EL
estreno en 2006 de la película china Movimiento
Perpetuo (Wu Qiong Dong), de la directora Ning Ying, ha
despertado una ola de opiniones encontradas entre las
mujeres de carrera urbanas, y entre la población
china en general. En la cinta, cuatro exitosas profesionales
se reúnen en la casa de una de ellas la víspera
del Año Nuevo Lunar. Niuniu, la anfitriona, que
ha prosperado como editora de publicaciones de modas,
ha descubierto que su marido mantiene una relación
extramarital. Sospecha, por el tono del mensaje leído,
que se trata de una de estas tres amigas, razón
por la cual les invita a su hermosa residencia, ubicada
en un antiguo siheyuan (patio rectangular). Las convidadas
son la bella modelo Qinqin, la vendedora de propiedades
inmobiliarias Ye y la artista Lala. Por casi todo el tiempo
(90 minutos) que dura el filme, las cuatro sostienen una
prolongada charla en el interior del inmueble, deleitándose
en hablar al detalle de pasados lances sexuales, a la
vez que se empeñan en clasificar a hombres de diversas
nacionalidades según la carga erótica que
cada uno es capaz de desplegar en los momentos de intimidad.
De paso hacen más o menos veladas referencias al
pasado reciente del país, sin ocultar el peso que
aún ejerce sobre muchos chinos el llamado período
de la lucha de clases, en especial la traumática
revolución cultural (1966-1976). Finalmente, el
público ya no se interesa por quién intenta
seducir al marido de Niuniu, pues el derroche de franqueza,
cuitas, miedos, aprehensiones y deseos reprimidos y cumplidos
de las cuatro amigas se ha sobrepuesto a cualquier otra
consideración. Estas mujeres, haciendo gala de
un lenguaje poco común, sucio incluso, según
los convencionalismos al uso, han echado por tierra, en
poco más de una hora, la imagen que por siglos
se construyó dentro y fuera del país sobre
la típica mujer china. Movimiento Perpetuo, al
que muchos colocan ya el cartelito de primera producción
feminista china, subvierte los moldes de una mujer suave,
convencional, conservadora, y aquiescente.
La
directora de la película, Ning Ying, mujer de carrera
ella misma, espera una calurosa acogida entre el público
de su sexo. Las mujeres asiáticas, afirma,
se encuentran comparativamente bajo mayor presión
que las europeas. Por otra parte, añade,
la mayoría de los espectadores masculinos considera
inaceptable el comportamiento de las cuatro mujeres en
la película, e incluso se enojan por algunas palabras
usadas y el comportamiento de estos personajes. Por el
contrario, las espectadoras disfrutan la película
y afirman que la misma expone sus sensaciones y deseos,
algo que raramente pueden encontrar en otras películas.
La tradición china impone a la mujer
casada el papel de servir como esposa y madre virtuosa,
asumiendo principalmente las responsabilidades de la casa.
Debido a que ahora cada vez son más las chinas
que optan por tener su carrera propia, el papel social
de las mismas se acentúa. La mayoría de
las mujeres urbanas de cuello blanco ha recibido una educación
alta, gana mucho dinero y desea buscar más independencia,
tanto material como espiritual.
Wang
Ying, de treinta y tres años, es una gerente de
ventas de una prestigiosa compañía de cosméticos,
con un sueldo anual que supera los 200.000 yuanes. Pronto
cumplirá cuatro años de casada y planea
tener un niño. Ella tan ocupada con su trabajo
que ha llegado a un acuerdo con su marido. Este asumirá
la responsabilidad principal de cuidar al futuro niño.
Pero su suegra está firmemente en contra de la
idea, en razón de que es principio inmutable que
sea la esposa quien se ocupe de la crianza de los hijos
y la casa. Al final, sin embargo, Wang ganó el
debate. Su argumento fue simple: Así se ahorrará
más tiempo y dinero a la familia. Mi salario,
acota la gerente, es más alto que el de mi marido,
quien de tal modo aceptó mi propuesta. En la vida
cotidiana, también es él quien se ocupa
de la mayor parte de las tareas domésticas. Al
principio se sentía desconcertado, pero ya se ha
acostumbrado, considerando mi contribución económica
a la familia. Este caso indica que en cierto sentido
el nivel de ingresos de las mujeres determina su modo
de vida. Poco antes del Día Internacional de la
Mujer, el 8 de marzo, de 2006, la Línea Caliente
del Talento de China hizo una encuesta entre unas 2.000
profesionales de menos de 30 años de edad, con
ingresos mensuales de 2.000 a 5.000 yuanes, en algunas
ciudades grandes como Beijing, Shanghai, Guangzhou y Shenzhen.
El resultado de la investigación muestra que más
de 70 por ciento de las mismas desean la independencia
económica tener sus propios trabajos y asumir
una cantidad razonable de los gastos familiares, según
su capacidad económica.
Sostener
la independencia económica de las mujeres no significa
que el marido y la esposa deban pagar a partes iguales
todos los costos, dice Xiao Zhang, de 28 años,
graduada de sociología de la Universidad del Pueblo
Chino, comprometida con su novio. Lo que yo entiendo
es que las mujeres no deben depender totalmente de su
pareja en lo económico, sino tener su propio ingreso,
de modo que si algo va mal en su relación, puedan
depender de sí mismas. Aunque Zhang no está
casada, ella y su novio han comprado una casa con aportes
financieros de ambos. No me preocupa si mi novio
sugiere que nos separemos, dice la muchacha francamente,
el concepto de la unión sentimental entre
los chinos ha cambiado dramáticamente en los últimos
años. En el pasado, una razón importante
por la que las mujeres procuraban matrimonio era encontrar
un apoyo económico, mientras que hoy en día,
esto se puede resolver fácilmente con un trabajo
estable. La confianza económica ya no es el elemento
más importante para mantener la relación
matrimonial.
Gracias a una carrera acertada, las mujeres
pueden desenvolverse en un entorno laboral exigente, a
la vez que disfrutan de una relación sexual más
simple y más equilibrada. Según se incrementa
la cifra de mujeres liberadas de las cargas domésticas,
se eleva la de profesionales exitosas. Una de las razones
por las cuales las cuatro mujeres de Movimiento Perpetuo
pueden criticar sin escrúpulos a sus maridos reside
en que han alcanzado un estatus profesional y social,
con una posición social igual, o incluso superior,
a la de muchos hombres.
La estadística revela asimismo que
antes de fines de 2004, había 337 millones de mujeres
empleadas en China, lo que supone un 44,8 por ciento del
total de los empleados chinos. Éste es resultado
directo de la mejora educacional de la mujer china. Según
el libro blanco La condición sobre la igualdad
sexual y el desarrollo de la mujer de China, publicado
en 2004, para esa fecha se habían matriculado 6,09
millones de estudiantes del sexo femenino en las universidades,
lo que implica un 45,7 por ciento del total del estudiantado
superior. En las escuelas vocacionales, el porcentaje
de estudiantes femeninos alcanzó 51.5 por ciento.
La igualdad de la educación proporciona más
oportunidades de trabajo a las muchachas.
En marzo de 2006, la sección femenina
de Sina, un importante portal chino, realizó una
investigación entre solteras urbanas, junto con
algunos otros medios de Internet. Cerca de 9.000 mujeres
participaron en la investigación, la cual reveló
que las mismas disfrutan de muy buenas condiciones económicas.
Entre ellas, más de la mitad tiene su propia vivienda
y cerca de 20 por ciento posee coche. Esto demuestra que
las mujeres contemporáneas chinas son muy independientes.
Cuando les preguntan porqué siguen estando solteras,
más de 60 por ciento dice que no ha encontrado
a su novio ideal, y 20 por ciento considera que la soltería
puede ayudar a tener una mayor calidad de vida.
Shi Wenli es una empleada de oficina en
una compañía de tecnología informática,
que permanece soltera y sin compromiso a sus 30 años
de edad. No pienso permanecer soltera toda la vida;
espero encontrar en algún momento la media naranja
que me lleve al altar, dice Shi. Ella tiene algunas
amigas casadas, pero no todas son felices con su matrimonio,
por lo tanto, ha decidido no casarse hasta que encuentre
a quien mejor le convenga. La madre de Shi es una mujer
tradicional y al principio no entendía el comportamiento
de su hija. Aunque ya se ha acostumbrado y se siente feliz
al ver que su hija disfruta de la vida.
Según Chen Huiping, doctora del Instituto
de Investigaciones de las Mujeres, subordinado a la Federación
Nacional de la Mujer de China, un número creciente
de profesionales solteras, de entre 28 y 38 años,
con trabajo e ingresos estables, indica la existencia
de una masa de población femenina enfrascada en
la búsqueda de una vida mejor. Este grupo de solteras
es una generación de mente abierta, 30 por ciento
de las cuales expresaron que no rechazarán el modo
de vida de una madre soltera.
La investigación en su situación
de consumo demuestra que más de 20 por ciento de
ellas gasta todos sus ingresos cada mes, y la mayoría
ahorra 50 por ciento de su sueldo mensual. El resto lo
gastan en comprar cosméticos y vestidos de moda.
Los economistas opinan que este grupo de mujeres
solteras juega un papel importante en el estímulo
a la economía, pues tienen dinero, tiempo y el
afán por probar nuevas cosas.