Vista panorámica del Palacio Potala.

 

Tíbet, 30 años después (II)

Yungzhung Zhoigar, anciana de 63 años del distrito de Doilungdeqen, suele ponerse de rodillas y tocar el suelo con la cabeza cada vez que pasa delante del Palacio Potala. Sin embargo, la última vez que lo hizo ante el imponente edificio fue orando porque su nieto fuera admitido en la universidad.

En el Tíbet son muchos los que comparten este deseo. En el pasado a muy pocos les importaba la universidad para sus hijos, pero ahora la posibilidad de que éstos cursen la educación superior ha devenido la mayor aspiración de los padres.

Este cambio psicológico de la gente lo conoce a fondo Lobsang Cering, quien ha participado muchas veces, desde el año 1982, en la calificación de papeles de examen y admisión de nuevos estudiantes. Este año, 15.263 aspirantes se presentaron al examen de admisión universitaria en el Tíbet. Aún recuerda que a principios de los años 1980, el número de candidatos no cubría la cuota, y a veces la cifra no llegaba a mil. Así, el personal de trabajo tenía que recorrer las comunidades y calles explicando la ventaja de ir a la universidad.

A juicio de los tibetanos, la graduación universitaria significa un empleo fijo, de ahí que se otorgue cada vez mayor atención al examen de admisión universitaria. La educación, se sabe, puede cambiar la vida a cualquiera.

Purbu Zhaxi es un reportero de prensa. Nació en una aldea de Shannan en 1990 y se graduó junto con su hermano de la escuela secundaria. Su madre decidió enviar uno de los dos a la universidad. Su hermano era hábil en pastar y se quedó en casa. Pero él, por no tener esa capacidad, continuó sus estudios.

En 1997 entró en la Universidad Central de Etnias y, después de graduarse, consiguió un buen empleo. Mientras, su hermano sigue pastando rebaños en el pueblo, pero ahora su mayor deseo es enviar a los hijos a la universidad.

La causa de la educación básica en el Tíbet se ha anotado grandes logros. De acuerdo con el documento Opinión del Consejo de Estado sobre el Desarrollo y la Estabilidad del Tíbet en el Nuevo Siglo, el Gobierno Central ha definido claramente el principio de apoyar la educación en el Tíbet. En 2003 el Ministerio de Educación designó a 16 universidades del interior del país la tarea de ayudar a las tres universidades tibetanas.

Según Xerab Nyima, tibetólogo y vicerrector de la Universidad Central de Etnias, los tibetanos son los que más se han beneficiado del desarrollo rápido de la región autónoma. Antes de la liberación pacífica en 1950, en el Tíbet no existía ninguna escuela primaria moderna y la tasa de asistencia escolar apenas alcanzaba al 2 por ciento, mientras la tasa de analfabetismo era del 95 por ciento.

En contraste, en junio de 2007, se había generalizado la educación obligatoria, y la tasa de asistencia escolar se elevó al 98 por ciento y la tasa de alfabetización era del 95 por ciento. Hoy en el Tíbet, todos los distritos cuentan con jardines infantiles y 63 de ellos han cumplido la tarea de alfabetización. Al mismo tiempo, el Estado ha intensificado su apoyo a la educación en las zonas rurales. A partir de 1985, los alumnos rurales han gozado de la alimentación, el alojamiento y la enseñanza gratuitos y los alumnos urbanos están exentos del pago de la matrícula, los libros de texto y otros gastos.

Mejoras en el servicio médico

El 16 de marzo de 2008, Amai Cering, anciana del distrito de Lhunzhub, cumplió 117 años. Gracias al mejoramiento de las condiciones sanitarias, la expectativa de vida de los tibetanos se ha elevado a 67 años, para un aumento de 31,5 años, en comparación con los tiempos previos a la liberación pacífica. La población del Tíbet aumentó de 1.228.000 en 1959 a 2.841.500 en 2007, o sea, un incremento de 1,3 veces.

Anteriormente, según Qi Weiguo, vicedirector del Departamento de Trabajo y Seguridad Social del Tíbet, la gente se preocupaba más por la comida y la ropa, pero ahora, con la elevación del nivel de vida, procuran la calidad de vida y aumentan los gastos en salud.

En la clase de danzas.

Antaño, los enfermos tenían que pedir amparo a Buda, debido a la escasez y el alto precio de los medicamentos. Pero hoy se ha socializado la producción de fármacos tibetanos en favor del pueblo. En la actualidad, el 90 por ciento de las medicinas acabadas se vende a los hospitales al precio de coste y a veces, por debajo de este precio, mientras que el subsidio de servicio sanitario de que gozan los campesinos y pastores ha aumentado a 100 yuanes por persona en lugar de 90 en el pasado. En el Tíbet se ha mejorado la infraestructura de servicio sanitario, pues se han establecido 585 clínicas de nivel cantonal y 39 centros de servicio sanitario de nivel distrital. De acuerdo con el responsable del Departamento Regional de Servicio Sanitario, en el Tíbet, a diferencia del interior del país, los campesinos y pastores gozan de garantía médica total, a base del servicio gratuito. Desde 2007, la ayuda médica por persona rural extremadamente pobre se ha elevado de los 3.000 yuanes en el pasado hasta 8.000 yuanes, y en casos excepcionales puede ascender hasta 30.000 yuanes. Además, el Tíbet fue el primero del país en lograr que el seguro médico cubriera a los habitantes urbanos. A finales de 2007 había 809.000 trabajadores beneficiados por el seguro de vejez y 173.000 personas abonadas en el seguro médico, a la vez que se había introducido por completo el sistema de servicio sanitario gratuito para la población rural.

Los alumnos tibetanos de una escuela secundaria financiada por la provincia Shandong.

Después del inicio de la reforma y la apertura, se ha producido un vuelco favorable en la labor sanitaria para mujeres y niños, como resultado del establecimiento de una red de servicios sanitarios para este grupo de personas. Con el mejoramiento de las condiciones médicas y la formación de trabajadores en este terreno, el nivel de salud de las mujeres y los niños se ha elevado notablemente. En especial, desde la aplicación de la Ley de Sanidad de las Mujeres y los Niños en junio de 1995, los departamentos sanitarios de diversos niveles han actuado según esta ley y los reglamentos pertinentes, aplicando las políticas preferenciales del Gobierno Central para los tibetanos rurales, sobre todo la política prioritaria para las embarazadas hospitalizadas provenientes del campo. Con el avance de la sanidad para las mujeres y los niños, la población del Tíbet ha aumentado con pasos firmes, hasta alcanzar la cifra de 2.841.500, 1.429.000 de los cuales son mujeres, para un 50,29 por ciento. La expectativa de vida es de 67 años y las mujeres gozan de una expectativa aún mayor. La tasa de partos hospitalizados alcanzó el 23 por ciento y la de mortalidad materna se redujo hasta 254,6 casos por cada 100.000, mientras que la mortalidad infantil quedó en 27,1 por ciento. Las últimas dos cifras han bajado en 159,2 por ciento y 176,5 por ciento, respectivamente, en comparación con la situación reinante en el momento de la liberación.

Tarea ardua de proteger el patrimonio cultural

El valiente y laborioso pueblo tibetano, oriundo de la meseta de nieve, creó con sus manos una espléndida civilización antigua, la cual nos ha legado ricas herencias culturales. Antes de la liberación, no se había hecho nada para su protección debido a las limitaciones del viejo sistema social.

Después de la liberación pacífica, el Partido Comunista de China y el gobierno popular han prestado suma atención a la preservación de las herencias históricas. En 1959 se estableció la Comisión Administrativa de Archivos, Documentos y Patrimonio Histórico. En 1965, junto con el establecimiento de la Región Autónoma del Tíbet, se instituyó la Comisión Administrativa del Patrimonio Cultural del Tíbet.

Hoy en la región existen 27 entidades de patrimonio bajo protección, incluidas 13 bajo protección prioritaria nacional, 11 de nivel regional y tres de nivel distrital. Conforme al principio de “tomar la protección como medida principal y poner el rescate en primer lugar”, el Estado y el gobierno regional han destinado más de 100 millones de yuanes a la reparación de importantes lugares como el Palacio Potala, los monasterios Jokhang, Tashilhungpo, Sagya y Qambalin, las sede de la resistencia antibritánica en Zongshan de Gyangze, las ruinas del Reino de Guge, las tumbas de reyes tibetanos y los monasterios Gandain, Samyae, Parkor y Xalu. Las tres ciudades antiguas de Lhasa, Xigaze y Gyangze están haciendo planes para proteger y conservar con eficacia sus patrimonios. Luego del mantenimiento total, el Palacio Potala ha sido incluido en la lista de patrimonios mundiales de la UNESCO. Con ayuda de otras provincias, el Tíbet ha efectuado varios censos de herencias culturales en el periodo 1984-1992. Los censos cubrieron 1.721 sitios, entre ellos 61 de implementos de piedra, 20 de murales en barrancos, 244 de tumbas antiguas y más de mil construcciones antiguas.

El 19 de noviembre de 1982, la Asamblea Popular Nacional aprobó la Ley de Protección de Reliquias de Patrimonios Culturales. Además, contando con la colaboración del departamento de seguridad pública, el de industria y comercio, los tribunales y las aduanas, se ha combatido con rigor el contrabando y robo de reliquias.

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