Prosperidad y crisis del mercadillo rural

POR LI YAHONG

Feria rural.

Al ver clientes viniendo a su puesto, Li Binghai se levanta de inmediato para recibirlos con una sonrisa y presentar detalladamente el carácter y calidad de sus telas. Cuando las personas se retiran, vuelve a sentarse en la silla y la expresión de su rostro se endurece nuevamente. Ante sí, en el mostrador y en la cuerda que se extiende a su espalda, se exhiben tejidos de múltiples colores. Durante más de 20 años, Li ha hecho negocios yendo de pueblo en pueblo.

De la bicicleta al automóvil

Donghuishe, poblado subordinado a la jurisdicción del distrito de Pingshan, en la provincia de Hebei, cuenta con una población de más de 30 mil personas y una buena base económica. De acuerdo con el calendario lunar, que se usa mucho en las zonas rurales, el tercer y octavo días de cada mes se celebran ferias locales. Sucesos similares se ven también en otros lugares, incluso en los poblados grandes y ricos, en los que suelen organizarse cada cinco días.

La feria de Donghuishe se concentra a ambos lados de una calle comercial de 400 metros, donde se ven, además de las tiendas, muchos puestos uno al lado del otro y todo tipo de mercancías, desde las pequeñas prendas hasta herramientas para el trabajo agrícola. Todavía se aprecian también algunos agricultores que venden sus propios productos, como frutas, verduras y herramientas, para comprar después con sus ganancias los artículos que ellos necesitan. Pero este modo de comercio va disminuyendo gradualmente y el porcentaje de los productos industriales aumenta cada vez más, razón por la que se ven cada vez más comerciantes profesionales.

Li Binghai, de 57 años de edad, nació en una familia campesina de Pingshan. Inició su vida de vendedor unos 20 años atrás, cuando se puso en marcha la política de apertura. En aquel entonces un joven campesino como él no tenía más alternativa y se vio obligado a cultivar la tierra, porque le era imposible cursar estudios universitarios o una carrera en el ejército, para cambiar su condición. Reacio a aceptar el arreglo de la suerte, emprendió su negocio de maíz, manzana y aceite de sésamo, utilizando la bicicleta y la balanza. “Empecé en 1978, una vez se aprobó la política de reforma y apertura, lo que permitió el negocio individual y comenzó a verse el libre flujo de mercancías. Antes era muy difícil hacer negocios, pues el suministro de mercancías dependía del Estado y todo se vendía por la cuota que correspondía a cada individuo, incluidos algunos artículos como calcetines, toallas y tejidos”, recordó.

Durante los últimos 30 años, Li se dedicó al comercio en temporada baja de labor agrícola y ganó dinero con su inteligencia. Cambió su medio de transporte de una bicicleta a un triciclo, que seis años atrás sustituyó a su vez por un medio motorizado. “Soy el primero en transportar mercancía con un automóvil en todo el distrito”, dijo con satisfacción.

Creciente mercado rural

Con la cancelación de los impuestos estatales, bajó el costo del comercio en la feria y la tasa de ganancia puede mantenerse cerca del 15 por ciento. Li tiene 12 mil yuanes (cerca de 1,6 mil dólares) de ganancia anual. A juicio del doctor Huan Pingqing, de la Universidad del Pueblo Chino, quien se dedica a la investigación del nivel del consumo en la zona rural, las políticas oficiales que favorecen a los campesinos permiten a estos aumentar sus ingresos y elevar su nivel de consumo. Así el mercado de consumo en las zonas rurales se ha incrementado en cierta medida.

Según cifras del Instituto de Macroeconomía de la Comisión Estatal de Desarrollo y Reforma, a partir de 2005, el mercado de consumo en las zonas rurales mostró una progresión. Entre el volumen de ventas minoristas de ese año, el de la ciudad aumentó en un 0,7 por ciento, mientras en el campo el alza fue de un 3,8 por ciento. En 2006, las cifras de la provincia de Hebei mostraron que el consumo de los campesinos creció más que el de los habitantes urbanos. El doctor Huan considera que el excedente de mano de obra en las zonas rurales permite el robustecimiento de la feria local, que se convierte en una salida para frenar el desempleo.

La perspectiva del consumo en zonas rurales llamó la atención de los proveedores de productos a gran escala. En abril pasado, la empresa Baojie y el Ministerio de Comercio llegaron a un entendimiento sobre la “Obra para establecer el mercado rural”, que encarga a la compañía desarrollar productos propios para el área campestre de China. Con la masiva aparición de supermercados y tiendas en zonas rurales, las ferias, sin dudas, se verán afectadas. “La gente es cada vez más exigente frente a varias opciones y los clientes piden mejor precio, por eso, ahora es más difícil obtener ganancias”, reveló Li.

Influencia de marcas famosas

Los zapatos se hacen a petición de clientes y cuestan sólo 5 yuanes.

A juicio de Li, las dificultades para hacer negocio en la actualidad se deben también a que los principales consumidores son jóvenes campesinos, cuya experiencia de trabajo en la ciudad los lleva a no aceptar mercancías de baja categoría. Guo Junting, comerciante de telas de la feria, ha notado desde hace seis años que ni su hijito quería ya la ropa hecha con la tela de su tienda. “A partir de entonces el volumen de mi negocio empezó a disminuir desde los 400 yuanes en cada feria, hasta menos de 300. Debido a las pocas personas que compran telas para hacer ropa, ya no se ven muchos negocios de este producto en la feria”, comentó.

A los ojos de los jóvenes, las mercancías de los mercadillos son baratas y las de marcas famosas, pese a sus altos precios, son de buena calidad. Algunos han notado el valor agregado de las marcas reconocidas, que pueden traer sentido de honor y orgullo a la gente. Una empresa de consultas ha comprobado que los habitantes rurales empiezan a buscar los artículos de buenas marcas. Por ejemplo, el 57,5 y 47,6 por ciento de ellos suelen comprar detergente en polvo Diaopai y champú Rejoice, ambos productos bien conocidos por sus fuertes campañas de promoción.

En la feria también se venden flores y cosméticos.

Liang Lijun, un joven de Donghuishe, dice que los muchachos del cantón suelen ir a la ciudad para hacer compras. Se ve en su bicicleta una bolsa de papel que lleva impresa las siglas de la Televisión Central de China. El aldeano Jia Jianghong, que ha trabajado en Beijing, recibía de vez en cuando encargos de sus vecinos para comprarles ropas en la ciudad y su modo de vestir siempre ha sido objeto de imitación por los chicos. “Años atrás la gente no tenía dinero y les importaba el precio, pero ahora es mucho mejor, nos importan el material y la fabricación, especialmente a los jóvenes, quienes suelen gastar cien yuanes más por una marca famosa”, señaló.

Li Binghai (derecha) recibiendo a clientes.

A juicio del doctor Huan, la tradicional feria rural es un mercado interior, considerado un modo de producción de autoabastecimiento, que da la opción a los campesinos para evitar la competencia mercantil proveniente del exterior. Li, que ha utilizado su automóvil en el negocio, en vez de la bicicleta, es también un campesino, pero con una mentalidad más moderna. El mercado de consumo rural ha aumentado, pero es todavía pequeño en su conjunto. La prosperidad de la feria rural va a durar largo tiempo, pero con el desarrollo de la economía rural y la creciente demanda de famosas marcas, el mercado profesional sustituirá sin duda la feria local. De esta manera los comerciantes serán más profesionales, la población rural se urbanizará gradualmente y el sector terciario tendrá un fundamento de desarrollo. Todo esto sirve para acelerar el urbanismo de las zonas rurales.

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