Rescate, una carrera contra el tiempo

Paracaidistas de las Fuerzas Especiales Aéreas se lanzaron sobre Maoxian sin las mejores condiciones para el salto.

El distrito de Wenchuan, en el noroeste de la provincia de Sichuan, está rodeado por montañas y ríos. Los deslizamientos de tierra inducidos por el terremoto cortaron este lugar del resto del mundo el 12 de mayo último. Se rompieron todos los enlaces por carretera y las señales de telecomunicaciones no pudieron llegar a la zona. La única esperanza eran los paracaidistas. El Ejército Popular de Liberación (EPL) de China es la fuerza principal en el rescate en casos de desastre, por lo que sus efectivos están preparados para esta labor. Pero lamentablemente, las lluvias torrenciales compelieron a los paracaidistas a aterrizar en Chengdu, la capital provincial, ubicada a unos 100 kilómetros de Wenchuan, epicentro del seísmo.

El premier chino, Wen Jiabao, llegó a Sichuan en la tarde del día de la catástrofe y expresó a las tropas que “salvar vidas es la principal tarea actual de los trabajos de socorro. (…) Cada minuto y segundo serán significativos para las víctimas atrapadas”. Por lo tanto, ordenó a los soldados abrir un paso a Wenchuan antes de la medianoche del 13 de mayo. Sin embargo, el trabajo se retrasó por los continuos deslizamientos de tierra.

Dujiangyan, Sichuan, una mujer embarazada fue rescatada con éxito el 14 de mayo, después de permanecer 50 horas bajo los escombros

Mientras tanto, un grupo de 200 soldados irrumpió en la zona cero del desastre a las 11:15 p.m. (hora local) del 13 de mayo, después de caminar bajo la lluvia durante 21 horas, recorriendo unos 90 kilómetros de terrenos montañosos. Al día siguiente, el 14 de mayo, llegaron más tropas.

Fuertes lluvias siguieron dificultando la misión. Cuando el clima mejoró un poco, el 14 de mayo, 15 paracaidistas aterrizaron con éxito en Maoxian, otro distrito afectado por el sismo, pese a no tener orientación meteorológica ni sistema de mando desde tierra. Durante los seis días siguientes, más de 113.080 miembros del EPL, policía armada y fuerzas paramilitares de todo el país llegaron a la región, para participar en los esfuerzos de rescate.

Rescatadores trasladan en helicóptero a los heridos por fuertes golpes de Yingxiu, distrito de Wenchuan, el 14 de mayo.

Un reportero de Sichuan describió lo que vio en Mianzhu, otra ciudad afectada por el terremoto. “Los equipos de rescate trabajan como locos”. Un grupo de bomberos logró sacar más de diez niños vivos y 30 cadáveres de las ruinas de una escuela, pero poco después se produjeron nuevas réplicas. Como más pequeños estaban gritando desde debajo de los escombros, algunos bomberos trataron de seguir trabajando, pero sus compañeros tuvieron que obligarlos a mantenerse en un lugar seguro. Uno de ellos no pudo dejar de llorar. “Vamos a salvar uno más”. Todos los presentes irrumpieron en lágrimas.

“¡Está vivo! ¡Plaza!”, gritaron los rescatadores con voz ronca, cuando un sobreviviente fue encontrado y llevado a una ambulancia. En algunas ciudades destruidas en gran medida, la mano de obra fue la fuerza principal en el trabajo, y los heridos pasaban uno a uno por las manos de los soldados. Alrededor de 60.000 lesionados fueron trasladados a zonas seguras en tres días.

En la noche del 15 de mayo, las autopistas desde Lixian, al oeste de Wenchuan, fueron restauradas, permitiendo el traslado de la asistencia material hasta el mismo lugar del epicentro. En el momento de escribir estas líneas, se trabajaba intensamente para lograr abrir en breve al tráfico las carreteras al Sur y al Este.

Todo el mundo dispuesto a ayudar

A las 2:28 p.m. del 12 de mayo, Wu Fei, periodista del Diario Jiefang, de Shanghai, estaba almorzando en el comedor del Centro de Osos Panda de Wolong, a donde había llegado a informar sobre dos pandas que serían enviados a Japón como regalo.

Ciudadanos de Beijing haciendo cola el 15 de mayo, para donar sangre. Algunos de ellos esperaron más de cuatro horas

De repente, las botellas de cerveza rodaron fuera de la mesa, y perdió su equilibrio. “¡Terremoto!” Gritó alguien. Wu caminó tambaleándose hasta la puerta, marcando al mismo tiempo un número de teléfono en su móvil con el instinto de un periodista. Pero no logró establecer comunicación.

El reportero se detuvo en una zona al aire libre, donde se reunieron multitud de personas. Empezó a llover y la temperatura bajó a 1 y 2 ºC. esa noche, ya que la región está a 2.000 metros sobre el nivel del mar. Sin embargo, peor aún era el hecho de que continuaban produciéndose réplicas.

“Me decía sin cesar, que lo más importante era cuidar de mí mismo y no convertirme en una carga para los demás”. Wu fue consciente de que necesitaba mantener la calma y el optimismo, cualquier pánico o miedo podría provocar lesiones o incluso la muerte.

Al amanecer del día siguiente, el periodista y otras personas en el lugar se enteraron por radio que toda la nación había sido movilizada para salvar a las víctimas del terremoto. La noticia les despertó la esperanza. Sin embargo, todavía no podía recibir ninguna información de las autoridades locales.

Un equipo de rescate transportó el día 14 los heridos de la Aldea Yingxiu de Wenchuan, provincia de Sichuan, con el empleo de helicópteros. A las 14:26 p.m. del 15 de mayo, Dai Junyong, atrapado durante 72 horas bajo los escombros, fue finalmente rescatado por los soldados de Luoyang.

En las siguientes 48 horas, al enfrentarse a la carencia de comida y agua potable, un graduado de la Universidad Normal de Beijing, fijó el teléfono por satélite que antes se usaba para la preservación contra el fuego. Lo primero que hizo fue realizar una llamada en busca de ayuda. A continuación, miles personas se alinearon para llamar a sus familias. “Se necesita una enorme cantidad de tiempo, aunque si todos sólo dicen una frase en el teléfono... Tuve que custodiar el teléfono durante toda la noche”, afirmó Wu.

Al entrar en Wenchuan, en la mañana de 13 de mayo, los soldados de las fuerzas armadas acudieron de inmediato a socorrer a las víctimas y buscar sobrevivientes. Aviones preparados para partir desde Seúl, el 16 de mayo, llevando material de socorro, incluidas 2.000 mantas y 3.000 cajas de agua mineral, con rumbo a Sichuan.

Al anochecer del 14 de mayo, los soldados de rescate aparecieron y las seis personas gravemente heridas fueron trasladadas a otro sitio en helicóptero. Wu, sin embargo, optó por permanecer ayudando a los demás.

“Todas las personas que conocí en el camino estaban dispuestas a ayudar”. Los heridos de las regiones afectadas no cesaron de repetir esta frase. Los 50 miembros de la brigada de policía armada de Wenchuan se sumaron a las labores de rescate inmediatamente después de sobrevivir a la destrucción. Un propietario de un restaurante preparó voluntariamente sopas gratis a las personas que escaparon de las áreas peligrosas.

Las gotas unidas se convierten en un mar

Soldados ayudan a la gente en el epicentro a trasladarse a áreas seguras en barco.

En las zonas afectadas, los heridos no muy graves se encargan voluntariamente del trabajo administrativo, ayudando a mantener el orden y distribuir las comidas y el agua potable. Al ver a los soldados pasar, la gente deja el camino rápidamente para que ellos pasen primero.

En Chengdu y Dujiangyan, localidades cercanas al epicentro del terremoto, voluntarios provenientes de todas partes del país se incorporan al equipo para ofrecer sus servicios. Un estudiante de la Universidad Central de las Etnias acudió al lugar del desastre cargando una gran caja de tallarines instantáneos.

Frente al autobús de donación de sangre, la fila es tan larga que llega a la esquina de la calle. También la misma escena aparece en otras ciudades chinas como Beijing o Shanghai. Hasta las 11 horas de la noche del día 13, en el punto de donación de sangre de la Universidad Tsinghua, de la capital, unos doscientos estudiantes estaban en espera de donar su sangre y los especialistas continuaron trabajando durante más de diez horas.

A las 17:00 horas del 16 de mayo se rescató exitosamente a un obrero que permaneció sepultado durante 100 horas en el edificio de una empresa de la ciudad de Shifang, Sichuan.

Como en la zona de Sichuan se necesitaba sangre del tipo O y B, después de escuchar la noticia, muchas personas acudieron a los puestos cercanos de su casa. En Beijing hay varios puntos de extracción activados que prestan servicios hasta las 10 de la noche, pero en la mayoría de los casos permanecían abiertos más allá de esa hora. La cantidad de sangre donada cada día sobrepasó las 3.000 unidades (una unidad es 200cc).

Al mismo tiempo, los aportes de las empresas, industria cinematográfica, artistas, deportistas y personas comunes crecían rápidamente en el ámbito nacional, a medida que se iban abriendo los distintos canales para acoger las ayudas y a petición de la Comisión de Supervisión y Administración de la Banca de China, los bancos no cobraron los gastos a las cuentas donantes.

El día 13 de mayo por la mañana, en un puesto de donación de la ciudad de Qingdao, apareció una anciana sordomuda, que escribió en un papel: “Todavía no he recibido el salario de este mes. Ahora sólo tengo 1.300 yuanes”. Sacó la suma de su bolsillo y la entregó al empleado de la Cruz Roja.

Mientras continúan haciéndose donaciones en todas partes del país, más empresas y personas empiezan a pensar en la restauración de las zonas afectadas. Después de enterarse que una escuela en Wenchuan necesitaría 100.000 yuanes para levantar nuevamente sus edificios, un papá de una niña de tres años llegó al puesto de donación de la Cruz Roja con esa suma en efectivo. A la vez, la Compañía de Seguro de Vida planeó crear una Fundación Benéfica para cubrir los gastos correspondientes de los huérfanos del sismo hasta que estos cumplan 18 años.

En el rescate en Wenchuan, todos los residentes locales y los que han acudido de otros lugares del país han comprobado la fuerza de la solidaridad.

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