CHINA: PUEBLO DE PAZ

Por ANGEL ROSA MILANO

Así como los seres humanos somos distintos los unos de los otros; somos irrepetibles,los pueblos también se diferencian entre sí; son únicos. Del mismo modo que existen personas más tranquilas, más dinámicas, más violentas o más pacíficas que otras, conseguimos, a lo largo de la historia de la humanidad, culturas que son cazadoras, agricultoras, guerreras, artesanas, conquistadoras o viajeras, por ejemplo.

Esta reflexión viene a colación a propósito del argumento sobre la supuesta “amenaza china” que aún esgrimen algunos pocos opositores del actual modelo chino, alrededor del mundo. Algunas naciones occidentales no aceptan fácilmente que un país como China, socialista y no occidental, se erija como un poder emergente. Y aunque saben perfectamente que el gigante asiático no abriga intenciones belicistas ni expansionistas – al contrario ha dado sobradas muestras de su determinación a crecer en paz y armonía con todas las naciones del mundo –ven con inquietud una China de fuerte identidad nacional, próspera, con gran influencia internacional en materia económica, y, por ende, política y cultural. De ahí la infundada teoría de la amenaza china.

Después de estudiar y trabajar durante 3 años en este gran país; de convivir con su gente; conocer su historia y apreciar sus costumbres, puedo asegurar que el pueblo chino no es un pueblo hostil, con alguna ambición expansionista, que represente peligro alguno para la comunidad internacional. Y encuentro en esta cultura innumerables indicadores de que el pueblo chino no es un pueblo violento o belicista, sino, por el contrario, amistoso y pacífico. El aspecto cultural es uno de ellos.

Pueblo y ejército de paz

En este país millones de personas de todas las edades están involucradas en un sinnúmero de actividades culturales, que van desde actividades estudiantiles realizadas en instituciones educativas, pasando por iniciativas comunitarias espontáneas, hasta espectáculos públicos oficiales, que incluyen mega-eventos televisivos con elencos de cientos y hasta miles de personas. Pudiera pensarse que la única razón de esa masiva participación es el gran tamaño de la población china. Pero, para que tantos seres humanos se sumen a tantas actividades artísticas debe haber una disposición colectiva, una costumbre, una tradición, un rasgo cultural que se transmite de generación en generación y que se aprende en la más tierna edad.

En este contexto cultural chino hay un hecho, si se quiere, curioso, que llama poderosamente mi atención, y es sumamente representativo de mi idea: El marcado componente artístico en las fuerzas armadas chinas. Cuesta acostumbrarse a la idea de que unas fuerzas militares al cuidado de una población tan grande, en un territorio tan grande, cuente con un contingente tan grande de soldados artistas. Es común ver en la TV china eventos culturales en los que participan muchos militares con gran talento artístico. En repetidas ocasiones, incluso, he sido gratamente sorprendido por espectáculos televisivos de gran magnitud hechos enteramente por efectivos de las fuerzas armadas. Pudiera pensarse que en un ejército tan grande tiene que haber, necesariamente, muchos individuos con condiciones artísticas. Pero, en mi criterio, es la milenaria cultura china, con su concepto de armonía, la que se expresa en las actividades artísticas de su pueblo y de su ejército, el cual, dicho sea de paso, al disponer de tanta voluntad, energía y tiempo para fomentar y desarrollar la cultura en sus cuarteles – al tiempo que cumple cabalmente sus funciones como guardián de la nación - es porque posee, sin lugar a dudas, una marcada vocación de paz.

Naturaleza armoniosa de la cultura china

Otro aspecto relevante es la seguridad y el orden característicos de la sociedad China. En general, la delincuencia común y la criminalidad tienen su origen en problemas como la pobreza y la carencia de valores éticos, pero, también, en la naturaleza violenta de una sociedad determinada. China se cuenta entre los países más seguros del mundo. Los índices de delincuencia y criminalidad de este país son bastante menores que en muchos países desarrollados y en desarrollo. Esto se percibe más claramente en las grandes metrópolis chinas. En cualquier rincón de Beijing o Shanghai, por ejemplo, incluidos los sectores más humildes, se respira tranquilidad y seguridad. Desde que llegué a China, en 2002, no deja de sorprenderme que tantos cientos de millones de seres humanos convivan en forma civilizada y armoniosa.

Una idea errónea, aún difundida en Occidente, e incluso, entre algunos extranjeros visitantes y residentes en China, es que la alta seguridad personal y los bajos índices de violencia social de este país se explican, fundamentalmente, por al carácter represivo de su estado, manifestado en unas fuerzas del orden igualmente represivas. En mi opinión, se requiere algo más que “mano dura” para controlar a 1.300.000.000 personas. No existe gobierno ni fuerza policial lo suficientemente grandes y autoritarios para controlar, por la fuerza, a una población de proporciones tan gigantescas, la más grande del planeta, (un quinto de la población mundial), en un país del tamaño de China. Mi tesis es que la obediencia del pueblo chino tiene su explicación en la naturaleza eminentemente pacífica y armónica de su gente, sustentada en los sistemas de creencias y valores presentes en la cultura china desde hace milenios, tales como el confucionismo, el taoísmo y el budismo.

En definitiva, así como tenemos que convivir con una persona para llegar a conocerla realmente, para conocer a un pueblo necesitamos mezclarnos con su gente, hablar su idioma, saber cómo piensan y sienten, compartir su día a día, apreciar sus tradiciones. Sólo, entonces, conoceremos a ese pueblo. Sirva este modesto artículo, pues, como una invitación cordial de un venezolano en China, a recorrer los rincones de este hermoso país; a hacer amistad con su gente hospitalaria, para, así, ver, tocar y sentir de cerca la esencia de armonía y paz del gran pueblo chino.

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