Visitas a familias tibetanas
Por ZENG PING
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Niños de la aldea
de Gaba. |
Somos más de 20 personas en la familia y cada fin
de semana nos reunimos en la casa de los abuelos, expresó
Kalsang Drolma, quien acababa de graduarse de la Escuela Normal
del Tíbet y pronto será enviada a alguna primaria
aldeana. Con ella conversó este reportero cuando visitó
la casa de su abuelo, Ngawang Dondan, en el barrio Cuomeilin,
del distrito de Chengguan, en Lhasa.
Es un hogar de tres dormitorios y un salón de más
de 30 m2 y al entrar en él se pueden ver las paredes pintadas
de color verde claro, con motivos de flores y niños en
la parte superior. En el suelo se extiende la alfombra tibetana
de fondo azul y flores blancas. El televisor y la radiocasete
se colocan en el armario, frente a la puerta.
La cocina revestida de azulejos blancos está equipada
con la estufa de gas natural, extractor, nevera y licuadora. En
el baño, también de azulejos blancos y techo de
color verde con pequeñas flores blancas, están instalados
el lavabo y el retrete.
Antes en el baño usábamos las fosas, pero
a mi abuela cada vez le costaba más agacharse, por su problema
en las rodillas. Ahora, con el retrete, mi abuela está
liberada de ese sufrimiento, comentó Kalsang.
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Anciana gabanesa. |
A sus 71 años de vida, la pareja Ngawang lleva sus togas
al estilo tibetano. Ellos compraron esta vivienda después
de jubilarse de la granja estatal donde trabajaron cultivando
qingke, construida por el Comité de Vecindad, que se ubica
al lado de una calle animada de la ciudad de Lhasa. Ahora la pareja
pasa sus días orando sutras, preparando el té de
mantequilla y ziba, dando de paseos por la ciudad y reuniéndose
con los hijos los fines de semana. Están disfrutando de
una vida ociosa y cómoda.
Lo que me gusta más es la túnica al estilo
tibetano y siempre la llevo en los días de la Fiesta del
Año Nuevo Tibetano. En otras ocasiones uso trajes comunes,
para facilitar las actividades, confesó Kalsang,
quien suele tomar ziba y té con mantequilla, pero también
gusta de los platillos locales de Sichuan. Con la apertura
del ferrocarril Qinghai-Tibet, tenemos nuevas costumbres. Es un
progreso hacia la modernización.
En la aldea Gaba, del distrito de Chengguan, a unos 10 Km. de
Lhasa, las filas de los patios de carácter tibetano se
sitúan al pie de las montañas, por delante de las
cuales discurre el río Lhasa. Las avenidas en la aldea
están todavía en construcción.
El reportero encontró a varios alumnos de la Escuela Secundaria
Jiangsu de Lhasa y la Escuela Primaria Najin, que al conocer de
la presencia de un equipo de prensa proveniente de Beijing, se
mostraron muy interesados y excitados. El menor de ellos afirmó
seriamente que cuando fuese grande iría a la capital en
tren.
La casa de Cangjue Drolma, recién construida, se caracteriza
por su típico estilo tibetano. En su amplia y clara sala
aparecen el televisor, un equipo de audio y otros electrodomésticos,
mientras de la estufa que funciona con energía solar está
saliendo el vapor.
Antes el ingreso de toda la familia no sobrepasaba los
5.000 yuanes. Actualmente, con la renta de nuestra tierra, tenemos
una ganancia asegurada de 12 mil yuanes. Además, mi esposo
gana más garantizando el transporte. ¡Tenemos una
vida mucho mejor!, dijo sonriendo la dueña.
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Mueble y efectos
electrodomésticos de la casa de un aldeano tibetano. |
Cocina de elergía
solar muy usada en la zona tibetana. |
La hija de Cangjur Drolma acababa de participar en el examen
de admisión de la universidad. Al hablar sobre esto, la
chica sonrió tímidamente y señaló:
Debe haber una universidad que me admita.
Esta familia y otras 23 pertenecen al mismo grupo agrícola
en la aldea y tienen un nivel de vida más o menos similar.
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Calle de la nueva aldea de
Gaba. |
Sin la ayuda gubernamental, no podríamos vivir en
esta casa nueva, apuntó Qungdar, cabeza de otra familia.
Antes algunas familias de cuatro personas, los padres y hermanos,
más decenas de cabezas de ganado, compartían tres
habitaciones de adobe y tenían que ir cada día al
río a un kilómetro de distancia, para buscar agua.
Con el financiamiento del gobierno, la familia de Qungdar se
trasladó a un edificio nuevo de dos pisos, que aún
en la ciudad provocaría la envidia de muchos. Es una construcción
de estructura de madera y piedra, con columnas de estilo tibetano,
y la decoración de pintura mural. Además de contar
con todos los electrodomésticos necesarios, la vivienda
dispone de servicio de agua y al lado tiene una tina para el ganado.
Hace apenas un año estas personas habitaban todavía
en las montañas que se localizan detrás de la aldea,
en condiciones difíciles para vivir y producir, debido
al complejo acceso. Ahora, en los sitios donde se han establecido
gozan de una amplia avenida, agua potable y feliz comunicación.
Desde principios de 2006 la región autónoma del
Tíbet empezó a desarrollar el Programa de la Vivienda
para los campesinos y pastores, que contempla la reubicación
de los pastores nómadas, el traslado de las familias pobres
y el mejoramiento de las casas de los campesinos. Este programa
procura que en 5 años el 80% de unas 219.800 familias de
campesinos y pastores radiquen en casas seguras y convenientes.
El año pasado en toda la zona más de 250 mil campesinos
y pastores de 47 mil familias se mudaron a sus nuevas moradas,
espaciosas y claras.
Según la estrategia, cada año los campesinos y
pastores que estén incluidos en el programa pueden obtener
del gobierno un subsidio económico de 10 mil a 25 mil yuanes,
destinado a la construcción de una nueva casa. Esta suma,
en la región autónoma, equivale al ingreso total
de uno o varios años de una familia campesina o pastora
común. En 2006, las autoridades de diferentes niveles del
Tíbet ejecutaron con este propósito una inversión
acumulada de 2.838 millones de yuanes.
Con el Programa de la Vivienda, la construcción de las
obras complementarias financiada por los gobiernos también
entró en una fase tensa de ejecución. Hasta finales
del año pasado, el Tíbet había resuelto el
problema de las comunicaciones de 12 cantones y 123 aldeas, aumentó
a 210 mil en número de usuarios con servicio de electricidad
y a 320 mil los consumidores de agua potable, además de
llevar las conexiones telefónicas a 1.064 aldeas. Muchos
campesinos y pastores se trasladaron a nuevas casas e iniciaron
un nuevo estilo de vida, con servicio de agua, electricidad, fácil
comunicación, transmisión de señal de radio
y televisión y teléfono, entre otras comodidades.
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