Aniversarios cerrados
Llegar a los actuales niveles de desarrollo, notables aunque
distantes aún de los objetivos en los que se ha fijado
la mirada, ha supuesto para ciertas zonas de China un esfuerzo
mayor que para otras, por los retos u obstáculos, algunos
bien complejos, que la naturaleza se ha empeñado en poner
como duras pruebas al hombre, quizás por el poco cuidado
que nuestra especie le dispensara en épocas pasadas, en
buena medida por ignorancia.
El listón ha sido colocado bien alto en el caso específico
de la región autónoma de Mongolia Interior, que
este año celebra el 60 aniversario de su fundación
y en las últimas décadas se ha visto obligada a
librar una batalla contra uno de los fenómenos que más
daño causa en la actualidad al medio ambiente y más
hace peligrar la supervivencia humana, el de la desertificación,
que avanza en determinados lugares a niveles alarmantes, tragándose
a su paso lo que antaño fueran verdes praderas y zonas
de cultivo.
Si bien la amenaza no ha sido superada, pasar con buenas calificaciones
algunas de estas pruebas, lograr devolver la vegetación
a zonas que parecían perdidas, aprovechar los recursos
naturales, mantener durante el último lustro el mejor Producto
Interno Bruto per cápita del país y desarrollar
algunas industrias, hasta convertirlas en marcas líderes
a nivel nacional e internacional, hacen más merecidas aún
las palmas para Mongolia Interior, cuya vitalidad económica
atrae cada vez más inversionistas nacionales y extranjeros,
dadas las condiciones reconocidas por publicaciones como la revista
Forbes, que lo calificó entre los 20 lugares del país
más convenientes para invertir.
Motivos sobrados para celebrar tiene también este año
la Zona de Administración Especial de Macao, de apenas
30 kilómetros cuadrados y 520 mil habitantes, que arribó
en 2007 al décimo aniversario de su retorno a la soberanía
de China, después de cuatro siglos bajo el dominio portugués,
empeñada en transformarse en una plataforma importante
para el comercio y los negocios, en especial con el mundo lusoparlante,
y dejar de depender exclusivamente del turismo y el juego, aspiración
al parecer bastante realista, si se toma en consideración
su sistema comercial, definido por la Organización Mundial
del Comercio como uno de los más libres y abiertos.
Las transformaciones económicas que tienen lugar en el
país, al tiempo que permiten a regiones, zonas especiales
y ciudades convertirse en sólidos bastiones económicos
o verdaderas mecas de productos altamente demandados en el mercado
nacional e internacional, amenazan en determinados casos formas
tradicionales de comercio o manifestaciones culturales y costumbres
milenarias, entre ellas las que corresponden al patrimonio no
material.
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