La realidad tras la telerrealidad
Por XIWEN
-Entretanidos
pero cargados de vicios poco disimulados, los espectáculos
de telerrealidad comienzan a afianzarse en China, donde
han desatado numerosas polémicas.
Poco después de que el Gobierno chino decidiera
limitar la proliferación de la programación
de Telerrealidad, o reality shows, la televisora central
de Hunan anunció un incremento en la cifra de regiones
geográficas donde se escogerán candidatas
para el programa de participación Superchicas. En
lo adelante, todo el territorio nacional quedará
comprendido en las búsquedas de talentos que tomarán
parte en la versión china de American Idol.
En 2005, el mismo contó con 150 mil candidatas y
400 millones de espectadores. Por extensión, el precio
de los anuncios en la estación de TV de Hunan llegó
a 7.500 yuanes (950 dólares) por segundo.
Hay una explosión de telerrealidad en la TV
actualmente, confirma Ha Wen, productor de Sueños
Chinos, programa del mismo género. Estos programas
tienen cada vez más público y suelen salir
al aire en fines de semana. Entre ellos se citan: Socio
Encantador, para buscar anfitriones de programas; Desafío
Absoluto, para obtener un trabajo ideal; y Familia Feliz,
una demostración de los talentos de todos los miembros
de una familia. Por si fuera poco, hay también otros,
así como ¡Ánimo, Buen muchacho! de la
estación del dragón, Tarea del Ángel,
de la estación de Shandong, Estrella Nueva de Jeanswest,
de la estación de Anhui y Cocinera Encantadora, de
la estación de Sichuan , etc.
El proceso de elección de candidatos para estos
programas suele encarar monetos que van de lo sublime a
lo ridículo. Cuando un candidato de ¡Ánimo,
Buen muchacho! fue eliminado, una aficionada suya de 17
años demostró su irritación llamando
a la televisora, a la cual amenazó con hacer piquetes
juntos a otros seguidores ante el edificio de la estación
de TV, agregando que se suicidaría si rechazaban
el retorno de su predilecto.
Muchos
de los televidentes son jóvenes que no se la piensan
dos veces para faltar a clases por seguir a sus ídolos,
amén de algún que otro acto extremista. El
espectáculo que significa hallar de manera instantánea
la fama y la fortuna distraen a la gente joven de sus estudios
y trabajo, haciendo que tergiversen su sentido de valores.
Esto, como es natural, despierta la ira y preocupación
de padres y profesores. En consecuencia, la Administración
Estatal de Radio, Cine y Televisión procuró
poner coto a la situación.
El afán de lucro, que nadie se llame a engaño,
es el resorte principal que sustenta estos espectáculos.
Xie Yungeng, doctor en estudios sobre medios masivos de
comunicación de la Universidad Fudan, de Shanghai,
afirma: Con sus escasos recursos financieros, las
televisoras locales no pueden competir con la Televisión
Central de China (CCTV), que tiene capacidad de comprar
fácilmente los derechos exclusivos de las teleseries.
A punto de perder su espacio de mercado, estas estaciones
locales encuentran su tabla de salvación en la telerrealidad.
Tal sucedió con la estación central de Hunan
cuando en 2003 puso en el aire su clonación de American
Idol, denominado Superchicas, con la esperanza de atraer
a más espectadores y publicistas. Al final de su
ronda de 2005, Superchicas dejó a sus patrocinadores
televisivos pingues ganancias por concepto de índice
de teleaudiencia e ingreso por publicidad. Superchicas,
que aplicó el sistema de votación popular
por llamadas desde teléfonos celulares, significó
asimismo un nuevo estilo de programación de entretenimiento
para la pantalla chica en China, pues permitió a
los televidentes tener participación directa sobre
el éxito o fracaso de los candidatos.
El
mejor ejemplo de los ídolos cocinados de la noche
a la mañana ha sido Li Yuchun, gran vencedora de
Superchicas en 2005. En lo adelante, su nombre ha estado
desplegado frecuentemente en los medios informativos y todo
tipo de publicidad en todo el país. Hasta la edición
asiática de la revista estadounidense TIME dedicó
una portada a su contagiosa sonrisa y su ambigua apariencia
sexual. Ya se estima en 10 millones de yuanes su fortuna,
que de seguro crece por días a fuerza de conceder
su figura a múltiples anuncios.
La imagen de triunfadores como Li Yuchun anima a todos
sus coetáneos a procurar el éxito a todo trance,
para beneplácito de los productores de telerrealidad.
Dice a propósito Ha Wen, productor de Sueños
Chinos: Aunque muchos dudan que Superchicas 2006 atraiga
a tantas participantes como el año pasado, no faltará
teleaudiencia. Para los jóvenes, el programa es una
manera más emocionante y provechosa de ganarse la
vida que esclavizándose en una tienda, oficina o
restaurante. Súmese a ello que los recién
graduados universitarios tienen crecientes dificultades
para encontrar trabajo, un fenómeno muy frecuente
en la China actual. Otro punto a favor de la telerrealidad.
Chen Mingqing, candidato de 20 años en Sueños
Chinos, manifiesta: Deseo demostrar mi talento al
público, y si triunfo, tendré todo lo que
mi corazón ansía. Siguiendo la tendencia,
no son poco los que optan por probar suerte en varios programas
a la vez. Li Yuchun misma, por ejemplo, fracasó en
Sueños Chinos antes de obtener el triunfo en Superchicas.
Cada programa se rige por sus propias normas, para fortuna
de candidatos decepcionados en previas ocasiones.
En lo que sí se asemejan entre ellos es en los formatos
de competencia: Los candidatos exhiben sus habilidades en
canto, baile u otros temas. Luego, algunos jueces les otorgan
puntos y hacen comentarios sobre el desempeño del
participante. Los espectadores pueden apoyar a su favorito
con votos que pueden ser vitales para el resultado final.
Por ejemplo, Li Yuchun, resultó vencedora gracias
a los tres millones de votos del público.
Para hacer las competencias más intensas y dramáticas,
los productores del programa intentan poner en el mismo
grupo a dos participantes rivales. Generalmente los dos
deben completar varias rondas. Otra práctica común
es exagerar las pequeñeces o crear escándalo
sobre los participantes, para llamar la atención
de los espectadores.
Y la fama no llega en un lecho de rosas. Las 20 finalistas
de Superchicas en cada ciudad tienen que firmar un contrato
de cinco años con la compañía de medios
de comunicación que patrocina el programa. Aunque
la firma es asunto privado, quienes no estampen su rúbrica
en el leonino contrato quedarán automáticamente
eliminadas del concurso. El público duda de la capacidad
de la compañía para cultivar a tantas cantantes
y cree que la compañía no quiere más
que venderlas.
Éste es una de las muchas razones detrás
del mar de críticas que surgen alrededor de estos
espacios. Es una persecución de la gente con
ideales musicales, declaró Mu´er, compañero
de clase de Li Yuchun. A pesar de los detractores, empero,
Superchicas y Sueños Chinos, están consiguiendo
hegemonía en el negocio de la industria del entretenimiento.
Al
principio, Superchicas enarboló una consigna de aparente
tolerancia, a saber, Canta cuando quieras, sin importar
lo que cantes, ni tu apariencia, o dónde estés.
Con el tiempo comprendieron, sin embargo, que sólo
las cantantes guapas y decantadas por la música pop
pueden ser promesas. El Profesor Zhang Yiwu, de la Universidad
de Beijing considera: Las cantantes más acogidas
son dulces o atractivas. A los productores les tiene sin
cuidado sus habilidades vocales, y les animan a obtener
el favor del público con su atractivo físico.
Dicen que tras hacerse con el cetro del concurso, Li Yuchun
comenzará a recibir clases de canto en serio.
Hay mucha tela para cortar para la telerrealidad en China,
donde apenas hace sus pininos. Todo indica, eso sí,
que con sus virtudes y vicios, se ha ganado ya un pedacito
en el corazón de la teleaudiencia del gigante asiático.