La saga de las ruinas de Yin

–De misterio indescifrable a patrimonio de la humanidad

Por nuestro redactor HUO JIANYING

LAS Ruinas de Yin señalan hoy el sitio de la otrora magnífica capital de la antigua dinastía Shang (siglos XIV a XI a.n.e.) que cambió su nombre después de trasladarse a Yin. La ciudad, junto con la historia de toda esta dinastía, quedó enterrada e ignorada por más de 3.300 años. A su vera se tejieron numerosas leyendas, que fueron reunidas hace 300 años en el volumen clásico de la mitología china Feng Shen Yan Yi (Canonización de los Dioses). Esta obra describe a la dinastía Yin como un mundo habitado por deidades y demonios, que convivían con seres humanos. No fue hasta el descubrimiento de las ruinas, hace 100 años, que por fin cayó el velo de misterio que cubría la historia de Yin y su capital.

El descubrimiento de los huesos del oráculo

Hace cientos años, Xiaotun era apenas una más entre numerosas y pequeñas aldeas en el área de las llanuras centrales. Allí, un aldeano nombrado Li Cheng trabajaba como peluquero en su tiempo libre, pero sus habilidades eran tan escasas que con frecuencia infligía cortes y arañazos a las cabezas de sus clientes. Carente de dinero para comprar medicinas, Li utilizaba un polvo especial, obtenido de fragmentos de hueso y carapacho de tortuga, que él y otros aldeanos sacaban con frecuencia al remover los terrenos de siembra, para parar la sangría y evitar la inflamación. Él había aprendido el nombre y la utilidad de este ingrediente de la medicina tradicional china en los libros sobre el tema. Los fragmentos, conocidos como “huesos de dragón”, eran huesos de mamíferos y fósiles de carapacho de quelonios, y su función era “nutrir los músculos, evitar la descomposición, detener el sangramiento y calmar los nervios.” Los aldeanos de Xiaotun vendían los huesos y los carapachos sacados de sus campos por una miseria, intercambiando cada kilo por el equivalente al precio de seis shaobing (tortas cocidas al horno del tamaño de la palma de una mano).

En 1899, Wang Yirong, director de Guozijian, la única universidad administrada de manera oficial por la dinastía Qing, cayó enfermo y envió a su criado a la farmacia para comprar cierto medicamento. Al regreso del sirviente, Wang, como siempre, comprobó los ingredientes medicinales y su calidad comparándolos con la receta, pero, en esta ocasión observó los “huesos de dragón” con especial insistencia. Wang era un erudito, un filólogo y coleccionista, y de inmediato identificó las marcas que semejaban caracteres en aquellos huesos de dragón, que le pareció haber visto antes en antiguos recipientes de bronce. Wang envió inmediatamente a su criado a comprar todo los “huesos de dragón” en la farmacia. Después de examinarlos un poco más, sintió confirmadas sus sospechas de que se trataba de inscripciones hechas en tiempos remotos. Pudo distinguir en aquellos huesos dibujos que representaban el sol, la luna, una montaña, el agua y la lluvia, y también los nombres de monarcas de la dinastía Yin. Wang Yirong se sumió a partir de entonces en una búsqueda exhaustiva de medicamentos, hasta que hubo comprado todos los huesos de dragón disponibles en las farmacias de Beijing, así como los que estaban en poder de viejos comerciantes. Al final logró reunir más de 1.500 pedazos de huesos del oráculo, la mayor parte de los cuales provenía de la aldea Xiaotun, en Anyang, provincia de Henan

La investigación de Wang Yirong quedó trunca cuando éste se suicidó en 1900, luego que las ocho potencias imperialistas aliadas invadieron Beijing. Después de su muerte, la mayor parte de su colección se entregó a su amigo Liu E, quien continuó la empresa iniciada por Wang. Liu amplió la colección de huesos del oráculo a más de 5.000 fragmentos, y en 1903 publicó una compilación de sus hallazgos, bajo el título de Tie Yun Cang Gui (La Colección de Carapachos de Tortuga de Tie Yun, - éste era su nombre oficial). El libro y los datos que divulgó sobre los huesos del oráculo desataron nuevo entusiasmo por la investigación entre eruditos chinos y de ultramar.

Estos huesos y cáscaras grabados eran realmente oráculos de la dinastía Shang -- un aspecto principal de la adoración a los espíritus que prevalecían en aquella época. Los oráculos o adivinaciones, en lo que se refiere a acontecimientos específicos, extraordinarios o de un aspecto de la vida diaria, se lograba calentando los huesos de animales y las cáscaras hasta que se agrietaban. La dirección, la longitud y el grueso de estas grietas entonces eran interpretadas y se hacía una profecía partiendo de ello. Había un archivo para recoger estos oráculos en los sótanos de las casas. En 1936, los arqueólogos exhumaron más de 170.000 fragmentos de huesos inscritos con oráculos de un pozo en la aldea Xiaotun. Los mismos describen las varias actividades de la familia real de la dinastía Shang, de los aristócratas y de los dueños de esclavos, por lo que resultan una fuente inestimable de información sobre la política, la economía y la sociedad de ese período lejano.

El descubrimiento de las ruinas de Yin

Las ruinas de Yin se mencionan varias veces en los Registros Históricos del historiador chino Sima Qian, pero en ellos no queda clara su ubicación real. Fue la abundancia de información descifrada de jiaguwen en los huesos del oráculo la que permitió a los arqueólogos chinos solucionar el secreto de las ruinas de Yin y dar con su paradero. Tras utilizar los huesos del oráculo para establecer claramente la localización exacta del sitio, los arqueólogos realizaron 15 excavaciones en Xiaotun, de 1928 a 1937. Allí descubrieron restos de palacios, templos y tumbas que databan de los períodos medio y tardío de la dinastía Shang, y también exhumaron gran cantidad de artefactos de bronce, jade y cerámica. Quedó establecido así, más allá de toda duda, que Anyang de Henan, donde se encuentra la aldea Xiaotun, había sido el sitio de la capital de la dinastía Shang, que desde entonces recibió el nombre de las ruinas de Yin.

El descubrimiento más significativo de Anyang fue posiblemente el del cuatrípode Si Mu Wu, en el área de la tumba de las ruinas de Yin, en 1939, en especial porque fue ocultado con éxito de las tropas japonesas invasoras.

Esta excavación secreta sucedió una noche de febrero de 1939, cuando un vecino de Wu Peiwen, residente de la aldea Wuguan en Anyang, vino a decirle que en su terreno podía estar enterrado algún objeto precioso. Cuando Wu y su vecino horadaron el suelo con una larga pértiga, ésta topó con algo duro. Tomando en cuenta que los arqueólogos habían realizado excavaciones en el área, no era descabellado pensar que allí se ocultaba alguna reliquia antigua. Wu Peiwen volvió a la aldea e invitó a otros aldeanos a ayudarle a cavar. Al amanecer solamente quedaba visible una pequeña sección del objeto duro. Cuando Wu saltó al hoyo para echar una mirada más de cerca, vio que la sección expuesta del objeto mostraba tallas exquisitas. Para evitar que los japoneses descubrieran este artefacto precioso, los aldeanos rellenaron el hoyo. A la siguiente noche, llegaron 40 aldeanos a sacar el objeto, un enorme pote cuadrangular de bronce, el cual con no poco esfuerzo dejaron al descubierto. A la tercera noche lo llevaron hasta el patio de Wu Peiwen, donde lo enterraron.

Los aldeanos no tenían la menor idea de que habían descubierto el mayor artefacto de bronce del mundo, pero en cualquier caso estaban decididos a mantenerlo a salvo de los invasores japoneses. Después de dar a conocer que buscaban un comprador, un tratante en antigüedades, sin pensarlo dos veces, les ofreció adquirirlo por 200.000 yuanes de plata - una cantidad tan astronómica que parecía un sueño para los aldeanos de Wuguan. Pero el pago se haría con la condición de que el pote fuera cortado en secciones, pues no había otra forma de que el comprador pudiera pasarlo sin que los japoneses se percataran. Los aldeanos rechazaron la posibilidad y el trato no se consumó. Los aldeanos llevaron entonces el pote a otro sitio, y llenaron el hoyo en el patio de Wu Peiwen con otras antigüedades, que fueron sustraídas posteriormente por los soldados japoneses.

En 1945, tras la derrota del militarismo nipón, el pote fue llevado a Nanjing. Hoy forma parte de la colección del Museo Nacional de Historia China en Beijing. Los estudios arqueológicos demuestran que el pote cuadrangular, con 832,84 kg de peso y una altura de 133 cm, data de la dinastía Shang. Se le conoce como la vasija de cuatro patas Si Mu Wu, debido a que presenta estos tres caracteres tallados en su interior. Los trípodes y cuatrípodes -ding en chino- eran símbolos del poder en la China antigua. Después de que Yu el Grande obtuviera el trono, afirma la leyenda que el soberano fundió nueve dings con el oro que como tributo había recibido de las nueve provincias bajo su mando. A través del tiempo, el ding continuó simbolizando el poder. Sus dimensiones y peso indicaban la condición de su dueño. Los expertos creen que el ding Si Mu Wu fue fundido por un monarca de la dinastía Shang en memoria de su madre. Su valor arqueológico es inmenso, pues el ding descubierto más adelante en la tumba de una reina en las ruinas Yin es apenas una octava parte de su tamaño.

Primera heroína de China

El nombre de Fu Hao se menciona 200 veces en los huesos del oráculo jiaguwen, cuyas inscripciones, junto a nuevos descubrimientos en las ruinas de Yin, revelan que se trataba de la esposa de un rey de Shang nombrado Wu Ding. Fu Hao fue también la primera generala de que se tenga noticias en China. Su tumba fue descubierta en 1976, y su excavación ha permitido tener una impresión sobre esta mujer distinguida de la historia remota.

La tumba de Fu Hao está situada en el área occidental del palacio de las ruinas de Yin. Al tratarse de uno de los pocos casos de una tumba antigua que no ha sido saqueada, la identidad de su dueño está clara. El compartimiento pequeño de la tumba de Fu Hao contiene todos los implementos necesarios para la vida diaria. Los arqueólogos descubrieron en el sepulcro 1.928 objetos funerarios, incluyendo 400 de bronce, 750 recipientes de jade y 460 de hueso, así como muchos de piedra, marfil, artefactos de cerámica y concha, y 6.800 conchas que se usaban como moneda de curso legal durante la dinastía Shang. La mitad de los recipientes de bronce llevaba grabado el nombre de Fu Hao. Entre ellos hay un triple yan de exquisita factura -- un recipiente que en la antigüedad servía para hervir y cocer al vapor, con un peso de 138 kg. Se han exhumado yans en otras partes, pero el triple yan de Fu Hao es el único de su clase encontrado hasta ahora. A juzgar por su peso y tamaño, fue utilizado para propósitos ceremoniales y adivinatorios, más que para cocinar. El descubrimiento de este yan corrobora los registros según los cuales Fu Hao presidió ceremonias de adoración y adivinación.

En la tumba de Fu Hao también se encontraron cuatro espejos de bronce, cuatro yues de bronce (hachas de guerra antiguas) y más de 130 otras armas de bronce, alguna de las cuales fueron obviamente usadas en batalla. Uno de los yues mide 40 cm de largo, 38 cm de ancho y pesa nueve kg. Lleva tallado el nombre de Fu Hao y la imagen de dos tigres que luchan sobre una cabeza humana. A juzgar por su peso y diseño, el hacha es un símbolo del poder militar de Fu Hao, más que un arma con sentido utilitario, y podría simbolizar el mandato supremo otorgado por el rey a Fu Hao para las operaciones militares. De acuerdo a las inscripciones en los huesos del oráculo, Fu Hao dirigió una serie de batallas durante el reinado de Wu Ding. Llegó incluso a liderar a 13.000 hombres en una batalla victoriosa contra la tribu de Qiang, y era la generala de más méritos del período de Wu Ding.

Queda constancia asimismo de cuánto el rey Wu Ding admiró a Fu Hao y de cómo rogaba regularmente por su salud y longevidad. Fu Hao ostentaba una condición pareja a las 60 esposas del rey, y hasta recibió en reconocimiento un feudo particular. La valiente y hermosa Hao, sin embargo, tenía una salud pobre y murió ante el rey.

El rey Wu Ding enterró a Fu Hao en el área del palacio – un honor raro – y construyó un salón palaciego sobre su tumba. Las excavaciones arqueológicas han establecido que las riquezas depositadas en 11 de las tumbas reales en las ruinas Yin fueron saqueadas hace milenios por ladrones de reliquias. La tumba de Fu Hao es la única intacta, lo cual se debe probablemente a su localización en un sitio de difícil acceso en el área del palacio, debajo de un salón palaciego. El 13 de julio de 2006, las ruinas de Yin en Anyang, provincia de Henan, fueron declaradas Patrimonio Cultural de la Humanidad.

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