Después de trabajar
en las ciudades
Por nuestro reportero LI YAHONG
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Un agricultor y su nieta
pasan bajo el logo de "Contruyendo un nuevo agro socialista",
en la entrada de la aldea Xujiawan. |
La aldea Xujiawan era un lugar reservado. A excepción
de un par de ancianos que charlaban frente a sus casas, no se
veía gente joven. Todos los jóvenes se han
ido a trabajar a las ciudades, para hacer dinero, comentó
Wang Lirun, secretario del Comité del Partido Comunista
de China en la localidad.
Situada en Guangshan, provincia de Henan, en la zona central
de China, el pequeño poblado se localiza a 1.000 kilómetros
de Beijing. La mitad de su población, cerca de 1.000 personas,
estaba trabajando en otros lugares, trayendo a su pueblo natal
siete u ocho mil yuanes per cápita cada año.
La vida mejora
Wang Lirun, de 59 años de edad, había estado trabajando
como dirigente de la aldea durante 39 años. Aquí
sufre la escasez de la tierra, con apenas 0,1 hectáreas
por persona, por las que cada aldeano debe pagar un impuesto anual
de 1.000 yuanes. Antes de 1990, nos explicó
Wang, el gobierno nos daba 180 toneladas de cereales como
ayuda alimentaria cada año, pero dado que los aldeanos
comenzaron a trabajar en otros lugares, la vida del pueblo ha
mejorado.
Las autoridades locales alentaron la exportación de mano
de obra. Los agricultores trajeron de vuelta no sólo dinero,
sino también las habilidades y nuevas ideas. Mira
estas nuevas casas, señaló Wang con orgullo.
Los hogares son impresionantes, con altas y blancas fachadas de
ladrillo. Uno de los propietarios es un anciano llamado Fu Taijiang,
un poco encorvado y con las manos arrugadas por el trabajo duro
de toda la vida. El costo de su nueva casa, próximo a los
200.000 yuanes, habría sido impensable para cualquier agricultor
diez años antes, indicó. Viejos hogares aún
están por verse, muchos de ellos están en malas
condiciones y varios han colapsados completamente.
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Niños de preescolar
en el camino. |
El hijo de Fu Taijiang ha trabajado en Beijing como obrero de
la construcción desde 1990. Ahora es un agente de contratación
que recibe alrededor de 100.000 yuanes al año. Los agricultores
chinos que dejaron su lugar de origen para trabajar en las ciudades,
fueron más de 200 millones. Ellos trabajaron duro y enviaron
el dinero que hicieron a casa. Hoy gente como Fu tiene una gran
cama en el dormitorio, un nuevo televisor y un refrigerador en
la sala de estar. Aparte de los muebles y electrodomésticos,
la casa estaba casi vacía.
Sólo dos nietas y yo vivimos aquí,
dijo Fu. Cuando no hay demasiado trabajo agrícola, recoge
leña para cocinar, como lo ha hecho durante años.
Fuma una cajita de cigarrillos de tres yuanes en dos días,
una costumbre suya de hace años. La comida también
es tan simple como antes.
El nombre de Xu Maohai se oía a menudo entre los aldeanos.
A la edad de 18 años, dejó el lugar con sólo
17 yuanes en el bolsillo. En ese momento, China inició
la Reforma y Apertura y en Beijing había muchos edificios
antiguos por demoler. Después de años de duro trabajo,
Xu tiene su propia compañía. A la edad de 35 años
ya había acumulado una riqueza superior al centenar de
millones yuanes. Sin embargo, muchos agricultores no tienen igual
suerte. Ellos trabajan en el cultivo de hortalizas o en obras
de la construcción en Beijing, Guangzhou y Shanghai, con
un salario diario de no más de cincuenta o sesenta yuanes.
Mis hijos trabajan muy duro en las ciudades, expresó
la aldeana Fu Fenglan. Ellos vienen de vuelta a casa sólo
una vez al año, por la Fiesta de la Primavera. A
menudo ella exige a sus nietos que estudien mucho en la escuela,
para no seguir la vida de sus padres. Sin embargo, admitió
que el salario que su hijo está ganando en la ciudad es
cinco veces más que el dinero de la agricultura en casa.
Fu se enfada con su hija, porque ésta cambió su
nombre de Fu Xiaojuan a Fu Xiaolu, cuando trabajaba en un restaurante
en Beijing. Mi antiguo nombre, dijo la joven de 22 años
de edad, sonaba demasiado campesino. Como ella no pasó
el examen para entrar a la escuela secundaria del segundo ciclo,
consiguió un trabajo como camarera en Beijing.
Gran influencia en la economía local
Sólo los ancianos y los niños se quedan en el pueblo
tranquilo. Hace dos años, el joven Xu Xinbing fue elegido
jefe de la aldea, pero trabajó en el cargo por sólo
un año antes de su partida. El jefe de aldea hace
no más de 5.000 yuanes en un año, precisó
Wang Lirun, mucho menos que el trabajo en las ciudades.
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Wang Lirun, jefe de la aldea,
mandó su motocicleta para ir a otra región. |
Como tantos jóvenes trabajan en las ciudades, la tierra
sufre una escasez de mano de obra. La familia de Fu Fenglan acaba
de contratar 0,6 acres de tierra para cultivar, pero cada año,
en la temporada de siembra, tiene que pagar jornaleros. El empleo
en las ciudades no es estable y resulta muy difícil obtener
una pensión de jubilación y seguridad social. Estas
tierras son sus pensiones al regresar a casa.
Los agricultores locales cultivaban arroz y trigo, pero después
de irse a las ciudades, dejaron sus tierras yermas. El distrito
donde se encuentra la aldea fue nombrado Guangshan, un lugar para
la producción de té Maojian. Cuando llega la época
de la cosecha, los aldeanos contratan mujeres de edad avanzada
para recogerlas.
Con su trabajo, los obreros agrícolas han cambiado el
aspecto de su pueblo natal. Guangshan tenía una población
de 800.000 personas y en 2007 alrededor de 220.000 de ellas laboraban
en las ciudades, llevando a casa 1.700 millones de yuanes anuales
e incrementando el ingreso anual per cápita a 3.000 yuanes.
El gobierno local estableció un fondo de desarrollo para
los que trajeron de vuelta el dinero y los que deseen iniciar
una inversión local.
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Fu Qianxu sólo puede
ver a su marido, quien trabaja en Beijing, en cada Año
Nuevo Chino. |
Cerca de 32.000 trabajadores desempleados y los excedentes de
mano de obra han sido atendidos por una inversión de mil
millones de yuanes en los últimos diez años. No
sólo han hecho dinero, los que trabajan en las ciudades
han proporcionado experiencia a los que se quedaron.
El año pasado, Xu Maohai dedicó más de 500.000
yuanes a la construcción de una escuela primaria, un estanque
y la oficina para el partido de la aldea. El dinero que
trajeron de vuelta, afirmó, es la principal
fuente para el desarrollo local. Muchos de ellos han trabajado
en grandes hoteles o fábricas modernas, y algunos han ahorrado
suficiente dinero para establecer su propia pequeña empresa.
Falta de marido
Tener un marido que trabaja en la ciudad significó la
separación para Fu Qianxiu, una campesina de la aldea Yanhe,
que trabaja todos los días en la tierra de su familia.
Su marido, Yan Naishun, de 52 años, ha trabajado en Beijing
por diez años. Veo la televisión para escuchar
las noticias y saber cómo está el clima en Beijing,
me pongo muy ansiosa por saber cualquier cosa que pasa allí.
Su pueblo está a 1.000 kilómetros de la capital,
por lo que su marido y ella sólo se reúnen una vez
al año, durante la Fiesta de la Primavera. Por el día
se ocupa de los trabajos en el campo y los quehaceres domésticos,
que la hacen olvidar temporalmente su soledad. Es muy difícil
pasar la noche sola. El televisor en colores, de 21 pulgadas,
parecía su único pasatiempo. Su marido le dio un
teléfono móvil y ahora, apuntó, nos
llamamos cada semana.
Reconoció que los últimos años fueron difíciles.
Tenemos que apoyar el estudio de nuestro hijo en la universidad.
Desde que se iniciaron los exámenes para seleccionar los
funcionarios, durante las dinastías Sui y Tang (581-907),
en opinión de numerosos campesinos, estudiar es el único
medio para cambiar su destino, en lugar de cultivar la tierra.
Para los agricultores contemporáneos, el momento en que
sus hijos entran en la universidad, significa la entrada verdadera
a la ciudad.
A menudo en las aldeas chinas, mucha gente ha compartido durante
siglos el mismo apellido, pero ello no quiere decir que necesariamente
sean familia. Fu Huixiang, una niña de sexto grado de la
escuela primaria, vive con su abuela y pega en la pared de su
casa todos los diplomas de honor conseguidos desde que entró
en la escuela. Al lado indica, Tengo que dedicar todo al
estudio. Ella espera que sus padres lo sepan, pero ellos
regresan sólo una vez al año, durante la Fiesta
de la Primavera.
La Federación Nacional de Mujeres de China publicó
un informe sobre la situación de los niños en el
campo, cuyos padres habían salido a trabajar en otro lugar,
en el que se precisa que suman 58 millones los pequeños
que viven en estas condiciones, pagando un precio elevado por
el explosivo desarrollo económico de China. Gracias
que la educación en el campo es gratuita para nuestros
niños. En las ciudades, sería demasiado cara,
dijo Wang Lirun.
Para Fu Qianxiu, los diez años de separación de
su esposo valdrán la pena, si su hijo se convierte en un
ciudadano. Aunque los niños piensan mucho en sus padres,
tan pronto como termina el Año Nuevo Chino, los progenitores
se apresuran a retornar a las ciudades en busca de trabajo. En
cualquier caso, sus familias necesitan el dinero.
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