CSI China:
Atrapar
al criminal y limpiar la casa
-Más
conciencia y recursos, pide jefe de policía de Jinzhou
Por LAO YI
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La computación al
servicio de la ley. |
Wang Lijun debería estar muerto hace tiempo. Eso al menos
dicen las leyes de las probabilidades. En 2000, cuando le fue
otorgada la Orden de Mérito de Primer Grado de la policía
china, no pudo menos que evocar las encuestas, según las
cuales 95% de los agentes policiales que han sido honrados con
esa condecoración la han recibido post mortem. Pero Wang
Lijun, por buena suerte o terquedad, está muy vivo, después
de sobrevivir a 10 atentados contra su vida, sin contar las habituales
peripecias mortales que, al igual que otros cientos de miles de
policías en China, encara cada día.
A sus 48 años de edad, el jefe de policía de la
ciudad de Jinzhou, en la nordestina provincia china de Liaoning,
donde además se desempeña como alcalde, sabe, empero,
que no bastará con su buena estrella para llevar a feliz
término el cúmulo de tareas que tiene por delante:
para empezar, según relata, se trata de humanizar el trabajo
policial de su localidad, dotarlo de las más avanzadas
técnicas y, sobre todo, extirpar de sus filas el tumor
de la corrupción, un fenómeno que sigue siendo tema
de titulares en la prensa diaria china, a pesar de las continuadas
campañas en su contra.
Creo que el trabajo del policía es uno de los que
mayor riesgo corre de quedar expuesto a la corrupción,
afirma en diálogo con China Hoy, y comienza a colocar sobre
el tapete los pormenores de su agenda, con todas luces y sombras.
Cuando estos delitos los comete un agente del orden, los
mismos tienen un efecto muy directo sobre la sociedad. Se les
percibe con mayor fuerza que cuando ocurren en otra esfera de
la vida pública, y se reflejan asimismo en un deterioro
en el nivel de seguridad que debe acompañar a la población.
¿Qué medidas concreta ha adoptado contra este
flagelo?
Puedo afirmar que en estos tres años que llevo al
frente del departamento, el nivel de corrupción entre los
agentes del orden ha disminuido en 95%. En mis tres primeros meses
sancioné a más de 70 policías por errores
cometidos. En la actualidad, apenas se producen de tres a cuatro
casos al año.
¿Y de qué modo se mantiene al tanto de posibles
prácticas indebidas?
En nuestra oficina hay una ventanilla para uso exclusivo
de quejas del público sobre nuestra labor. Mi teléfono
está a disposición del público general. Pueden
llamar en cualquier momento, y de hecho lo hacen. Y no sólo
eso, cuando ven a un gendarme haciendo uso inapropiado de su poder
le espetan sin miramientos: Le informaré a su jefe.
Personalmente me he encargado de que se le presenten disculpas
a las personas que han sido perjudicadas por acciones policiales.
Disculparse y admitir los errores, lejos de degradar la imagen
de la policía, contribuye a incrementar la credibilidad
del cuerpo ante la sociedad.
CSI con características chinas
La limpieza que ha emprendido en su propio patio, con todo, no
distrae a Wang de otros objetivos estratégicos no menos
abarcadores. Su oficina es hoy por hoy uno de los más avanzados
puestos en materia de criminalística y técnica forense
en China. Para ello, el gobierno local no ha escatimado en gastos,
dotando a la entidad de lo más reciente y sofisticado en
parafernalia investigativa.
Las inversiones millonarias en equipos tienen su recompensa,
dice Wang, quien para obtener la porción necesaria de las
arcas estatales puso al Gobierno Central ante esta simple disyuntiva:
Son cuantiosos los fondos que deberán autorizarnos,
pero a cambio obtendrán mayor estabilidad social.
Nadie pudo contradecirlo.
Wang Lijun se enorgullece diciendo que con el polvo que cae
de la ropa de cualquier visitante al centro es posible elaborarle
un prontuario, valiéndose de sus avanzados equipos. Puede
sonar a puro alarde, pero quien se enfrente a la colección
de artilugios expuestos allí, no puede menos que admirarse
de hasta donde llega la sapiencia tecnológica en el siglo
XXI. Hoy la escena del crimen decide prácticamente el curso
de un proceso legal, desde las pruebas de ADN hasta los métodos
de autopsia por acceso mínimo. La ley, enfatiza el entrevistado,
tiene hoy en China la posibilidad de declarar la culpabilidad
de un reo sin apenas posibilidad de error.
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Centro de respuesta de urgencia
de la Administración de Seguridad Pública de
Jinzhou |
En lo que a él respecta como investigador, Wang Lijun
afirma de los 100 casos que han estado a su cargo, y que culminaron
en los tribunales con pena de muerte, se trató en todas
las ocasiones de culpabilidades harto demostradas por medios científicos.
Para nosotros, enfatiza, el problema hoy es el mismo de
muchas otras sociedades: ¿cómo convertir en evidencia
legal las pruebas físicas encontradas en la escena del
crimen?
- ¿Y a pesar de tanta técnica no hay lugar para
el error? ¿Qué pasa si luego algunos de estos métodos
demuestran la culpabilidad del inocente, o viceversa?
Wang Lijun no es precisamente específico en este apartado,
pero admite que cada año por este motivos se reabren procesos.
Ahora mismo, dice, existe un caso que se está reevaluando.
Si las nuevas pruebas aportan argumentos contrarios, se puede
concluir el caso con exoneración de culpas.
Otro tema espinoso en China, es el del uso de los órganos
de los condenados a la pena capital una vez que son ejecutados.
Wang Lijun no se anda con rodeos: La donación de órganos
de los ejecutados se hace sólo por voluntad expresa del
finado, o de sus familiares. La corte se encarga de testificar
esta voluntad. Si la familia se niega a última hora, refiere,
se interrumpe el proceso y no se hace la extracción.
Desde su óptica, todo cuanto hace hoy su departamento
responde a la lógica con que las actuales autoridades han
asumido el compromiso de promover una sociedad armónica,
donde el ser humano ocupe el lugar central. A mejores técnicas
criminalísticas, considera, menor oportunidad habrá
de que escape el criminal, de que se condene al inocente o de
que ande suelto el culpable. Con menos corrupción, por
otra parte, mayor complacencia de la sociedad respecto a sus instituciones.
Si todo eso se logra, como es su aspiración, China estará
en privilegiada posición de asegurar el disfrute pleno
de los más caros derechos del ser humano.
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