¿Quién tira del carro del Mercado de la Seda?

Por LI YAHONG

Xia Wenquan se considera uno de los primeros negociantes de la calle Xiushui. En 1984 abandonó la estabilidad de su puesto en la Fábrica de Toallas de Beijing, para dedicarse al negocio de ropa en esa arteria bulliciosa de la capital, cercana a la zona de las embajadas, donde cada día unos 10.000 visitantes buscan imitaciones baratas de famosas marcas, como bolsos D&G, abrigos de piel Polo y camisetas Ralph Lauren.
Lo que en 1984 comenzó como un viejo mercado al aire libre es en el presente un edificio nuevo de varias plantas. “Existe una gran demanda de imitaciones baratas, por lo que algunos negociantes se niegan a corregirse, pese a las repetidas prohibiciones”, dijo Xia.

Historia de Xiushui

Los clientes de Xiushui vienen de diferentes países. Las dependientas apenas tienen veinte años, hablan tres o cuatro lenguas y, al ver un cliente extranjero que pasa por su puesto, lo atienden rápidamente y con entusiasmo, utilizando un idioma que suponen que el posible comprador entenderá. Una vez que este se marcha, el cansancio vuelve a su cara.
Según Wang Zili, gerente general del mercado, el volumen de negocios de 2007 llegó casi a los 1.000 millones de yuanes. Sin embargo, Xia tiene la sensación de que “el negocio es cada día más difícil, no sólo por la fuerte competencia, sino también porque los extranjeros regatean mucho el precio”.

Hablando de la apertura del mercado, Xia recuerda con orgullo: “En ese momento era fácil ganar dinero de los extranjeros, que no discutían mucho, utilizando una calculadora para fijar el precio de una vez”.

Durante los Juegos Olímpicos de Beijing, un deportista bahamense aprendió a desplegar un abanico chino. La seda siempre ha sido popular entre los clientes internacionales. La joyería es también un elemento básico de Xiushui.

En los años 80, los negociantes se percataron de la oportunidad comercial que representaba la calle Xiu-shui, por su proximidad a la zona de embajadas de Beijing. Cada día, los vendedores instalaban sus puestos a lo largo de la vía. Xia empujaba hasta aquí una carretilla para vender ropa interior, calcetines y otras mercancías pequeñas. “Yo no tenía licencia oficial para hacer negocio. Cerca de aquí están las embajadas, entonces los primeros clientes eran extranjeros”.
Li Shulan fue uno de los primeros vendedores de seda en la calle Xiu-shui. En 1980, poco tiempo después de China iniciar la apertura al exterior, “la seda característica de la cultura nacional era muy acogida entre los extranjeros.

Teníamos un próspero negocio”. Más tarde, muchos mercaderes empezaron a seguir su ejemplo. Alrededor de 1985, esta calle, no muy ancha, de 200 metros de largo, se convirtió en un centro de venta de productos de seda, de ahí el nombre de “Calle de la seda”.

Debido a los buenos beneficios, algunos negociantes empezaron a vender mercancías restantes de la exportación, como ropas y bolsos de buena calidad a bajos precios, por lo que muchos extranjeros vinieron a comprar especialmente este tipo de artículos. Antes de 1990 China era todavía relativamente cerrada y el estilo de vestir de sus habitantes era conservador. “Nadie sabía de LV, Prada, Hermes y otras marcas de lujo. Los occidentales vinieron a hacer pedidos con figurines. Esta enorme demanda provocó la fabricación de una gran cantidad de imitaciones”, señaló Wang. Con tal que haya mercado, hay imitaciones de Armani, Nike y copias piratas de las películas de Hollywood. Hasta hoy, delante del Palacio Imperial hay todavía muchos vendedores de Rolex falsos.

"Hace varios años sí había buenas mercancías en el mercado de Xiush-ui, sin embargo ahora la mayoría son falsificadas. Los pantalones vaqueros Lee se compran por 50 yuanes, pero el paño es evidentemente malo”, comentó Xia, que luego de tantos años dedicado al sector de las ropas, ya tiene su propio método para determinar la calidad de las prendas, palpar y oler.

Con el fin de facilitar la gestión, en 2005 comenzó a reconstruirse la calle Xiushui y se levantó el actual edificio, hacia cuyo interior se trasladaron los puestos de los vendedores que se encontraban al aire libre. Xia también vendió imitaciones y ganó mucho. Pero ahora el control es bastante rígido y él comercializa una marca china de camisas.
En 2005, como consecuencia de la venta de productos falsificados, cinco marcas mundialmente famosas, Chanel, Louis Vuitton, Burberry, Gucci y Prada acusaron a Xiushui ante las autoridades judiciales. El tribunal condenó al mercado a una indemnización de 100.000 yuanes y ordenó poner fin de inmediato a la infracción.
Esta fue la primera vez que el Mercado de Xiushui fue acusado por vender imitaciones. En su entrada está colocado el anuncio de prohibición de la venta de mercancías de 24 marcas de Hermes, Estee Lauder y Dunhill, entre otras. “Nos supervisan todos los días. Se pueden vender otras marcas, como Ralph Lauren o Paul Smith, pero las prohibidas, ni pensar”, añadió Xia.

¿Quién desea el Mercado de la Seda?

Xia cree que “la mayoría de los clientes vienen a Xiushui con el propósito de comprar imitaciones y el 80 por ciento de éstas se venden a los extranjeros, porque son de buena calidad y perfectamente reproducidas”.

En el mercado un cliente de Oriente Medio gastó 800 yuanes en un abrigo de lana modelo Polo, que previamente la dependienta le había cotizado en 2.200 yuanes. “Hoy día los extranjeros son expertos en el regateo”, reconoció la vendedora.

El viejo mercado es en el presente un edificio nuevo de varias plantas.

Loraine, una chica de Estados Unidos, encontró la tienda consultando su “Guía de Viajes de Beijing”. Una vez allí, seleccionó un par de zapatillas de raso de ballet, de la marca Tod's. “Sólo cuesta 30 yuanes un par”. Un guía de la Agencia de Viajes de la Juventud de China subrayó que “muchos turistas extranjeros tienen ganas de ir al mercado”, lo que corroboró Wang Zili: “Nuestro centro comercial recibe cada día cerca de 10.000 clientes, el 60 por ciento de ellos extranjeros”.

Muchos chinos también prefieren comprar ropa y bolsas en Xiushui. Los artículos de marca de lujo no sólo garantizan la calidad, también muestran la condición de una persona.

En el piso subterráneo del mercado, están a la venta un gran número de zapatos y bolsos falsos. En una tienda de carteras muchas de las mercancías tienen los logotipos de D&G o Kenzo, mientras otras disfrazan un poco las marcas reconocidas con nombres como “Lai Shi Polo”. Una universitaria que compró una bolsa de Bally declaró: “Es muy bonita y sólo me costó 120 yuanes”. Pero si alguien dice que el producto no es auténtico, la tendera responde: “No te preocupes. Nuestras mercancías son imitaciones de alto nivel y nadie lo notará”.

En el Mercado de Xiushui se venden cada día muchas bolsas con el logotipo de D&G, cuyos diseños originales cuestan más de 10.000 yuanes; y según las estadísticas estatales, el ingreso disponible per cápita de los residentes urbanos de China en 2008 no llegó a los 20.000 yuanes.

A veces los que compran imitaciones son precisamente los consumidores de marcas verdaderas. Los ricos gozan de la buena impresión que traen los productos de lujo. Si ellos usan artículos fastuosos, nadie duda si son auténticos.
Al otro lado del Mercado de Xiushui está el centro comercial de lujo Sait, que anuncia en su Web oficial: Introducimos en China las mejores marcas internacionales.

Confusión en la transición

En la pared del Mercado podemos ver una lista de vendedores honorables. Cada año se otorgan premios a los vendedores que respetan la ley con el “Fondo de Protección de Propiedad Intelectual” de 30 millones de yuanes.
Además, delante de cada puesto, están colocadas las marcas que son frecuentemente imitadas. “La venta de todos esos productos está prohibida. Después del pleito, el centro comercial ha venido transformándose”. Según las estipulaciones vigentes, los comerciantes que vendían imitaciones tienen que cambiar su tema de negocio, o salen del inmueble. En 2007 fueron cerrados más de cien puestos que invadieron el derecho intelectual. Este acto fue reconocido por el presidente del Comité de Derechos de Propiedad Intelectual de la Cámara de Comercio de la UE.

La prohibición de la venta de mercancías falsificadas ha provocado una caída del negocio, por lo que muchos vendedores se han retirado. Wang comprende bien que “los negociantes tomen el beneficio como meta”, mientras Xia Wenquan también enfrenta dificultades en su negocio de camisas de marca nacional. “El precio es bajo y el volumen de ventas no puede subir. Antes un vestido de Jack Jones nos dejaba más de 100 yuanes de beneficio neto”.

Wang Zili también indicó con franqueza: “La transición es muy difícil. A lo mejor el Mercado no recuperará por mucho tiempo la prosperidad anterior”. Su visión del futuro posicionamiento de Xiushui es la del “comercio de descuento de marcas nacionales e internacionales”. En los últimos años, el centro ha introducido una gran cantidad de negociantes que operan mercancías nacionales, como seda, porcelanas y objetos de artesanía y les da preferencias de alquiler. Diecinueve marcas antiguas de China han entrado en el recinto, entre ellas Quanjude (Pato laqueado) y Tongrentang (medicina tradicional china).
Durante los Juegos Olímpicos de Beijing, Xiushui recibió millones de clientes, el 80 por ciento extranjeros, y registró ventas por casi 400 millones de yuanes. Celebridades de más de veinte países visitaron el popular recinto comercial, incluidos el expresidente estadounidense George W. Bush y el presidente del Comité Olímpico Internacional, Jacques Rogge, y su esposa.

“Su presencia aquí es una afirmación de la labor de protección de los derechos de propiedad intelectual del Mercado”, apuntó Wang, quien también aceptó que “todavía hay imitaciones en venta”.
En los muros de Xiushui se ven los signos de “no compre productos falsos”, pero en la bulliciosa multitud nadie tiene tiempo ni para echar una mirada a estos pequeños consejos.

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