¿Cómo mantener integrados a los ancianos en la cultura tradicional?

Por ZHANG XUEYING

Familia de tres generaciones visita la Ciudad Prohibida.

A Wei Shouren, anciana de 69 años de edad, le duelen mucho las piernas. En vida de su pareja, éste le ayudaba a aliviar el dolor dándole masajes. Ahora que ya no está, la abuela tiene que tomar su bicicleta e ir al hospital para paliar su dolor. Wei tiene un hijo que vive en Estados Unidos hace cinco años, al que ha ido a visitar en dos ocasiones. Lamentablemente, su estancia en territorio estadounidense nunca llega a los dos meses. Aunque se siente sola en China la longeva regresa pronto porque extraña su casita de 60 metros cuadrados.

La soledad, una sombra en la vida de los ancianos

Shanghai es la ciudad china que exhibe la más alta tasa de envejecimiento en el país con 830 mil ancianos viviendo solos, para la tercera parte del total con más de 60 años de edad. De acuerdo con las previsiones, este grupo representará el 80 por ciento en el año 2025.

“La aparición de núcleos familiares integrados por una sola persona, generalmente abuelos que han enviudado, marcha a la par de las familias más numerosas. Como resultado de la ley de planificación familiar aplicada por China en la década del 70, de la urbanización, industrialización y modernización, la estructura de las familias urbanas y rurales chinas se torna cada vez más pequeña”, sentenció el sociólogo Tang Can. La vida en solitario tiene una gran influencia negativa en la psicología y la cotidianidad de estas personas.

Chen Shuxian celebra en familia sus 90 años.

Wei Shouren ha visitado varios asilos. “Siempre que pueda valerme por mí misma, me quedaré en casa”, aseveró la longeva con tristeza.

De acuerdo con los resultados de la más reciente encuesta realizada por la Administración Municipal de Estadísticas de Shanghai, un 5,7 por ciento de los abuelos chinos son víctimas de la soledad; un 42,7 por ciento siente sus estragos y un 35 por ciento pocas veces o nunca se comunica con otras personas.

Paradójicamente, los ancianos de las ciudades chinas disfrutan de una vida cada vez mejor. Por ejemplo, el gobierno ha implementado una serie de medidas que benefician a aquellos con más de 70 años de edad, tales como la exención de pago en los autobuses, museos, parques; en las salas de espera de las estaciones de ómnibus y ferrocarril se destinan asientos específicamente para este grupo poblacional; en los cajeros de los hospitales y centro comerciales hay carteles y vallas que reclaman el derecho prioritario de los ancianos con frases como “la tercera edad primero”.

Ancianos asisten a la Universidad de la Tercera Edad.

Asimismo, respondiendo al llamado del gobierno, los comerciantes se preocupan más por la salud de los longevos, puesto que no solamente les ofrecen alimentos con un alto valor nutritivo, sino que han instalado aparatos y equipos para que puedan hacer deporte gratuitamente. Los hospitales también aportan su granito de arena a la causa, enviando médicos a las zonas residenciales para que hagan una evaluación del estado de salud de los abuelos sin costo alguno. Las universidades del adulto mayor y clubes de ancianos se van abriendo paso en la sociedad moderna china.

Ante tantos beneficios cabe entonces preguntarse ¿por qué tantos abuelos se sienten solos?

Los expertos consideran que de alguna manera, el cambio de la estructura familiar debilitó e incluso separó la unión existente entre la familia tradicional china y la vida cotidiana, así como entre el sentimiento y la responsabilidad. Por otro lado, la rutina diaria se ha visto enriquecida con instalaciones y medios de entretenimiento por lo que la familia ya no es el único canal de goce. Además, el desarrollo de la industria de los servicios libera a la familia de una gran cantidad de tareas hogareñas. En resumen, la vida familiar depende cada día más de la sociedad, mientras que el concepto de responsabilidad familiar pierde en claridad.

“En 1987, la Academia de Ciencias Sociales de China realizó una investigación entre los ancianos de más de 60 años de edad. Entonces, el 20 por ciento de los ancianos vivían solos y el 70 por ciento con sus hijos. Actualmente, las cifras se han invertido.

El decano de la facultad de Sociología de la Universidad de Nanjing, Feng Xiaotian, alegó que la antigua convivencia familiar se sustentaba en que cada familia tenía un promedio de cuatro hijos y ahora los padres de los hijos únicos no tienen estas condiciones”.

“Tanto mis padres como nosotros dedicamos el tiempo libre a nuestros propios intereses. Cuando llega el fin de semana o los días festivos, mi esposo y yo pasamos por mi casa y por la de mis suegros para acompañarlos. Por el momento, los cuatro ancianos gozan de buena salud y no son una carga para nosotros, pero ignoramos lo que nos deparará el futuro”, sentenció Zhong Li de 25 años de edad.

Corresponder al amor filial agota a los hijos

Pese a que el envejecimiento poblacional es una problemática que afecta a todo el mundo, los expertos sostienen que la atención a los ancianos se torna cada vez más caótica en China, teniendo en cuenta que se incorporó al sistema de economía globalizada después que muchos otros países. Las naciones desarrolladas registran una alta tasa de envejecimiento cuando el PIB per cápita oscila entre los 5,000 y 10,000 dólares. Sin embargo, cuando se presentó el fenómeno en China en 1999, el índice en cuestión no llegaba a los mil dólares. He aquí un ejemplo representativo del elevado índice de envejecimiento no sustentado en la riqueza, que al mismo tiempo siembra la duda respecto al origen del dinero para mantener a los longevos o quién los mantiene. De acuerdo con los datos más recientes, dentro de 30 años, habrá un anciano que mantener por cada dos chinos económicamente activos.

Guan Xingqin, de 46 años de edad, trabaja como asesora del departamento de personal en una compañía. Al terminar su jornada laboral, comienza la faena de enfermera de su octogenaria madre, quien sufrió seis caídas en medio año e ingresó en un hospital en otra ocasión a causa de una neumonía.

“Cada día mi madre me llama al trabajo para que regrese pronto a casa pues se siente insegura cuando no estoy. Tengo muchas cosas que hacer pero no puedo dedicarme en cuerpo y alma al trabajo”, señaló Guan.

Muchas personas en la misma situación que Guan describen sus vidas como “la mañana de guerra”, “el tenso mediodía”, “la agotadora noche”, “el fin de semana de combate” o “el fatigoso lunes”. Algunos hijos no se casan hasta los 30 o 40 años para cuidar a sus padres postrados en cama. De ellos, muchos llevan sobre sus espaldas la carga de una gran deuda que los acompaña durante varios años.

Guan Xingqin también piensa llevar a su madre a un asilo, pero aún no encuentra el adecuado; unos exigen honorarios demasiado altos y otros no ofrecen un buen servicio ni cuentan con un entorno agradable. Otra de las razones que la detiene es que su hermana menor se opone resueltamente a que envíe a su madre a un asilo.

“No puedo imaginarme lo que hará mi hijo conmigo cuando sea una anciana. Es hijo único”, dijo Guan.

Aunque se han construido numerosos asilos de anciano, debido a la gran cantidad de longevos, estos están lejos de satisfacer la demanda. Y por otro lado, la calidad no es la misma en todas estas instalaciones.

Conforme al concepto tradicional chino, los hijos no desean enviar a sus padres a los asilos. En la cultura occidental, los padres tienen la obligación de cuidar a los hijos; sin embargo, cuando crecen no es su responsabilidad cuidar de sus progenitores. En la cultura tradicional china, los hijos tienen que atender y mantener a sus padres. Esta es una obligación ineludible. Como dice el proverbio chino, “más hijos, mayor felicidad”.

Bai Xue es administradora de una compañía extranjera. “Cuando me di cuenta que me estaba poniendo vieja me percaté que no había atendido lo suficiente a mis padres. Ahora, los llamo todos los días y les pregunto cuándo pueden venir a vivir con nosotros. No voy a enviarles a un asilo, quiero que vivan con nosotros cuando no se puedan valer por ellos mismos”.

Por su parte, Liu Guomin de 26 años de edad asegura que “no importa cuánto trabajo tenga, yo saco tiempo para acompañar a mis padres, y así le enseño a mi hijo a respetar a los ancianos”.

Abuelos asumen crianza de los nietos

Los ancianos chinos defienden a capa y espada el concepto de la familia, que contempla la crianza de sus hijos hasta que se casen y tengan su descendencia.

Modelos de la tercera edad promueven la protección del medio ambiente vistiendo ropas hechas con materiales reciclados.

De acuerdo con una investigación recientemente realizada, las familias formadas por hijos únicos delegan la educación de sus vástagos en sus padres, fenómeno menos frecuente en las familias con más de un hijo. Las estadísticas revelan que el 45,7 por ciento de los niños de padres hijos únicos están al cuidado de sus abuelos, cifra que sólo llega al 28,1 por ciento en los núcleos de padres no hijos únicos. Cuando la situación económica de la familia es buena, muchos abuelos deciden vivir cerca de sus nietos o exactamente en el piso de arriba del apartamento donde viven sus hijos. De esta manera, se evitan las peleas y se cuidan los unos a los otros.

Así muchos de los padres hijos únicos envían a sus pequeños a casa de los abuelos temprano en la mañana y los recogen en la noche. Incluso, en algunos casos dejan a los niños por tiempo indefinido con los ancianos y la joven pareja se entrega al disfrute matrimonial.

El director de una guardería manifestó que actualmente muchos abuelos asisten a las reuniones de padres. En los 50 millones de familias chinas, la enseñanza de las dos terceras partes de los niños recae sobre los abuelos.

“Hasta el momento, la sociedad china sigue atrapada en la etapa de transición de varios hijos a un hijo único. La atención al adulto mayor en el futuro no augura un panorama alentador y se pronostica que su período más difícil llegue dentro de 27 años”, sentenció un funcionario de una asociación para la tercera edad.

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