Dukezong, paraíso dentro de Shangri-la
Por WEN MING y LI JIA
Dukezong, un poblado tibetano en Shangri-la, en
la provincia de Yunnan, ofrece un santuario a todos los que buscan refugio
fuera de la vida de la metrópoli. Las auténticas viviendas tibetanas, los
pasillos, las pagodas doradas, y las linternas de múltiples formas que iluminan
a lo largo del callejón, las sendas zigzagueantes se impregnan con la gracia y
el misterio de la antigüedad, cosa que fascina a los visitantes.
Fósil
de la cultura tibetana
Dukezong, capital de la prefectura autónoma
tibetana de Deqen al noroeste de la provincia de Yunnan, se sitúa en una
altitud de 3.200 metros sobre el nivel del mar y a 700 kilómetros de Kunming.
Tiene una historia de 1.300 años, durante los que ha experimentado las llamas
de la guerra y la prosperidad del negocio fronterizo. Para los tibetanos el
color blanco es el símbolo del respeto hacia sus antepasados, el antiguo pueblo
de Qiang, que adoraba las piedras blancas. Poco después de que el poblado fuera
establecida, los artesanos descubrieron que la arcilla blanca encontrada en la
región se podía moler y utilizar como pintura, por consiguiente, todas las
viviendas se pintaron de blanco. Así es como Dukezong, en tibetano la
"ciudad de la piedra blanca", consiguió su nombre. En la noche clara,
el poblado antiguo refleja un brillo plateado, por lo que también se la
denomina Ciudad del Claro de Luna. Su correspondencia es la ciudad de
Niwangzong al lado del río de Naizi, conocida como la ciudad del sol. Las ciudades
del sol y de la luna dieron lugar a la canción "Sol y luna en el
corazón", que los tibetanos han cantado por más de 1.000 años.
Dukezong era una parada importante en el antiguo camino de recuas para el transporte de té y un foco para los intercambios del Han-Tibetano. A pesar de su edad,
Dukezong es el poblado de construcciones antiguas más grande y mejor preservado
de los 147 distritos tibetanos de China y la mayor comunidad tibetana
antigua.
En el Paleolítico ya había vida humana en
Shangri-la, después una sociedad tribal la habitó durante la dinastía Zhou del
Oeste (1100-771 a.n. e.). En el siglo VII, el régimen de Tubo conquistó Deqen,
y construyó Dukezong, que también se conoce como el "paso de
Shangri-la." Según las escrituras budistas tibetanas, en las montañas
nevadas hay una ciudad desaparecida llamada Shambhala, que tiene la forma de
una flor de loto de ocho pétalos. Dukezong de 1,6 km2 también se presenta según este diseño.
Alrededor de la Colina de la Tortuga, en el centro del poblado, las 1.084
viviendas miran hacia fuera, una disposición en conformidad con la teoría
geomántica budista tibetana.
Encantos
de Dukezong
La gente de Dukezong es hospitalaria, honesta y
encantada siempre de demostrar a los turistas sus hogares si ellos se lo piden.
Apur, de 74 años de edad, vive en una casa de madera de dos pisos, en el N° 66
de la Calle Beimen cerca de la entrada del poblado. En el primer piso guarda la
leña y el ganado, y en el segundo están las habitaciones, un pórtico ancho con
vigas talladas con cinco dragones, un cuarto de huéspedes, y una cabina de
rezo. Apur siempre lleva a los huéspedes a la cabina de rezo para mostrarles
una antigua tablilla con un par de dragones de oro. En su reverso hay una
inscripción: “Jiao de la provincia de Shaanxi, séptimo año del reinado del
emperador Chongzhen de Ming (1634)”. Se cree que la tablilla fue tallada por un
artesano llamado Jiao que ayudó a construir la casa hace 370 años. Apur sirve a
sus huéspedes el té preparado con mantequilla mientras les cuenta historias
sobre su vieja casa.
Las costumbres de la vida tibetana, así como
las viviendas, se preserva bien en Dukezong, pues lo atestiguan las callejuelas
llenas del aroma de vino de cebada. El ajedrez tibetano que se juega en las
casas locales tiene unos 1.000 años, y las campanas de caballo todavía
tintinean a lo largo del antiguo camino de recuas para el transporte de té. Las
hogueras que se encienden cada noche en la plaza iluminan los músicos locales
cuando éstos cantan y tocan instrumentos tradicionales de cuerda.
Para los visitantes, Dukezong es un lugar ideal
para comprar joyería antigua, pinturas enrolladas, alfarería de barro producida
en la aldea, inciensos aromáticos y ornamentos religiosos. Pues su fama se ha
expandido más allá de las fronteras de China.
Este poblado antiguo es también asombrosamente
cosmopolita. En la Posta de Yunnan y Tíbet, la gente de diversas culturas se
comunica con facilidad, a pesar de no tener ningún lenguaje común. El popular
Bar de la Avellana es un lugar cómodo para observar y aprender las canciones y
danzas tibetanas, y la librería de Delhamo es un buen sitio para descansar un
rato tras una tarde ociosa. En las profundidades de una calle, la joven
americana Amy está trabajando duro en la renovación de una vieja vivienda
tibetana que ha alquilado. William, de Gran Bretaña, está ocupado organizando
la exposición de sus fotografías. A Carter S. Malik, esposa de Khalid Malik,
coordinador residente de la ONU en China, también le gusta pasar el tiempo en
su casa arrendada.
Dukezong, tierra de amor, de paz y del sol, ha
atraído muchos inmigrantes y viajeros. Los artistas la encuentran una fuente de
inspiración, y los que están cansados de la vida urbana vienen aquí lejos de
las búsquedas puramente materiales. Dukezong, un paraíso de viajeros, combina
la cultura local perfectamente preservada con la modernización.