Hicimos la Gran Muralla y fuimos por más
Con fuegos artificiales se inauguraron el pasado
mayo las obras principales del Proyecto de las Tres Gargantas.
Para entonces, la ba-rrera señalizadora del dique alcanzó
los 180 m de altura, extendiéndose a lo largo de 2.335
m a través del curso del río Yangtsé. Se
trata de la más ambiciosa obra que ha emprendido la nación
china desde que deslumbrara al mundo antiguo con su Gran Muralla.
Tarea de titanes, a no dudar. Durante 13 años se transformó
la fisonomía de toda una región, en la provincia
de Hubei, en procura de domeñar las aguas de la mencionada
vía fluvial. Con este embalse se espera evitar las indeseables
y letales inundaciones que suelen asolar a los pueblos ribereños
de las cercanías. Además, y no menos importante,
se afirma que la represa garantizará una fuente constante
de energía hidroeléctrica. Una bendición
para un país que requiere cada día de más
y más recursos y materias primas que sostengan su acelerado
desarrollo económico.
No todo, empero ha sido - y será - , coser
y cantar. Toda historia tiene dos caras. Una obra ciclópea
como las Tres Gargantas implica consecuencias inevitables para
el medio ambiente. El embalse, de 660 km de longitud y una capacidad
de 39.300 millones de m³, tuvo que generar necesariamente
encendidos debates entre los expertos, pues supuso asimismo el
desplazamiento de más de millón y medio de personas
y dejar sumergidos unos mil 200 pueblos, a un costo calculado
de unos 22 mil millones de dólares. Con todo, las ventajas,
coinciden muchos otros especialistas, superan a las desventajas.
De este tema nos ocupamos en la presente edición.
El embalse le ha arrebatado el primer lugar mundial a su par brasileño
de Itaipú. La obra china contará con 26 generadores
dotados de una capacidad generadora combinada de hasta 18,2 millones
de kw y producirá 84.700 millones de kwh de energía
hidroeléctrica al año. En fin, que sobran las cifras
para el deslumbramiento.
Deslumbrados andan asimismo numerosos universitarios
chinos, aunque no precisamente de gusto. Se les viene encima un
mercado laboral signado por la competencia. A ese tenor, con frecuencia
los graduados deben resignarse a ocupar puestos de menor categoría
a la que de hecho merecen. E incluso se les puede ver en paro.
A propósito proponemos una reflexión de nuestra
reportera Lu Rucai, en "¿Se les subieron los humos
a los universitarios?". Tema para pensar.
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