Mirada sonriente
Por LIU ZENING y LI SHASHA
La noche del 30 del abril pasado, a un ciudadano mexicano que
había llegado a China el día anterior, a bordo del
vuelo AM098, procedente de México, se le detectó
el virus H1N1, motivo por el que en la mañana del 2 de
mayo comenzaron a ponerse en cuarentena en el Hospital Ditan a
los pasajeros de Beijing que viajaron en ese avión, y más
tarde se les trasladó a un hotel cercano. Zeng Ping, subdirector
de la filial latinoamericana de la revista China hoy, con sede
en la Ciudad de México, era una de las 15 personas en aislamiento.
Rompiendo la soledad del buffet
Tercer día de la cuarentena. Zeng Ping habitaba en la
cuarta planta del alojamiento, frente al cual se extiende un espeso
bosque de álamos. A las 7:00 de la mañana, después
de levantarse y asearse, encendió el televisor para ver
las noticias matutinas, como de costumbre. Media hora más
tarde recibió el aviso para ir a desayunar a la planta
baja. Era la primera vez que bajaba a comer junto al resto de
las personas en cuarentena, quienes hasta entonces recibían
la cena en su habitación. El desayuno resultó muy
rico por su variedad y fue dispuesto como buffet. Las mascarillas
de gasa en la cara no impidieron que las personas se saludaran
con una sonrisa. En realidad, una vez que nos trasladaron
del hospital al hotel, todos nos empezamos a sentir relajados
declaró Zeng.
De nervioso a tranquilo
Desde el momento en que recibió la llamada telefónica
del Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades
de China hasta que entró en cuarentena en el hotel, Zeng
experimentó una transformación emocional que fue
del nerviosismo inicial a la tranquilidad. Según él,
el 1 de mayo por la tarde, recién llegado a casa, lo contactaron
para preguntarle si sentía algún malestar. La madrugada
siguiente lo despertó el timbre de su celular. Al contestar,
los médicos del Centro le comunicaron que venían
en una ambulancia rumbo a su casa, para trasladarlo al hospital.
Para no atraer la atención de los vecinos pedí
que la ambulancia no llegara hasta nuestro barrio. 10 minutos
después se encontraban ya en las inmediaciones del edificio
donde está su apartamento. A esa hora ya había
salido el sol y al lado del río había mucha gente
cantando o haciendo ejercicio. No obstante, yo tenía que
partir a la cuarentena.
Tres días después, los pasajeros que se encontraban
aislados habían perdido ya el nerviosismo inicial. Bromeamos
cuando nos reunimos en el comedor. Por la tarde, al encontrarse
con las enfermeras en el pasillo, Zeng les pidió tomarse
una foto con ellas como recuerdo de estos días especiales.
Diario de cuarentena
Según Zeng Ping, a los pacientes en la zona de incomunicación
no se les permite visitar otras habitaciones y cada uno tiene
que reposar en su propio cuarto. Generalmente pasamos los
días viendo televisión o llamando a los familiares.
Pero él se propuso escribir un diario de cuarentena y tomar
fotos de aquellos días. Luego lo publicó en Internet,
para que la gente conociera de primera mano las condiciones reales
en las que se encontraban aquellas personas. Consideré
mi responsabilidad contribuir de alguna manera a eliminar las
inquietudes de la gente.
Cerca del mediodía, tres médicos
vinieron al cuarto de Zeng a tomarle la temperatura. Desde el
3 de mayo, recordó, ese chequeo dejó de realizarse
tan frecuentemente como antes y se redujo de una vez cada 2 horas
a tres veces al día. Hasta entonces ninguna persona de
las que allí se encontraban junto a él había
hecho fiebre.
Traslado de materiales.
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Un nuevo "cliente". |
Cada mañana se
toma la temperatura corporal a los pacientes. |

El almuerzo también
es abundante.

Nos traen frutas.

Circunstancia agradable.
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