Huang Hua y Henry Kissinger:
los testigos de la historia se abrazan de nuevo

Redactado por ZHANG JUAN y ZHANG MAN

Funcionarios chinos saludan a Henry Kissinger en el aeropuerto militar de Nanyuan, el 9 de julio de 1971. De izquierda a derecha: Ji Chaozhu, Ye Jianying, Huang Hua, Henry Kissinger, Zhang Wenjin y Tang Wensheng.

 

En 1971, Henry Kissinger, a la sazón Asesor de Seguridad Nacional de EE.UU. y enviado especial del presidente estadounidense Richard Nixon, hizo un viaje secreto a China. A lo largo de la carretera que conducía del aeropuerto de Nanyuan, Beijing, a la Casa de Huéspedes de Estado de Diaoyutai, en el centro urbano, se veían consignas pintadas en las paredes, algunas de las cuales decían: “¡Abajo los imperialistas estadounidenses y todos los reaccionarios!” En aquel momento resultaba inimaginable que Kissinger regresaría a Beijing de visita 37 años después y con 85 acumulados en su existencia. Esta vez vino con su familia, para presenciar juntos los Juegos Olímpicos de Beijing. Una vez en la capital china, llevó a los suyos a visitar a su viejo amigo Huang Hua, quien ronda hoy los 96 años y fue negociador y anfitrión de su visita de 1971.

 

El 11 de agosto de 2008, Huang Hua se levantó más temprano que de costumbre en el Hospital de Beijing. Con la ayuda de las enfermeras, cambió su pijama de paciente por pantalones elegantes, camisa blanca y una chaqueta púrpura al estilo clásico chino. A continuación, afeitado y peinado, se sentó en un sofá. Preguntó a su esposa, He Liliang, si se veía de animado. Quería que su viejo amigo Henry Kissinger se encontrara con el mismo diplomático chino que había conocido hacía tanto tiempo.

Tres meses antes, Kissinger había escrito a Huang diciéndole que llevaría a su familia a ver los Juegos Olímpicos de Beijing y que deseaba visitarlo. Cuando Kissinger llegó a la habitación de Huang con su esposa Nancy, su hijo David, y los nietos, el anfitrión los saludó con entusiasmo, agitando un sonajero-tamboril que la ceremonia de inauguración olímpica había regalado a los espectadores. A continuación, se puso de pie con esfuerzo y abrazó a su viejo amigo.

Los Juegos Olímpicos

Huang Hua se quejó de que su condición física le impidiera asistir a la inauguración olímpica, ni pudiera verla claramente por televisión debido a su mala visión. Pero insistió en escuchar la transmisión en vivo. Al día siguiente, le pidió a su esposa, que estuvo presente en la ceremonia, que le diera más detalles.

Huang Hua presenta una pintura de melocotones de la longevidad de Henry Kissinger, como regalo de cumpleaños.

Cuando los dos amigos se reunieron finalmente, Kissinger dijo a Huang que había propuesto que el Presidente Bush asistiera a la apertura, diciendo que China merecía su visita. “Los dos países son muy importantes uno para el otro, aunque no tenemos que estar de acuerdo en cada detalle de política. Debemos trabajar juntos para reducir nuestras discrepancias y evitar la confrontación”, comentó Kissinger a Huang, y éste asintió con la cabeza, mientras ambos se mantenían tomados de las manos.

“La ceremonia fue más allá de mis expectativas, yo estaba muy impresionado”, refirió luego Kissinger. “Fue magnífica y conmovedora”. En su opinión, sólo un pueblo imbuido de auto-confianza puede presentar un espectáculo que combina la historia y el futuro de una manera tan impactante.

En respuesta, Huang expresó: “China tiene una historia de 5.000 años, y a los chinos nos gusta registrar todo, incluidos los fenómenos naturales, como los eclipses del sol y la luna y los terremotos. Todo está registrado por escrito”.

“¿No te parece que la ceremonia fue demasiado larga?” Huang preguntó a su amigo. Kissinger replicó: “La Televisión de EE.UU. no piensa así. Ellos gastaron casi 900 millones de dólares en los derechos exclusivos para transmitir los Juegos Olímpicos de Beijing, y les resulta cuanto más largo, tanto mejor”.

Kissinger agregó que 12 horas después de la ceremonia, recibió una serie de informes positivos que confirmaron que las Olimpiadas de Beijing desempeñaban un buen papel en la consolidación el estatus de China en el plano internacional.

Recordando 1971

La amistad entre Huang Hua y Henry Kissinger se remonta al diálogo provisional chino-estadounidense, que se inició casi cuatro décadas atrás. El 8 de julio de 1971, Kissinger desapareció de súbito durante un viaje a Pakistán, y voló en secreto a Beijing con instrucciones de Nixon. Los dos países habían estado enfrentados durante tres décadas, y los estadounidenses sabían poco de lo que estaba sucediendo en China. Mientras tanto, los chinos consideraban que “los imperialistas estadounidenses” y otros reaccionarios eran meros “tigres de papel” que debían ser derribados.

Por su parte, y con instrucciones del Presidente Mao Zedong, Huang Hua también “se esfumó” un mes antes de la llegada de Kissinger, y emprendió preparativos en secreto en la Casa de Huéspedes de Estado de Diaoyutai para la recepción del visitante. Del 9 a 11 de julio, el Premier Zhou Enlai sostuvo seis entrevistas con Kissinger, y el 16 de julio las dos partes dieron a conocer un comunicado conjunto sobre las conversaciones chino-estadounidenses. Cuatro décadas más tarde, los dos negociadores recordaron de buen humor cómo habían trabajado en la sutil redacción del comunicado.

Tras las conversaciones, cada parte elaboró un borrador de comunicado. El chino apenas se limitaba a señalar que Kissinger había llegado a Pekín y sostuvo conversaciones con la parte china, y que el presidente Nixon visitaría a China pronto.

En comparación, el borrador estadounidense era extenso y detallado respecto a las conversaciones de Kissinger con China, afirmando que habían tocado cuestiones básicas relacionadas con la paz en Asia y el mundo, y que se habían llevado a cabo en un ambiente sincero y constructivo, y que la pronta visita del Presidente Nixon a China ayudaría a reconstruir los contactos entre los dos países, en contribución significativa a la paz mundial. Huang estuvo en desacuerdo con el borrador norteamericano porque no abordó el problema de Taiwán, que se encontraba pendiente de solución.

Pero el mayor punto contencioso, sin embargo, radicaba en los términos utilizados para describir la próxima visita de Nixon. La parte norteamericana quería poner “China invita”, mientras que la parte china insistía en que “China se compromete a invitar”. Kissinger sostuvo que la versión en chino sonaba como si Nixon se hubiera invitado a sí mismo a China.

En sus memorias, Huang registró el episodio. “Según las instrucciones del Premier Zhou, fui a ver al Presidente Mao y directamente le informé sobre la controversia. Cuando se enteró de que Kissinger interpretó el borrador diciendo que Nixon se había invitado a sí mismo a visitar China, el Presidente Mao se rió, y dijo: “Hay que cambiarlo”.

Hoy en día, tanto Kissinger como Huang están conformes en que en la redacción final, que contenía la expresión “al enterarse” fue una “idea genial” del Premier Zhou. La versión final declara: “Al enterarse de que el Presidente Nixon expresó una vez la esperanza de visitar la República Popular China, el Premier Zhou Enlai, en nombre del Gobierno de la República Popular China, ha invitado al Presidente Nixon a visitar China en un momento conveniente antes de mayo de 1972, y el Presidente Nixon ha aceptado la invitación feliz”.

El viaje de Kissinger a Beijing dio por iniciado el diálogo entre las dos naciones y fue el comienzo de su amistad con Huang Hua.

“Nos veremos de nuevo”

La esposa de Huang Hua, He Liliang, dice que los dos ancianos aprecian mucho su amistad, y a raíz de la visita de Kissinger, las relaciones entre los dos gigantes entraron en un período de normalización. Para Huang, participar y testimoniar personalmente el proceso es una experiencia que llena de orgullo su carrera de diplomático.

Afirma He Liliang que tanto su esposo como Kissinger han hecho enormes esfuerzos por promover las relaciones chino-estadounidenses, y que a lo largo de los siguientes tres decenios, ambos se citaron en varias ocasiones. Kissinger invitó a Huang a visitar EE.UU. para explicar al pueblo estadounidense la política exterior y el desarrollo de China.

Después del ataque del 11 de septiembre de 2001 en EE.UU., Huang Hua cursó telegramas de aliento a Kissinger y otros amigos estadounidenses, para saber de sus familias y su seguridad personal y manifestarles su solidaridad. “Él es un excelente diplomático, decidido, talentoso y también muy humano”, dijo Kissinger de su amigo Huang Hua.

Hua Huang presentó su hija Huang Mei y yerno Cao Jidong al hijo y nietos de Kissinger, con la esperanza de que su amistad con el ex asesor de la Casa Blanca, sea continuada por la prole de ambos. Kissinger quería que su hijo y nietos vieran con sus propios ojos el desarrollo y cambios de China y aprendieran de su pasado y presente.

Huang Hua se preparó meticulosamente para esta cita. Kissinger acababa de cumplir 85 años antes de salir para Beijing. Huang rogó al pintor Lou Shude, hijo de su amigo Lou Shibai, eminente artista plástico, que creara una pintura para celebrar su cumpleaños. Así, Lou pintó nueve melocotones rojos, símbolos de longevidad en China, mientras que el padre, de 93 años de edad, caligrafió dos caracteres chinos grandes: “Da Shou”, o sea, “Gran longevidad”.

Kissinger aceptó felizmente el regalo como una sincera bendición, y palpó con los dedos los vivos melocotones. Además, recibió un DVD de su primera visita y su encuentro con Mao Zedong, durante su segunda visita.

La visita al cuarto del enfermo superó con creces los 15 minutos que el médico había permitido. Los dos viejos amigos se abrazaron en la despedida. Huang Hua, que raras veces se sienta en posición vertical en su cama, esta vez se puso de pie con el apoyo de su bastón y caminó unos pasos, para ver a Kissinger y sus familiares salir.

Kissinger volvió y abrazó otra vez a Huang Hua, diciendo: “Nos veremos de nuevo”.

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