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El mercado de antigüedades
de Panjiayuan se ha convertido en un sitio turístico
popular tanto para los chinos como para los extranjeros. |
Panjiayuan, el mercado
nuestro de cada día
Por LI YAHONG
Panjiayuan,
una de las grandes atracciones de Beijing, es sitio donde algunos
coleccionistas consiguen verdaderas reliquias a precios de rastro,
mientras otros se van contentos a casa, tras soltar una pequeña
fortuna por cualquier bagatela de interés. Sorpresas te
da la vida
Cada mañana, antes de las 9:00, Shu Jianjun abre su tienda
en el mercado de antigüedades de Panjiayuan, en Beijing.
Con sumo cuidado coloca una variedad de sellos tallados al lado
de la puerta y, a continuación, se sienta a esperar que
lleguen los clientes. Shu es hábil en grabar figuras humanas
en piedras menudas. Además de Shu, Panjiayuan congrega
a toda una comunidad de artesanos, cuyos productos están
desplegados por todo el mercado.
La formación del mercado
El mercado de antigüedades de Panjiayuan se inició
en los años 80, cuando un grupo de aficionados se juntó
allí espontáneamente, para vender y comprar cosas
antiguas. En 1992 se construyó en el lugar un mercado formal,
que es hoy el mayor expendio de antigüedades de la ciudad.
En el 2000, Shu Jianjun vino a Panjiayuan para poner un puesto
de sellos tallados, los que antes vendía por las calles.
Los sellos chinos se originaron durante la dinastía Zhou
(1046 A.C. - 256 A.C.). Su confección entraña la
caligrafía, la escultura y la disposición (el diseño
del espacio entre los caracteres y entre las líneas, y
su distribución).
La cultura folclórica china es rica y variada, pero buena
parte de ella se va perdiendo en el acelerado proceso de la modernización.
En 1978, en China se emprendieron la Reforma y la Apertura, proceso
de cambios abarcadores que se ha ido extendiendo a todo el país.
En el decenio de los 90, los comerciantes descubieron que las
reliquias culturales podían convertirse en dinero en efectivo.
Como resultado, miles de vendedores llevaron a Panjiayuan una
buena cantidad de objetos con peculiaridades locales, muebles
vetustos y joyas procedentes de todas partes del país.
Zhou Wensheng, empleado de una editorial, quien frecuenta el lugar,
comenta: Siempre que haya demanda, muchas cosas viejas y
curiosidades se convierten en mercancías.
Actualmente, el volumen de ventas en el mercado de Panjiayuan
alcanza de 400 a 600 millones de yuanes al año, dice
Wang Limei, jefa de la oficina administrativa de este mercado.
Las tiendas son construidas en conformidad con sus géneros,
dividiéndose en cuatro sectores: muebles, cerámica,
textiles, obras de caligrafía y pintura, y joyería.
También se deja un gran espacio para los puestos en el
suelo.
Los fines de semana, un gran número de tenderetes llenan
el suelo libre. La mayoría de sus dueños son gente
llegada del campo. Calzando zapatos baratos y sentados en el suelo,
su chaqueta o camisa parece advertir al comprador: Mis cosas
datan de mis abuelos y tatarabuelos. Shu Jianjun, en un
arranque de honestidad, confiesa que muchos de los sellos en su
tienda son de hechura reciente, ya que un sello antiguo auténtico
costaría más de mil yuanes. Pero él sólo
cobra 680 yuanes por tallar un retrato y 50 por un carácter
chino. Entre sus semejantes hay otros muchos con habilidades no
menos maravillosas.
En 1985, con apenas una treintena de yuanes uno podía
conseguir una preciosa pieza de porcelana celedón de la
época del emperador Qianlong (reinado de 1736 a 1795),
de la dinastía Qing, suspira Zhou Wensheng. Con el
tiempo, el mercado se atestó de clientes, incluidos muchos
extranjeros deseosos de hacerse de antigüedades culturales
chinas, por lo que se aumentaron las ventas vertiginosamente.
Zhou añade: Hay muchas cosas buenas, pero también
pupulan las copias. A veces, un jarrón de porcelana,
por el cual el propietario pide 380 yuanes, puede comprarse en
sólo 50.
Se pierde la historia
Con cada artículo que produce, Shu Jianjun transmite una
porción de patrimonio histórico. A propósito,
explica: Muchos sellos están relacionados con ciertos
acontecimientos históricos especiales, de ahí su
valor. Shu confirma que no pocos de sus clientes encuentran
divertida su colección, pero son contados los que verdaderamente
la aman. Siempre que un objeto sea de gusto a los clientes,
en seguida aparece una infinidad de reproducciones en Panjiayuan,
añade.
Zhou Wensheng recuerda que en los 90, un amigo suyo compró
a un precio astronómico un par de hojas de puerta talladas
de la dinastía Ming (1368-1644), temiendo que el país
sufriera pérdida si se las llevaban al extranjero. Sin
embargo, poco tiempo después, el mercado se vio inundado
de artículos similares. Siempre y cuando haya gente
con deseos y medios para comprar, los tesoros culturales no se
conservarán en China, se queja Zhou. La llegada de
cofres de joyas antiguas en cantidades masivas al mercado muestra
que están en desuso ya en las zonas rurales del país.
Esto ocurre también con las láminas de Año
Nuevo lunar, necesarias en la cotidianidad del pueblo común.
Zhou refiere: Cuando una cosa antigua desaparece del mercado
de Panjiayuan, significa que esta cultura se ha extinguido.
Wang Limei opina diferente, pues dice así: Panjiayuan
equivale a un museo cultural e histórico. En este caso
es un micro mundo de los productos culturales chinos a lo largo
de miles de años. El mercado de Panjiayuan es una ayuda
para proteger las reliquias culturales y artesanías tradicionales,
así como los objetos antiguos y revivir su memoria a los
nacionales que lo visitan.
A medida del despegue económico de China, su cultura atrae
cada día más la atención de los extranjeros.
Wang Limei, jefa administrativa de Panjiayuan, dice: Según
la estadística de visitantes en la entrada al mercado,
durante los Juegos Olímpicos de Beijing, cada minuto entraban
tres o cuatro turistas extranjeros. Georgi Parvanov, Presidente
de Bulgaria, compró una estatuilla de Buda para uso de
decoración, y el ex Primer Ministro francés Jean-Pierre
Raffarin llegó, regateó y se quedó con un
abanico plegable por 350 yuanes, pero el precio propuesto por
el vendedor era de 1.000 yuanes.
Buen negocio para ganar dinero
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Una mujer examina cuidadosamente
una olla de porcelana. |
En Panjiayuan todos los rincones están repletos de mercancías.
Los tenderos, tranquilos y cómodos, beben té u hojean
periódicos. Sólo cuando aparece un rostro extranjero
en su negocio, el dueño saludará al visitante en
inglés, confiando en su poder adquisitivo.
La mayoría de los clientes extranjeros están interesados
en las artesanías chinas. Uno de esos días, Shu
Jianjun atendió a Marco, un turista italiano que había
estado en China durante años cuando joven y hablaba chino
perfectamente. Shu le talló un retrato suyo y un sello
con su nombre en chino. Shu admite: Tengo muchos clientes,
gano mucha plata y he comprado un apartamento en Beijing.
Todas las tiendas tienen buenos negocios. En un expendio de muebles,
un hombre de mediana edad compró una copia de muebles de
la dinastía Qing (1644-1911). En palabras del vendedor,
las cosas antiguas elegantes han entrado en la vida de los ricos,
quienes no sólo compran coches caros y bolsas marca Louis
Vuitton, sino que también adornan sus casas con muebles
clásicos. Ahora una buena cantidad de objetos culturales
de los viejos días se han convertido en ornamentos de moda
en la vida de los acaudalados. Dado que muchos artículos
en Panjiayuan son baratos, la gente de la clase media prefiere
comprarlos, tanto para ahorrar dinero como para darse el gusto,
afirma Zhou Wensheng.
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Dos visitants
extranjeros inspeccionan un rollo de pintura. El gigante rollo
de pintura en la ceremonia de aperture de los Juegos Olímpicos
impresionó a muchos extranjeros, y se convertió
en un tema caliente en el mercado. |
Dice Wang Limei: Algunos coleccionistas buscan y compran
antigüedades o curiosidades con la esperanza de que se revalúen,
pero deben tener buen discernimiento. Pues, hoy por hoy pululan
las réplicas, desde las obras de caligrafía y pintura
hasta los muebles y fotos viejas. Shu Jianjun pone de ejemplo
los sellos, sobre los cuales los coleccionistas deben comprender
los antecedentes históricos de cada uno. Cada sello tiene
su marca de época.
Si alguien consigue una antigüedad preciosa a un precio
muy bajo, los beijineses lo llaman suertudo. Una vez,
Zhou Wensheng gastó 300 yuanes en comprar una bandeja de
porcelana, que resultó de la dinastía Yuan (1271
-1368) y valorada en el mercado normal en 370. 000 yuanes.
De años a esta parte, sin embargo, también ha habido
personas que han comprado falsificaciones a altos precios en Panjiayuan,
y otras que han ganado fortunas en este mercado. Han Liguo, proveniente
de la provincia de Hebei, lleva ya más de 10 años
de vendedor de libros antiguos. En 2003 recuerda--,
un puesto aquí costaba cinco yuanes al día, y yo
compraba libros a cuatro yuanes el kilo en el centro de acopio
de cosas usadas. Hoy día, sin embargo, Han maneja
una tienda en Panjiayua, además de tener comprada una casa
en los suburbios.
En una tienda de porcelana, el propietario parece tener apenas
20 y tantos años de edad. Su comentario explica perfectamente
por qué Panjiayuan es hoy un avispero de comerciantes:
¡Es un lugar demasiado bueno para hacer plata!
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