Aferrado a la historia en tiempos de cambio

Por nuestro reportero DAN EDWARDS

Los 30 años de Reforma y Apertura de China equivalen aproximadamente a mi edad. Yo nací en 1973, por lo que nunca conocí una China que no fuera una creciente potencia económica y habiendo vivido solo un año en el país, no he tenido tampoco la oportunidad de ser testigo personal de la gran transformación que ha experimentado la nación desde el comienzo de la liberalización económica, a finales de la década del 70 del siglo XX.

Por otra parte, en los 12 meses que he pasado en Beijing fui testigo directo de los preparativos finales para los Juegos Olímpicos de 2008, en los que aparecieron nuevas construcciones en el horizonte, líneas adicionales de metro retumbando bajo las calles y mejoraron en general los servicios en toda la ciudad. Incluso, este corto período de tiempo me ha permitido comprender cuán rápido y desorientador puede ser el cambio en China.

Durante el último invierno, la estación de metro de Dongzhimen, en el este de la ciudad, estuvo cerrada unas pocas semanas, para su renovación. Recuerdo la primera vez que emergí nuevamente por ella a la calle, después de la reapertura y me sentí completamente perdido, pese a conocer bien el área. Un nuevo edificio de oficinas y el rediseño de la salida del subterráneo habían transformado completamente la salida a la calle, dejándome un sentimiento de curiosidad suspendida en un lugar que una vez conocí.

Este pequeño incidente personal parece ser sintomático de la experiencia de todo el país en los pasados 30 años. China ha cambiado más allá del reconocimiento y la calidad de vida de muchas personas ha mejorado enormemente, pero la vertiginosa velocidad de desarrollo también ha creado una nación extrañamente desconectada de su pasado reciente.

Leyendo algunos informes sobre la vida nacional antes de 1978 y las precarias condiciones que tuvo que soportar la mayoría del pueblo, es fácil comprender que el rápido progreso haya sido acogido con entusiasmo, pese a los problemas que le acompañan.

Pero al parecer la gente más vieja en China no habla sobre el pasado y los jóvenes, asombrosamente, conocen poco del período anterior a su nacimiento. Esto no solo contribuye a los malentendidos entre los habitantes locales y los extranjeros, cuyas opiniones se forman a menudo por historias de las que la gente joven no es consciente, lo que también significa que algunos de los ideales de la era anterior estén en peligro de desaparecer.

China ha logrado grandes avances en pocas décadas y continuará por ese camino. Yo espero, sin embargo, que objetivos como el acceso fácil a los servicios médicos y la educación continúen siendo importantes. En mi país, Australia, a los miembros más pobres de la comunidad se les hace cada vez más difícil acceder a estos servicios, una tendencia que ha tenido un impacto negativo, tanto en la propia comunidad como en la vida de los individuos.

El desarrollo es siempre un proceso difícil y los pasados 30 años son un período sobre el que el pueblo chino puede sentirse verdaderamente orgulloso. Un gran número de personas ha podido salir de la pobreza y los ciudadanos disfrutan en la actualidad de un estándar de vida no muy diferente al de sus similares en Occidente. China continuará creciendo y superando los desafíos y encontrará su propio camino de prosperidad. Espero que el proceso de apertura se extienda también a todas las áreas de la vida, no solo a la economía. Tomar una multiplicidad de puntos de vista solo puede hacer al país más fuerte, permitiendo que una nación bien informada cree las mejores opciones sobre su propio futuro.

----¡Ánimo China!

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