“El Wushu es mi vida”

Por nuestra enviada en México WU KAI

“Creo que México y China tenemos muchas cosas en común. Cuando paseaba por las calles de Beijing, nadie se percataba de que soy un extranjero”. Enrique Lozada Manriquez, profesor mexicano de artes marciales, evoca su viaje a China y no puede evitar emocionarse.

Lo conocí cuando vino a nuestra sucursal de México a comprar revistas. Como trabajadores del único mensuario chino en español, a los realizadores de China Hoy nos interesa sobremanera los que piensan nuestros lectores. Por eso, le pregunté cuál es su sección predilecta. “La de Wushu”, me contestó, “pues llevo 28 años practicándolo”. “¿De veras?,” inquirí asombrada. “Sí, y les invito a visitar mi escuela mañana”.

De México, muchas cosas me sorprenden. Cuando paseo por las calles, suelo encontrar a mexicanos que me saludan con un “Nihao (hola, en idioma chino)”. Los lugareños demuestran asimismo mucho interés por el Wushu y la acupuntura. Aunque son muchos los que se dedican a su práctica e imparten clases, pocos tienen su propia escuela. Enrique es una de las excepciones. Huelga decir que de inmediato aceptamos su invitación.

Al día siguiente el fotógrafo de China Hoy y yo fuimos a la escuela “Pau Kai Isai”, que se encuentra en la calle San Antonio Abad No. 150, Colonia Tránsito. Desde lejos, la identificamos por el muro rojo que la rodea y las letras de Wushu y Kung-Fu. En la terraza del edificio, encontramos al profesor Enrique y sus alumnos. Mientras mi colega tomaba fotos, empezamos la conversación.

“Hace 28 años comencé a practicar artes marciales. Al principio, aprendí de un profesor mexicano. No obstante, como el Wushu es originario de China, invité a un maestro chino que me impartió clases. Después de dos años de aprendizaje, fundé esta escuela. El 3 de junio de este año, mi escuela cumple su 16 aniversario. Como estudié chino y Wushu en Beijing, sé que el número 16 en idioma mandarín significa que “todo marche viento en popa.” Reí al oír sus palabras. “¿Cuántos alumnos había al principio?” “50. En aquel entonces, los mexicanos no conocían muy bien a China. A nuestros ojos, China era apenas un país grande con una numerosa población. El Wushu, al igual que el Kung-Fu, no pasaba de ser una forma de defensa. Pero con el paso de tiempo, hemos sabido que es un arte marcial más completo que el Kung-Fu. Este es sólo una de las formas del anterior. Y el Wushu contiene varios estilos y no sólo sirve de defensa, sino que es un arte. Por el momento, tenemos 150 alumnos y siete profesores. El alumno de mayor edad tiene 58 años; el menor, ocho.”

Mientras conversamos, un niño corre hacia nosotros e interrumpe nuestra plática, llamando a su padre. “Es mi hijo,” dice Enrique acariciándole el cabello con cariño. “¿Cuántos hijos tiene?” “Tres. Dos niñas y un niño. Todos mis hijos están aprendiendo chino y practicando Wushu”. Al escuchar eso le pregunté al pequeño en mandarín: “¿cuántos años tienes?” “Liu sui (seis años)”, me respondió en chino.

“¿Sabes?” Enrique retoma la charla. Asumo el Wushu como mi vida. No sólo lo quiero mucho, también espero que mis hijos conozcan China, un país maravilloso, y estudien el espíritu y esencia del Wushu. Aspiro a visitar de nuevo Beijing en 2008 y ver los juegos olímpicos”.

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