Aldea Infantil
SOS, abrigo para la niñez en Qiqihar
- Esta aldea
ha acogido a 155 niños huérfanos, a
quienes no sólo brinda un hogar estable, sino
que les proporciona la inigualable experiencia de
reinsertarse en una familia llena de amor y normalidad.
Por LI JUGUI
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QIQIHAR es una ciudad industrial de la provincia de Heilongjiang,
al norte de China, y un importante centro económico
y cultural donde habitan cerca de 5,5 millones de personas.
En el año 1990, la organización caritativa
Aldeas Infantiles SOS inició la construcción
de un nuevo centro para niños desvalidos en esta
ciudad.
Destinada
a acoger a niños desamparados menores de 7 años
en la zona del noreste de China, la aldea intenta ante todo
devolver a los infantes el ambiente de familia perdido.
En los 15 hermosos chalets a estilo europeo viven igual
número de familias, cada una compuesta por unos 8
niños y una Madre SOS. Ésta desempeña
el papel de responsable del hogar y proporciona a los niños
amor, amparo y confianza, algo que todo menor precisa para
un sano desarrollo. Al igual que otros niños de su
edad, los de la aldea reciben educación en escuelas
públicas y al acabar los estudios, buscan empleo
y empiezan a vivir independientes. Hasta el momento se conoce
que hay 32 jóvenes crecidos en estas aldeas que perfeccionan
su formación académica en el exterior, o han
entrado en alguna universidad, colegio o escuela técnica.
Algunos ya han contraído matrimonio.
Cada mes la aldea asigna el gasto de vida de cada niño
a su familia o al Hogar Juvenil, diseña una dieta
nutritiva, según la necesidad de los niños,
y atiende otras condiciones e instalaciones imprescindibles
para la vida, como la vestimenta, la calefacción,
etc. Sin embargo, el objetivo más importante de la
educación y administración aplicada a la aldea
infantil reside en formar la autonomía de los niños.
Por eso les estimula a participar en las labores hogareñas,
e incluso en la administración de la aldea. Los niños
mayores se encargan del lavado de su propia ropa, la higiene
individual, y ayudan a la madre en la cocina. Con frecuencia,
las madres hacen compras de necesidades cotidianas junto
a sus hijas mayores. A los adolescentes y jóvenes
del Hogar Juvenil, o los que estudian en otras ciudades,
se les manda dinero de bolsillo para que aprendan a manejar
racionalmente su propiedad.
Atención especial para los inadaptados
Las memorias desagradables inciden en buena medida sobre
los niños recién llegados a la aldea. No pocos
muestran un carácter irascible, depresivo y asustadizo.
Les cuesta socializar. A estos se les acoge con mucha paciencia
y se les brinda ayuda especial para adaptarse a la vida
en la aldea.
Un
niño de ocho años llamado Wang Qiang demostró
evidente rechazo a su nueva familia en la aldea. En una
ocasión, al ver jugar juntos a sus nuevos hermanos,
sospechó que aquellos intentaban aislarlo, por lo
que decidió fugarse de la casa después de
cortar el cable del teléfono. A medianoche, la madre,
loca de preocupación, salió a buscarle junto
al director de la aldea y otros adultos. Por fin localizaron
al pequeño fugitivo a la orilla del río cercano.
En vez de regañarlo o castigarlo, el director se
sentó a conversar de hombre a hombre
con el chico. Desde entonces, un cambio mágico se
ha operado en Wang Qiang, que parece otra persona. Ahora
convive feliz con la mamá y los hermanos, avanza
en los estudios, e incluso ha devenido virtuoso intérprete
de Erhu un instrumento musical tradicional de China,
que semeja un violín de dos cuerdas- en la orquesta
de la aldea infantil.
Según
las normas de la aldea, a los 14 años, los varones
deben trasladarse de sus casas al Hogar Juvenil para vivir
colectivamente, con el fin de reforzar su madurez y autonomía.
Sin embargo, no todos se han adaptado a ese tránsito
con facilidad. Tal fue el caso de Liu Xiaoxin, quien experimentó
un brusco deterioro en sus resultados académicos
tras pasar al hogar. El motivo fue detectado pronto por
la madre y el director de la aldea: el chico había
empezado a frecuentar los cibercafés y se había
convertido en ciberadicto, al quedar fuera del control familiar.
Ante esta situación, el director dio permiso especial
para que Liu Xiaoxin regresara a vivir con su familia temporalmente.
El genio oculto en cada niño
En la aldea, hay un parque de juegos infantiles, una sala
de actividades culturales y deportivas y una biblioteca.
Según el gusto y carácter de cada niño,
la madre le manda a aprender una especialidad, como el arte
de la caligrafía, un idioma extranjero, un instrumento
musical, música, danza, juego de ajedrez, patinaje,
etc, con el fin de poner en pleno juego las capacidades
de los niños y reforzar su autoconfianza.
El equipo de fútbol de la aldea resultó campeón
entre las escuelas primarias de la ciudad en el verano de
2003.
Cuentan
asimismo con una Orquesta de Instrumentos Musicales Tradicionales,
fundada en 2001 y compuesta por 26 niños de las 15
familias. Cada semana, el conjunto ensaya bajo la batuta
de maestros profesionales. Capaz de ejecutar más
de 30 obras musicales chinas y extranjeras, en febrero de
2002 y enero de 2004, la orquesta viajó invitada
a Austria, donde recibió una cálida acogida.
Thomas Klestil, el fallecido presidente del país,
se reunió en dos ocasiones con los miembros de la
orquesta, a quienes bautizó como angelitos
musicales del Oriente. En esa ocasión, la orquesta
también visitó el Museo del Arte de Viena,
el Museo de Música, el Salón Dorado, el río
Danubio y los Alpes.
Por el 35° aniversario del estable-cimiento de relaciones
diplomáticas entre Austria y China, el Gobierno Federal
de Austria declaró a 2006 como Año de China,
por lo que durante la Fiesta de Primavera china de este
año, la orquesta fue invitada, por tercera vez, a
participar en una serie de festejos en Austria. Lo más
significado es que en esta ocasión los 18 niños
de la orquesta fueron recibidos y agasajados un día
por 18 familias de Viena, que les hicieron sentir que el
ca-lor de un hogar no conoce fronteras.