Las montañas han sido siempre un elemento prominente en
el desarrollo de la civilización china. Tradicionalmente
representan la divinidad y hacen posible la existencia -tanto
en el sentido espiritual como físico- en la tierra, en
el cielo y en el mundo inferior. Por lo tanto, inspiran una gran
reverencia dentro de la cultura tradicional del país.
 |
Un grupo de personas contempla
la salida del Sol en el pico. |
 |
Parte de la escalinata
que conduce hasta la cumbre. |
Al gran sabio chino Confucio se atribuye haber pronunciado la
frase El benevolente amor de las montañas.
Él miró hacia éstas como el refugio del mundo
botánico, hábitat del reino animal y el principal
soporte de la existencia humana. Desde su perspectiva, ellas encarnan
la justicia y el desinterés; sostienen todas las criaturas
vivas y todas las formas de vida del universo y constituyen un
puente entre el cielo y la tierra por generar el viento y las
nubes. Como tal, las montañas entran actualmente en el
concepto confuciano de benevolencia.
Para los budistas y taoístas chinos, las montañas
son el dominio de las deidades y consecuentemente un sitio apropiado
para la educación religiosa. Para los pobres, una fuente
de sustento y también un guardián divino de la felicidad
terrenal. Los antiguos gobernantes siempre miraron en dirección
hacia ellas en busca de los mandatos del cielo.
Los innumerables montes chinos son conocidos como sagrados,
celestiales, famosos y grandiosos.
Sin embargo, existe uno, el monte Taishan, que siempre ha tenido
un estatus supremo sobre el resto desde tiempos ancestrales, no
por sus 1.500 metros de altitud o bellos escenarios, sino por
sus majestuosos valores o Taishan, como es conocido, por la historia
y el patrimonio cultural que posee.
Confucio y la montaña Taishan
Taishan se encuentra en la provincia occidental china de Shandong
y hace siglos también era conocida como Daizong o Daiyue.
Dai significa el medio, zong superior y yue padre. Esos calificativos
denotan la posición suprema de ésta entre todas
las montañas bajo el cielo.
 |
Las Dieciocho Espirales
para Nantianmen. |
Confucio nació en Qufu, no muy lejos de Taishan. Él
fue muy familiar con la montaña y las personas que vivían
en el área. Se recuerda que el sabio y sus discípulos
estaban viajando en una ocasión alrededor de la elevación,
cuando vieron a una mujer llorando sobre un sepulcro. Confucio
preguntó al estudiante Zilu por qué razón
ella estaba apesadumbrada. El alumno se aproximó a la mujer
y le preguntó: ¿Qué le ha causado tanto
pesar? La mujer respondió: Mi suegro, esposo
e hijo fueron asesinados por un tigre. Zilu, siguiendo nuevamente
las instrucciones de Confucio indagó: ¿Por
qué usted no se marcha de este lugar?; a lo que la
mujer replicó: En este sitio no existe tiranía
de exorbitantes impuestos y recaudaciones. Confucio comentó
a sus discípulos que podrían anotar bien que los
impuestos y las recaudaciones exorbitantes podrían causar
heridas tan grandes a las personas como las de cualquier tigre.
Dijo: La tiranía es más feroz que el tigre
y desde entonces es bien conocido ese proverbio. Esta reflección
confuciana refleja su visión sobre los gobiernos benévolos
y su influencia ha permanecido vigente durante siglos.
Otra anécdota en este sentido registra un diálogo
entre Confucio y un anciano llamado Rong Shengqi, cuando ellos
se reunieron en Taishan. Rong fue vestido con ropas hechas de
piel de venado, cantando alegremente cómo él había
quemado ordinariamente una cítara. Confucio le preguntó,
¿Señor, por qué está usted tan
feliz? Rong respondió, Son muchas las cosas
que me hacen feliz, pero tres de ellas son esenciales. Una, Dios
creó muchas criaturas y el ser humano es el más
hermoso de todas ellas. Yo estoy muy feliz por haber nacido hombre.
Dos, la especie humana está dividida en el hombre y la
mujer y las normas sociales establecen que los hombres son superiores
a las mujeres. Yo estoy feliz por eso, porque nací hombre.
Y tercero, la duración de la vida del ser humano está
predeterminada y algunas personas mueren muy jóvenes. Yo
estoy muy feliz por eso, por los 95 años que he vivido.
Rong continuó diciendo que la pobreza es el destino del
sabio y la muerte es el destino de la vida. ¿Entonces qué
preocupación y pesar podría tener un hombre que
ha vivido una larga vida, según su destino, antes de llegar
al final de sus días? Las palabras de Rong fueron aprobadas
efusivamente por Confucio.
El gran sabio nació en un período de guerras y
caos y vivió una vida rica y rigurosa. Lleno como estuvo,
de sabiduría y ambiciones, él no encontró
oportunidad para promulgar sus ideas en beneficio de su país
y su pueblo. Durante su vida ascendió Taishan en varias
ocasiones y la magestuosidad y magnificencia de la montaña
purificaron su mente y sublimaron su alma. En una ocasión
exclamó desde la cumbre: El mundo es pequeño
cuando se mira desde Taishan. Actualmente las personas tienen
la misma sensación en ese lugar, donde ellos pueden liberarse
a sí mismos de las preocupaciones terrenales y el deseo
por conseguir cosas materiales y pérdidas, como hizo Confucio
hace 2.000 años. Taishan es hoy una gran fuente de conocimientos
y apoyo espiritual, como lo fue para Confucio. Su influencia está
evidentemente en sus pensamientos y filosofía.
Altar de la tierra y el cielo
En la China feudal, el emperador era considerado el Hijo del
Cielo, quien gobernaba la tierra en su nombre. Muchos emperadores
chinos históricamente hicieron peregrinaciones a la montaña
Taishan para rendir homenaje al cielo en agradecimiento por haberle
concedido su mandato y rogar su protección y bendición.
Se dice que desde los lejanos tiempos de la dinastía Song
del Norte (960-1127), unos 1.000 años atrás, pagaron
así su homenaje a Taishan. A ninguna otra montaña
se le ha concedido nunca tal honor.
La posición geográfica y el desarrollo de Taishan
tienen una importancia esencial. Esta se encuentra en la llanura
norte de China, al este del extenso mar Amarillo y hacia el oeste
del caudaloso río Amarillo. Aunque su altura es de 1.524
metros sobre el nivel del mar, esta imponente torre se eleva no
obstante por encima de las bajas colinas y las llanuras, en virtud
de una diferencia de altitud de 1.300 metros. Esta extensión
de cientos de kilómetros, además de su talla aparentemente
majestuosa, aportan al Taishan un espíritu general de magnitud
y solidez.
Antiguamente, la zona de la llanura central de China tuvo una
montaña sagrada en cada una de sus cinco direcciones el
monte Taishan hacia el este, el monte Huashan hacia el oeste,
el monte Hengshan hacia el norte, el monte Songshan en el centro
y el monte Hengshan (un carácter diferente) hacia el sur.
En la filosofía ancestral el este era considerado el punto
más importante, por el cual sale el sol y donde se encuentran
el yin y el yang para crear todas las formas de vida del universo.
Este era el lugar de la esperanza, la vitalidad y el auspicio.
El Taishan fue honrado por tanto como el líder de las cinco
montañas sagradas, posición suprema que siempre
ha preservado.
 |
Antigua escultura de roca
en la montaña Taishan |
Esta supremacía era mejor ejemplificada por los antiguos
imperios en las ceremonias que realizaban en la montaña.
El ritual de Taishan fue el principal y más importante
culto a lo largo de varias dinastías antiguas de China,
uno de los cuales fue promulgado por un emperador en honor al
cielo y la tierra.
En la primera parte de la ceremonia, el emperador agradecía
al cielo y la tierra por su protección y bendición.
Luego, en un segundo momento, el soberano informaba sobre su labor
al Cielo, en lo referido a cuán bien había vivido
su vida durante su mandato y qué trabajo invaluable había
realizado.
La adoración del cielo y la tierra fue únicamente
para Taishan. La reverencia al primero era celebrada en un altar
construido de tierra en la cima del monte Taishan y la de la segunda
en un punto más abajo, cercano a la cúspide.
Emperador peregrino
Durante el período de la unificación de China,
liderado por el emperador Qin Shi Huang, alrededor de 2.200 años
atrás, varios Estados chinos dependientes se enfrentaban
en constantes guerras. Qin Shi Huang fue el primer gobernante
del país que tomó por sí mismo el título
de soberano y fue en realidad el primer emperador de la dinastía
Qin. El resultó también el primer emperador como
prueban los registros históricos- que fue hasta Taishan
para reciprocar la bendición del cielo y la tierra.
Poco después de la reunificación de China, Qin
Shi Huang hizo un viaje de inspección por los distintos
territorios de los nuevos dominios. En el año 219 antes
de nuestra era (a.n.e) decidió conducir el ritual de adoración
del cielo y la tierra en la montaña Taishan, reglas que
se mantienen vigentes desde tiempos remotos.
Como este culto no se había realizado durante siglos,
algunos no conocían el significado de la ceremonia. Qin
Shi Huang consultó a muchos estudiosos, pero la información
que ellos poseían era vaga. Descartándolo todo inmediatamente,
decidió que él mismo podría cumplir el honorable
homenaje. Subió a la montaña y erigió una
lápida en la cima. Allí fue donde realizó
la ceremonia del cielo. La dedicada a la tierra la llevó
a cabo en un lugar cercano, en el monte Liangfu.
La inscripción en la lápida fue grabada por Li
Si, un consumado político de la dinastía Qin, escritor,
calígrafo y primer ministro. En ella elogia el gran éxito
de Qin Shi Huang y a su séquito como los más calificados
para el honor de conducir tal rito. La inscripción fue
grabada por Li con su letra en la lápida de piedra, la
primera en levantarse en la cima de la montaña Taishan
y después fue colocada al pie del Templo Dai, donde se
encuentra todavía, pero apenas puede descifrarse.
En su ascenso a la montaña, Qin Shi Huang fue sorprendido
por una tormenta y se refugió debajo de un gran pino, que
más tarde fue bautizado por Qin con el título de
Wudafu de novena categoría, como recompensa por su protección
al emperador. Un arco de piedra Wudafu y un pabellón se
levantaron en el lugar que el emperador dijo tener para detenerse
y refugiarse.
Fue el emperador Wudi (141-87 a.n.e), llamado Liu Che, perteneciente
a la dinastía Han, quien hizo más viajes de agradecimiento
a Taishan que ningún otro soberano chino. Liu Che fue considerado
como uno de los más consumados emperadores en la historia
del país. El solucionó la crisis de la frontera,
abrió una ruta comercial hacia la región oeste y
condujo a China a un período de gran prosperidad. Durante
los 45 años de su reinado llevó a cabo ocho ceremonias
espirituales del cielo y la tierra en la montaña.
Fue en el año 110 a.n.e que Liu Che embarcó en
su viaje hacia Taishan, para la celebración de sus logros
políticos y administrativos. Después del espectáculo
de adoración al cielo y la tierra, aceptó entonces
el gran homenaje que le tributaron sus ministros y otros altos
funcionarios. Para la visita conmemorativa a Taishan, el monarca
decretó un perdón general, exoneró a cuatro
distritos de los alrededores del pago del impuesto anual y cambió
el nombre original de su reinado, por Yuanfeng, o sea, Concesión
Original. También organizaron el distrito Fenggao, dividido
en dos partes, Ying y Bo, el cual, como función específica,
tomó a su cargo los cultos ceremoniales de Taishan y los
asuntos relacionados con ellos.
El emperador Taizong (627-650), nombrado Li Shimin, de la dinastía
Tang, fue un gobernante no menos consumado que Liu Che y quiso
también rendir un homenaje digno al cielo y la tierra en
Taishan. Él planeó ir tres veces, pero su destino
no le permitió cumplir la estancia. Fue convencido por
su primer ministro, Wei Zheng, de posponer su primer viaje en
el comienzo de su reinado, porque esa área de Taishan no
se había recuperado lo suficiente de las constantes guerras
para poder celebrar tal ceremonia de gran magnitud. El segundo
plan fue cancelado debido a las rebeliones y las inundaciones
en la frontera.
El primer soberano de la dinastía Tang que visitó
la montaña Taishan fue Gaozong (que reinó de 649
a 683), junto a la emperatriz Wu Zetian (que ostentó la
corona de 684 a 705). Su reinado marcó la primera ocasión
en que se celebró la ceremonia de Taishan con la presencia
de ambos monarcas. Gaozong rindió homenaje al cielo y Wu
Zetian lo hizo a la tierra. La magnitud de su séquito tampoco
tuvo precedentes. Además de la corte oficial, también
asistieron varios enviados extranjeros.
Sitio y reliquia pintoresca
Los abundantes lugares pintorescos y reliquias antiguas de Taishan
contemplan más de 20 grupos de obras arquitectónicas
y más de 2.000 piezas históricas y culturales, incluidas
las inscripciones en las lápidas por personajes históricos.
Ellas están diseminadas a lo largo de unos 10 kilómetros
de senderos, en más de 7.000 piedras que se encuentran
desde el pie de la montaña hasta la cima.
El Templo Dai, conocido también como Templo Dongyue o
Templo Tai, está consagrado al dios de Taishan. Este fue
el primer edificio construido durante la dinastía Han (206
a.n.e-220) y durante sucesivos reinados fue restaurado y ampliado
hasta ser convertido en un extenso complejo, que alberga la gran
colección de objetos culturales de Taishan, así
como las vasijas y utensilios empleados por los emperadores pelegrinos,
ofrendados en forma de artesanías, y más de 180
antiguas lápidas talladas. El templo en sí mismo
es una obra maestra de la jardinería, protegido por imponentes
árboles y sobrios y elegantes pabellones, terrazas, torres
y salones.
Estas son las dos rutas, el este y oeste, por las cuales se escala
la montaña, que convergen en Zhongtianmen (a mitad del
camino de la Puerta Celestial), donde un sendero conduce hasta
la cima. El camino ascendente desde Zhongtianmen hasta Nantianmen
(Puerta Celestial del Sur), es conocido como Las Dieciocho Espirales.
La pendiente es suave al principio y abrupta más adelante,
por lo que la llaman El Arco de Ascenso al Cielo.
La Puerta Celestial del Sur es la entrada legendaria al cielo
y más allá están los dominios del reino celestial.
La última parte de esta etapa, conocida como el Boulevard
Celestial, facilita el acceso a un punto con un paisaje impresionante
a su alrededor.
La Vista del Sol en la Cima es el lugar para contemplar el amanecer.
Una enorme roca sobresale unos siete metros en su lado norte.
El amanecer de Taishan ha sido un espectáculo famoso desde
tiempos ancestrales y ha atraído a muchos personajes famosos
a la montaña.
En 1987, Taishan fue declarado por la UNESCO Patrimonio Cultural
y Natural de la Humanidad.
|