La expresión de
un pueblo
Por JUAN CARLOS
HERNÁNDEZ
Jovencitas que nunca han oído la música bailaban
con extraordinarios movimientos, un invidente cantaba en español
con potente voz y un muchacho sin brazos tocaba instrumentos con
los pies en Mi sueño, impresionante espectáculo
ejecutado por discapacitados chinos, quienes demostraron que las
limitaciones físicas no son impedimento para expresar el
amor a la vida mediante el arte.
Mi sueño fue uno de los espectáculos
del gran evento cultural Experimentar China en México,
presentado en la capital mexicana durante julio y agosto pasados,
con motivo del 35° aniversario del establecimiento de las
relaciones diplomáticas entre México y la República
Popular China. La celebración, que también incluyó
exposiciones de pinturas y fotografías, conciertos y exhibiciones
de kung fu y trajes tradicionales, evidenció la gran riqueza
cultural de una nación que cada vez interesa más
a los mexicanos.
Los integrantes del conjunto Artístico de Discapacitados
de China, que han actuado en numerosos países del mundo,
conmovieron profundamente a los asistentes. Mi esposa y mi madre,
que vieron el espectáculo en el Teatro de la Ciudad, no
pudieron contener las lágrimas, cuando dos jovencitas en
silla de ruedas cantaron una canción mexicana con una voz
cristalina y llena de alegría.
También generó un gran entusiasmo la presentación
de kung fu de Shaolin, a cargo de un grupo de jóvenes expertos
en artes marciales, cuyas proezas físicas dejaron boquiabierto
a más de un espectador. No dábamos crédito
que alguien pudiera recostarse sobre afiladas espadas o romper
barras de metal con su cabeza sin sufrir daño.
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Modelos chinos
bailan junto con mexicanos |
En contraste con el alarde de dominio corporal, del que hicieron
gala los maestros de kung fu, las participantes en la demostración
Vestimentas y atavíos de las diversas dinastías
y minorías étnicas de China cautivaron por
su gracia y sensualidad femeninas. Con una escenografía
que incluía impactantes imágenes de la nación
asiática proyectadas en el escenario, las jovencísimas
modelos exhibieron prendas correspondientes a cada una de las
dinastías chinas, desde la Qin establecida hace más
de 200 años antes de nuestra era, hasta la Qing,
la última de ellas, que concluyó en 1911. Lucieron,
asimismo, los coloridos y para los ojos de los mexicanos
exóticos trajes del Tíbet, Yunan y Mongolia Interior,
entre otras regiones del país. Más adelante, otro
grupo de muchachas espigadas, vestidas con ceñidos trajes
rojos de seda, estilo Qipao, provocaron que los espectadores más
audaces les lanzaran piropos o silbaran en honor a su belleza.
El talento artístico de las mujeres chinas también
se hizo patente en el concierto de música folklórica
a cargo de la Banda Musical Femenina de Sichuan, que al igual
que los otros espectáculos se presentaron en el Teatro
de la Ciudad y en el Zócalo capitalino. Con instrumentos
típicos chinos, como el zhongruan parecido a la guitarra
o el erhu violín, las artistas de rostros dulces
y juveniles interpretaron melodías tradicionales y de diversos
grupos étnicos chinos.
La exposición fotográfica China Moderna,
montada en la Alameda Central de la Ciudad de México, atrajo
la atención de miles de personas por la belleza e impacto
visual de las imágenes presentadas, que lo mismo mostraban
paisajes desérticos, que zonas cubiertas de nieve o escenas
de la vida cotidiana de los campesinos. Resultaron además
impresionantes las fotografías que constataron la acelerada
modernización de ciudades chinas, como Beijing y Shanghai,
durante los últimos años. Se me hizo difícil
reconocer sectores de la ciudad que antes visité y me sorprendieron
los nuevos y enormes rascacielos y, sobre todo, la proliferación
de parques y demás áreas verdes.
Quienes asistimos a las presentaciones de Experimentar
China en México conocimos muchos aspectos del país
asiático que antes ignorábamos. Sin duda, esta actividad
cultural contribuirá a que los miles de mexicanos que la
presenciamos comprendamos mejor a una nación cuya inmensa
riqueza cultural a mí y a mis compatriotas siempre nos
ha parecido fascinante.
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