De campesinos a héroes
-- Solidaridad
con Chenzhou tras fuertes nevadas
Por LEONARDO
ANOCETO RODRÍGUEZ
Pendientes como cada enero de los preparativos para uno de los
aconte-cimientos más esperados del país, la Fiesta
de la Primavera o llegada del nuevo año lunar, los chinos
se vieron estremecidos a principios de 2008 por un intenso temporal
de nieve en provincias del centro y sur del país, que puso
en vilo a toda la nación.
Inéditas en medio siglo, las nevadas paralizaron a más
de 160 condados y ciudades, se cobraron la vida de 129 personas,
destruyeron 486.000 viviendas y dañaron otras 1,68 millones,
arruinaron 1,67 millones de hectáreas de cultivos y provocaron
pérdidas directas a la economía por valor de 20.800
millones de dólares, según cifras oficiales.
Millones de personas que se disponían a viajar quedaron
atrapadas en ciudades incomunicadas con el resto del país
por las interrupciones ocasionadas por la nieve a la red de carreteras
y vías férreas, sin electricidad, calefacción
y agua y con escasas reservas de alimentos, volviendo más
desolador y desesperante un panorama que había hecho desaparecer
de plano las ilusiones de muchos de acudir a reunirse con sus
familiares para celebrar la llegada del Año de la Rata.
En un humilde distrito de las afueras de la ciudad de Tangshan,
en la provincia de Hebei, a más de 600 kilómetros
de Chenzhou (Hunan), uno de los luga-res más afectados
por la tragedia que enlutó a no pocas familias y ensombreció
la fiesta, Song Zhiyong observaba a través de la televisión
las impactantes imágenes y recordaba el devastador te-rremoto
de 7,6 grados de magnitud en la escala Richter, ocurrido el 28
de julio de 1976 en su pueblo, que en apenas 23 segundos arrasó
con las instalaciones de las minas de carbón, puertos,
fábricas, edificios, hospitales, escuelas y viviendas y
dejó un saldo de 240.000 muertos.
La solidaridad que mostró entonces el resto del país
marcó para siempre a los pobladores de Tangshan, en especial
a Song, quien tenía apenas 3 años cuando se produjo
el sismo y pudo recuperarse de una pulmonía severa, gracias
a la atención que recibió de los médicos
de Shanghai que acudieron a la zona. La deuda de gratitud de los
tangshaneses los ha convertido desde aquel fatídico suceso
en un pueblo dispuesto a ayudar siempre a quienes afronten dificultades.
Deuda de gratitud
Unos 250.000 soldados del Ejército Popular de China fueron
movilizados por el Estado hacia las zonas afectadas por las nevadas,
además de miles de trabajadores y equipos del sector eléctrico,
de los más lacerados. También se liberaron ayudas
de miles de millones de yuanes y la población del país,
sensibilizada con la tragedia, aportó otros 1.600 millones
de yuanes (unos 228,5 millones de dólares).
 |
Los 13 tuvieron que realizar
trabajos muy duros y riesgosos en medio de condiciones muy
adversas. |
Sin embargo, Song Zhiyong y varios amigos campesinos de su pueblo,
que el 1 de febrero (26 de diciembre del calendario lunar) habían
formado un grupo de ayuda, sentían la obligación
de hacer algo más. Intentábamos rentar un vehículo
para llegar hasta allá (Chenzhou), a un precio de unos
650 yuanes por día, pero no encontrábamos nada.
Finalmente el 29 de diciembre (4 de febrero) conseguimos el transporte,
relató.
Horas antes de la partida hacia Hunan quedó definido el
grupo de 12 personas que lo acompañaría. Entre ellos
había dos jóvenes, uno de 19 años y otro
de 21, que días antes acababa de licenciarse del ejército,
y un anciano de 62 años; a varios de ellos los unían
vínculos familiares, pues eran hermanos, padres e hijos.
Song había hecho donaciones de dinero en otras ocasiones
a algunas regiones del país que habían padecido
determinados desastres, pero nunca se había decidido a
acudir a prestar ayuda personalmente y mucho menos tenía
experiencia en la organización de un grupo de trabajo de
este tipo.
Esta vez, confesó, teníamos dos motivos para hacerlo.
Primero, que somos gente de Tangshan, que una vez recibimos
apoyo material y espiritual de todas partes de China; y segundo,
que 2008 es un año olímpico, una oportunidad muy
rara y valiosa para nuestra nación. Antes de la celebración
de este acontecimiento enfrentamos un desastre tan grave y como
campesino tuve la necesidad de reunirnos con otros trabajadores
del país, para vencer esta dificultad y hacer que nuestros
amigos se sientan más confiados de que somos capaces de
cumplir nuestro papel para los Juegos. Si nos unimos, ninguna
dificultad ni desastre podrá vencer a China.
 |
La nieve acumulada en la
montaña tenía una altura acumulada de 30 a 40
cm. |
La noche antes del viaje, la emoción no dejaba
a Song conciliar el sueño. Antes de salir no sabíamos
qué íbamos a encontrar al llegar a la zona afectada
y quién podría organizarnos o indicarnos algún
trabajo. Al marcharnos tomamos algunas herramientas o instrumentos
que pensamos nos iban a ser útiles, porque restaurar la
red eléctrica sería un trabajo un poco peligroso.
Si nadie nos encomendaba un trabajo definido, nos íbamos
a quedar para hacer algo, lo que hiciera falta.
La nobleza de la postura de los 13 y su convicción de
ayudar a los necesitados terminó por convencer a las esposas
y demás familiares que se resistían a la idea de
no tenerlos a su lado durante la Fiesta de la Primavera. Mi
esposa es enfermera de un hospital de Tangshan y es una gente
muy considerada. Al escuchar mi idea se sorprendió un poco,
pero no tardó apoyarme, porque sabía que no se trataba
de algo personal, sino de un gesto de ayuda a los demás,
explicó.
Chenzhou
El grupo partió la víspera de la celebración
con lo imprescindible y 30.000 yuanes que Song había tomado
de sus ahorros personales (el 80 por ciento). Viajamos 20
ó 25 horas con un descanso de sólo una hora. Como
tenía experiencia como chofer, me pellizcaba y abría
la ventanilla, para que entrara aire frío y no quedarme
dormido.
A 100 kilómetros de Chenzhou la marcha se hizo más
lenta. Ya no nevaba, pero la intensa niebla y la llovizna impedían
ver más allá de unos 10 metros. A medida que avanzaban
veían muchos vehículos accidentados y árboles
y postes del tendido eléctrico derribados. Era un pequeño
adelanto de la realidad mucho más dura que encontrarían
en los días siguientes.
Acostumbrados a labrar la tierra, sembrar hortalizas, verduras
y algunas frutas, los 13 carecían de conocimientos sobre
electricidad, como para resolver más que los elementales
problemas domésticos, de ahí que su trabajo en la
zona afectada tuviera que concentrarse en tareas de fuerza, como
ayudar a los soldados a subir a pie hacia la montaña los
rollos de cable y los postes, cada uno de aproximadamente una
tonelada de peso, para que los obreros del sector eléctrico
restauraran el servicio, además de bajar los desechos que
encontraban en su camino.
En declaraciones a China hoy, algunos de ellos relataron que
lo más difícil fue que todo tuvieron que hacerlo
justamente en la montaña, donde la nieve acumulada tenía
una altura de 30 a 40 cm., cuya capa inferior se derretía
y cuando sacaban los pies, las botas estaban llenas de barro.
Era muy difícil trabajar así, apuntó
Wang Baoguo, otro campesino, de 47 años de edad, que integró
el grupo y que aprecia mucho el espíritu de unión
que mostraron sus compañeros y los miembros del ejército
y electricistas con los que trabajaron.
Algo muy adverso fue la humedad y que carecíamos
de calefacción. Los primeros días no podíamos
acostarnos y teníamos que dormir sentados por las bajas
temperaturas, luego de trabajar hasta 10 horas diarias, que en
una ocasión se extendieron a 16. Cada uno perdió
unos 10 kilos de peso en esas semanas, detalló Wang.
Los primeros días se nos hincha-ron los hombros,
por todo lo que tuvimos que cargar. Nos sentíamos muy cansados.
Teníamos que trabajar con todas las fuerzas y mante-nernos
en pie, porque si uno de nosotros caía, mientras transportábamos
las cosas hacia la montaña, podíamos poner en peligro
la vida de los demás compañeros. La seguridad de
todos siempre nos preocupó mucho. No obstante, uno de nosotros
sufrió una torcedura de un tobillo, a otro un bambú
le penetró el pie y otro tuvo una fiebre de más
de 39 grados, añadió Song.
El esfuerzo del grupo estuvo a punto de troncharse el 7 de febrero,
primer día del calendario lunar, cuando comenzaba a escasear
el dinero aportado por su líder para cubrir la renta del
auto, alquiler del local donde se alojaban, comida, combustible
y otras necesidades, pero la compañía de electricidad
nos brindó alojamiento y comida gratuitos.
Héroes inconscientes
Ajenos a la repercusión de su solidaridad, los 13 siguie-ron
trabajando y al regreso a casa, 19 días después
de la partida, conocieron que se habían convertido en héroes
sin proponérselo. Como no tenían acceso a periódicos
o revistas ni podían escuchar la radio o ver la televisión
por no tener electricidad, ignoraban que su proeza había
trascendido a todo el país y en su distrito los recibió
una multitud con carteles, tambores y petardos.
Todos intentan restar con modestia cualquier viso de hazaña
a su decisión de ir a Chenzhou y confiesan que no buscaban
ningún reconocimiento, sino que se dejaron llevar por el
llamado de su conciencia, honrando simplemente el sentimiento
de solidaridad que ca-racteriza a los habitantes de Tangshan
y el resto de China, la bondad tradicional del pueblo chino de
ayudar sin interés a aquellos que lo necesitan. Sencilla-mente,
subrayaron, hemos hecho lo que era nuestro deber, porque
vivimos en esta sociedad y debemos contribuir y responder cuando
ella nos necesita, porque dar ayuda a los necesitados es una buena
tradición que debemos heredar y desarrollar.
Los más viejos subrayaron que se sentían en
deuda con el país por la ayuda que recibieron cuando
el terremoto de 1976. En aquel entonces recibimos apoyo
de otras provincias y ahora queríamos hacer algo por nuestros
compa-triotas, ser recíprocos.
A sus 62 años, Wang Jiaxiang, el más veterano del
grupo, rememoró que cuando el desastre de Tangshan, pudo
levantar su casa con la ayuda del Gobierno y de otras regiones
de China. Desde entonces quería contribuir de alguna manera
con nuestra sociedad. Esta vez cumplí mi sueño.
Lo que me emocionó más, agregó Song, fue
el reconocimiento que nos brindó el pueblo de Chenzhou,
que nos concedió el título de Ciudadanos Honorarios
y, al enterarse de que éramos campesinos, recaudaron 36
mil yuanes para entregárnoslos, así como electrodomésticos
y artículos para el hogar.
En otra muestra de desinterés material y altruismo, pese
a que muchos de ellos viven con tres mil o cuatro mil yuanes al
año en modestas viviendas que carecen del más mínimo
lujo, los 13 renunciaron a los donativos que les hicieron y decidieron
cederlos a la Cruz Roja de la ciudad y a una institución
benéfica, porque no acudimos allí para ganar
dinero, sino para brindar ayuda (
), lo que hicimos no fue
nada comparado con el esfuerzo de los soldados y electricistas,
enfatizó Song y añadió que además
de la riqueza espiritual que le aportó este viaje, adquirió
experiencias que le permitirán enfrentar cual-quier
dificultad en el futuro.
Nuevas entregas
La página escrita por los campesinos de Tangshan es apenas
el capítulo inicial de una historia que promete nuevas
entregas a favor de la sociedad. Lo que para ellos resulta natural
e intrascendente, pues consideran que muchas personas harían
lo mismo en el momento que fuera necesario, no ha pasado por alto
para el pueblo y gobierno de Tangshan, celebridades, personas
ricas e instituciones de todo el país, entre ellas la Cruz
Roja.
No cesan de llamarnos, para agradecernos y ofrecernos su apoyo
moral y económico, después de haber decidido seguir
trabajando juntos y sumar a otros habitantes en un proyecto para
concienciar a la gente de la necesidad de cuidar el medio ambiente,
reveló Song.
Los 13 dicen estar conmovidos por los reconocimientos que
continúan recibiendo y que humildemente confiesan
no merecemos. Además de concedérsele
también a cada uno el título de Ciudadano de Honor
de Tangshan, la Cruz Roja China los nombró Excelentes Voluntarios
de Honor, según explicó Zhang Shuai, del Departamento
de Apoyo de esa institución, porque estuvimos en
el lugar donde prestaron ayuda y estamos claros de que hicieron
el trabajo más duro, sin la experiencia ni los medios requeridos
y en condiciones muy difíciles, lo que nos conmovió
mucho.
El gobierno municipal, comentó Shong, nos otorgó
el título de Grupo de Ayuda de Tangshan, al que puso mi
nombre. Vamos a continuar desarrollando este espíritu
y haciendo contribuciones para que más gente se anime a
hacer lo mismo y construir una sociedad llena de amor y ayuda
mutua.
1. Los 13 tuvieron que realizar trabajos muy duros y duros y
riesgosos en medio de condiciones muy adversas.
2. La nieve acumulada en la montaña tenía una altura
acumulada de 30 a 40 cm.
|