Política de hijo
único, recomendada y no obligatoria
Por SHUAN SHUANG
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El 10 de abril de 2007, en
Chongqing, dos ancianos pasean por la calle junto con sus
nietos gemelos y dos perros. |
XIAO Li nació en 1980, cuando en China la Política
de Planificación Familiar (PPF) se encontraba en pleno
apogeo. Tres años antes su madre había dado a luz
a otro niño, por lo que su llegada al mundo fue, como él
lo describe, "un acontecimiento inoportuno". Debido
a ello, su mamá perdió su puesto como médico
en el hospital del distrito.
Un trabajo ingrato
La infancia de Xiao Li transcurrió en las zonas rurales
de la provincia de Hebei, en la casa de sus abuelos maternos.
Las multas a los matrimonios que tenían un segundo descendiente
eran comunes entonces en el pueblo. Uno de sus amigos, recordó,
fue nombrado "Ocho mil", por los 8.000 yuanes que sus
padres tuvieron que pagar cuando él nació. Otra
familia, añadió, "como no logró cubrir
la multa, tuvo que presenciar la destrucción de la casa
que habían heredado de sus antepasados sin poder hacer
nada", lo cual para los campesinos es una gran humillación,
al igual que si se atentarse contra el lugar donde yacen los restos
de los predecesores.
China experimentó un auge en la natalidad a mediados de
los años 60 del siglo XX. En 1970 la población del
país había crecido hasta alcanzar los 800 millones
de habitantes, 300 millones más que en 1949. La PPF, desde
los años 70, estimuló inicialmente la posibilidad
de tener dos niños por pareja, pero el Gobierno endureció
su actitud y modificó la disposición, limitando
la procreación a un solo retoño por familia, lo
que se hizo cumplir apelando incluso a medidas punitivas administrativas
y económicas.
En la década del 80, las multas eran las medidas más
comunes para los que tenían más de un niño.
En las zonas rurales se solían ver consignas como "Las
familias que tengan un segundo hijo corren el riesgo de perder
toda su fortuna". En la década del 80, cuando el ingreso
anual per cápita rural calculado por el Ministerio de Agricultura
alcanzó los 437 yuanes, la multa promedio por un segundo
nacimiento llegó a los 10.000 yuanes, según los
cálculos del demógrafo He Yafu. Estas sanciones
exorbitantes obligaron a muchas familias pobres a alejarse de
su pueblo natal, para ganar más dinero.
La aplicación de la Política de Planificación
Familiar era muy difícil en las zonas rurales, donde existían
arraigadas tradiciones de familia y linaje, especialmente cuando
la reforma económica rural acentuó las obvias ventajas
de la labor agrícola basada en familia individual. La ausencia
de procesos de regulación legal también había
generado corrupción y multas arbitrarias. Habitantes de
las zonas rurales, por consiguiente, fueron hostiles hacia esta
regulación de los nacimientos y los encargados de hacerla
cumplir fueron comúnmente despreciados.
La política encontró menos oposición en
las zonas urbanas, donde los habitantes gozaban de mejor bienestar
y los empleados estatales no querían correr el riesgo de
perder su trabajo por tener más hijos.
En 2007 el campesino Yang Zhongchen y su esposa, de la provincia
de Hebei, presentaron una acusación ante la Administración
Demográfica y de Planificación Familiar local, solicitando
una compensación. El hecho es considerado el primer
caso relacionado con la Política de Planificación
Familiar procesado por los órganos judiciales de China.
Sun Maohang, abogado del demandante, declaró que no
importa el resultado de la interpelación, el asunto puede
ser aceptado y entrar en el proceso judicial, así como
ser resuelto por las vías legales, lo cual es un progreso.
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Los hijos únicos nacidos
después de la implementación de la PPF ya están
casados y tienen descendientes. |
En el año 2000 Yang, de 32 años, y su esposa, 12
años más joven que él, quien ya estuvo embarazada,
fueron a registrar su matrimonio. Cuando el esposo llegó
al departamento local de Planificación Familiar, para tramitar
la licencia necesaria para tener un niño, o sea, el Certificado
de Autorización del Parto, se encontró con un problema.
Conforme a la política vigente entonces, aunque se trataba
del primer hijo del matrimonio, la pareja también tenía
que solicitar el documento, sin él no se le permitiría
procrear. Esta autorización ha sido cancelada en algunas
regiones y los progenitores que buscan su primogénito no
tienen que solicitarlo.
Según reglamentos correspondientes, el caso de Yang Zhongchen
pertenecía al casamiento tardío y no debería
encontrar problemas al solicitar el certificado. Pero como su
esposa estuvo embarazada antes de contraer matrimonio, de acuerdo
con los reglamentos locales, la pareja tendría que pagar
una multa. Aunque Yang estaba de acuerdo en hacerlo, por varios
motivos ellos no consiguieron la autorización y un día
los trabajadores de Planificación Familiar llevaron a su
mujer al hospital, para que le fuera practicado un aborto.
Después, su mujer nunca pudo volver a salir embarazada,
por lo que el matrimonio comenzó a presentar su demanda
ante los organismos oficiales de distintos niveles. Según
los reglamentos de los años 80 del gobierno del lugar de
residencia de Yang, sin la autorización para el parto,
se debía proceder al aborto. En realidad, en aquella época,
el Ministerio de Salud prohibía obligar a las mujeres en
estado de gestación avanzada a someterse a una interrupción,
cláusula que fue enmendada en la década del 90 del
siglo pasado.
Equidad y justicia para todos
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Una campesina de la ciudad
de Aksu, de la región autónoma Uigur de Xinjiang,
recogió el premio por respeto a la política
de un parto. |
En 2002 se ejecutó en China la primera Ley Nacional de
Población y Planificación Familiar, como una solución
al problema del abuso de poder por los funcionarios dedicados
a la planificación familiar y los dirigentes de entidades
de base. Se requerían instrumentos jurídicos para
regularizar y restringir la acción de las personas encargadas,
señaló Zhang Weiqing, director de la Comisión
Estatal de Planificación Familiar. Esta legislación
prohíbe el aborto obligatorio y estipula que en la aplicación
de las regulaciones vigentes no se violen los derechos personales,
de propiedad y otros derechos legítimos de los ciudadanos.
Gu Xiulian, vicepresidenta del Comité Permanente de la
Asamblea Popular Nacional, declaró en 2005 que el
Gobierno chino está en contra de cualquier tipo de acciones
punitivas y coercitivas y prohíbe el aborto obligatorio
y la operación del control de la concepción obligatoria.
La ley terminó con las sanciones pecuniarias arbitrarias
contra las parejas que daban a luz más de un hijo, y las
sustituyó por un solo pago de compensación
de crianza social, porque de todos modos, el nacimiento
de un mayor número de bebés añade tensión
a la sociedad y a los recursos públicos. De esta
manera, se reduce el deseo de muchas parejas a tener más
de un niño, pero en lo tocante a las familias ricas, tiene
el efecto contrario, consideró el demógrafo
Wang Feng.
Efectivamente, la recaudación de la compensación
de crianza social ha restringido la intención de tener
más de un descendiente en las parejas de bajos o medianos
ingresos. Sin embargo, para aquellos matrimonios con una posición
económica solvente, significa que con el pago de una suma
de dinero ya se les permite tener más niños. Hoy
en día, los nacimientos extras en familias ricas, sobre
todo de las celebridades y figuras públicas, llaman mucho
la atención del público, porque, por una parte,
son foco de los medios de comunicación, y por otra, la
constante revelación de las sumas increíbles de
indemnización genera amplios debates.
El demógrafo Li Weixiong sostiene que una mayor tasa de
natalidad entre las minorías opulentas tiene poco impacto
en el control de la población. Más problemático
es el efecto de sus acciones, que violan los principios de justicia
y equidad para todos.
De 2002 a 2005 hubo 84 casos de ricos con un segundo hijo en
Shanghai, lo que representa el 7,17 por ciento del total de la
ciudad, y 12 casos en Dalian, según cifras publicadas por
las comisiones locales de Planificación Familiar. Muchos
matrimonios de altos ingresos esperan tener dos o más niños,
preferentemente varones, porque observan que el hijo único
será socialmente menos capaz cuando se convierta en adulto
y, por otro lado, quieren tener más herederos de los bienes
familiares. El deseo de traer al mundo más de un descendiente
motiva a las parejas ricas a ir al extranjero para dar a luz,
a recurrir al divorcio y celebrar segundas nupcias, o simplemente
pagar enormes compensaciones sociales.
Los importes de indemnización varían de un lugar
a otro. Las parejas en Beijing tienen que pagar una compensación
equivalente a tres u ocho veces el ingreso per cápita anual
de los habitantes de la ciudad. Las de Hunan pagan de dos a seis
veces el ingreso anual del infractor, y si se trata de bigamia
o nacimiento ilegítimo, el castigo sube de seis a ochos
veces. Este territorio ha cobrado 1,3 millones de yuanes por ese
concepto en un caso, y la ciudad de Wenzhou, en la provincia de
Zhejiang, reportó hasta agosto de 2008 tres casos de cobro,
cada uno de ellos de más de un millón de yuanes.
Las comisiones locales de Planificación Familiar están
formulando criterios más estrictos para los matrimonios
de altos ingresos. Deng Xingzhou, director de la Comisión
de Población y Planificación Familiar de Beijing,
reveló que las nuevas revisiones sobre la ley apoyan la
imposición de multas más elevadas a los ricos que
las contempladas para la gente común y corriente.
Algunos académicos están a favor del cobro de indemnizaciones
más fuertes a los ricos. Creen que el hecho de tener hijos
es un consumo. Y con los tributos recaudados entre las parejas
acaudaladas se realiza una "redistribución de la riqueza
social", que contribuya a promover el progreso social a largo
plazo.
Otros dudan de la legitimidad del régimen. Qiao Xiaochun,
especialista del Instituto de Investigación Demográfica
de la Universidad de Beijing, cree que ese flagrante sesgo en
la política local posibilitará la reaparición
de las "sanciones punitivas" arbitrarias en las zonas
rurales.
Un argumento más apunta a que todas las personas, ricas
o pobres, deben estar sujetas a un criterio común, incluyendo
los asuntos de la procreación. Además, las sentencias
discriminatorias provocarán resentimiento social y constituyen
una sanción por ser ricos.
Li Ruojian, director del Instituto de Investigación Demográfica
y de Desarrollo de la Universidad Sun Yat-sen, sostiene que los
reglamentos oportunistas afectarán seguramente el proyecto
de control demográfico del país, por la apertura
de tan solo un vacío legal, que permite a las parejas tener
tantos hijos como gusten, con la condición de pagar la
compensación.
La atención pública también se concentra
en los trabajadores del Gobierno, quienes aprovechan su autoridad
para poder tener más descendientes. En realidad, es una
conducta corrupta. Muchos insisten en que los funcionarios que
violan el reglamento se deben someter a multas por encima de la
cantidad establecida. Existen reportes sobre cargos que perdieron
sus puestos oficiales por abusar de sus atribuciones y, en ocasiones,
fueron expulsados de las filas del Partido Comunista de China
(PCCh). En algunas localidades se han promulgado estipulaciones
para que los violadores no puedan asumir cargos oficiales durante
un período de tres años una vez cometida una falta
de este tipo.
Premio a quien acata la ley
De acuerdo con las políticas de natalidad, a los cónyuges
que respeten la planificación familiar, el Estado les dará
prioridad en aspectos como la seguridad de la vejez, seguro social,
tratamiento médico y seguro de procreación. En 2004,
el Gobierno chino empezó a aplicar un sistema auxiliar
de planificación familiar en zonas rurales, cuyo contenido
es premiar anualmente con 600 yuanes a las uniones conyugales
legales, respondiendo a dicha política, y extender el premio
durante toda la vida.
Según el demógrafo Liu Junzhe, la transformación
de la regulación de multar a las familias infractoras
por la de premiar a los matrimonios que actúan dentro
de la ley pone de manifiesto que China ha respetado en mayor
medida los derechos humanos en la aplicación de la Política
de Planificación Familiar. A las parejas que insistan en
tener más niños de los que les permite la legislación
vigente, también se les concede ese deseo, comentaron los
funcionarios de la Comisión Estatal de Planificación
Familiar.
Zhang Weiqing, director de la Comisión Estatal de Planificación
Familiar, subrayó que la PPF de China no es la llamada
política de un solo parto que imaginaba Occidente.
En las ciudades, los matrimonios en los que los dos miembros sean
hijos únicos pueden tener su segundo niño. En las
zonas rurales, la política de un parto se emplea
sólo en Beijing, Tianjin, Shanghai, Chongqing, Jiangsu
y Sichan; mientras en Qinghai, Ningxia, Yunnan, Xinjiang y Hainan,
una pareja puede tener dos niños. Las parejas de las minorías
étnicas de la zona ganadera de Xinjiang pueden tener tres
o cuatro retoños. Además, en la mayoría de
las provincias, las familias rurales pueden tener su segundo niño,
si su primer parto fue una niña; en tanto en las áreas
rurales del Tíbet no se ponen límites a la natalidad.
Según los análisis del demógrafo Shao Yifu,
siguiendo las directrices actuales, un 63,1 por ciento de los
cónyuges tienen un solo parto, un 35,6 por ciento procrean
por segunda vez y un 1,3 por ciento de las uniones pueden buscar
su tercer retoño.
Ahora, con el mejoramiento del nivel de vida, los aldeanos, en
su mayoría, quieren tener un par de niños, lo que
les da más tranquilidad. Y lo que sucede frecuentemente
es que los funcionarios encargados de la Planificación
Familiar generalmente no intervienen y las parejas pueden cumplir
su deseo y pagar la compensación de crianza social después
del parto, comentó Xiao Li.
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