CHINA,
un nuevo papel
en el escenario de
América Latina

Por CAROLINA CALLEJAS y DONG YINGUO*

EL rápido crecimiento de China en el último cuarto de siglo ha dado lugar a su surgimiento como protagonista fundamental en la economía mundial a principios de siglo XXI. Su participación en el comercio mundial ha aumentado a una tasa media anual de más del 30% en los cinco años transcurridos desde su adhesión a la Organización Mundial del Comercio, en 2001. Su participación en el mercado mundial ha crecido de menos del 1% en 1980 al 6,7% en 2005, por lo que se ha convertido en la tercera mayor economía comercial.

La creciente competitividad de China y su papel cada día más importante en el escenario económico internacional han producido definitivamente un gran impacto, tanto en los países desarrollados como en aquellos en vías desarrollo. Mientras se ha analizado ampliamente desde el punto de vista de los países desarrollados, poco menos se sabe acerca de las implicaciones para América Latina.

Un vendedor mexicano promueve el Tequila en la exhibición Internacional de Compras Transnacionales de Shanghai 2007.

El intercambio económico y político entre China y América Latina se ha estrechado considerablemente en los últimos cinco años. El volumen comercial ha tenido un crecimiento exponencial, causado por la creciente demanda china de hierro, cobre y alimentos. El comercio bilateral entre ambas regiones fue de 70.200 millones de dólares en 2006, un 40% superior a los 50.000 millones del año anterior. El intercambio entre China y América Latina se caracteriza por la concentración y, pese a algunos casos de equilibrio, y en el fuerte desequilibrio a favor de la nación asiática.

China ha llegado a convertise en un nuevo actor en América Latina y el Caribe. En primer lugar, el comercio chino-latinoamericano se ha expandido muy rápido desde que el país asiático se incorporó a la OMC, pasando de 17 mil millones de dólares en 2002 a 70,2 mil millones en 2006. Las exportaciones de América Latina a China están creciendo a un ritmo de un 47 por ciento al año, con los países del Mercosur, como Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay, que representan el 85 por ciento del total, según datos del Banco Interamericano de Desarrollo. En 2006 el 80% del volumen comercial se distribuyó entre Brasil (18.500 millones de dólares), México (10.400 millones), Chile (7.940 millones), Argentina (5.140 millones), Venezuela (4.130 millones), Perú (3.640 millones) y Panamá (3.470 millones). De 2000 a 2005, las exportaciones de China a América Latina registraron una tasa anual de crecimiento del 42%, llegando a 21.668 millones de dólares en 2005, superior a las tasas de incremento de las exportaciones hacia el resto del mundo. En segundo lugar, China se está convirtiendo en el tercer socio comercial más importante de la región. Su comercio superó al volumen total de Japón con la región en 2004, y se está moviendo en la lista de los socios comerciales más importantes de muchos países latinoamericanos. Por ejemplo, China es ahora el segundo socio comercial de Perú y Brasil, tercero de Chile, cuarto de Argentina, y uno de los diez socios más importantes de Paraguay y Uruguay. En tercer lugar, el gigante asiático está invirtiendo más en América Latina que en cualquier otra zona fuera de su continente. En 2004, puso la mitad de sus inversiones extranjeras directas en América Latina y el Caribe, cifra que cerró en un 16% en 2005, pero sigue siendo el segundo destino.

Descarga en un puerto chino de un barco cargado de arena de hierro importada de Brasil.

El increíble desarrollo económico de China y su creciente presencia en el mundo han generado dos tipos de reacciones para América Latina y el Caribe (ALC): las posibilidades acerca de su enorme mercado y el temor a su competencia económica.

Con el fin de responder a esas expectativas, desarrollamos una investigación sobre la correlación del índice de ventajas comparativas relativas (VCR) para China y trece economías de América Latina y el Caribe de 1990 a 2006 y estudiamos la evolución del VCR de China y las economías de América Latina, para proporcionar pruebas de que la estructura económica de la potencia asiática es es correlativa a la de ALC.

Según los resultados, podemos concluir que el surgimiento de China como un actor importante en el mercado mundial implica por lo menos tres aspectos igualmente relevantes para América Latina: 1) China es un gran mercado, de 1,3 mil millones de consumidores, y también una fuente de productos de bajo costo y servicios, 2) China es un socio en una serie de productos, y 3) China es probablemente un fuerte competidor en algunos de los principales mercados de América Latina. Los resultados muestran que la estructura económica de los países latinoamericanos y caribeños, excepto México, ha ido avanzando en dirección opuesta a la estructura económica de China, lo que indica que la estructura comercial de América Latina y el Caribe está siendo cada vez más complementaria con la de China. Así que el comercio bilateral se expandirá continuamente.

Con el uso de los datos comerciales bilaterales de clasificación en cinco categorías (productos primarios y cuatro tipos de productos manufacturados, a saber, basados en los recursos, de baja tecnología, tecnología mediana y alta tecnología), analizamos en cuales sectores de categoría ALC están compitiendo con China, y llegamos a la conclusión de que las exportaciones de esta última, se basan principalmente en productos de baja tecnología, mientras que los países de ALC sustentan las suyas en los productos primarios y los recursos. Ambos pertenecen al bajo nivel, por lo tanto, el comercio bilateral es el típicamente interindustrial .

El crecimiento comercial de China en América Latina y el Caribe depende fundamentalmente de si la región se está complementando o compitiendo con China. Los países de Latinoamérica que son complementarios tienden a mantener un comercio bilateral de sobreoferta con China, mientras que los que compiten han tenido un déficit bilateral y también tienden a ser afectados negativamente por la competencia china en el mercado de otros países. La competencia directa entre China y América Latina está intensificándose, debido a que sus cestas de exportación son cada vez más similares, en particular en algunos sectores de la industria manufacturera.

Este efecto negativo se concentra principalmente en las exportaciones industriales de México y los países del Caribe. La competencia se ejemplifica en México, que es la décima nación con mayor déficit comercial con China. Las políticas internas no han tenido éxito en preparar al país para la competencia internacional, resultando en una disminución en la participación en el mercado de EE.UU. y en su propio mercado local. Por lo tanto, en México, ha prevalecido la visión de considerar a China como una amenaza. El impacto de la competencia china en las exportaciones se puede observar también en Centroamérica y el Caribe.

Los países latinoamericanos promueven con esfuerzos sus productos nacionales en Beijing.

En cuanto al efecto positivo, las exportaciones de América Latina y el Caribe a China se han disparado desde que esta última ingresó a la OMC. La expansión comercial ha sido una respuesta a la demanda de China por las materias primas, por lo tanto, la región se convierte en un importante proveedor de productos primarios. Por ejemplo, más del 60% de las importaciones chinas de soya (principalmente de Brasil y Argentina), el 80% de la harina de pescado (de Perú y Chile), cerca del 60% de los despojos comestibles de aves de corral (de la Argentina y Brasil) y el 45% de los vinos y uvas (de Chile).

La creciente demanda china de materias primas implica una mayor apertura para el mercado y también un aumento del precio de estas, que ha beneficiado a América Latina, la cual corre no obstante el riesgo de depender de la exportación de productos primarios, lo que significa una estructura comercial del crecimiento lento y productos de baja tecnología. La consecuencia para Latinoamérica es que no será posible expandir mecanismos para la creación de trabajos productivos con altos salarios.

La ventaja relativamente comparativa de América Latina se concentra, principalmente, en la agricultura, la pesca, la silvicultura y la minería. Sin embargo, China presenta menos ventajas comparativas en estos sectores, debido a su creciente demanda. Sin observar un aumento de la ventaja comparativa de los países andinos o de los países del Sur, donde América Latina y el Caribe están perdiendo la oportunidad que ofrece la creciente demanda de China para estos sectores.

Las áreas de alimentos y bebidas tienen ahora buenas oportunidades. En ellas América Latina y el Caribe progresaron y China retrocedió (proporcionalmente, debido a su creciente demanda). Mientras tanto, en la producción de textiles, hierro, acero y madera existen riesgos. Dentro de estos la ventaja de China ha aumentado y la de LAC ha disminuido.

El tema es realmente objeto de la controversia, pero no es razonable mantener la inquietud de que estas industrias no generan economías dinámicas asociadas a la industria manufacturera. Otra preocupación son los elevados precios de las materias primas en particular, que podrían inducir a algunos países a especializarse excesivamente, motivando la volatilidad y reduciendo el crecimiento. América Latina necesita formular políticas para enfrentar los posibles problemas generados por los altos costos de las materias primas.

Argentina realizó una invertigación antidumping sobre las cadenas de acero al carbono de China.

Con el fin de promover las relaciones estratégicas de México y Centroamérica con China, es necesario hacer esfuerzos para garantizar un lugar para la subregión latinoamericana en el proceso de integración productiva del mercado Asiático. El aumento de comercio intraindustrial entre China y México y Centroamérica proporcionaría a esta subregión nuevas rutas de acceso al mercado chino.

A su vez, ello contribuiría a que México y Centroamérica encuentren oportunidades para incorporar nuevas tecnologías, en lugar de competir cara a cara en terceros mercados. La ventaja logística de su proximidad a América del Norte es una gran oportunidad para mejorar y asegurar sus relaciones comerciales y tecnológicas.

Dada la estructura comercial interindustrial entre América del Sur y China, el siguiente paso para la subregión es alentar a sus empresas a participar en el éxito de las compañías chinas, para convertirse en parte de sus cadenas de suministro de productos y proveer insumos bien elaborados y de mayor contenido tecnológico.

Los países podrían empezar por incrementar los productos procesados, basados en recursos naturales, que ya exportan a China. La reciente tendencia de consolidar las relaciones comerciales entre América Latina y China, mediante la firma de diversos acuerdos comerciales, facilitará a las empresas latinoamercinas ser parte de cadenas de suministro de la economía del gigante asiático.

En resumen, el crecimiento y el surgimiento de China, como un papel importante en América Latina y el Caribe, tienen un impacto en la región, y sus efectos varían según la nación de que se trate. Creemos que es más una oportunidad que un desafío para América Latina y el Caribe.


*Instituto de Comercio y Administración Internacional, Universidad de Shanghai.

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