Tong Luowan, calle del conocido barrio comercial de Hong Kong.

Por HOU RUILI

LA política demográfica “Una familia, un hijo”, que se aplicó en China desde finales de la década de los 70 del siglo pasado, contribuyó a la reducción de la población del país en por lo menos 300 millones de habitantes. Los unigénitos nacidos después de 1980 han crecido en medio del ambiente de amor de sus padres y abuelos.

El banco japonés BNP indica en su informe de investigación, que nuestra nación está entrando en la actualidad en un período de prosperidad de consumo que se extenderá hasta el año 2016. A medida que llega a la adultez, la generación de los ‘80 se convertirá en la principal fuerza de consumidores, encabezando las modas, productos musicales, Internet y la tecnología digital.

Entre ellos, más de la mitad viene de familias acomodadas, que son los verdaderos consumidores importantes.

Atracción

En las calles comerciales de las ciudades, las tiendas exclusivas de diferentes marcas, conocidas tanto en China como en el resto del mundo, se alinean como los dientes de un peine. Los dependientes, vestidos de manera llamativa, vocean sus mercancías al lado de la puerta. La mayoría de los que entran son jóvenes. Para evitar el estancamiento de los productos, muchas plazas comerciales hacen descuentos durante todo el año.

Wang Li, nacida en 1982, tuvo su primer producto de marca famosa a los ocho años de edad, unos zapatos deportivos Nike, obsequio de su papá, quien salió por primera vez al extranjero cuando era ingeniero de apoyo a la construcción del Centro Internacional de Asambleas de Nepal y regresó con algunos ahorros en divisas. Aparte de los zapatos, su papá también compró un refrigerador Panasonic, un televisor Hitachi y un piano electrónico Casio, productos que sólo podían adquirirse entonces en tiendas especiales que comercializaban sus mercancías en divisas. No pasó mucho tiempo, sin embargo, antes que gran cantidad de artículos importados se colocaran en mostradores de supermercados ordinarios.

Los jóvenes se reúnen en la calle comercial Wangfujing, de Beijing, para hacer acrobacias en minibicicletas.

Hoy en día, el 80 por ciento de conocidas marcas de vestuario de Europa y Estados Unidos se venden en Shanghai o Beijing. Señales de diferentes idiomas se ven por todas partes en plazas comerciales de categoría. Un artículo del Financial Times, de Gran Bretaña, afirma que “los chinos son sensibles a las marcas comerciales”. Como ejemplo cita la experiencia de una compañía inglesa en China, para la que un producto primario, que tenga buena calidad, dé importancia al embalaje y adelante un poco a los productos locales en tecnología, tendrá una buena acogida en el mercado.

Una investigación sobre “el mencionado asunto de la marca” muestra que entre los productos chinos sólo son competitivos la leche, cerveza y los de pocos ámbitos más, mientras que las marcas extranjeras ganan la preferencia de los consumidores. En la mentalidad de los habitantes locales, los sellos extranjeros representan la buena calidad y buen sabor, aunque la mayoría de ellos se produzcan en la propia China, pues creen que se elaboran conforme al estándar de primer nivel. Los jóvenes nacidos después de la década de los 80 son los que más se adhieren a las marcas extranjeras.

SWATCH, marca de relojes de pulsera, seleccionó a Li Yuchun, ídolo de la generación que nació hace alrededor de tres décadas, como Imagen Embajador. Coca Cola escogió una compañía de juegos vía Internet, que gusta mucho también al propio segmento poblacional, como socio para filmar su nueva campaña de publicidad. DHC, cosmético de Japón, también aprovecha las ventas a través de mensajes por teléfono celulares, para entrar en el mercado de los jóvenes.

Lin Jingxin, especialista en Relaciones Públicas y Mercantiles, dice que China ahora tiene cerca de 280 millones de consumidores virtuales que nacieron después de los ‘80, cuyo poder adquisitivo y ambición consumidora aumentan a una rapidez inusual. Por lo tanto, los comerciantes diseñan productos y promueven marcas apuntando hacia ese nicho de mercado, en respuesta a la tendencia actual.

Para los nacidos en la década del 80, el celular simboliza su sabor y moda.

Estos últimos 30 años son un tiempo de oro para el desarrollo de China. El ingreso disponible de los habitantes urbanos ha aumentado de los 343 yuanes, en 1978, hasta los 11.759 yuanes, en 2006. Tomando en consideración el alza de los precios, el porcentaje de aumento se mantiene anualmente alrededor de un 10 por ciento. El de 2007 creció un 13 por ciento en relación con el año precedente.

Al tiempo que suben los ingresos, se ensancha la disparidad entre pobres y ricos. Estadísticas de la Asociación de Estrategia de Marcas Comerciales de China demuestran que el 13 por ciento de la población de las ciudades ha comenzado a vivir la vida con un consumo lujoso, chalets, carros famosos y vestidos de marcas mundialmente conocidas.

Cuando Wang Li todavía estudiaba en la Universidad, compartió su cuarto con la hija del dueño de una empresa privada, que utilizaba cosméticos de categoría y adquiría un celular nuevo cada semestre. Influenciados por ella, otros compañeros incluyendo a Wang, también compitieron por comprar toda clase de trajes y joyas. La psicología de hacer comparaciones llevó a los jóvenes involucrarse en una gran ola de consumo.

Según una compañía de investigación pública, entre todos los grupos de consumidores, los jóvenes empleados de los ‘80 gastan más, unos 1.180 yuanes al mes como promedio.

Rebelde

Los que nacieron a partir de 1980, sobre todo aquellos procedentes de familias acomodadas, casi no tienen nada de que preocuparse, más que de los deberes escolares y la presión de los exámenes. Pasan su tiempo libre comiendo rebanadas de papas fritas, viendo las caricaturas o navegando por Internet. Disfrutan de las alegrías que les traen las nuevas tecnologías y otros materiales. Ellos son hedonistas caprichosos, en comparación con sus padres, quienes crecieron en una época llena de fervor de movimientos políticos y recibieron una educación que les inculcó el deber de liberar a toda la humanidad, por lo que tienen un espíritu de abnegación, sencillez y pragmatismo tan fuerte, que llegan hasta maltratarse un poco a sí mismos.

Para Wang Li, comer con sus amigos en el restaurante y tomar un taxi es un asunto muy ordinario, mientras que sus padres siempre salen en autobús, van al mercado a comprar verduras y carnes y regresan a casa a cocinar. Ellos suelen pasar la noche en casa, viendo televisión, y a las nueve ya tienen muchas ganas de ir a dormir, pero su hija encuentra el mejor tiempo del día a esta hora y pasa la noche entre restaurantes, bares, gimnasios o plazas comerciales.

A diferencia de sus padres, Wang prefiere consumir y reencontrar su fuerza motriz de trabajar y ganar dinero. Para ahorrar lo necesario para los gastos de un viaje a Tailandia, recibió el año pasado un proyecto difícil. Aunque sacrificó muchos días de descanso para terminarlo, se sintió muy satisfecha cuando regresó de sus vacaciones. “¡Vale mucho la pena! ¿Qué sentido tiene mi vida, si sólo ahorro dinero y nunca gasto?”

Las rebajas de precios atraen a muchos compradores.

Ding Jiayong, investigador de alto vuelo del Instituto de Estudios de Marcas Comerciales de China y director de la Facultad de Psicología de la Universidad Pedagógica de Nanjing, sostiene que “en comparación con sus padres, los unigénitos chinos poseen una fuerte convicción de buscar las comodidades de la vida. La generación de sus padres da importancia al consumo ‘materializado’, o sea, comprar bienes tan grandes como la vivienda, pequeños como un refrigerador, un televisor, etc., mientras que los hijos únicos se inclinan hacia el consumo ‘sensual’, o sea, CDs, mp3, juegos nuevos, navegar por Internet, salir de excursión, reunirse con los amigos o ir de viaje al extranjero. Sus conductas y psicología de consumo se diferencian mucho de las de sus padres y rompen con la ideología tradicional, y son más abiertos y adelantados, lo cual afectará en poco tiempo la estructura y el hábito de consumo de la sociedad china”.

El teléfono celular se ha hecho un producto de consumo rápido en la última década. La exigencia de los jóvenes en relación con su móvil también cambia de ser práctico a moderno. El celular del gigante tecnológico Lenovo abandonó en 2006 su imagen comercial de siempre y promovió productos en serie de “Fen Shi Shang” (que significa “Hen Shi Shang”, de última moda, en el lenguaje de los cibernautas jóvenes) de color rosa, destinados a este segmento poblacional. Así, la estrategia de administración y venta de la compañía empezó a prestar atención al concepto moderno y de diversión de los cibernautas y el público escolar.

Según el profesor Ding, “el cambio del concepto de consumo del práctico al moderno significa que el ciclo de vida de los productos es cada vez más corto. Las empresas tienen que mostrar la capacidad necesaria para renovar rápidamente sus productos, alcanzando la celeridad del cambio de sus sabores”.

Maduro

Wang Li se casó a comienzos del presente año. Sus padres y los de su esposo asumieron el pago por adelantado de su vivienda, mientras ellos deben desviar la mitad de sus salarios para amortiguar el préstamo. “Nuestros padres nos pagaron 400.000 yuanes, el ahorro de todas sus vidas y planeamos tener un hijo el próximo año. Al pensar en los gastos de crianza de un bebé y manutención de cuatro viejitos en el futuro, mi marido y yo sentimos mucha presión”, confesó la muchacha.

Matrimonio, vivienda, niño y carro son problemas a todos los que se ven obligados a hacer frente, no importa quien sea.

Entre los jóvenes recién casados está de moda registrar sus gastos. “Así podemos vivir dentro de nuestras posibilidades. Aprendemos de nuestros amigos. Ahora gasto con más racionalidad”.

Los que nacieron después de los ‘80, que gastan a puñados, empiezan a pensar en ahorrar, pero mantienen su fidelidad y entusiasmo hacia las marcas conocidas, por lo que resuelven la contradicción haciendo compras por Internet o de productos con descuentos.

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