A mediados de los años 60 del siglo pasado, arqueólogos
chinos desenterraron una espada de bronce que había permanecido
bajo tierra por unos dos mil años. Se afirma que la misma
perteneció a Gou Jian, rey del estado Yue en el Período
de la Primavera y el Otoño (770-476 a.n.e), considerado
figura legendaria de la historia china.
En China, la espada aparece en los albores de la llamada era
de las armas frías, pero su uso en el combate cuerpo
a cuerpo fue relativamente corto. Para el siglo III era rara
avis en el campo de batalla, tras haberse convertido en objeto
ornamental, más que herramienta utilitaria para la defensa
o el ataque.
Espada y danza
Como
lógica consecuencia de su nuevo papel como atracción
estética, la espada pasó por una etapa de refinamiento,
gracias a lo cual comenzó a llamar la atención
de los artistas del teatro, la ópera y la danza.
En la dinastía Tang (618-907) los dos géneros
danzarios imperantes, la danza civil y la danza
marcial se caracterizaban por su elegancia y la parsimonia
de sus movimientos. En esos años, la esgrima se incorporaba
a las coreografías, dando lugar al baile de la Espada
Huntuo, en las regiones occidentales del país, donde
abundaban las revueltas espectaculares y las danzas folklóricas
fuertes y sensuales denominadas Espada Xihe, surgidas
en el noroeste de China.
La intérprete más consumada de la danza de la
espada en la dinastía Tang fue la Señora Gongsun.
La bailarina, vestida de militar, hipnotizaba al público
con sus habilidades esgrimísticas y su arte danzario.
Sus admiradores incluyeron eruditos y hombres de letras. Uno
de ellos, el gran poeta Du Fu, escribió un poema dedicado
a su virtuosidad.
Además
de aumentar el efecto de los espectáculos marciales dramatizados,
la espada fue siempre accesorio o arma principal de las óperas
tradicionales. Ejemplo de ello es la ópera de Pekín
El Conquistador Se Despide de Su Concubina Preferida. Relata
la historia de Xiang Yu, un héroe rebelde que compite
por el trono a la muerte del emperador de Qin. Después
de ser derrotado y conducido a su estado natal de Chu, Xiang
Yu pide a su concubina Yu Ji que le acompañe a beber
el licor para olvidar las penas, pero Yu Ji decide sacrificarse
por lealtad a su señor, deseosa de evitar ser una carga
para él. La concubina ofrece una danza de espada (coreografiada
por el gran maestro de la Opera de Pekín, Mei Lanfang)
que culmina con su suicidio. Con su muerte, Yu Ji estimula a
Xiang Yu a retomar la lucha por recuperar su reino.
La danza de espada de Yu Ji destaca por el movimiento firme
pero suave, en el cual influye la habilidad de los desplazamientos
del Taiji: el puño de hierro en un guante de terciopelo.
Desde el punto de vista emotivo refleja la heroica reticencia
de la mujer a separarse de su amante, mientras asume su determinación
inflexible a encarar valientemente la muerte. Esta secuencia
es el clímax de la ópera y un ejemplo brillante
de la esgrima dramática.
Caligrafía y espada
Luego de mucho tiempo de observación y entrenamiento,
los artistas marciales y calígrafos llegaron a la conclusión
de que la caligrafía y la esgrima marcial tenían
orígenes similares: a los ojos de un calígrafo
consumado, la esgrima es una fuente de inspiración, pues
se asemeja a una especie de danza caligráfica, mientras
que para un maestro de artes marciales, la caligrafía
equivale a la destreza de la espada reflejada sobre el papel.
Meng Tian, un general de la dinastía Qin (221-206 a.n.e)
fue el primero en producir el cepillo en forma cónica
con pelos de conejo insertados en un eje de bambú. Así
se inventó el primer pincel para la caligrafía
y la pintura. Dos mil años después, su técnica
de fabricación ha mejorado mucho. Se dice que la caligrafía
y la esgrima se comunican en lo técnico, estético
y espiritual y se asimilan mutuamente.
Zhang Xu, un calígrafo famoso de la dinastía
Tang (618-907), sobresalió particularmente en el estilo
Caoshu (cursivo) de la caligrafía. La escritura cursiva
difiere de otros estilos de caligrafía y parece simple
a primera vista, pero es realmente muy difícil de aprender.
Requiere de una capacidad artística similar a lo exigido
por la pintura abstracta, en el sentido de que el dominio del
arte clásico es el prerrequisito de la habilidad para
crear trabajos abstractos. La escritura cursiva de Zhang Xu,
basada en su Kaishu o escritura regular, era poco convencional
y distintamente audaz. Su arte caligráfico le hizo ganar
el apelativo de sabio de la escritura cursiva.
Zhang Xu y la bailarina esgrimista Sra. Gongsun fueron contemporáneos.
Los saltos audaces, las vueltas agraciadas y las estocadas mortales
que la Sra. Gongsun añadía a su coreografía
eran, a los ojos de Zhang Xu, contornos inusualmente definidos
de los caracteres chinos. Inspirado por la danza, el calígrafo
incorporó cuanto veía a su particular estilo caligráfico,
contribuyendo así al legado posterior de la caligrafía
china.
Otro famoso maestro de la espada fue el general Pei Min de
la dinastía Tang. En una ocasión invitó
al entonces prestigioso pintor Wu Daozi, para que pintara un
mural en la pared de un templo, con el fin de exorcizar los
espíritus malvados y honrar a su madre difunta, pero
el artista contestó: Lo consideraría un
honor, pero no he pintado por un buen tiempo. ¿Podría
usted inspirarme con una secuencia de la danza de la espada?
Acto seguido, Pei Min cumplió la petición y Wu
Daozi, sorprendido por su habilidad con el arma, terminó
la tarea sin detenerse. Más tarde describiría
esa obra por encargo como ... la más satisfactoria
de mi vida.
El emperador Wenzong de la dinastía Tang (reinado 826-841)
publicó un edicto imperial en el cual consideraba a la
caligrafía de Zhang Xu, la esgrima de Pei Min y la poesía
de Li Bai como las tres maravillas del Gran Imperio de
Tang.
Significación social
Los
antepasados chinos consideraban que la espada sobrepasaba su
nefasto cometido original gracias a sus connotaciones culturales
y color místico. Los eruditos antiguos solían
llevar la espada con mayor asiduidad que los propios guerreros.
Cargar con una espada implicaba ser considerado persona versada
en letras y artes marciales. Muchas dinastías promulgaron
leyes específicas sobre el uso de la espada, estipulando
que, por regla general, los trabajadores comunes no tenían
derecho de portar espadas, que era privilegio de los ricos y
los altos funcionarios. Pero éstos últimos, incluidos
los favoritos del emperador, tenían prohibido llevar
espadas cuando se presentaban en la corte imperial.
El emperador era el soberano supremo de la sociedad feudal
de China, y en sus manos estaba incluso la vida de sus súbditos.
La espada del emperador era considerada símbolo de su
poder y el portador de la misma (raramente el emperador mismo)
estaba investido con poderes discrecionales en cuanto a su uso.
Por lo tanto, sin importar cuán alto fuera el rango de
un funcionario acusado, el portador de la espada imperial tenía
el poder de ejecutarlo, si lo juzgaba conveniente.
Entre los taoístas, la espada tenía especiales
connotaciones. Se pensaba que una espada de madera de melocotón
era eficaz para ahuyentar los demonios y conjurar los malos
espíritus. Por ello se le colgaba en una pared para proteger
la casa, a la vez que servía de ornamento.
Esta atracción por la afilada hoja de acero, sin embargo,
no es patrimonio particular de los antiguos chinos. Sirva de
ejemplo en este sentido lo afirmado por el gran poeta alemán
del siglo XIX Heinrich Heine, quien escribió: Cuando
muera, pongan una espada, no una pluma, sobre mi ataúd.