El sabio Confucio y sus analectas
Por HUO JIANYING
ZHAO
Pu, primer Primer Ministro de la dinastía Song del
Norte (960-1127), desempeñó un papel decisivo
apoyando el establecimiento y consolidación del poder
del emperador Taizu en todo el país. Cuando el hermano
de Taizu lo sucedió en el trono, con el nombre de
Taizong, alguien se cuestionó la capacidad de Zhao
Pu para continuar al servicio del nuevo monarca, considerándolo
como un intelectual chapado a la antigua, que no había
leído más que las Analectas de Confucio. Zhao
Pu dijo más adelante al nuevo emperador, según
archivos de la época: Es verdad que mi conocimiento
no pasa de las analectas. En el pasado confié en
la mitad del libro para asistir al emperador Taizu en la
conquista y estabilización del país, y ahora
puedo utilizar la otra mitad para ayudar a que su majestad
mantenga la paz y la armonía bajo el cielo.
Y así lo hizo, brindando servicios tan destacados
al emperador Taizong, que éste colocó una
tablilla en honor suyo en el templo ancestral imperial,
para recordar los méritos y virtudes de su ministro,
cuando Zhao Pu murió en 992. Con el paso del tiempo,
la memoria de Zhao Pu se ha ido borrando del imaginario
colectivo, pero su declaración sobre el uso de la
mitad de las analectas para gobernar el país ha devenido
aforismo popular.
Esencia de la cultura china
Las Analectas de Confucio constituyen un registro contemporáneo
sobre lo que Confucio y sus discípulos dijeron hace
más de 2.000 años. Es un libro importante
para el estudio de Confucio y su vida y pensamiento. En
los dos milenios siguientes, el libro ha sido leído
y citado extensamente como tema obligatorio de la educación
china tradicional. Muchas de sus líneas y frases
tienen adagios y lemas populares convertidos en habla cotidiana.
De hecho, las Analectas resumidas, dieron continuación
y sublimaron la esencia de la civilización china
antigua. Se daba por sentado en la China feudal que el nivel
más alto de la existencia humana y una sociedad ideal
se podía alcanzar con la autocultivación de
mente y cuerpo, junto a la armonización de la familia
y el ejercicio del poder y la pacificación del país.
Por eso exactamente abogaban Confucio y el confucianismo.
Confucio (551-479 a.n.e) nació en el seno de una
familia aristocrática venida a menos, en un período
caótico de revolución social. En aquella época,
la reinante dinastía Zhou existía sólo
de nombre, mientras que sus numerosos estados vasallos ignoraban
la supremacía del poder central, librando constantes
guerras para ampliar y consolidar su propio régimen,
lo que dejaba a la población general en la más
abyecta de las miserias. En tal caos transcurrió
la infancia de Confucio -una experiencia que exacerbó
su deseo de lograr un mundo de amor, armonía y orden.
Según las Analectas, en cierta ocasión Confucio
y sus estudiantes hablaban de sus sueños y aspiraciones.
El estudiante Zi Lu dijo que él deseaba compartir
carros tirados por hermosos caballos y magníficas
capas de cuero con sus amigos, y que de esta manera él
no tendría ningún pesar, en caso de que estos
artículos perdieran su utilidad antes de lo esperado.
Confucio entonces tomó la iniciativa y dijo que aspiraba
a un mundo en el cual los ancianos pudieran pasar sus últimos
años en paz y felicidad, en el cual la gente pudiera
confiar en sus semejantes como si fueran sus amigos cercanos,
y donde todos los niños fueran amados y educados
debidamente.
Durante toda su vida, Confucio intentó alcanzar
su mundo ideal de prosperidad nacional, paz y riqueza universal
y felicidad para el pueblo. Con ese propósito, leyó
con amplitud y viajó extensamente a través
de diversos estados vasallos, difundiendo sus enseñanzas
entre estudiantes y ensanchando sus perspectivas y conocimientos.
Confucio creía que esa cultivación moral por
parte del pueblo, y el establecimiento de un sistema de
etiqueta que sostendría un orden social apropiado,
serían esenciales para alcanzar su mundo ideal.
Para
realzar la moral y la calidad de la ética popular,
Confucio razonó que cada persona, al igual que toda
la sociedad, debían verse inmersas en una conciencia
primaria de "ren", o "benevolencia,"
un concepto que él consideraba asequible al público
en general. A propósito, se preguntó: "¿Está
la benevolencia más allá de nuestro alcance?
Si uno desea ser benévolo, la benevolencia se alcanzará".
Confucio creía que todos los seres humanos nacían
semejantes en naturaleza, si bien sus caracteres podían
variar mucho, y que la benevolencia era parte consustancial
del ser humano natural. La discrepancia que se evidenciaba
en el nivel de calidad benévola de la gente se debía
a las influencias ideológicas y sociales que se generaban
a su alrededor tras venir al mundo.
"Ren" es la palabra más usada en los más
de 10,000 caracteres de las Analectas de Confucio, pues
se repite más de 100 veces. En muchas partes del
libro, el filósofo expone el significado de la palabra.
Cuando su estudiante Fan Chi preguntó qué
era "ren," Confucio contestó: Ama
a tu prójimo. Mencio abundó más
adelante al respecto: Ama a tu prójimo como
a tu familia, y ama a todas las criaturas como si fueran
seres humanos. Cuando el estudiante Zi Zhang preguntó
cómo alcanzar "ren," Confucio contestó
que a través de las cinco virtudes siguientes: dignidad,
magnanimidad, honradez, laboriosidad y amabilidad. Con dignidad
se gana el respeto ajeno; con magnanimidad, el apoyo de
otros; con honradez, la confianza. Por otra parte, la laboriosidad
ayudará a realzar la capacidad en el trabajo, y la
amabilidad conducirá a la lealtad y fidelidad de
los subordinados.
Al
contestar a la pregunta sobre "ren" de su estudiante
Yan Yuan, Confucio dijo: "La autodisciplina y el respeto
a las buenas costumbres equivalen a ren. Él
creía que si el ser humano era capaz de dominar sus
deseos y ambiciones egoístas y confinar su comportamiento
bajo la etiqueta social, el mundo sería un lugar
benévolo. Los comportamientos o etiqueta por los
que abogaba Confucio van más allá de lo que
suele entenderse como conducta y protocolo ceremoniales.
Él se refería a un sistema de comportamiento
que entrañara un compromiso social. Aunque Confucio
aconsejó retomar la decencia, no quiso decir retomar
la decencia de épocas pasadas. Él estudió
el sistema de etiqueta de dinastías anteriores y
se formó sus propias ideas sobre un nuevo sistema
social e imperial de etiqueta, en cuya base reside el concepto
de la "benevolencia". Dado que las personas son
un elemento esencial del sistema de etiqueta, la auto-cultivación
se convierte en la llave para la realización de la
"benevolencia" y la observancia de la decencia.
El arte de gobernar
La benevolencia y la decencia están también
en la base de las teorías de Confucio sobre el arte
de gobernar. "Gobernar con benevolencia" encabeza
el capítulo de gobierno en las Analectas. Confucio
creía que el destino de un país/Estado y de
su pueblo estaba en las manos de sus gobernantes
tanto el jefe de Estado como sus ministros. Cuando a Ji
Kangzi, importante ministro del reino Lu, le pidió
cómo debía gobernarse el Estado, Confucio
definió el significado de "gobierno" con
su homónimo que significa "justicia". "Si
usted gobierna con justicia, ¿quién se atreve
a traicionarlo?
Zi
Gong preguntó qué era lo más crucial
para el gobierno de un país. Confucio contestó:
Suficiente suministro de alimentos, una fuerza militar
adecuada y la confianza del pueblo. Él puso
énfasis adicional en el último punto como
elemento esencial que sostendría un país.
También dijo que para un país o una familia,
"Más terrible es el desequilibrio que la pobreza,
y la inestabilidad más que la pequeñez. El
equilibrio ahuyenta la pobreza; la armonía compensa
la pequeñez; y la estabilidad niega el derrumbe".
Cuando el reino Lu encaró dificultades financieras,
su rey procuró aumentar los impuestos al pueblo y
pidió la opinión de Confucio. Uno de sus estudiantes
contestó: "Si el pueblo viviera en la abundancia
¿cómo podría el gobernante regla estar
fuera de ella? Si el pueblo sufre escasez, cómo puede
el gobernante alcanzar la abundancia?" Al decir esto,
Confucio y sus estudiantes recomendaban al rey intentar
enriquecer al pueblo como solución fundamental a
las dificultades financieras, en lugar de trasladarle al
pueblo los problemas.
Desafortunadamente,
Confucio no tuvo ocasión de ejercitar su gran ambición
y sabiduría en bien del país. No fue hasta
los 51 años que le ofrecieron un puesto oficial en
el reino Lu. Él demostró ser un administrador
competente, pero sólo sirvió por cuatro años
antes de que sus enemigos políticos consiguieran
expulsarlo de los círculos oficiales. Entonces Confucio
emprendió una vida ambulante por espacio de 14 años
a través de varios estados vasallos para difundir
sus ideas, escoltado por unos 10 discípulos. Regresó
al reino Lu a los 68 años y dedicó su tiempo
y energía a la educación y compilación
de escrituras antiguas. Compiló asimismo el Libro
de los Cantos, el Libro de Historia, el Libro de Ritos,
el Libro de la Música, el Libro de los Cambios y
los Anales de Primavera y Otoño como libros de textos.
Todos se convirtieron en los clásicos confucianos
para generaciones venideras. Se afirma que Confucio tuvo
3.000 discípulos, incluyendo 72 santos, que formaron
la espina dorsal de la primera escuela confuciana. Confucio
murió en 479 a.n.e, a la edad de 73 años.
Lo enterraron en Sishui, al norte de su ciudad natal en
Qufu, Shandong.
Consagración de Qufu
Las
guerras entre varios estados vasallos continuaron después
de la muerte de Confucio. Sin embargo, esta situación
caótica no fue óbice para la difusión
y desarrollo de sus ideas. Con todo, no se produjo viraje
fundamental en la suerte de Confucio y de la escuela confuciana
hasta la dinastía Han, 200 años después
de la muerte del sabio. En 195 a.n.e, sus descendientes
recibieron su primera condición de nobles otorgada
por Liu Bang, el emperador fundador de la dinastía
Han (206 a.n.e-220). El emperador también visitó
Qufu y rindió tributo a Confucio, iniciando la adoración
imperial del sabio. Sesenta años más tarde,
el tataranieto de Liu Bang, nombrado emperador Wudi, ilegalizó
todas las escuelas académicas a excepción
del confucianismo, que desde entonces ha sido la pauta de
la cultura china. Como consecuencia, el estatus de Confucio
se elevó notablemnte. En tiempos de la disnatía
Tang (618-907), se adoraba a Confucio como a un santo, y
su ciudad natal, Qufu, se convirtió en lugar sagrado.
El Templo de Confucio en Qufu, donde se adoraba al santo
originalmente, tenía solamente tres pabellones. Después
de la extensión y reconstrucción continuas
en las dinastías siguientes, ahora se extiende hacia
fuera como enorme complejo, con nueve patios, que cubren
un km de norte a sur, sobre 95.000 m² de superficie
y con pasillos y compartimientos dotados de centenares de
puertas y arcadas. Su magnitud es sólo superada por
el Museo del Palacio Imperial de Beijing. El pabellón
principal del templo, Dacheng (gran realización),
se construyó al estilo imperial. La estatua de Confucio
allí tiene incrustraciones según la etiqueta
para un emperador. Se afirma que el enorme enebro chino
del patio fue plantado por Confucio. Además del de
Qufu, hay más de 2.000 templos de Confucio en otras
partes de China y alrededor del mundo.
El
hogar de Confucio también se nombra mansión
del duque Yansheng, un título imperial que fue concedido
a los descendientes de Confucio en la dinastía Song.
La mansión fue una vez residencia para el hijo mayor
y nieto en línea descendiente de Confucio, que heredaría
el título de duque de Yansheng. La mansión
también sirvió como oficina gubernamental
local, pues el duque de Yansheng también fungía
como el magistrado de Qufu. Esta decisión obedeció
a que la corte imperial consideró que nadie estaba
en posición apropiada para asumir a los descendientes
del santo, a excepción del duque, cuyo deber era
simplemente mantener la adoración de sus antepasados
y la continuidad de la línea de descendientes. La
oficina ocupa la parte delantera de la mansión y
detrás de ella están ubicados los cuartos,
con un jardín en la parte posterior. La mansión
contiene una preciosa colección de documentos históricos,
reliquias culturales y ropa, así como utensilios
de dinastías anteriores.
El bosque de Confucio es el cementerio de la familia, que
data de 2.500 años. Sobre un área de dos km²
hay más de 100.000 tumbas y estelas a la sombra de
árboles elevados y altos muros. El clan de Confucio
es el único en China que ha logrado mantener su línea
familiar en los pasados 2.500 años. Según
estadísticas, 110.000 descendientes de Confucio residen
hoy en Qufu, y hay unos cuatro millones más en otras
partes de China y alrededor del mundo. El templo, el bosque
y la mansión de Confucio de Qufu fueron declarados
Patrimonio Cultural Mundial en 1994.