La vida contemporánea en una ciudad antigua

Por nuestro reportero LI YAHONG

El Río Tuojiang siempre ha sido la fuente principal de diversión para los niños de Fenghuang.

Tang Zhaohui tiene un pequeño restaurante en la aldea de Furong (loto en chino), al cual le dio el mismo nombre que su pueblo. Sin embargo, el lugar es algo simple y tosco: ocho mesas bajas ocupan un espacio de menos de 20 metros cuadrados, el olor a comida inunda el aire y los vasos de cristal tienen polvo.

Este es un pueblo pequeño, situado en el oeste de la provincia de Hunan, con una historia de más de 2.000 años. Hace dos siglos se llamaba aldea Wang, ya que una vez residió allí un rey tribal local de la minoría Tujia (uno de los 56 grupos étnicos de China), y en 1986 se convirtió en escenario de filmación de películas, por el rodaje del filme Aldea de Loto. Desde entonces una gran cantidad de visitantes acabó con la tranquilidad que le caracterizaba.

Tang Zhaohui, de unos cuarenta años, lleva una camisa azul y zapatos de paño negro. Nació en esta antigua localidad, en el respaldo de una colina, rodeada de agua por tres lados. Un camino de piedra zigzagueante que atraviesa la elevación es la vía principal de acceso a la ciudad. Por doquier pueden apreciarse casas típicas, hechas de madera y con techos de tejas. Al entrar en una de esas moradas, se ve un cuarto oscuro, con sacos de grano, ropa sucia y ollas apiladas desordenadamente.

Algunas casas antiguas tienen una historia que data del siglo XVIII. Las salientes se suspenden sobre el río, mientras sus fachadas se enfrentan a la ruta de piedra de acceso a la ciudad. La mayoría de las viviendas han sido convertidas en tiendas y sus habitantes cuelgan en su exterior el pescado, los trajes locales y otras reliquias que ponen a la venta.

Muchos ancianos aún llevan el traje local azul con flores bordadas. Algunos se sientan al lado de la puerta de sus casas, mirando a los turistas o comiendo en grandes tazones. De vez en cuando, pasa por la calle una gente que lleva una cesta de bambú sobre su espalda. Es una aldea autóctona asociada con el resto del mundo.

En los 30 años de Reforma y Apertura, muchas viviendas ancestrales han sido derribadas para dar paso a un estilo de vida moderno. Afortunadamente, algunas poblaciones a las que ha tardado en llegar el progreso han podido sobrevivir. “El desarrollo económico relativamente atrasado ha contribuido a la protección de los edificios antiguos en la aldea. De hecho, Furong guarda sus características tradicionales y se ha convertido en un lugar de interés”, comentó Shi Mei.

Sin embargo, la parte antigua de la ciudad significa atraso y hacinamiento para sus habitantes. Los aldeanos ricos se han trasladado fuera del barrio viejo y viven en modernos edificios de acero y cemento. En sus casas modernas los jóvenes de la localidad llevan una vida independiente a la de su antiguo pueblo. A ambos lados de las nuevas calles se ven bares de Internet, salas de billar, etc. Lo que interesa más a la gente es el celular de la marca Nokia, la ropa de moda y las presentaciones de bailes modernos de cada fin de semana.

Al ver un grupo de jóvenes hablando en voz alta en su restaurante, Tang Chaohui señaló: “La mayoría de los chicos van a las ciudades a trabajar a una edad bastante joven y después de regresar a casa se comportan como adultos sofisticados con un buen conocimiento del mundo, además de aumentar el hábito de fumar y beber”.

Un bar situado a la orilla del Río Tuojiang.

La ciudad de Fonghuang (fénix en chino) es otro sitio antiguo bien conservado del oeste de la provincia de Hunan. La vida local ha perdido su tranquilidad y naturaleza, puesto que los viajeros urbanos y extranjeros convirtieron el lugar en un destino turístico caliente. Las calles estrechas están ocupadas por turistas y vendedores de productos locales y cuando cae la noche, la aldea se ilumina por las luces de los bares. La música rock perturba la tranquilidad de la antigua ciudad.

La hostería de la familia Tuojiang es una de las más antiguas instalaciones de alojamiento en Fenghuang. “Hace una década sólo había cuatro posadas aquí, ahora nadie sabe cuántas son”, suspiró el sexagenario Teng Shulian, propietario del alojamiento. “Ya la ciudad no es la misma hermosa que conocí en el pasado”.

En comparación con Fenghuang, ¿seguirá la aldea de Furong su ruta? Parece que Tang Zhaohui no lamentará la pérdida de la belleza tradicional por el auge del turismo. Por el momento a él le fascina la comodidad urbana más que la vida apacible de su pueblo. En respuesta a mi admiración por la belleza de Furong preguntó: “¿Qué hay para ver en el pueblo? Las ciudades modernas son realmente hermosas”.

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