La opinión pública internacional
y los Juegos Olímpicos de Beijing
Por WU JIANMIN
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* Wu Jianmin:
Rector de la Universidad de Relaciones Exteriores de China,
subdirector de la Comisión de Asuntos Exteriores
y subsecretario general y vocero del Comité Nacional
de la Conferencia Consultiva Política del Pueblo
Chino.
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Los Juegos Olímpicos de Beijing incrementaron los comentarios
de los medios internacionales de comunicación sobre China.
Cómo ver estas opiniones es un problema sobre el que necesitamos
reflexionar. Durante mis décadas de ejercicio como diplomático,
siempre he prestado atención a las informaciones relacionadas
con nuestro país, por lo que considero que debemos comprender
varios aspectos.
En la actualidad los principales medios mundiales son guiados
por Occidente
En las relaciones internacionales, las grandes potencias de Occidente
han ejercido por largo tiempo una posición orientadora,
controlando también una opinión pública que
se ha caracterizado por ser extremadamente arrogante. Aunque algunas
veces no conozcan muy bien la situación concreta, creen
mucho en su juicio. De hecho cada uno observa el mundo con sus
propios ojos y es inevitable que muestren sus prejuicios. Los
criterios de las naciones occidentales suelen manifestar su forma
de pensamiento rígida al comentar los asuntos relacionados
con China y el resto de Asia. No obstante, la parcialidad no podrá
cambiar su fisonomía original.
Los medios occidentales cambian sin cesar
El 14 de marzo de este año, en la ciudad de Lhasa, capital
de la región autónoma del Tíbet, una reducida
minoría de individuos provocó disturbios deliberados
que se convirtieron en violentos incidentes de agresión,
destrucción y vandalismo. Posteriormente, el relevo de
la antorcha olímpica sufrió la obstrucción
de los elementos pro independencia del Tíbet
en algunos países y más tarde aparecieron gran cantidad
de informaciones desvirtuadas por varios medios extranjeros de
comunicación, así como las críticas y censuras
al Gobierno chino, describiendo a nuestra nación como dictatorial
y autócrata, sin libertad de creencia religiosa ni derechos
humanos.
Tras el devastador terremoto de Wenchuan, en la provincia de
Sichuan, empero, los medios occidentales reflejaron muchas informaciones
objetivas sobre la reacción rápida y oportuna del
Gobierno, ejército y pueblo de China, la presencia de sus
dirigentes de alto nivel en la lucha de resistencia al desastre,
encabezando las labores de rescate, y la solidaridad y apoyo de
millones de personas con una voluntad única.
Del 14 de marzo al 12 de mayo las noticias internacionales cambiaron
considerablemente su tono, reconociendo y elogiando los esfuerzos
del Gobierno chino, al que pusieron como ejemplo positivo al compararlo
con el desempeño de las autoridades de otras naciones ante
catástrofes similares.
Extranjeros que se preocupan por los Juegos Olímpicos
de Beijing y el desarrollo de las relaciones con el país
me comentaron que el comportamiento prominente del Gobierno y
el pueblo chinos durante el sismo descompuso el plan de las fuerzas
hostiles del mundo de aprovechar la cita estival de Beijing para
oponerse al gigante asiático.
Hay que analizar completamente la opinión occidental
Debemos tener en cuenta que las informaciones occidentales son
diversas. Por ejemplo, hace poco un periódico de Francia
publicó un artículo de su ex ministro de Economía,
Finanzas e Industria, Francis Mer, quien confirmó los enormes
éxitos de China y criticó categóricamente
a los medios occidentales, considerando que sus informaciones
no auténticas se deben a su actitud nada práctica
ni realista.
Por otra parte, las expresiones antichinas de la prensa occidental
representan sólo a algunas personas, no a todo el mundo.
Hoy en día, con la profundización de la globalización,
las relaciones entre China y el resto de los países son
cada día más estrechas e inseparables, mientras
que ambas partes tienen muchos intereses comunes. Esto determina
que siempre haya personas de Occidente que se oponen a diabolizar
a China, pues esta costumbre no sólo perjudica a la nación
asiática, sino también sus propios intereses.
Al mismo tiempo es menester entender que el aumento de las informaciones
y comentarios internacionales son resultado del despegue de China.
Durante cierto tiempo, la opinión pública no nos
prestó importancia, porque el peso del país se limitó
a la comunidad internacional y su influencia global fue insignificante.
Pero hoy lo que ocurra en China afecta al mundo, y viceversa.
En resumen, el mundo es complicado y debemos mantener un corazón
tranquilo ante la opinión mundial. No estaremos locos de
alegría al oír que nos alaben ni abrumados por las
preocupaciones cuando nos censuren. El despegue de China no podrá
ser impedido. Respecto de los Juegos Olímpicos de Beijing,
creo que siempre y cuando actuemos según los principios
establecidos, cumplamos con nuestros compromisos con el Comité
Olímpico Internacional y procedamos conforme a la ley,
las Olimpiadas de Beijing serán una edición particular
y de alto nivel.
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