Tres décadas de planificación familiar

Por LU RUCAI

Niños jugando con sus padres.

A partir de los años 70 del siglo pasado, China comenzó a aplicar la política de Planificación Familiar, conocida también como “Una familia, un hijo”, que en más de tres décadas redujo la natalidad en 400 millones de personas, lo que significó evitar el consumo de 1.710 kilos de cereales más y 186.750 millones de m3 de agua, además de no verse precisado a destinar otros 570 millones de hectáreas de tierra al cultivo, aliviando en más de un 20 por ciento el empeoramiento del ambiente ecológico y la superpoblación.

Contrario a unos años atrás, cada vez un mayor número de organizaciones internacionales comienzan a reconocer que la política familiar de China ha mitigado con eficacia la presión sobre los recursos y el medioambiente y ha beneficiado tanto a país como al resto del mundo.

¿Por qué una política de planificación familiar?

Cao Min regresó recientemente del tour a Beijing con sus padres. Debido a la gran cantidad de turistas procedentes de otras provincias de China y el extranjero, subieron a Badaling, lo más alto de la Gran Muralla en la capital, casi poniéndose en fila. “Cada vez que salíamos de excursión, notábamos el exceso de población que tenemos en nuestro país. Por escapar de la muchedumbre apiñada, ya he pasado muchas vacaciones en mi casa”.

Examen corporal para las embarazadas.

“No puedo imaginar cómo sería China si no hubiese aplicado la política de planificación familiar”, comentó la joven en un artículo anónimo sobre el tema en la página www.sina.com. Aunque los unigénitos se sienten muy solos en la familia y se caracterizan por tener una personalidad egoísta, un número considerable de personas concluye que la planificación familiar es una política imprescindible para el desarrollo del gigante asiático.

Según los datos históricos, China nunca había superado los 100 millones de habitantes antes de la dinastía Qing (1644-1911). En la época de mayor auge demográfico hubo unos 60 ó 70 millones de personas. Gracias al progreso de la tecnología agrícola y la sociedad comparada estable, la población experimentó un auge y creció hasta los 400 millones de individuos a mediados en esta dinastía, ocho veces más que en sus primeros años.

Cuando se fundó la República Popular China, en 1949, el país tenía unos 540 millones de habitantes. Pero el constante mejoramiento de las condiciones higiénicas, posibilitó que la mortalidad disminuyera mucho. Mientras tanto, la construcción de la nueva sociedad necesitaba más mano de obra, lo que llevó a la primera explosión demográfica bajo la ideología tradicional de “más gente, más fuerza”. La población aumentó de 700 a 800 millones de personas sólo en el período 1964-1969.

Frente a la gigantesca presión demográfica, el Gobierno Central llevó a la práctica el control de la natalidad a partir de los años 70, a la vez que estimuló el matrimonio y la procreación tardíos. Asimismo, animó a las parejas que querían tener dos hijos a concebir el segundo cuatro años después. Entonces no se había implementado la política de “una familia, un hijo”.

La población nacional se acercó a los mil millones en 1980. La tasa de crecimiento ascendía constantemente, pero la superficie territorial y la producción de cereales no aumentaron al mismo ritmo. Cómo alimentar la creciente población se convirtió en la base fundamental, cuando el Gobierno Central elaboró la política demográfica de un solo hijo, que se aplica sólo en las ciudades y casos excepcionales.

“La planificación familiar que implementa China evita que nazcan otros 400 millones de niños”, acentuó en muchas ocasiones Zhang Weiqing, director de la Comisión Estatal de Población y Planificación Familiar. La tasa de proliferación del país bajó de 5,8 en los primeros años de la década del 70 del siglo XX hasta 1,8 en la actualidad.

Ma Li, director del Centro de Estudios de Población y Desarrollo, afirmó que si estos 400 millones de personas nacieran, se tardaría mucho tiempo más en alcanzar el nivel de vida modestamente acomodada al que aspira la nación.

“Una familia, un hijo”

“La planificación familiar de China es una política de simplemente ‘una familia, un hijo’”, enfatizó Zhang Weiqing en la Reunión del Trabajo de Control de la Natalidad y Estrategia del Desarrollo Demográfico. Según él, esa regulación sólo se aplica en las ciudades de Beijing, Shanghai y Tianjin y las provincias de Jiangsu y Sichuan, pero en las provincias de Hainan, Yunnan y Qinghai y las regiones autónomas de Ningxia y Xinjiang, la política es “una familia, dos hijos” en el campo, y otras provincias permiten que nazca un segundo niño cuando el primero es mujer. Sólo en el Tíbet no hay control de la natalidad. “Si la mujer y el marido son unigénitos, pueden tener dos descendientes, incluso en las ciudades”, dijo Zhang. La planificación familiar es flexible. El Gobierno elabora diferentes lineamientos, según el nivel de vida del lugar específico y la mentalidad del pueblo. “La realidad del país determina la complejidad de la medida. El desarrollo desequilibrante de la economía y la sociedad china exige la elaboración de estrategias clasificadoras, según la realidad”.

La opinión del director Zhang cuenta con un gran apoyo estadístico. Entre las familias, tanto del campo como de la ciudad, las que tienen un solo hijo representan el 35,9 por ciento de la población nacional; 19 provincias permiten a las familias del campo un segundo niño cuando el primero es mujer, lo que equivale al 52,9 por ciento; en otros cinco territorios los matrimonios pueden tener dos hijos sin condiciones, para el 9,6 por ciento; y en algunas regiones o provincias, como las de las minorías étnicas, es posible concebir dos descendientes, que aportan el 1,6 por ciento restante de los chinos.

Selección por voluntad

Los médicos salen del hospital a la zona ganadera del Tíbet, para servir a los pastores.

Cerca de cien millones de hijos únicos, que nacieron después de promoverse ampliamente la planificación familiar, han entrado consecutivamente en edad matrimonial y de fecundidad. Según la política vigente, si un matrimonio está formado por dos unigénitos, puede tener dos descendientes, lo que preocupa mucho al departamento encargado del control de la natalidad, pues si todas esas personas deciden tener dos hijos se produciría otra cumbre de natalidad. Sin embargo, después de algunos años, tal explosión demográfica aún no se manifiesta.

Cao Min, de 31 años de edad, es de la primera generación de hijos únicos de China. Siendo profesores universitarios, sus padres no dieron importancia a si ella sería niña o niño cuando naciera. Ellos consideraban que de esa forma podrían concentrar mejor sus recursos económicos y energía si criaban un solo hijo.

Al considerar con quien contraer matrimonio, la condición de unigénito también era un requisito importante. Sin embargo, después de la boda, Cao Min y su marido volvieron a ocuparse de sus respectivos trabajos y empezaron a disfrutar de su vida matrimonial. Tomaron incluso la decisión de no tener hijos por el momento ni hablar de dos niños como pensaban. “Tengo al lado muchas familias de ‘Doble Ingreso, No Niño’ y las veo muy felices”, dijo Cao. “Al contrario, muchos amigos que tienen hijos, como los niños desvían sus atenciones y energías, se sienten cansados por el trabajo y la familia y sus relaciones matrimoniales llegan a verse afectadas”.

Una encuesta hecha por el Centro de Estudios de Cultura de Sexos, de la Academia de Ciencias Sociales de Shenzhen, muestra que entre las familias registradas de la ciudad, las de “Doble Ingreso, No Niño” ocupan más del 10 por ciento, o sea, más de 450.000 familias, y la tendencia de este grupo es a crecer. Lo mismo pasa en Beijing y Shanghai. Según los análisis de los especialistas, la pareja de estas familias recibe por lo general una buena educación y considera los problemas con razón. Para ellos la calidad de vida individual es muy importante y el casamiento no es para perpetuar la familia, sino para disfrutar mejor de la vida.

Entre los jóvenes que desean procrear, el hijo único sigue siendo la meta de la mayoría, lo que se debe al atareado trabajo por un lado, y por otro, al elevado costo de la crianza. “No negamos abandonar la decisión de ser familia ‘Doble Ingreso, No Niño’ unos años atrás, pero la condición previa es tener suficiente dinero”, señaló Cao. Como su generación pasó la infancia con escasez material, no quiere que sus descendientes experimenten lo mismo.

Xu Anqi, académico del Instituto de Sociología de la Academia de Ciencias Sociales de Shanghai, llevó a cabo una investigación titulada “Costo económico del niño: el cambio y el mejoramiento estructurales en el período de transformación”. Para criar a un infante desde su nacimiento hasta los 16 años de edad se necesitan 250.000 yuanes y 480.000 yuanes si se considera la etapa hasta la graduación universitaria. Por supuesto, este estudio se hizo en ciudades medianas y grandes, pero la conclusión es muy significativa. Los gastos del niño ocupan siempre la mayor parte de los gastos familiares.

Concentrándose en el trabajo y el creciente costo de crianza de los niños, se pospone una y otra vez la edad matrimonial y la procreación entre los jóvenes de las ciudades, y tener un solo hijo es la primera selección suya después de considerar las condiciones reales.

Más de 300.000 familias cantonesas reciben el certificado de unigénita y la primera generación de estas ha entrado en la fase de apogeo de casamiento, pero los que solicitan tener un segundo descendiente son “meticulosos”. Las estadísticas de Shanghai, por ejemplo, muestran que ese segmento representa sólo del 20 al 30 por ciento.

De castigo a premiación

A partir de 2007, el sistema de apoyo y premiación sobre el control de la natalidad empezó a promoverse de parte del campo a todas las aldeas del país. Esto significó el cambio del sistema de castigo a los que procrean más, que se aplicó durante cerca de 30 años. De modo que la ideología del control de la natalidad varió del simple castigo a la coexistencia de castigo y premiación.

Ren Xiuyan acaba de dar a luz a su primera hija. Ella administra una tienda de bocadillos en la ciudad de Linyi, provincia de Shandong, pero como su registro civil es del campo, puede tener un segundo hijo después de cuatro años. Considerando el costo de la crianza y la realidad de que “los jóvenes actuales ya no sostienen a los ancianos”, decidió abandonar la idea de volver a parir, por lo que el Gobierno le recompensó con 2.000 yuanes y después de los 60 años de edad, ella y su marido podrían recibir 600 yuanes cada uno como subsidio de pensión. Esta recompensa varía de acuerdo con la región. En algunos lugares de Shaanxi, puede llegar a 4.000 yuanes o más.

La planificación familiar permite a las mujeres chinas tener más oportunidades de recibir educación.

El fondo proviene de las arcas del Gobierno Central y local. Para las regiones del oeste, el primero cubre el 80 por ciento, para las del centro el 50 por ciento, para la provincia de Liaoning, el 40 por ciento, y para las provincias de Shandong y Fujian, el 20 por ciento, mientras que para otras provincias de economía comparativamente desarrollada, las autoridades nacionales asumen el monto total del subsidio.

Con la idea de que “aparte de la recompensa del Gobierno, considero más la mejor educación que podemos ofrecer a mi hija, si sólo la tenemos a ella”, Ren Xiuyan convenció a su marido y sus suegros.

Gracias al aumento del nivel educativo del campo y la mayor presencia de población rural en la ciudad en busca de trabajo, la opinión sobre la proliferación de los campesinos cambia mucho. Más jóvenes del campo escogen tener un solo hijo.

Siete casos en los que se permite un segundo hijo, según la política de control de la natalidad:

1. Por el criterio de la Organización de Evaluación Médica del Niño Enfermo e Inválido de nivel administrativolocal o superior, si su primer hijo es un niño enfermo o inválido, que no puede crecer normalmente hasta ser mano de obra común, y la pareja sigue siendo fértil.

2. El matrimonio por segunda vez, en el que una parte haya tenido un hijo y la otra no.

3. El matrimonio por segunda vez, en el que ambas partes hayan tenido un hijo, pero estos vivan con sus excónyuges de acuerdo con la ley o convenio, y la nueva familia no tenga descendencia.

4. Según la evaluación de las organizaciones médicas o de mantenimiento de salud de nivel administrativo de distrito o superior, la pareja que supuestamente es incapaz de engendrar, pero después de adoptar un hijo, logra concebir un niño.

5. El unigénito que contrae matrimonio con una mujer de la misma condición.

6. Cuando una parte de la pareja trabaja por cinco años consecutivos en una mina o en las profundidades del mar y mantiene su empleo.

7. Si ambos miembros de la pareja tienen registro civil como ciudadano del campo y su primer descendiente es del sexo femenino.

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