Qu Yuan-poeta, patriota y
pensador
Por
nuestro reportero HUO JIANYING
Más
de dos mil años después de su muerte,
el político y literato Qu Yuan sigue siendo
razón para el asombro del mundo, en virtud
de su probidad sin grietas y la estela de interrogantes
pendientes de respuesta que dejó en sus poemas.
Qu
Yuan (340-278 a.n.e) nació en el Estado Chu,
actual distrito de Zigui, provincia de Hubei. Vivió
en medio del caos político que caracterizaron
las postrimerías del Período de los
Estados Combatientes (475-221 a.n.e), poco antes de
que el emperador Qin Shihuang unificara a China. Por
su excelencia académica, Qu Yuan fue puesto
por el rey Huai en un puesto importante de la corte.
Sus habilidades administrativas y elocuencia le ganaron
pronto una promoción a Zuotu -- viceprimer
ministro, posición que le permitió asumir
reformas muy necesarias en los ámbitos domésticos
y de relaciones exteriores del Estado Chu.
Un estadista trágico
Qu Yuan abogaba por la aplicación de la ley
consolidada y una carga más ligera de impuestos
al pueblo. Deploraba asimismo la práctica de
seleccionar a los líderes por sus antecedentes
privilegiados en lugar del mérito, considerando
que la misma ponía en peligro la prosperidad
del Estado y entrañaba un freno a su poder
militar. Para proteger el Estado Chu contra la agresión
abierta del Estado Qin, Qu Yuan efectuó una
alianza con el Estado Qi. Bajo su dirección
sabia, el Estado Chu se convirtió en potencia
a tener en cuenta entre los Estados Combatientes.
Pero no pasó mucho tiempo antes de que su desprecio
abierto hacia los nobles avariciosos y funcionarios
corruptos le hicieran blanco de calumnias y ataques.
El primer ministro Zi Lan y su asociado el viceprimer
ministro Jin Shang con frecuencia hablaban mal de
él ante el monarca. Sus maquinaciones maquiavélicas
dieron lugar a la democión de Qu Yuan al puesto
de Señor de los Tres Clanes, con lo cual quedó
privado del derecho a participar en la administración
de la corte y la formulación de políticas
fundamentales.
A
partir de entonces, los asuntos domésticos
y externos del Estado Chu entraron en un período
de crisis. Zhang Yi, enviado del Estado Qin, sobornó
al viceprimer ministro Jin Shang y a la concubina
favorita del rey Huai para socavar y dar por terminada
la alianza entre Chu y Qi. Los dos personajes fueron
responsables de la derrota de Chu en varias batallas
contra los ejércitos de Qin. El rey Huai, inconsciente
del tejemaneje de su corte, se alió con el
Estado Qin y envió a Qu Yuan al exilio. Cuando,
algunos años más tarde concluyó
la alianza entre Qin y Chu, el rey Huai llamó
de regreso a Qu Yuan de nuevo a la capital, pero sin
mayor participación en el gobierno como Señor
de los Tres Clanes. Poco después, el rey de
Qin invitó al rey Huai de Chu a formar otra
alianza, con el verdadero objetivo de capturarlo.
Qu Yuan percibió la trampa y trató,
a riesgo de su vida, de evitar la salida del soberano,
sin conseguirlo. El rey fue hecho prisionero y murió
en cautiverio. Su sucesor, débil e incompetente,
mantuvo la política de compromiso y conciliación,
e intentó cimentar la alianza casándose
con una princesa de Qin. Qu Yuan se opuso fuertemente
a esta decisión pero no pudo evitarlo pues
se lo impedían los funcionarios traidores.
Fue enviado de nuevo al exilio, en un lugar aún
más remoto.
Mientras
Qu Yuan permaneció exiliado, el Estado Chu
se debilitaba por días. El Estado Qin continuó
ampliando su territorio y amenazando a Chu, hasta
invadirlo con su ejército en 280 a.n.e. A Qu
Yuan no le quedó más que afligirse por
el desastre y expresar su dolor a través de
la poesía. Pensó incluso en salir de
Chu, pero su amor por su pueblo lo detuvo.
Uno de sus poemas antológicos, Poema del Sur,
aborda el diálogo en Hunan entre un pescador
y un anciano desesperado a orillas del lago. El pescador
pregunta: ¿No es usted el Señor
de los Tres Clanes, Qu Yuan? ¿Cómo ha
caído en este estado? Qu Yuan contesta:
Cuando todos se revuelcan en el fango, sólo
yo sigo impoluto.
Un acto desesperado
En
278 a.n.e, el general de Qin, Bai Qi, y sus tropas
capturaron Ying, la capital de Chu, y destruyeron
el mausoleo real. El rey de Chu huyó aterrado.
La otrora próspera ciudad fue reducida a ruinas,
dejando a sus habitantes en la pobreza y desolación.
Qu Yuan se sintió afligido por la derrota de
su Estado y no podía concebir la vida como
ciudadano de un Estado conquistado.
En el quinto día del quinto mes lunar, el
bardo se suicidó lanzándose al río
Miluo, un tributario del río Xiangjiang, en
la provincia de Hunan, tras aferrarse a una piedra
para cerciorarse de que se hundiría. Esta fue
su protesta contra las fuerzas oscuras y malvadas
que le impidieron salvar a su patria de la destrucción.
Al conocer del suicidio, aldeanos y pescadores fueron
a rescatarle de las aguas, conduciendo sus embarcaciones
a lo largo del río Miluo y hasta el extenso
lago Dongting, pero no pudieron encontrarlo. Lanzaron
a las aguas paquetitos de arroz glutinoso para distraer
a peces y camarones y evitar que devoraran el cadáver
de Qu Yuan, que luego fue encontrado en un lugar llamado
Luoyuan. Fue enterrado con magnífica ceremonia
en una colina cercana al río Miluo. Y se erigió
un templo conmemorativo.
Con
el tiempo se hizo costumbre que en el quinto día
de cada quinto mes lunar los habitantes de varias
ciudades y aldeas a lo largo del río Miluo
recordaran a Qu Yuan. También en su memoria
se instituyó la preparación del plato
inventado originalmente para preservar su cuerpo,
y que fue conocido como zongzi- bolas de arroz glutinoso
en forma de pirámide envueltas en hojas de
bambú o caña- y las competencias de
Botes de Dragón. A estas actividades se sumaron
luego el uso del estafiate chino y el mojarrón,
dos hierbas que se cuelgan en las puertas para espantar
mosquitos, moscas y otros insectos dañinos.
A esta costumbre se le llama cortar una sección
de mojarrón para una espada, y una sección
de estafiate chino para un látigo. La
asperción del vino de realgar y su incineración
tienen significación similar, pues los antiguos
creían que el realgar envenenaba a las criaturas
venenosas.
El quinto día del quinto mes lunar ha devenido
festivo nacional conocido como Duanwu
o Festival de Duanyang, para recordar
el genio lírico de Qu Yuan cuya obra comenzó
a rebasar las fronteras nacionales en la década
de los 50 del siglo XX.
Un alma poética
Sima
Qian, el primer historiador de China, que vivió
hace más de 2.000 años, escribió
en la biografía de Qu Yuan, que fue el
exilio el que compulsó a Qu Yuan a concebir
el poema Lisao (dolor de la lejanía).
Su extrañamiento le condujo de la política
a las letras. Todos sus poemas fueron creados después
de su democión y durante el exilio, lo que
les otorga una calidad trágica. Su poesía
es literatura excepcional de gran valor histórico,
filosófico y estético, pues da una cuenta
detallada de las luchas políticas y problemas
sociales de su época.
Los más representantivos de sus 23 poemas
(ó 25 - hay conflictos en cuanto al número
exacto) son Dolor de la Lejanía, Preguntas
al Cielo, las Nueve Canciones, las Nueve
Elegías, y Réquiem.
Dolor de la Lejanía es la más significativa
de sus obras, y también el poema clásico
chino antiguo más largo. Sus 2.477 caracteres
en 373 versos constituyen una autobiografía
sazonada de metáforas y analogías. El
poema expone la oscuridad y el decrepitud del grupúsculo
gobernante, de su maldad, su avaricia, su lascivia
y brutalidad. Qu Yuan también evoca la imagen
de un patriota vertical que lucha por la justicia,
busca la verdad, enfrenta las dificultades y la persecución,
y ama a su país y sus gentes. El patriotismo
y el amor al pueblo se expresan así en su escritura,
al igual que su angustia y dolor al saber que le impiden
realizar sus ideales políticos.
En Preguntas al Cielo, un poema único y uniforme
en la literatura china el poeta hace 173 preguntas
acerca del cielo, la tierra, los dioses y la humanidad,
exhibiendo su conocimiento de la astronomía,
la geografía, la historia, la filosofía
y las religiones. Estas preguntas expresan y buscan
respuestas a su escepticismo sobre las leyendas antiguas,
los fenómenos naturales, el ascenso y declive
de las dinastías y la venganza. Hoy, en pleno
siglo XXI, todavía no hay respuestas racionales
a muchas de sus interrogantes. El rico legado de Qu
Yuan sigue vivo, pues sigue dando qué pensar
al mundo.
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