El legado del emperador
Qinbeneficia a una aldea
Concebido hace dos mil años para acompañamiento
fune-rario de un emperador, el ejército de terracota
ha acarreado un positivo cambio de vida para miles de campesinos
actuales.
Por LUO YUANJUN
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MUCHOS campesinos chinos mantienen hoy la antigua costumbre de
colgar versos pareados - escritos sobre pergaminos de primoroso
diseño -, a las puertas de sus casas en la víspera
del Año Nuevo Lunar. Mientras que la mayoría de
las casas cambian estos adornos cada año, los habitantes
de la aldea Qinyong, en la provincia de Shaanxi, han guardado
los suyos, únicos de su tipo, por espacio de décadas.
El pergamino de la izquierda dice: Recordad la liberación
y al Partido Comunista, el de la derecha: Agradeced
al primer emperador Qin por nuestra vida acomodada, y la
sección horizontal, que cuelga sobre el dintel de la puerta:
Gratitud eterna al viejo Yang.
En 1974, el área sufrió una grave sequía,
lo que impulsó al campesino Yang Zhifa a aventurarse a
cavar un pozo nuevo. Yang había cavado cerca de cinco metros
cuando vio una cabeza de arcilla de tamaño natural que
sobresalía de la tierra. Se trataba, según se comprobó
más tarde, de una de las figuras que integraban el ejército
de guerreros de Terracota, erigido 2.000 años atrás
para que acompañara al primer emperador Qin en la otra
vida.
Ni
corto ni perezoso, Yang comunicó el inusual hallazgo al
director del museo cultural de su distrito, lo que permitió
que en poco tiempo se tuviera una visión completa de la
importancia del descubrimiento. Desde ese día, miles de
turistas, científicos y arqueólogos han viajado
a la aldea, que ha obtenido pingües beneficios gracias al
efectivo que dejan los visitantes.
Los guerreros de Terracota, sus caballos y sus carrozas son bien
conocidos hoy en todo el mundo, y se han convertido de paso en
la principal fuente de ingresos de lugareños como Yang
Juxiang. Con más de 50 años de edad, esta campesina
ha estado obteniendo notables ganancias del turismo por 20 años.
Comenzó su vida laboral vendiendo pepinos, pero ahora tiene
una popular venta de suvenirs cerca del estacionamiento del museo
de los guerreros y los caballos de Terracota del emperador Qin.
Yang Juxiang comercializa objetos de recuerdo producidos en masa,
así como artículos confeccionados por ella misma,
como en el caso de los tigres de peluche. Ella teje patrones de
algodón en su telar manual, los tiñe con colores
brillantes y les cose decoraciones tradicionales. Yang suele hacer
sus tigres por la tarde, y los vende a los visitantes al día
siguiente. El juguete más grande vale 5 yuanes, mientras
que los más pequeños cuestan la mitad de esa suma.
Yang cree que el negocio vale la pena, puesto que, afirma: Yo
misma los hago, así que cuesta muy poco producirlos. Y
cuando alguien compra uno, me pongo muy, muy contenta.
Lo
cierto es que Yang ve la vida con buenos ojos. Al evocar los días
previos al hallazgo, dice: La situación era difícil
en aquel entonces - como granjeros, dependíamos de la naturaleza
para sobrevivir. Si ocurría algún desastre, como
una sequía, pasábamos hambre. No hay tales riesgos
actualmente, pues más de dos millones de personas vienen
a ver los guerreros y caballos de Terracota cada año, trayendo
enormes oportunidades de negocio para mis vecinos y yo.
Con su negocio de suvenirs, Yang gana hasta 100 yuanes diarios.
Hace unos años, su marido invirtió en un coche,
y ahora tiene un servicio de taxis. Su hijo siguió el año
pasado al padre en dicha empresa, y su nuera abrió un pequeño
restaurante en la ciudad. Como cada miembro de la familia aporta
dinero al fondo común, no necesitaron pedir prestado ni
un centavo para comprar su actual casa de 270 m2, que les costó
200.000 yuanes entre compra y habilitación.
Para dar un mayor espaldarazo a los negocios locales, el gobierno
local construyó recientemente un centro comercial próximo,
de modo que los minoristas contaran con un puesto dentro de dicho
mercado. El espacio de la tienda cuesta 3.000 yuanes por m2 a
los vendedores, pero gracias a una política preferencial
especial, los procedentes de la aldea Qinyong sólo abonan
mil yuanes por m2 - el gobierno local paga la diferencia. Yang
está considerando la compra de un espacio.
Los
152 aldeanos reubicados en Qinyong son comerciantes devenidos
granjeros. Los proyectos para desenterrar y proteger a los guerreros
de Terracota se tradujeron en la evacuación de los aldeanos
de la tierra que habían labrado de generación en
generación, para reinstalarlos en nuevos - y mucho más
lucrativos - trabajos en la industria del turismo.
Concluida en 2003, la aldea Qinyong semeja un racimo de casas
de dos plantas, diseñadas según los estilos arquitectónicos
exóticos de la dinastía Qin: viviendas de paredes
blancas con techos de dos aguas de tejas grises, columnas rojizas
que soportan los pórticos y marcos de color bronce en las
ventanas y puertas. Aunque los exteriores son de estilo antiguo,
estas casas disponen de instalaciones modernas incluyendo electricidad,
gas, agua corriente, fosas para aguas residuales, línea
telefónica y televisión por cable. La mayoría
de las casas son de 220 m2, con precios cercanos a los 120.000
yuanes. La compensación gubernamental por la reubicación
de los aldeanos cubre todos estos costes, pero si los residentes
desean mejor sitio, deben asumirlo con sus propios recursos.
Inicialmente, algunos de los aldeanos se resistieron al cambio.
Como bien explica Yang Juxiang: Me había acostumbrado
a la vida de agricultura y temía perder mi medio de vida
en una ciudad. Pero ahora Yang tiene poco que lamentar al
respecto - ella y su familia viven mucho más estables y
seguras. Gozan de servicios médicos mejorados y un consejo
administrativo elegido en forma democrática, para manejar
los asuntos de la comunidad.
El gobierno local, previendo dificultades en el proceso de adaptación,
creó oficinas especiales encargadas de planificar programas
turísticos y ofrecer cursos de aprendizaje a los aldeanos.
Ejemplo de ello es el proyecto Hogar Campestre Feliz, un servicio
de hotelería que los lugareños desarrollan en sus
propias casas.
Ya
hay más de 50 de estos mesones en la aldea Qinyong, con
aforo para 500 huéspedes. Los turistas se sienten atraídos
por la oferta, no solamente porque apenas abonan de 15 a 20 yuanes
por noche, sino también por las deliciosas comidas campestres
que pueden consumir en un ambiente bucólico. El hermano
de Yang Juxiang opera uno de ellos. Como graduado de secundaria
superior, el Sr. Yang es uno de los aldeanos mejor educados de
su edad. Antes de entrar en el negocio, asistió a un curso
de capacitación programado por el gobierno. Allí
aprendió sobre las leyes y políticas, así
como las habilidades básicas empresariales. Su negocio
de alojamiento marcha bien y se siente optimista sobre sus perspectivas
futuras.
Mientras tanto, según crece el número de turistas
que visitan su zona, uno de los sitios históricos más
notables de China, los lugareños de Qinyong se pliegan
a la idea de que la vida es un ramillete de diversas opciones.
Al igual que los Yangs, ellos han comprendido que un cambio de
vida con frecuencia significa entrar en un mundo mejor.
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