Los niños americanos de mi vecina
Por ZHOU XI
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Wang Huirong y su hijo americano
Tyler. |
Cada vez que cenamos, me siento incómodo cuando
mi mamá china me conmina insistentemente a comer más.
Mi mamá en los Estados Unidos nunca lo hace. Una vez pregunté
por qué lo hacía y me dijo que era porque me amaba
y me trataba como su propio hijo, y que le preocupaba si había
comido suficiente o no. Desde ese momento he entendido que, puesto
que el pueblo chino llevó una vida pobre en el pasado,
lo que más le preocupaba a la mayoría de los padres
era si sus hijos sufrían hambruna. En la actualidad, aunque
ha mejorado espectacularmente el nivel de vida del país,
perdura esta costumbre. Todavía no me adapto a este comportamiento,
pero cuando mi mamá china intenta persuadirme de que coma
más, siempre le doy las gracias con una sonrisa en lugar
de sentirme enojado.
Esta historia me la contó Tyler, un chico estadounidense
que una vez vivió en casa de mi vecina. Su mamá
china, dueña de la casa, se llama Wang Huirong, una jubilada
de la Universidad Pedagógica de Beijing.
Con el aumento de los intercambios económicos entre China
y los EE.UU., cada vez más estudiantes secundarios estadounidenses
se interesan en la cultura china. En estos momentos el idioma
chino es una de las opciones más demandadas por los que
buscan aprender una segunda lengua. El padre de Tyler ha mantenido
relaciones comerciales con China desde principios de la Reforma
y Apertura, razón por la cual su hijo tuvo la oportunidad
de conocer la nación asiática desde una edad muy
temprana.
En el decenio del 90 del siglo pasado, SYA, una organización
americana dedicada a los intercambios de enseñanza y estudios,
inició la cooperación con la Escuela Secundaria
nº. 2, afiliada a la Universidad Pedagógica de Beijing,
lo que permite a los alumnos de EE.UU estudiar en China y disfrutar
de una estancia en un hogar del país. Inicialmente el procedimiento
de este tipo de programa fue complejo, pero los trámites
ahora son mucho más fáciles, y más y más
jóvenes están llegando a China.
Hoy Tyler volvió desde EE.UU. a Beijing para visitar a
su mamá china, y me uní a ellos. Sólo
la Reforma y Apertura nos ha permitido tener unos niños
hermosos estadounidensese, quienes vienen a visitarnos con frecuencia.
Vivimos como si fuéramos de la misma familia y esto no
podía suceder ni siquiera imaginarse en el pasado. Los
cambios de la sociedad durante estos años hacen que la
vida de las personas de edad, como yo, sea mucho más interesante
ahora, comentó Wang.
Al hablar con Tyler, descubrimos que su nivel de chino ha mejorado
mucho. Cuando llegó por primera vez, no podía responderle
a su mamá china. En aquel entonces, Wang acudió
a mí y pidió mi ayuda con la traducción.
Pero ahora Tyler no tiene problemas para conversar en chino.
Uno de los momentos más felices para Wang fue cuando la
familia de Tyler vino a visitarlos y pasó la Fiesta de
la Primavera en su casa. El joven estadounidense vistió
un traje tradicional chino, hecho a mano por ella. Él acompañó
a su madre biológica a encender los fuegos artificiales,
comprar artículos artesanales, ver las sombras chinescas
y la Ópera de Pekín y a comer ravioles. Su mamá
nunca imaginó que el pueblo chino disfrutase de una vida
tan feliz ahora. Un año después, enterado de que
de acuerdo con las tradiciones chinas los hijos deben expresar
felicitaciones por Año Nuevo a sus padres, Tyler llamó
desde EE.UU., para felicitar a Wang.
Cuando charlábamos, Teniesha, una niña estadounidense,
llegó a casa. Ella vino a Beijing en 2008 y está
estudiando en la Escuela Secundaria no. 2, afiliada a la Universidad
Pedagógica de Beijing, y ahora también vive en la
casa de Wang. Ambos charlaron sobre sus experiencias. Cuando llegó
el momento de decir adiós, Tyler se sintió apenado
y prometió no olvidar nunca a su mamá china.
En la actualidad muchas escuelas en China admiten estudiantes
extranjeros. Con el aumento del número de niños
de otras nacionalidades acogidos por familias chinas, habrá
cada vez más madres e hijos transnacionales.
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