
LA Gran Muralla ha sido sinónimo de China desde que los
viajeros y aventureros hablaron por primera vez del Reino Medio
al resto del mundo.
El hecho de no mencionar la Gran Muralla es una de las causas
más importantes para dudar de la veracidad del famoso diario
turístico, El viaje de Marco Polo. Los visitantes posteriores
refieren indefectiblemente esta antigua hazaña de la ingeniería
china. El escritor portugués del siglo XVI Fernán
Mendes Pinto comentó, por ejemplo, la práctica gubernamental
de enviar a los prisioneros a construir el baluarte y el misionero
español Juan González de Mendoza también
escribió que, la gran muralla, que es 500 ligas de
longitud (1 liga = 4.8 km.) en La historia del Gran Reino
de China (edición 1585), y señaló claramente
que, el emperador que ordenó su construcción
fue Qinshihuang. Ferdinand Verbiest (1623-1688), un misionero
belga residente en China por más de 20 años, dijo
que la combinación de las siete maravillas del mundo no
podía compararse con la Gran Muralla y todas las descripciones
publicadas en Europa no eran suficientes para transmitir su magnificencia
verdadera.
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Gracias a la gran cantidad de misioneros y enviados
que visitaron China desde el siglo XVI, la imagen del país
se había relacionado inexorablemente con la Gran Muralla
y alrededor del siglo XVIII ya se había convertido en símbolo,
tanto de China como de su civilización. Mendoza y Voltaire
consideraron la obra como una muestra del poderío del imperio
asiático, pero más tarde otros la identificaron
como una señal de decadencia. De todas maneras, la fascinación
occidental por la imponente fortificación nunca ha disminuido.
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Torre este No. 3 de la muralla
Shixiakou, Yanqing, Beijing. |
La Gran Muralla fue incluida en la lista de Patrimonio Mundial
de la UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para
la Educación, la Ciencia y la Cultura) en 1987 y elegida
como una de las nuevas Siete Maravillas del Mundo en julio de
2007.
Pese a su fama y gloria, sólo 2.000 Km. de los 6.500 de
la Gran Muralla todavía permanecen en pie. Su conservación
aún no puede superar la rapidez de la erosión orgánica
y el daño humano.
El premier chino, Wen Jiabao, firmó un decreto del Consejo
de Estado el 11 de octubre de 2006, poniendo en la práctica
el Reglamento sobre la Protección de la Gran Muralla a
partir del 1 de diciembre siguiente, lo que otorga una base legal
a su protección. La conservación de esta antigua
obra china es ahora un interés común del Gobierno,
las organizaciones populares y la gente corriente.
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