Gracias, Beijing, por
tus callejuelas antiguas
Por TERESITA BURGOS*
|
En Beijing se conservan
todavía muchas viviendas antiguas como Siheyuan. |
Cuando llegué a Beijing a inicios de esta primavera,
el espíritu de la poesía china de todos los tiempos
me dio la bienvenida. A pesar del frío, el sol irradiaba
un dorado intenso sobre las cosas. Sauces, cipreses y otros
árboles desconocidos me saludaban en silencio cuando
transitaba las impresionantes avenidas. Aún quedaban
algunos oscuros y deshojados, como enigmas. Las gentes parecían
andar en la normalidad de sus asuntos cotidianos, pero en sus
miradas había algo más (ese algo más
es para mí la esencia de la mirada china).
De esa forma misteriosa la inmensa ciudad me recibió
para que no la olvidara nunca. Y cómo olvidarla
Tantas cosas ha descubierto para mis ojos desde que la habito.
Entre ellas, puedo mencionar los hutongs, laberínticas
y estrechas calles que atestiguan su pasado.
Como poetisa caribeña, ansiosa de vivencias, me adentré
una noche en un barrio del distrito de Chaoyang, atraída
por dichos callejones que enhebran las techumbres grises de
los siheyuan, casas tradicionales chinas, valiosas alhajas que
musitan al polvo de Beijing. Pudo llamarse Zhang el hombre que
me atendió, amablemente, al llamar a la puerta de su
típico hogar beijinés. Zhang no sabe por qué
lo escogí para descorrer las cortinas de un tiempo remoto,
pero, mientras lo aceptaba, demostrando su sabia paciencia oriental,
entró a su humilde vivienda y volvió con sendas
tazas de té. Beber el primer sorbo en su jardín
fue mágico, y su mirada especial me llevó
a cientos de años atrás, cuando los hutongs, angostos
callejones construidos durante la dinastía decadente
de los Qing, se estrenaban.
Los hutongs en la antigüedad no estaban pavimentados con
baldosas de cemento como los de hoy en día, eran de tierra
y los emperadores, cuando viajaban, ordenaban rociar agua para
que no los afectara el polvo. Caminos estrechos que llevaban
a cualquier parte. Tal estrechez se debía a que en tiempos
de la dinastía Qing estaba prohibido construir vías
con más de nueve pasos de ancho. Hay hutongs tan estrechos
por donde sólo puede transitar una pareja abrazada.
|
Los habitantes
de Siheyuan gustan decorar el patio con plantas. |
Los siheyuan, complejo arquitectónico formado por cuatro
casas de tejas grises y ladrillos azules alrededor de un patio
cuadrado, reposaban a ambos lados de las callejuelas. El más
grande que existe es el recinto de la Ciudad Prohibida o Palacio
Imperial. Los hutongs regulares estaban cerca del mismo, ordenados
al Este y Oeste.
En los siheyuan más grandes vivían funcionarios
de alto rango y mercaderes acaudalados. Resaltaban sus pilares
coloreados y esculpidos, artísticas vigas, jardines florecientes.
Los siheyuan comunes eran más pequeños y su diseño
y decoración más sencilla.
Muchas de estas edificaciones fueron construidas durante las
dinastías Yuan (1206-1368), Ming (1368-1644) y Qing (1644-1911).
Los emperadores dispusieron el trazado de la ciudad y de sus
áreas residenciales con el propósito de obtener
la energía suprema.
Las habitaciones principales de estos edificios se orientaban
al Sur, las auxiliares al Norte y las laterales al Este y Oeste.
Todos los cuadriláteros fueron construidos mirando al
Sur para lograr una buena iluminación. La luz, la ventilación
y la orientación de su entrada eran detalles muy cuidados
en tales construcciones.
La mayoría de estos callejones todavía funcionan
de Este a Oeste. Entre los grandes hay otros pequeños
dispuestos de Norte a Sur para facilitar el paso entre los mismos.
Los hutongs tienen nombres como Las Verduras, Las
Flores y otros que reflejan el cotidiano vivir.
A lo largo de la historia, los hutongs han sufrido transformaciones
dadas por el cambio de dinastías, el estado social de
sus habitantes y las adversidades propias de la vida. Las antiguas
casas del centro se fueron transformando y perdiendo su estilo
original. Fueron apareciendo hutongs con casas irregulares,
indecisas.
Los insalvables hutongs han sido demolidos y en sus cimientos
han proliferado altos, modernos y confortables edificios que
hoy en día dan abrigo a los beijineses.
Las zonas de los callejones sobrevivientes, que reúnen
características únicas en arquitectura, urbanismo,
arte y tecnología, han sido designadas áreas protegidas
por el valor que representan para la cultura china.
Gracias, Beijing, por dejarme andar tus callejuelas, por mostrarme
gente humilde como Zhang, que se refugia tras el humo de sus
ojos rasgados, reclinado en su butaca, mirando la noche que
ha decidido despojarse de su laberinto de sombras y mostrarme
esas joyas antiguas de Beijing donde reinan la armonía
de la convivencia y la amistad.
*La
autora es poeta y narradora cubana, actualmente residente
en Beijing. |