Entrevista a Alfredo Escobar, maestro de Wushu en México

Por YAO BEI

“Hoy es un nuevo día, pondré en práctica todos mis sentidos, prometo aprender mejor sin molestar al prójimo; si no fuera así, que la técnica me castigue. Prometemos paz, amor, humildad, lealtad, perseverancia, disciplina y respeto”.

Ante la foto del fundador de la escuela y el diploma del maestro, así como una estatua de Guangong (general chino adorado como un Buda en su país), los alumnos de Alfredo Escobar recitan en voz alta las palabras y así inician su clase de artes marciales de China o Wushu.

En una asociación social del Centro de Rehabilitación Neuropsicológica Reaprende conocí al señor Alfredo Escobar, médico del centro y representante oficial de la Asociación de Artes Marciales de China del Distrito Federal en la primera escuela de Wushu avaladas por las autoridades deportivas en Cuajimalpa. Es un hombre de más de 30 años de edad y que rebosa energía y alegría. Cuando habla de Wushu, no puede frenar la lengua. Su amor por las artes marciales me recuerda mi sueño infantil de ser una Nüxia, una mujer experta en artes marciales que ayuda a la gente pobre. Aunque este sueño no se hizo realidad, sí lo es la entrevista con este amigo amante del Wushu al otro lado del mundo, en México.

¿Cuándo y por qué empezaste a practicar Wushu?

En 1987, unos días después de ser asaltado a la entrada de un cine ubicado en un barrio muy feo de la ciudad de México, comencé a buscar una técnica de defensa personal que me ayudara a no volver a tener un episodio como ése. Después de visitar escuelas de artes marciales japonés, coreano, filipino y tailandés, sólo me convenció el Wushu, por su técnica, que no es de peleas callejeras, sino muy bonita.

¿Qué significa el Wushu para ti?

El Wushu significa para mi todo: desarrollo interior, fuerza, salud, paz, humildad, perseverancia, respeto, ayuda a los demás, búsqueda de conocimiento, ingreso económico, desarrollo social con todas las edades.

El Wushu me cambió la vida totalmente. Antes, me gustaba pelear en la calle, faltaba a menudo la escuela, no tenía mucho respeto a mi maestro ni a mis compañeros de estudio. Cuando empecé a practicar Wushu a los 20 años de edad, lo hice también con la intención de buscar revancha por los asaltos, sin embargo, poco a poco lo que vine aprendiendo me cambió la actitud. Me hizo comprender que no vale la pena regresar a buscarlos, ni ser agresivo en la calle. Aprendo cosas tan complicadas y profundas no para pelear en la calle como perros, sino que lo practico para sentirme bien en mi interior y para ayudar a la gente.

Mi maestro es mexicano. Pero aprendió Wushu y se graduó con calificaciones sobresalientes de la escuela de Gongfu de México en 1987. Su maestro es Liu Peng, heredero de choy -lee-fat (boxeo del sur). Desde la primera clase me enseñó la intención correcta de practicar Wushu. Aquellas palabras, que hago que mis alumnos repitan de memoria al inicio de clase, son las que me enseñó mi maestro, y a él su maestro Liu. Estas palabras me advierten para qué practico Wushu y cuál es el espíritu del Wushu. Siempre nos dijo que uno que no estudiara bien tendría que trabajar bien, no sólo pelear. A algunos que vinieron con mala actitud, sólo por peleas, los rechazó. Por eso, practicamos Wushu, no por vencer a alguien, sino para mantenernos saludables, tanto física como emocionalmente, así como prepararnos para ayudar a otros.

Aparte de ser entrenador de Wushu, también eres médico del Centro de Rehabilitación Neuropsicológica Reaprende, y trabajas para rehabilitar a los minusválidos. ¿Qué relación hay entre ambas actividades?

Cuando yo estudiaba con mi maestro, siempre nos mencionaba como parte inseparable del Wushu la terapia de rehabilitación. Nos dijo, “si sabes lastimar a alguien, debes saber cómo curarlo también”. Una vez, mi maestro me torció el hombro y se me salió el brazo, pero enseguida lo recolocó en su puesto. De allí en adelante, empezó a fascinarme la medicina tradicional china, la acupuntura, la moxibustión, la rehabilitación etc. En noviembre de 2001, vengo a trabajar en Reaprende, para comprobar si el taijiquan y el Wushu pueden ayudar a la gente minusválida y si en realidad contribuyen a la recuperación de muchos. Me satisface ver que alguien paralizado vuelve a levantar la mano, a dar pasos y a caminar. Este gozo es mucho más grande que cuando lastimo y venzo a alguien.

De las películas y los libros conozco a un personaje muy importante en el círculo de Wushu de China, es Huang Feihong. Él es maestro de Wushu, pero ante todo doctor. Lo adoro. Para practicar bien Wushu, hay que conocer bien el cuerpo humano, por ejemplo los puntos, los canales principales y colaterales, por donde circula la energía vital (qi). Todo esto conocimiento me ayuda mucho a diagnosticar y rehabilitar a la gente lastimada.

¿Qué anécdotas puedes contarme sobre la práctica de Wushu?

He tenido episodios de todo tipo dentro del Wushu. En un torneo celebrado en 1989, tiré una patada al oponente sin la intención de lastimarlo, pero él se movió al tiempo que yo pateaba y le lastimé el tabique nasal, me espanté al notar el sangramiento que le produje, el juez paró el combate y después de un alegato, los demás jueces me dieron la victoria. En la siguiente pelea cambiaron de juez. El oponente se me acercó para atacarme, pero sin tocarme ni una vez, sin embargo, los jueces votaron contra mí, porque me quedaba parado sin moverme para nada. Eso me dio mucho coraje, hasta que se acercó mi maestro y me dijo que nunca culpara a nadie de nuestros propios errores y actitudes. Si perdí, eso significaba que todavía nos quedaba espacio para progresar.

En otra ocasión me presenté en el que en ese momento era el torneo más importante de Taijiquan en México, la copa CODEME (Confederación Deportiva Mexicana) de Taijiquan. Fue en 1995. Junto con personas de tercera edad que entrenaba un profesor, al que yo iba a ver todos los domingos para que me enseñara algunas rutinas de Taijiquan y choy -lee-fat (boxeo del sur) que él tenía, y hasta ese momento nunca me aceptaron sus alumnos, aunque este torneo era abierto a todas las edades. Sin embargo, cuando en este torneo obtuve el segundo lugar en la rutina de 48 movimientos, y momentos después de recibir mi medalla ahora todas estas personas me recibieron alegres, algunos decían que yo era su maestro y otros que yo era su alumno.

En el I Torneo Internacional Abierto Mexicano de Wushu que se organizó por la Federación de Wushu de la República Mexicana y se celebró en Guadalajara en 1998, gané el segundo premio de rutinas de 42 movimientos de Taijiquan y el tercer puesto de rutinas de formas tradicionales del sur. Pero, es una gran lástima que este evento internacional dejó de realizarse de allí en adelante. Y ahora los torneos nacionales todos ponen límite de inscripción de 30 años. Ya no puedo participar, pero llevo a mis alumnos a participar.

¿Cuántos alumnos tienes? ¿A qué se dedican? ¿Por qué quieren practicar Wushu?

Como dirían muchas escuelas, tengo más de 500 regados por todo el mundo, pero en la ciudad de México sólo tengo 60, más algunos pacientes a los que les doy terapia de rehabilitación. El Wushu no tiene límites. Puede ser fuerte y también muy suave. La gente de todas edades puede practicarlo. Tengo alumnos de seis años de edad y también de 80 años. Los jóvenes aprovechan su tiempo libre del trabajo o escuela para venir aquí. Vienen de todos los ámbitos sociales, como empleados de compañías, maestros de escuela, fotógrafos, veterinarios y abogados.

Entre mis alumnos de tercera edad, el 90% llegan a mi clase buscando mantenerse saludables, los niños vienen porque sus padres buscan una actividad que les ayude con su carácter y desarrollo físico, y usualmente los jóvenes buscan un refugio contra los malos hábitos externos, esto es defensa personal.

Son tantos los que quieren aprender Wushu, que incluso los profesores Miquel Quiroz Salinas, Pedro Mancilla Ugalde y Luis Carrillo Hernández nos unimos e intercambiamos las rutinas que tenemos, incluyendo videos, manuales, libros para tratar de mejorar nuestras técnicas de enseñanza.

Mientras sus alumnos se calientan con algunos ejercicios, Alfredo Escobar pone la música clásica de China, enciende incienso tibetano, cuelga dos sacos de arena y empieza la clase. Eso me recuerda sus palabras en la entrevista: para ser maestro de Wushu, no basta tener una patada o un golpe bien definido, sino que también debes tratar de ser un sabio, un médico, un artista, un músico, un filósofo y un astrónomo”.

En la primera hora las actividades son más adaptables para los niños. Aprenden algunas técnicas y practican ejercicios con el fin de aumentar la fuerza y la flexibilidad del cuerpo. Entre ellos sobresalen Iñaki y Hector Emilio, de diez años y 11 años de edad, respectivamente. Aunque lleva sólo tres meses practicando Wushu, Iñaki ya puede hacer unas posturas difíciles. Cuando le pregunté por qué quiere venir aquí, me contestó corto pero claro: “porque ¡me gusta!” Se nota que disfruta mucho lo que aprende.

Cuando los niños se retiraron, Alfredo sacó espadas y palos para que sus alumnos adultos aprendan Tao Lu de armas. Me explicó que como los niños todavía no tienen buen discernimiento de violencia, no les enseña técnica de armas; les prepara más bien la mente en el espíritu del Wushu y en formar un cuerpo fuerte pero flexible. “Los enseño en medio de juegos y aprenden con alegría y gozo”.

Lecticia es la única mujer de los alumnos de Alfredo. Tiene 30 años de edad. Está acabando su tesis de licenciatura sobre la enfermedad de rabia. Lleva ya cinco años practicando Wushu. Su representación de espada, me sorprendió por su fluidez y belleza. Al hablar del sentido del Wushu para ella, me dijo sonriendo: “antes, siempre me enfermaba, sobre todo de la garganta, pero ahora ya apenas me pasa una vez al año. Además, siento que aprendo más rápido en la escuela. Cuando salgo con mis amigas de viaje, siempre me piden que las proteja”.

Aunque tiene apenas 24 años de edad, Marco Antonio ya lleva 7 años practicando Wushu. Es un joven alto, fuerte y muy pacífico, e incluso percibo alguna timidez en su cara. Me dijo que, cuando sus compañeros de escuela sabían que practica Wushu, muchos le hacían pelear para ver si era cierto. Eso le molestaba mucho. Con el tiempo ya saben que él sí tiene técnica de pelea, pero no la usa para ese fin.

Ema Escobedo Díaz es la dueña del gimnasio. Fue alumna de Taijiquan de tercera edad de Alfredo. Ama la cultura china. Me dijo que a los mexicanos les gustan las artes marciales de China, porque les enseña defenderse, pero no ser agresivos.

La Federación de Wushu de la República Mexicana es la autoridad máxima de Wushu de México, está reconocida por la Federación Internacional de Wushu (FIW), la Confederación Deportiva Mexicana, A.C. (CODEME) y el Comité Olímpico Mexicano, A.C.

La F.W.R.M (Federación Mexicana de Wushu) celebra como mínimo anualmente los campeonatos siguientes:

Escuela de Wushu en Cuajimalpa (Central)
Campeonato Nacional de Formas Libres
Campeonato Nacional Infantil y Juvenil
Campeonato Nacional Abierto (Campeonatos Regionales u Opcionales)
Copa de CODEME de Taijiquan
Campeonato Nacional Profesional de Contacto Completo
Festival Nacional de Artes Marciales
Su sitio web es http://codeme.org.mx/estatutos/wushu.pdf
Spa Gym 2000
Dirección: Antonio Ancona 18#
Col. Cuajimalpa, México D.F.
Tel.: 58-12-31-33
Horario: Lunes y Miércoles, de 6-7:30 pm.

 

 

 

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