Juventud en el campo

Por LI QIAN

Liu Jingjing.

En comparación con las jóvenes de su misma edad, Liu Jingjing muestra un carácter más sereno, positivo y menos frívolo.

"Alternativas diferentes traen una vida diferente "

Después de cuatro años de vida estudiantil en la Facultad de Historia de la Universidad del Pueblo Chino, Liu Jingjing, igual que sus compañeros, planeaba su futuro. Unos siguirían sus estudios de post-grado, otros saldrían al extranjero y no pocos encontraron un trabajo satisfactorio.

Siempre tranquila y callada, Liu se convirtió en el foco de atención de todos por su decisión de abandonar el empleo en la ciudad y entregar la solicitud para trabajar como funcionaria rural.

Los compañeros no la entendían y sus padres no la respaldaban, porque esa elección la obligaría a alejarse de la vida cómoda de la ciudad y trabajar en el campo, en condiciones duras. Sin embargo, ante la insistencia de la hija, los padres no tuvieron otra opción que resignarse y respetar su decisión.

A veces también existen discordias con los cuadros de la aldea.

"Me gusta experimentar la vida diferente y enriquecer mis conocimientos ahora que soy joven. Creo que las alternativas te permiten llevar una vida distinta", explicó Liu Jingjing, quien nació en el campo de la provincia de Henan y aunque pasó la niñez en la ciudad, abriga un sentimiento especial por su pueblo natal. "La mayor parte de las aldeas rurales de Henan sufren el atraso y la pobreza y yo deseo algún día poder aprovechar la experiencia acumulada en el campo de Beijing para contribuir luego a la construcción de mi pueblo", dijo la joven.

Después de varias rondas de exámenes escritos y orales, Liu Jingjing logró sobresalir y se convirtió en una de las primeras funcionarias rurales universitarias de Beijing, asignada como asistente del jefe de la aldea de Xitaizi, en el distrito de Huairou.

"Estaba arrepentida"

El primer mes en la aldea Liu Jingjing realizó trabajos insignificantes, como copiar o arreglar los documentos. A veces, para matar el tiempo, la muchacha hizo la limpieza de todas las oficinas y llenó los termos con agua caliente. En contra de todas sus aspiraciones, Liu se sintió atrapada entre las paredes.

La comida del campo es riquísima.

"Aunque recibí la preparación para adaptarme al nuevo ambiente laboral, la situación resultó mucho más desagradable de lo que había imaginado. Durante ese mes, cada día me quedé pensando que pasaría los tres años haciendo estos trabajos, nada difíciles aún para un alumno primario" recordó la joven. En aquel entonces, en la aldea no había Internet ni periódico. A ella le parecía que vivía en un mundo apartado, sin comunicación con el exterior. Con esta sensación Liu Jingjing empezó a sufrir una fuerte inquietud y temer que la juventud se desperdiciara de esta manera.

"En el momento más desanimado, es cierto que estaba arrepentida por mi alternativa. Pero me decía, tengo que insistir pese a las dificultades".

"Tengo mucho que aprender"

Un mes después, los jefes asignaron a Liu Jingjing la tarea de inspeccionar y otorgar los permisos relacionados con la distribución de los terrenos para la construcción de viviendas.

Los días de la joven empezaron a llenarse de trabajo. Además de atender a los habitantes que acuden a su oficina a hacer los trámites, ella tiene que ir al local a medir los terrenos y sacar pruebas. Todo parece sencillo, pero con frecuencia tiene que afrontar situaciones inesperadas.

En una oportunidad, durante la investigación y medición de unas casas viejas que iban a ser desmanteladas y reconstruidas en beneficio de los habitantes, Liu Jingjing y otro colega experimentado se encontraron con unos dueños de viviendas de mentalidad conservadora, que se negaban a abandonar la que había sido su morada durante muchos años y los interceptaron a ambos, para mostrar su insatisfacción con una actitud que por momentos llegó a ser agresiva.

A Liu Jingjing le gusta conversar con los aldeanos.

Liu Jingjing quedó perpleja ante tal situación, sin saber qué hacer, mientras su colega, guardando la calma, lo primero que hizo fue tranquilizar a los campesinos y luego explicarles minuciosamente los detalles de la política que se iba a aplicar, para despejar las dudas e inquietudes de aquellas personas.

"De mi colega conocí una actitud profesional de trabajo. Desde ese día, dejé de sentirme orgullosa por mi título universitario, porque me di cuenta de la distancia que tengo y que el conocimiento no equivale a la capacidad, me falta mucho por aprender", reconoció.

Más tarde, la muchacha se dedicó a establecer una mejor comunicación con los habitantes, para conocer sus pensamientos y perfeccionar su modo de hablar y tratar los asuntos. Cuando encuentra algún problema, ella acude a los colegas y viejos habitantes. Un año después, se siente muy adaptada a su trabajo.

La vida del campo me otorgó la tranquilidad

Pese a las dificultades del tráfico, Liu Jingjing no faltó a ninguna reunión con los compañeros de la universidad, para mantener una relación estrecha. Un año después de la graduación, muchos de ellos están experimentando transformaciones importantes en sus vidas. Unos cambiaron de trabajo, otros lograron la promoción y algunos optaron por una beca de perfeccionamiento en el extranjero.

"Al ver la vida animada y llena de vigor de mis compañeros de estudio, no me siento perdida, sino contenta de mi situación actual, disfrutando de la tranquilidad que me otrogó la vida del campo", confesó la joven.

En su tiempo libre, Liu Jingjing se dedica principalmente a navegar en Internet y leer. Está estudiando contabilidad, para lograr la calificación como contadora. "Quisiera aprender algo más para superarme", explicó.

Al preguntársele sobre sus relaciones sentimentales, la muchacha se mostró algo tímida: "Por mi trabajo en el campo, casi no tengo oportunidad de conocer a un muchacho que me convenga. Ahora el amor parece lejos de mí. Sin embargo, estoy esperando ansiosamente la llegada del amor y estoy segura de que alguien está esperándome también en algún lugar", expresó.

 

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