¿Cuentos chinos?
No hace mucho tiempo, los libros eran nuestra mejor manera de
reflexionar sobre la sociedad y otros pormenores de la naturaleza
humana. Hablo de los años en que un libro constituía,
casi en exlusiva, el camino hacia el conocimiento. No había
televisión y mucho menos Internet. Cine, radio y telefonía
vivían su etapa de párvulos de jardín. Por
eso, un libro era un objeto precioso, estimado por su valor intrínseco
y altamente codiciado en un país donde los analfabetos
comenzaban a ser cada vez más vestigios del pasado. No
es de extrañar entonces que las generaciones literarias
se produjeran una tras otra, asumiendo modas y modos de contar
que hicieron época. Así hasta que ciertas etapas
traumáticas de nuestra historia, léase en especial
la denominada revolución cultural, pusieron
sordina a las voces de toda una pléya-de de talentos en
despunte.
Hoy el tema es otro y lo abordamos en la presente edición
en reportaje especial. Desde los años 80 el problema no
es de libertad formal. La gente cuenta a su antojo y las editoriales
publican a discreción, poniendo el acento en lo que más
vende, signo de los tiempos de auge comercialista que corren.
Por ello, algunos entendidos hablaron en 2006 de falta de rigor
artístico entre la actual generación literaria.
Hubo incluso apocalípticos que pronunciaron a voz en cuello:
La literatura ha muerto. Respetamos su urgencia por
emitir un certificado de defunción, pero, en todo caso,
si las letras chinas han fenecido (lo cual está por demostrarse),
como se diría de algún monarca fallecido, Viva
la literatura.
Y ahora que tocamos el tema del respeto, hemos acudido a estas
siete letras para edificar sobre sus cimientos una nueva forma
de aproximarnos a Iberoamérica, a través de una
sección que nos acompaña desde enero y que aún
teníamos pendiente presentarles formalmente, Valija
diplomática. Con ella, todos los representantes diplomáticos
en China de países de esa zona, más cultural que
geográfica, tendrán cabida en nuestras páginas.
Las abrimos para que sin cortapisas revelen cómo promueven
sus relaciones con China y cómo, de acuerdo a sus condiciones
propias, se proponen mejorar sus respectivas sociedades. En China
Hoy cultivamos con celo la amistad con todos los países
del área, procurando acercarnos a cada uno sin reparar
en sus modelos socioeconómicos. Buscamos lo que nos une;
obviamos lo que nos distancie. Por ello trabajamos.
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