El camino del desarrollo económico de China [I]

Por NEWS LU

El Reino Unido necesitó de 58 años a partir de 1780 para duplicar su valor de producción per cápita después de la revolución industrial; EE.UU. lo hizo en 47 años a partir del 1839; Japón lo consiguió en 34 años a partir de 1885; y Brasil, 18 años a partir de 1961; per China, ¡Sólo necesitó de 10 años desde 1977! Así lo recoge el Banco Mundial en su Informe sobre Desarrollo Mundial, publicado en 1991.

Durante más de 20 años a partir de 1977 hasta 2005, la tasa de incremento económico anual de China alcanzó el 10 por ciento, cifra que refleja un aumento económico tan notable y continuo nunca antes visto. Esta velocidad representa tres veces el crecimiento de la economía estadounidense en su época de oro, en los años 1950 y 1960. Por otra parte, gracias al fuerte crecimiento económico de China, la economía mundial se sobrepuso de la amenaza de recesión en 2001.

Según el informe publicado por el Grupo financiero Goldman Sachs Inc., el PIB de China sobrepasará pronto al de Alemania, y superará el de Japón en 2015 y el de EE.UU. en 2039, convirtiéndose en el primero del mundo.

China tiene la mayor población del planeta y amplio territorio, lo que le proporciona favorables condiciones para sobresalir en el sistema económico mundial. Si se toma en cuenta la historia, durante los mil años previos al siglo XVIII, China mantuvo un desarrollo económico superior al de casi todo el resto del mundo. Lo que se debate en la actualidad es si China volverá a ser el primer ente económico mundial en cuestión de decenas años.

¿Qué factores permitirían a la economía de China lograr el crecimiento continuo y acelerado a largo plazo? Como país de bajos ingresos y mayores avances en el crecimiento económico, China tienen experiencias dignas de ser tomadas en cuenta por otras naciones en desarrollo.

Primero, el paso de la economía planificada al mercado fortaleció al país

La República Popular China, durante 30 años desde su fundación en 1949 hasta 1978, aplicó la política de economía planificada. En los primeros 10 años de ese período es menester reconocerle enormes éxitos, pues China estableció el sistema industrial independiente en muy corto plazo.

Con el paso del tiempo, empero, la economía planificada reveló sus fallas: se nulificó la capacidad de iniciativa personal del ciudadano, se hizo patente la ineficiencia de la producción, era común el despilfarro de materia prima, se retrasó la elevación de los niveles de vida de la población, no había poder competitivo en el mercado internacional. La situación de la economía planificada de China tiene mucha semejanza con la política de sustitución de importaciones aplicada anteriormente en las naciones latinoamericanas.

De hecho, durante los 10 años que median de 1960 a 1970, China se distanció en gran medida de Singapur, la República de Corea, Taiwan y Hong Kong en cuanto a desarrollo económico, por no hablar ya de la diferencia abismal respecto a los países desarrollados. En 1976, cuando se dio por concluida la revolución cultural, mejor conocida en China como “década de los disturbios”, la economía nacional se encontraba al borde del colapso.

Al principio de los años 80 del siglo pasado, empezó la reforma, lo que supuso el tránsito gradual al mercado. A este tenor, el Gobierno chino introdujo la variante mercantil en la actividad económica. Al mismo tiempo, empezó la transformación de la función del gobierno: partiendo de la demanda interna de la economía de mercado, se redefinen sus funciones en pos de la simplificación y disminución de su presencia.

Dicho proceso tuvo las siguientes características:

Antes de la reforma, las empresas chinas se consideraban propiedad pública o estatal, coexistiendo con unas pocas empresas de propiedad colectiva cuyo sistema administrativo no divergía en lo esencial de sus pares estatales. No había cabida para otro tipo de propiedad. Todas quedaban sometidas a las decisiones del gobierno, que se encargaba de comprarles lo producido para luego repartir los beneficios. Ello suponía un rígido sistema de gerencia vertical dependiente y baja eficiencia. Partiendo de esta realidad, el gobierno planteó en los años 80 la idea reformista de “otorgar derechos y dejar beneficios a las empresas”, confiriéndole diez derechos independientes, a saber, derecho al diseño y gestión en la producción, a la venta de productos, a la fijación de precios, al escogimiento de las materias primas y materiales, a la utilización del capital, al tratamiento de los bienes, al establecimiento de organismos o ramas, a la acomodación del personal y la labor, al empleo del fondo salarial y a la utilización conjunta.

En octubre de 1984, China comenzó a estimular la cooperación, la inversión mixta y la unión de diferentes formas de propiedad: pública, colectiva, individual y extranjera. Las empresas pequeñas de propiedad estatal podían ser alquiladas o rentadas por la empresa colectiva o la individual. En 1987, el sistema de acciones sirvió de base para ensayar la organización de bienes. La propiedad estatal de la empresa pequeña podía transferirse de manera compensada al grupo colectivo o a individuos. De aquí en adelante se formularon una serie de leyes, reglamentos y políticas para proteger la economía no estatal, los cuales servían como garantía jurídica al desarrollo de este tipo de economía.

Los sectores económicos no públicos lograron un desarrollo sin precedentes en esta etapa. De 1984 a 1991, el valor de producción de la industria estatal aumentó anualmente en un 8,3 por ciento, mientras que la industria no estatal creció en 23.9 por ciento cada año. En 1991, el valor de la industria no estatal ocupó el 43.8 por ciento del valor global de la industria nacional, lo que reflejó la mayor eficiencia de las empresas no estatales en su mercantilización, en comparación con las empresas estatales bajo la égida gubernamental. Ante las empresas estatales, las empresas no estatales, como cuerpos independientes en el mercado, tenían derecho de mercado y perseguían su propio beneficio económico.

En el XIV Congreso Nacional del Partido Comunista de China, convocado en octubre de 1992, se fijó como meta el sistema de economía del mercado socialista. También se propuso que las empresas estatales, las de propiedad colectiva y otro tipo de empresas compitieran en el mercado, dejando el papel preponderante a las empresas estatales, pero a través de la competencia en pie de igualdad. De esta manera, la posición principal que ocupan las empresas en el mercado fue reconocida formalmente y las empresas chinas entraron en la fase de desarrollo estandarizado.

En noviembre de 1993, se propuso que el Estado trate sin discriminación a todo tipo de empresas y se permita que las diversas formas de economía participen en la competencia de mercado. En diciembre, se aprobó Ley de Compañías, según la cual, los distintos cuerpos propietarios, al invertir y establecer empresas, tienen igualdad jurídica. “La economía no estatal forma una parte importante de la economía de mercado socialista de China”, afirmaba la constitución de 1999. De esta manera, el puesto y papel que ocupan la economía no estatal, y especialmente la economía privada en la estructura económica de China obtuvieron el respaldo oficial en China.

El establecimiento del moderno sistema empresarial (con prioridad para las acciones) en las empresas estatales fue el núcleo de la reforma iniciada en los años 90. A finales de 1994 surgieron 33.000 empresas de sistema accionario, 78,4 por ciento de las cuales consideraban que con la reforma se avecinaban grandes cambios y beneficios económicos mucho más altos que el promedio del país. Debido a la exitosa reforma, el Consejo de Estado definió, en noviembre de 1994, que 100 empresas estatales de gran escala serían objeto de ensayo. Así empezó la reforma general del sector estatal. Al cabo de 2001, entre los 2.710 grupos empresariales escogidos para la prueba por el Consejo de Estado o el gobierno local, 1.994 casas matriz quedaron reagrupadas en compañías, cifra que representa 73,6 por ciento del total. De las 520 empresas clave estatales o de acción estatal, 430 fueron reagrupadas, para 82,7 por ciento. Durante este lapso, la reforma sistemática de otras empresas estatales se profundizó y se desarrolló ampliamente y se estableció de manera gradual el mecanismo de retirada de la propiedad estatal.

Con la reforma de la empresa estatal, las acciones cotizadas aumentaron contínuamente y se perfeccionaron las leyes y los reglamentos al respecto. De 1992 a 2001, las empresas cotizadas aumentaron de 53 a 1.160. Los fondos recaudados se elevaron de 9.409 millones de yuanes (cerca de 1.100 millones de dólares) a 125.234 millones. La tasa que ocupa el valor total de acciones en el PIB creció de 3,93 por ciento a 45,37 por ciento. Durante este lapso, una serie de leyes y reglamentos respectivos fueron publicados para garantizar el funcionamiento normalizado de las empresas cotizadas.

Debido a la protección del Estado a la economía no estatal, ésta logró un alto desarrollo en ese momento, desarrollo no sólo expresado en la velocidad, sino también en la magnitud. En cuanto a la velocidad de crecimiento, en 2001, el valor de la industria no estatal ocupó 78,3 por ciento del valor global de la producción industrial, o sea, 32,5 puntos porcentuales más que la cifra de 1991 (45,8 por ciento), y 5,51 por ciento de aumento anual; respecto a la magnitud, la economía no estatal ha penetrado en la mayor parte del terreno económico nacional y ha entrado parcialmente en algunos sectores monopolizados por el Estado, como la banca y la mensajería.

Después de la puesta en práctica de la economía de mercado, el desarrollo económico de China sorprendió al mundo. En 1977 el PIB de China fue de solo 373.000 millones de dólares, cifra que en 2005 alcanzó 2.260.000 millones de dólares, situándose en el cuarto puesto en el mundo. El ingreso per capita de los chinos aumentó de 220 dólares a 1.300 dólares, representando un crecimiento de cerca de cinco veces, mientras que la población empobrecida se redujo de 250 millones de personas a 26,1 millones.

En resumen, después de unos 20 años de reforma y desarrollo, las empresas chinas han logrado avances espectaculares en su mercantilización. Hasta 2005 el estatus de la economía de mercado de China fue reconocido por 51 países, lo que sirvió para mejorar en mayor medida el equitativo ambiente comercial de China. Según la encuesta realizada anualmente por A. T. Kearney, durante los cuatro años de 2002 a 2005, China ocupó el primer lugar en la lista de destinos más atractivos para la inversión (FDI Confidence Index Ranking).

Es preciso aclarar que la economía de mercado de China no equivale a la economía de mercado del liberalismo, sino que se trata de la economía de mercado socialista con peculiaridades chinas. Como país subdesarrollado, China enfrenta la gran presión de capital del monopolio internacional. Si se aplicara en este momento la economía de mercado liberal, se perjudicaría la economía nacional, lo que equivale a permitir que un elefante ande a sus anchas por una cristalería.

La economía de mercado de china no sólo ha desplegado completamente el papel positivo del mecanismo de mercado, sino que también ha consolidado el papel positivo de la economía de mercado, eliminando su función negativa a través de la planificación gubernamental. O sea, las empresas, que se encuentran en la primera línea de actividades económicas, al participar en las actividades microeconómicas desde la producción a la venta, deben hacerlo de acuerdo con el mercamismo de mercado, para estimular la iniciativa de los cuerpos económicos y optimizar recursos sociales. El gobierno, que está en la segunda línea, debe desplegar completamente la superioridad del socialismo, planificar la estructura del mercado y administrarla de acuerdo con el plan. Los métodos de planificación que empleará la economía de mercado socialista abarcan instrumentos como el interés y el impuesto, que sirven para el reajuste del mercado. Lo más importante es el diseño y administración gubernamentales a la estructura de mercado, que es el contenido principal del trabajo de planificación del gobierno en la economía de mercado socialista.

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