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Gran cantidad
de campesinos abandonaron su tierra y fueron a las ciudades
a buscar oportunidades de empleo. |
Ir a las ciudades
Por LU RUCAI
Vida flotante
Lao Ni y su esposa no tienen lugar estable donde vivir en Beijing.
Los dos trabajan en un pequeño grupo dedicado a la remodelación
de viviendas, integrado por varios paisanos, a los que los beijineses
suelen llamar Destacamentos guerrilleros. Estas brigadas,
quizá sólo en mejores condiciones que los trabajadores
ambulantes que esperan trabajos en las calles, dan servicios directos
a las familias y parecen muy lejos de contar con seguro de trabajo
y otras garantías laborales, pero su ventaja consiste en
que no corren el riesgo de no recibir dinero al terminar la remodelación.
Por lo general, las compañías pueden demorar
el pago, pero las familias nunca hacen esto, señaló
Ni. Por este motivo, pese a lo duro que es el trabajo diario,
frecuentemente más de 10 horas, considera que es más
libre y tiene más garantías estar en estos grupos
pequeños que en las grandes compañías, que
no pagan a tiempo o malversan una porción.
Para estos antiguos campesinos la dureza del trabajo y prolongación
de la jornada resultan inevitables. Las ocho horas, dicen, están
sólo al alcance de algunos de ellos. Según
mi experiencia, los que trabajan en las fábricas ganan
buena parte de su salario en horas extras. La parte esencial de
mi sueldo, es decir el correspondiente a ocho horas, se limita
a 500 yuanes, pero por lo general soy capaz de ganar otros 300
yuanes por cinco o seis horas adicionales, recordó
Jin Zhihong, que estuvo contratado en una fábrica de pilas
de Tianjin. En aquel entonces, precisó, sólo podía
descansar dos días al mes. Sin embargo, para los trabajadores
de la construcción el descanso supone algo más lujoso,
pues para completar la obra a tiempo en el verano con frecuencia
tienen que trabajar hasta bien entrada la noche.
No se nos permite alojarnos ni cocinar en las casas donde
hacemos la remodelación. A veces el jefe del grupo
renta una casa barata cercana, en la que se albergan todos sus
miembros. De vez en cuando, Lao Ni y su compañero preparan
comidas sencillas a escondidas en el lugar donde trabajan con
una cocina eléctrica. Aunque el paquete de comida más
barato se vende por sólo 5 yuanes, la pareja rara vez come.
Los jóvenes solteros y obreros de ingreso altos suelen
comprar esa oferta, explicó y agregó que aunque
el ingreso diario de ella y su esposo sobrepasó ya los
100 yuanes, ella insiste en cocinar para ahorrar todo el dinero
posible y enviarlo a sus hijos, que viven y estudian en su pueblo
natal en el campo. Cuando más, una vez al año el
matrimonio puede regresar a casa y reunirse con sus hijos. Así
han vivido los últimos seis años.
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Dibujo Mi Pueblo,
creado por Mou Runan. |
A principios de 2008, en una exposición dedicada a las
pinturas de los niños que vienen junto a sus padres del
campo a la ciudad, se presentaron más de 10 mil pequeños
provenientes de 20 escuelas primarias especializadas en acoger
a estos niños ambulantes. En las obras que
finalmente figuraron en la muestra, una vida llena de mudanzas
e inestabilidad constituyó el tema principal. En una pintura
titulada Mi pueblo, el pequeño refleja su aldea natal,
la que lleva cinco años sin visitar: los niños jugaban
alegremente delante de las casas rodeadas por el bosque y el césped.
En otro dibujo aparece un recinto escolar, cuyo muro ya fue tachado
con la palabra Desmantelar y al lado se ve la cara con lágrimas
del joven pintor. Otra vez nuestra escuela será demolida,
¿a dónde podremos ir a estudiar?.
Esta exhibición, titulada Corazón Flotante, tuvo
el propósito de demostrar que aunque los trabajadores de
origen campesino logren mudarse con toda su familia a la ciudad,
tienen que enfrentar con frecuencia los retos que supone el cambio
de ambiente de vida. Además de la manufactura, los sectores
de la construcción y los servicios son los que absorben
la mayor parte de los trabajadores inmigrantes y se caracterizan
igualmente por su alto grado de circulación de personal.
Cuando una obra de la construcción termina, es el momento
de marchar hacia el siguiente sitio de trabajo. Por eso mudarse
de casa resulta muy común y corriente para las familias
de estos trabajadores. Pese a tales apuros, en comparación
con los que se vieron obligados a dejar los hijos en su pueblo,
es muy envidiable poder vivir con toda la familia reunida, aunque
sea en una casa barata de apenas 10 m2 en las zonas marginales
de las ciudades. También los niños de esas familias
se sienten felices, porque aquí pueden ver los altos
edificios y aprender computación, pese a que la mayor
parte de ellos estudia en las escuelas que no son reconocidas
por los departamentos gubernamentales de enseñanza.
Según los expertos, esta circulación de personas
no va a cambiar a corto plazo, sino que será un fenómeno
normal en las décadas que se avecinan.
Hu Angang, director del Centro de Investigación de las
Condiciones Nacionales de la Universidad Tsinghua, calcula que
la población urbana de China, que actualmente es menor
a los 600 millones de habitantes, llegará en 2030 a los
900 o mil millones de personas.
Difícil adaptación
Aunque han pasado unos meses ya desde el descanso de la Fiesta
de la Primavera, Año Nuevo lunar de China, en autobuses
de la ruta 6, que cubre el trayecto desde la Estación Ferroviaria
del Oeste de Beijing al noreste de la capital, se ven muchos campesinos
recién llegados, con sus grandes bolsas. Por favor
pongan bien sus cosas, señala el vendedor de boletos
mientras saluda cordialmente a los pasajeros y les ayuda a mover
sus equipajes a la parte trasera del autobús. Los
conductores de esta línea tratan amigablemente a los trabajadores
del campo y nos hacen sentir muy cómodos, aseguró
Xiao Chen, una joven que hace poco vino de la provincia de Jiangxi
y actualmente trabaja en un restaurante de un paisano suyo. Excepto
sus manos, un poco ásperas, los rizos y las botas de altos
tacones de la muchacha revelan su esfuerzo por alcanzar la moda
de la ciudad. Según ella, hace unos años, al tomar
cualquier ómnibus ella todavía era discriminada
por los conductores, debido a su notable acento provinciano, por
eso el cambio de actitud que se aprecia en estos años la
hace sentir muy contenta.
La migración de gran cantidad de campesinos a la
ciudad, al principio, seguramente provocó las quejas de
los residentes urbanos, por el ambiente de vida deteriorado, pero
poco a poco se dieron cuenta que estos trabajadores forman una
parte imprescindible de la vida en la ciudad, recordó
Sun Heng, encargado de la organización Casa de los Trabajadores
Emigrados del Campo. Cada Fiesta de la Primavera, cuando
la mayor parte de ellos regresan a su pueblo natal, la gente se
ve en dificultades para encontrar sirvientas, sube la tarifa de
las trabajadoras por hora e incluso, no hay fuerza suficiente
para recolectar la basura.
Por eso, cuando notaron esta relación estrecha entre la
vida urbana y los trabajadores del campo, desde el Gobierno hasta
los ciudadanos empezaron a tratar este grupo de otra forma y a
reaccionar diferente. Las autoridades comprendieron la necesidad
de crear facilidades para ellos, por la aplicación de normas
y reglamentos a favor de hacerles sentir una aceptación
y tolerancia.
Aun así, los trabajadores del campo y los residentes urbanos
siguen viviendo en dos mundos distintos. La mayor parte de los
trabajadores provenientes de las áreas rurales expresan
que aunque se ganan la vida en las ciudades no experimentan el
sentido de pertenencia. Una encuesta realizada por la Universidad
Fudan, entre 30 mil de estos empleados reveló que menos
de un 8% de ellos están contentos con su situación.
Ser discriminados, excesivas horas de trabajo
y bajos salarios constituyen tres de las cuestiones
por las que presentan mayores reclamos. El 68% de los encuestados
expresó que no son aceptados por los residentes de las
ciudades. Incluso este tratamiento de Trabajadores
emigrados del campo también fue inventado por la
gente urbana, pues ellos mismos no se denominan así,
concluyó Sun Heng.
Según Wang Meiyan, la enorme distancia entre los trabajadores
rurales y los habitantes urbanos proviene, además de su
posición diferente, del tipo de registro civil y sectores
de carrera. Algunos trabajadores campesinos han llegado a ser
contratistas de obras o poseen negocios propios, con ingresos
mucho más altos que los naturales de la ciudad, y también
han comprado viviendas estables en las grandes urbes, pero no
se consideraron residentes urbanos, debido a su registro civil
rural, por lo que no tienen acceso a los beneficios de los que
puede gozar la gente de la ciudad.
Además los sectores en los que encuentran empleo principalmente
los trabajadores del campo son los más bajos de la sociedad,
como obreros constructores, limpiadores, sirvientes o guardias
de seguridad, profesiones que casi ninguna persona de la ciudad
va a seleccionar. Por estos motivos, estos trabajadores y los
residentes urbanos viven y trabajan en círculos totalmente
diferentes.
Actualmente permitir a los inmigrantes de las zonas rurales gozar
de la igualdad en los sueldos y beneficios sociales de quienes
viven en las ciudades parece todavía lejano. En realidad
Lao Ni no cuenta con muchas oportunidades de tener contactos con
la población urbana, excepto los tratos con los propietarios
de las casas donde realizan las remodelaciones. Para relajarse
ella charla con sus compañeros de trabajo sobre sus niños
en los horarios de comida y su único recreo es escuchar
la radio mientras trabaja, a través de una vieja receptora
que siempre lleva consigo.
Experimentar el punto de viraje
Después de cada Fiesta de la Primavera y temporada de
intensas faenas agrícolas, aparece en las estaciones ferroviarias
y de autobuses de larga distancia una oleada de personas que regresan
del campo a la ciudad. Diariamente pueden llegar millones de ellos,
entre los que no faltan los jóvenes que hacen su viaje
por primera vez.
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Empleos de excesiva intensidad
y tiempo es un problema que todos los trabadores del campo
tienen que enfrentar. |
Sin embargo, cada día hay más propietarios de fábricas
que se preocupan por la escasez de mano de obra. Según
una encuesta reciente el incremento del salario y
falta de trabajadores se ha convertido en un dolor
de cabeza para muchas empresas. Los datos del Departamento de
Trabajo y Seguridad Social de la Provincia de Guangdong, correspondientes
a febrero de 2008, revelan que existe una brecha de 16.400, 1.700
y 800 personas en los obreros comunes (para los puestos que no
requieren muchas habilidades profesionales), obreros técnicos
y tecnológicos y administradores, respectivamente. En las
fábricas de textiles y zapatos un pago de 960 yuanes por
mes no representa ningún atractivo para reclutar a los
trabajadores provenientes de las zonas agrícolas.
Conforme a Li Yijie, miembro del Centro de Trabajadores Emigrados
del Campo de la ciudad de Xiamen, ahora a la entrada de casi todas
las fábricas de la ciudad se pegan anuncios para reclutar
obreros sin ningún requisito. Incluso los jóvenes
recién llegados también pueden localizar empleo
con facilidad. En esta localidad costera, con un desarrollo importante
de la industria manufacturera de componentes electrónicos,
la población flotante sobrepasó el millón
de personas, equivalente a la mitad de todos los habitantes.
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Muchos trabajadores llaman
a su familia desde las cabinas cercanas a la obra, depués
de terminar el trabajo diario. |
La escasez de trabajadores de origen campesino es
uno de los temas que más se menciona al hablar sobre la
migración hacia las ciudades. Los expertos señalan
que este fenómeno data de 2004, cuando la región
del delta del río de la Perla comenzó a carecer
de los obreros técnicos en las fábricas de manufactura.
En aquel entonces el problema fue considerado coyuntural y estructural,
pero la realidad pronto acabó con el optimismo, porque
la escasez de la mano de obra muy pronto se extendió de
Guandong a otras provincias del litoral, el centro y oeste del
país, que en años anteriores desempeñaban
el papel de exportadoras de trabajadores.
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Alumnos de una escuela para
los hijos de los emigrantes en Nanjing. |
Después de analizar la situación actual, algunos
expertos consideraron que está por producirse un viraje
en la disponibilidad de trabajadores de China. Conforme a Wang
Meiyan, un incremento notable de los salarios de los obreros provenientes
del campo en los últimos dos años corrobora este
cambio en el suministro y la demanda de mano de obra. En Xiamen,
el sueldo mínimo se elevó de 1.200 a 1.500 yuanes.
El ingreso más alto que se recibe por trabajar en
las ciudades es la principal motivación para que los campesinos
se trasladen hacia éstas. Pero con la eliminación
de los impuestos agrícolas y otras políticas aplicadas
por el Gobierno, para posibilitar un incremento en las ganancias
de los campesinos ese interés está disminuyendo.
Además, la nueva generación de trabajadores
de origen rural recibió una educación mucho mejor
que sus padres y naturalmente abrigan una expectativa más
alta por sus carreras y salarios.
Estos constituyen factores básicos que conllevan al déficit
de mano de obra. Además otra causa importante, tomando
en consideración la estructura de la mano de obra de China,
es que en las zonas agrícolas ya no existe un recurso humano
excesivo para brindar a la ciudad un suministro inagotable
de trabajadores del campo, que está pasando al déficit
relativo.
La investigadora Wang indicó que hace pocos años
el Gobierno todavía carecía de un conocimiento pleno
de la situación de la mano de obra, creyendo que China
es muy abundante aún en recursos humanos. Adaptarse
a este cambio será un examen para las autoridades y seguramente
obligará a las empresas y el Gobierno a proteger los intereses
de los trabajadores, así como a mejorar sus posiciones
y beneficios.
Sun Heng tiene planeado construir el Museo de los Trabajadores
Emigrados del Campo, en el que exhibirá objetos como
el carné de permanencia provisional y otros papeles necesarios
que se les exigió a las personas provenientes del campo
para trabajar en la ciudad, así como el pagaré que
recibían cuando terminaban su trabajo, pero no se les pagaba
a tiempo. De estos materiales se pueden notar muchas transformaciones.
Antes se cobraban centenares de yuanes por el trámite
del carné de permanencia provisional, que ahora sólo
cuesta cinco yuanes. Lo más importante es que actualmente
sin este papel no son enviados forzosamente a su pueblo natal,
medida que se aplicó hasta 2003, recordó Sun.
En realidad un cambio de actitud del Gobierno fue captado por
toda la sociedad. La demora y deuda del pago de los salarios de
los trabajadores casi desaparecieron. Al comparar dos encuestas
realizadas en 2001 y 2005 vemos que el resultado es emocionante
y optimista. Sobre las pocas empresas que todavía no pagan
a tiempo a los trabajadores ni les compran seguros contra riesgos
laborales, Wang Meiyan opinó que se debe al alto
costo de la supervisión y administración del Estado,
porque en China existen más de 30 millones de pequeñas
y medianas empresas.
Ocurrieron también otros cambios llamativos. A escala
nacional se difunde la capacitación gratuita dedicada a
la formación de los trabajadores de origen rural, patrocinada
por los gobiernos de diferentes niveles. Sólo en la provincia
de Sichuan, cada año se capacitan de dos a tres millones
de obreros provenientes del campo. Las actividades de ayuda a
los campesinos para encontrar trabajo en las ciudades se convirtieron
en no lucrativas y entre los diputados provinciales y estatales
a la Asamblea Popular Nacional también aparecieron los
representantes de los trabajadores de origen campesino, lo que
significa que este grupo social ya logró una posición
en la política del país.
Según Wang, la Ley de Contratación Laboral quizá
marcó una doble obligatoriedad, tanto para los empresarios
como para los trabajadores. Los primeros no tienen que preocuparse
por la corta permanencia de los trabajadores en su puesto laboral,
y los segundos por no recibir sus pagos y otros beneficios.
Pero esto todavía es una situación ideal. La real
dependerá de la aplicación de la ley.
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