En
contacto con los fósiles
Por nuestra reportera LU RUCAI
Tras
viajar en camión por más de 200 km desde Urumqi,
capital de la región autónoma uigur de Xinjiang,
entramos en la zona deshabitada, tras la cual el
camino comienza a zigzaguear. Son las huellas de
los equipos de explotación petrolera
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CUANDO llegamos al sitio de
excavación de fósiles de dinosaurios de Xinjiang,
veníamos con la imagen del dinosaurio de Parque Jurásico,
de cuyo esqueleto se exhibe una réplica en el Museo
de Historia Natural de Beijing. Pero lo que vimos allí
era otra película.
Tras
viajar en camión por más de 200 km desde Urumqi,
capital de la región autónoma uigur de Xinjiang,
entramos en la zona deshabitada, tras la cual el camino
comienza a zigzaguear. Son las huellas de los equipos de
explotación petrolera
Éramos cuatro personas: el chofer, Lao Xu, y Xu
Xing, responsable del proyecto, mi colega y yo. Para poder
llevarnos, el chofer dio un rodeo, pasando por Urumqi. Lao
Xu nos dijo que, por lo general, el vehículo todo
terreno sirve para comprar alimentos en Fukang, a casi 200
km del sitio de excavación.
La cama del vehículo iba repleta de carne de cordero
y verduras, y más de 10 canistras de agua potable.
Espero que sean suficientes, señaló
Lao Xu al mencionar la última compra antes de salir
del lugar. En el desierto el agua tiene un valor inestimable.
La del aseo se transporta desde una estación de suministro
ubicada a 60 km del campamento, mientras que la potable
se compra en ciudades más lejanas.
En medio del desierto de Gobi todo es lejano, como bien
nos indican las señales muertas de nuestros teléfonos
móviles. Nada se ve alrededor, a no ser el mar de
arena amarilla y contados y raquíticos arbustos.
Después de andar por 30 ó 40 km más,
el camión se detiene dando tumbos. Cuando bajamos,
me resisto a creer que los miembros del equipo de excavación
llevan residiendo más de un mes aquí. Así
lo evidencian la decena de tiendas desparramadas por el
lugar, un cobertizo provisional que hace de cocina-comedor,
los camiones y los fósiles de dinosaurios de diverso
tamaño dispersos sobre el suelo y envueltos en yeso.
Aunque nos sorprende la escena, ya de algún modo
nos habían informado sobre la situación en
el lugar por teléfono, cuando estábamos en
Beijing. El equipo de excavación, que fue constituido
por la oficina para el estudio de animales vertebrados y
paleontología, permanecería en Xinjiang hasta
la primera mitad de septiembre, por lo que debíamos
apresurarnos a llegar al sitio antes de que ellos se retiraran.
Como los lugares de exhumación se encuentran en la
franja central de la cuenca de Zhungar, donde no existen
comunicaciones, no es fácil contactarlos. El 5 de
septiembre por la mañana recibimos llamada de la
oficina, informándonos que los trabajadores estaban
exhumando en un lugar relativamente alto, donde la señal
del satélite es débil. Marchamos en seguida.
Fuimos afortunados, pues muchos taxistas no querían
llevarnos, al saber que nuestro destino era el desierto.
Penas y alegrías
Oscurece a las 9:00 de la noche en Xinjiang. Los jóvenes
del equipo vuelven al campamento uno tras otro, después
de las 8:00. No toma mucho tiempo familiarizarnos. ¿Qué
novedades nos traen?. Casi todos nos hacen la misma
pregunta. La mayoría de ellos lleva un mes aquí.
Debido a la baja cobertura del satélite, ni celulares
ni computadoras portátiles se conectan. La
mayor noticia es que ustedes excavaron muchos fósiles,
todos ríen al escucharlo. Aprovechando que el cielo
todavía no está totalmente ennegrecido, varios
estudiantes de la Universidad de Nanjing y de la Academia
de Ciencias Sociales de China juegan al fútbol, olvidándose
del cansancio del día.
Llega la hora de comer: un plato de carne y dos de verduras.
Los chicos comen con buen apetito. Guo Yu, estudiante del
tercer año de la facultad de geología de la
Universidad de Nanjing, nos cuenta: Mis compañeros
y yo vinimos hace más de un mes. Hemos engordado.
Al principio no soportábamos el trabajo físico,
pero con el paso del tiempo nos hemos ido adaptando a usar
un taladro cada vez más grande para excavar, por
eso ahora somos más fuertes. Los jóvenes
estudiantes no dejan de ser alegres. Guo Yu, por ejemplo,
cumplió sus 20 años con festejo de cervezas
en el campamento. Un recuerdo que nunca se le borrará.
El momento más anhelado para todos es el de ir a
un sitio donde se pueda captar la señal satelital
y llamar desde allí a sus seres queridos.
A medianoche, un terrible viento azota las tiendas. Sentimos
frío a pesar de los gruesos edredones con que nos
tapamos. Con la corriente de aire se levanta el polvo, que
nos cubre el rostro de inmediato. A los jóvenes del
lugar, sin embargo, esto no les quita el sueño.
Durante el período de práctica, el profesor
Xu Xing fue a Xinjiang y se quedó allá mucho
tiempo. Por lo tanto, conoce muy bien el lugar. Los
sitios de excavación en Xinjiang, estima, son los
más difíciles de trabajar. Se ubican en el
abdomen del desierto, hay muchas limitaciones para conseguir
agua potable y alojamiento. Cuando hace calor, la temperatura
diaria se eleva a más de 45 grados. De cualquier
modo, en comparación con tiempos pasados, hoy la
comunicación y condiciones de vida han mejorado en
gran medida, destaca Xu.
Mi colega y yo damos fe de cuánto se aprecia y ahorra
el agua en el desierto, pues usamos servilletas desinfectantes
para lavarnos en vez de agua. Uno de los chicos me confiesa
que lleva 40 días sin lavarse la cabeza. Esta falta
se compensa de algún modo manteniendo el entorno
libre de desperdicios artificiales. Toda la basura se entierra.
¡Manos a la obra!
En busca de contacto directo con la excavación,
acompañamos a un grupo de jóvenes al lugar
donde se exhuma al estegosaurio. El ruido del taladro eléctrico
y los golpes de martillos amenazan nuestros tímpanos.
A contraluz de los rayos del sol poniente, la escena se
ve magnífica. Aquí, hemos excavado por
más de un mes. Hemos recortado una capa de arcilla
tras otra, explica el chofer Huo Yulong. En el suelo
hay una tina llena de pequeñas piezas de fósiles.
Las más grandes están envueltas por yesos
y piezas de tela de saco.
Creíamos que tanto el chofer como Lao Xu sólo
se encargaban de los trabajos administrativos, pero la realidad
es que el conductor es un verdadero experto en exhumar fósiles.
La casa de Lao Xu está en Changji. En el sitio de
excavación dispone de una tienda pequeña.
Cada año, de julio a septiembre, asiste a la excavación.
Ya hace cuatro años que se dedica a ello.
Además de los alimentos secos, los jóvenes
excavadores deben portar consigo agua y artefactos. El mejor
método para preservar los fósiles es envolverlos
en piezas de tela de saco y cubrirlos con yeso.
El trabajo de recuperación empezará
cuando lleguen a Beijing y concluirá para la segunda
mitad del próximo año, indica el profesor
Xu.