil permanecer en las zonas urbanas. En el distrito de Luotian, provincia de Hubei, cerca de 3.000 estudiantes se gradúan cada año de las escuelas de formación profesional y el 95 por ciento de ellos son admitidos por las empresas grandes. Tian Zhonghai, de la primera generación de trabajadores emigrantes, piensa que su hijo, Tian Bing, de 23 años de edad, ha sido muy afortunado. “Él nunca ha hecho ningún trabajo agrícola y estudió en una escuela politécnica, después de graduarse del primer ciclo de secundaria. Con título académico y técnica profesional, se emplea en Shenzhen y gana más de 4.000 yuanes cada mes, lo que equivale a mi ingreso de varios meses”. Aunque las exportaciones de productos electrónicos se han visto afectadas por la crisis financiera, su hijo trabaja en una fábrica grande y sigue recibiendo su pleno salario, e incluso una gratificación a final del año pasado. Actualmente se esfuerza con su novia para comprar un pequeño apartamento en Shenzhen. Tal vez un día se convertirán en residentes permanentes en la ciudad.

Dentro de la nueva generación de trabajadores inmigrantes muchos tratan de cambiar su destino superándose. Zhang Yungang, trabajador inmigrante de Shandong, se prepara para el examen de admisión en el colegio.

No obstante, entre los numerosos trabajadores emigrantes, pocos poseen habilidad profesional. La cifra de un mercado laboral en Hangzhou demostró que de un 30 por ciento a un 40 por ciento de los puestos de trabajo requerían cierta habilidad, pero el 80 por ciento de los que solicitaron el empleo no eran competentes en lo absoluto.

Una encuesta realizada en Suzhou reveló que el número de trabajadores emigrantes en esa ciudad asciende a 5 millones, que equivale a más de dos tercios del total del mercado laboral, el 80 por ciento de los cuales pertenece a la generación jóven de los 80.

Según otro sondeo entre 500 obreros migrantes menores de 25 años que trabajan en el sector electrónico, electromecánico, textil y de las confecciones, el nivel educativo fue generalmente bajo, y casi el 80 por ciento de ellos sólo había cursado la educación escolar obligatoria (el 29,7 por ciento se graduaron de la escuela primaria, el 48,4 por ciento del primer ciclo secundario y sólo el 21,9 por ciento asistió a escuelas del segundo ciclo secundario). Ninguno de ellos ha recibido formación profesional ofrecida por empresas, menos algunos que se presentaron en conferencias técnicas. En consecuencia, no están capacitados sino para los trabajos de bajo nivel técnico y reciben una remuneración baja.

La encuesta también muestra que la nueva generación de trabajadores migrantes desea mejorar sus habilidades mediante la educación y formación profesional y, por tanto, cambiar su destino. Un 48,4 por ciento quiere participar en “cualquier aprendizaje y entrenamiento”, un 31,4 por ciento “quiere prepararse, pero no sabe lo que hay que aprender”, y sólo un 20,2 por ciento “no quiere aprender”.

En otras palabras, el 79,8 por ciento de los entrevistados reconocen la importancia de continuar superándose. En el ámbito del entrenamiento profesional, el 93,5 por ciento elige las clases de formación relacionadas con sus puestos de trabajo. Las especialidades que despiertan más interés son: el 78 por ciento opta por mantenimiento de computadoras, el 56,6 por ciento mantenimiento de equipos electromecánicos, el 50,3 por ciento conducción, el 36,8 por ciento reparación automotriz, y el 28,4 por ciento peluquería y masaje.

Su “comprensión del tiempo libre” fue sorprendentemente racional. El 67 por ciento de los entrevistados cree que “el tiempo libre debe ser para el aprendizaje y no sólo de ocio”, mientras que el 81,5 por ciento es consciente de que “la eficiencia con que se utilice el tiempo libre determina el futuro”.

En abril de 2007, un total de 323 trabajadores inmigrantes del Grupo Ingeriero de la Construcción de Beijing se diplomaron en la escuela nocturna de la Beijing Union University..

Según Gao Zhong, profesor de la Facultad de Sociología del Instituto de Ciencia y Tecnología de Suzhou, quien dirigió la encuesta, la generación más joven de trabajadores migrantes tiene más motivación para aprender, derivada de su deseo de integrarse a la vida urbana. Ellos también tienen mayores exigencias y expectativas que sus predecesores en términos de salario, seguridad social, condición laboral, realización de su valor y desarrollo futuro.

Los expertos señalan que los trabajadores migrantes jóvenes tienen altas expectativas en su puesto laboral y de obtener la comodidad material y espiritual, pero no son capaces de aguantar la presión del trabajo. “La nueva generación de trabajadores migrantes no sólo pide mejores salarios, sino también mejores condiciones de trabajo y alojamiento”, afirmó Zhang Yisheng, que se dedica a la industria de las confecciones en la ciudad de Kaiping, de la provincia de Guangdong. Bajo la presión de las exigencias de los trabajadores y más pedidos internacionales, la fábrica adoptó las normas laborales internacionales SA8000 el año pasado, con lo cual el costo se incrementó en un 30 por ciento. En su opinión, el fortalecimiento de la conciencia acerca de sus derechos de los empleados, ha acelerado el reajuste de la estructura industrial en China.

Una encuesta realizada en Guangzhou demuestra que casi el 70 por ciento de los ciudadanos está de acuerdo en que los trabajadores migrantes deberán tener la posibilidad de “establecerse” en las ciudades, pero no quieren contraer matrimonio con ellos. “Lo que tienen que enfrentar en la ciudad son prejuicios y exclusiones, algo difícil de cambiar. Sus puestos de trabajo son mal pagados e inestables y sus derechos e intereses sufren a menudo graves violaciones. En el borde cultural de la ciudad se enfrentan a grandes conflictos”, comentó Wu Luping, profesor de La Universidad de Ciencias Políticas Juventud de China.

Futuro: varias opciones

La crisis financiera ha traído de nuevo la atención sobre los trabajadores emigrantes. “De los 130 millones de personas que integran esa fuerza laboral en China, un 15,3 por ciento se han convertido en desempleados, debido a la crisis financiera, lo que significa que casi 20 millones han perdido sus trabajos o se ven obligados a volver su pueblo natal”, reveló Chen Xiwen, director de la Oficina del Grupo Dirigente Central sobre el Trabajo Rural, y experto en problemas del campo.

Cómo ayudarlos a ellos a realizar sus sueños en el sentido de encontrar trabajos en las ciudades o crear empresas en sus pueblos natales, es una responsabilidad no sólo del Gobierno, sino de todos los residentes urbanos, porque la nueva generación de trabajadores migrantes está contribuyendo constantemente y de su propia manera a la reducción de las brechas económicas y culturales entre las zonas urbanas y rurales, y está desempeñando un importante papel histórico en el proceso de la transformación social de China.

El Semanario del Sur, famoso periódico semanal chino, sugirió que debe haber reglamentos correspondientes para que los trabajadores migrantes puedan compartir la riqueza con los ciudadanos y obtener la residencia urbana, mientras se reduce y elimina la distancia a través de un justo sistema de educación para sus futuros hijos. Por ejemplo, el establecimiento del sistema de seguridad social, la reforma del sistema de registro residencial y el mejoramiento de la educación para los adultos y la formación profesional, contribuyen a eliminar la discriminación y crear un entorno social más favorable.

Según Jian Xinhua, profesor del Instituto de Economía y Administración de la Universidad de Wuhan, la urbanización de la nueva generación de trabajadores migrantes se basará en la elevación de su cualidad integral y la capacidad profesional. Ello requiere una promoción significativa del Gobierno. Las autoridades de diversos niveles han prestado mucha atención al empleo de los trabajadores campesinos que regresan a sus pueblos natales y han lanzado medidas para ayudar a ese segmento poblacional, incluyendo la subvención respecto a formación profesional.

Mientras tanto, China ha aumentado la inversión en la agricultura y las zonas rurales, proporcionando mejores perspectivas al mercado laboral rural. Según Dai Bin, profesor del Instituto de Administración Pública de la Universidad Jiaotong del Sudoeste, un carácter esencial de la urbanización de China es la desviación del trabajo rural hacia las ciudades y una consiguiente escasez de mano de obra en el campo. Así, en teoría, debería haber oportunidades de empleo para los trabajadores migrantes que regresan a su pueblo natal. Otros creen que la nueva generación de trabajadores migrantes, con sus conocimientos y experiencias urbanas, será una “élite” en las zonas rurales, que tomará parte en la construcción del nuevo campo socialista.

En el primer documento promulgado por el Gobierno Central en febrero de este año, se especifica que estimular a los trabajadores migrantes a iniciar sus propios negocios será una tarea importante. Las medidas incluyen entrenamiento gratuito, servicios financieros, apoyo técnico y ambiente favorable para la creación de empresas propias. “El Gobierno estimula a los agricultores a fundar nuevas empresas para aumentar el número de empleos”, afirmó Gu Shengyang, famoso economista, también miembro de la Comisión Permanente de la Asamblea Popular Nacional.

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